Cómo ser mujeres y no morir en el intento
Este de hoy no es un artículo al uso, se trata más bien de una carta de mí para ti, en la que te cuento lo que se me viene a la mente al recordar mi pasado, y al sentir tu presente en el que muchas mujeres no terminamos de ser libres. Ese presente que las mujeres, mis clientes de Coaching, mis lectoras, y aquellas de vosotras que habéis compartido una Sesión Exploratoria o Estratégica conmigo me reflejáis. Y es que todas somos una en algún sentido.
Preparar la web y el Boletín semanal me supuso un trabajo extra el año pasado durante varios meses, en los que en muchas ocasiones sobrepasé el número de horas razonables de trabajo diario. Esto me trajo grandes recuerdos de los años en que mis hijos eran pequeños, mi trabajo con mucha responsabilidad y muy demandante, y además tenía que ocuparme de mi relación de pareja, los niños, la casa… Seguro que las mujeres que estéis leyendo esto sabéis de qué hablo.
Me tocó empezar a trabajar en la época de las ‘superwoman’, fuimos de las primeras en tener que ser ‘las mejores esposas, las mejores madres, las mejores trabajadoras y las mejores amas de casa’. Y es en serio cuando digo que las mujeres teníamos ‘autoimpuesta’ la obligación de ser ‘La Mejor en Todo’, algo que no permitía que fuéramos del todo libres.
Claro que pongo ‘autoimpuesta’ entre comillas, porque esa autoimposición era también de origen externo, fruto de la presión social que tuvimos que soportar cuando nos acusaban de ‘dejar la familia y la casa abandonadas para irnos a trabajar fuera’, a lo que reaccionamos demostrando que éramos capaces de hacerlo todo, y muy bien.
El grado de estrés que suponía tanta presión, nos llevaba a enfermar ya sea física o psíquicamente (ansiedad, depresión, etc.). También hacía que cada vez más mujeres decidieran voluntariamente dejar el trabajo para dedicarse a la familia, o no tener hijos ya que era demasiada la sobre-exigencia, el agotamiento y el estrés. Pero no eran decisiones tomadas desde la libertad, sino desde la presión social.
Si al estrés le sumas el techo de cristal del que te hablaba en mi artículo ‘Liderazgo de la mujer vs. Síndrome de Maripili’, comprenderás porqué tantas mujeres abandonaban su carrera profesional, o renunciaban a llegar más arriba por miedo a no tener tiempo para su vida familiar. Aunque a día de hoy el número de mujeres que renuncian no es tan alto, sigue ocurriendo con frecuencia, ya que la sobre-exigencia continúa siendo muy fuerte.
¿Conoces tu propio balance para no sentir que vives saturada? Para saberlo, te recomiendo que analices las grandes áreas de tu vida: personal, espiritual, familiar, relacional, laboral, ocio, y añade tú alguna si lo sientes. Haz un cálculo ‘por encima’ de cuanto tiempo dedicas a cada área, y estudia qué podrías quitar, y donde te gustaría poner más tiempo. Es un estupendo ejercicio que te dará una visión global de cómo está organizada tu vida, y cómo quieres que sea.
Ser mujeres es maravilloso, yo no lo cambiaría por nada. Para disfrutar al máximo nuestra condición de mujeres es necesario delegar, tanto en el trabajo como en casa. Además, hay que tomar consciencia de nuestro techo de cristal. También es necesario dejar de ser responsables únicas del hogar y los hijos, comenzando a compartir todas las responsabilidades con nuestras parejas, y guardar espacios sólo para nosotras. Sólo así podremos ser libres.
“Para liberarse, la mujer debe sentirse libre, no para rivalizar con los hombres, sino libre en sus capacidades y personalidad.” Indira Gandhi.