La autofidelidad es la conducta correcta que debemos mantener en todo momento, es conocerse a sí mismo y ser coherente con lo que se dice y lo que se hace.
La mayoría de las veces pensamos que la fidelidad sólo se refiere al hecho de no traicionar a otras personas, pero lo cierto es que también existe la fidelidad con uno mismo, se trata de la autofidelidad.
Todas las personas podemos desarrollar la autofidelidad, e incluso llegar a identificar aquellos aspectos de nosotros mismos que nos impiden ser lo que queremos ser y hacer. Es el valor que nos hace ser personas de una sola pieza, actuando siempre de acuerdo con nuestros principios y valores. En definitiva, la autofidelidad es la firmeza personal con respecto a nuestros propios valores y creencias. El concepto de valor tiene que ver con lo que hace que un hombre sea ser humano, sin lo cual perdería la humanidad o parte de ella. El valor se refiere a una excelencia o a una perfección. Por ejemplo, se considera un valor decir la verdad y ser honesto; ser sincero en vez de ser falso.
Los valores son guías que dan determinada orientación a la conducta y a la vida de cada individuo y de cada grupo social hacia una vida más integral, los valores se adoptan, cobran forma y significado. En este sentido, cuando una persona posee todo este conjunto de valores, autoconocimiento y una personalidad definida, puede tener más claro el camino hacia la autofidelidad.
La autofidelidad es la conducta correcta que debemos mantener en todo momento, basada en lo que queremos y lo que hacemos, es actuar con autenticidad en todas las actividades que desempeñamos y ser fiel con nosotros mismos como seres humanos.
Con esta forma de ser podemos ser capaces de cumplir con mayor eficacia nuestras obligaciones, ser honesto y responsable en todos los aspectos de nuestra vida, pero sobre todo sin traicionar nuestras propias creencias y principios. La autofidelidad fortalece nuestras relaciones personales, nos construye como seres humanos, nos ayuda a ser sinceros, confiables y nos impulsa a ejercer un liderazgo positivo sobre nosotros mismos. La autofidelidad es un medio para fortalecer nuestro carácter, desarrollar la prudencia y un comportamiento verdaderamente auténtico ante nosotros mismos y ante los demás.
Como existe la autofidelidad, también existe la autoinfidelidad, que significa ir en contra de nuestros principios, violando nuestros verdaderos valores como seres humanos. En primera instancia, el problema de ser infiel consigo mismo es que somos muy susceptibles a la influencia de otras personas y lugares a los que asistimos; por temor callamos, evitamos contradecir la opinión equivocada o definitivamente hacemos lo posible por comportarnos según el ambiente para no quedar mal ante nadie. No es posible formar nuestro propio criterio y carácter, si no somos capaces de defender los principios que rigen nuestra vida. Lo mejor es mantenerse firme, ser auténtico aún a costa del cargo, opinión o amistad que aparentemente está en juego. Claro que también hay que ponerse en los zapatos ajenos y hay que intentar decir las cosas sin herir a nadie, de hecho, se puede ser sincero sin lastimar a otras personas, pero lo que hay que controlar es no ir en contra de nosotros mismos con el objeto de complacer a otros.
Podemos suponer que actuando sobre la base de nuestras propias convicciones basta para ser fieles a nosotros mismos. La autofidelidad exige firmeza, es la sinceridad con uno mismo, es conocerse tal cual uno es y no olvidar la franqueza, que es simplemente la apertura y receptividad ante nuevos conocimientos, nuevas ideas y la capacidad que tenemos para cambiar.
A veces exigimos fidelidad de los demás cuando pensamos recibir un justo salario, colaboración por parte de los compañeros de trabajo, que nos procuren atenciones en casa, la lealtad y ayuda de los amigos. Pero esto debe llevarnos a reflexionar si trabajamos con intensidad y en equipo, si correspondemos con creces a los cuidados que recibimos en casa, si somos leales y si damos lo suficiente en nuestro trabajo.
Ser coherente conmigo mismo
La coherencia con nosotros mismos requiere de voluntad para superar nuestro temor a ser «diferentes», con el deliberado deseo de ser mejores y ayudar a los demás a formar los valores en su vida. La coherencia exige también autoconocimiento (conocerse a sí mismo) para hacernos más firmes en nuestros principios, descubriendo su verdadero sentido y finalidad, lo que necesariamente nos lleva a ejercitarnos en los valores y vivirlos de manera natural. Ser coherente con uno mismo es mostrar con hechos lo que decimos con las palabras que fluyen de nuestro pensamiento. Todo lo que decimos, hacemos, sentimos y pensamos debería ser exactamente igual o debería tener una relación muy estrecha, eso es coherencia. Ser coherente con uno mismo te traerá como consecuencia una vida equilibrada y llena de satisfacciones. Aquí no se trata de que te impongas una «vida correcta o ejemplar» para satisfacer a los demás con una forma de ser que no te pertenece en lo absoluto. La idea es que te sientas bien contigo mismo, que tus pensamientos, tus sentimientos, tus palabras y tus acciones sean el resultado de lo tú significas, no de lo que otros quieren que tú seas.
Revisa tu autofidelidad
Para saber con claridad si somos realmente fieles con nosotros mismos, es necesario saber con exactitud cómo está nuestra autofidelidad. Te sugiero que tomes un lápiz y papel para que comiences a reflexionar con lo siguiente:
* Examina si tus actitudes y palabras no cambian radicalmente según el lugar y las personas con quien estés. Asegúrate que en todo lugar todos tengan la misma imagen y opinión acerca de ti.
* Piensa que la fidelidad que exiges de los demás tenga la misma proporción de tu autofidelidad.
* Se prudente para elegir amistades, lugares y eventos. Así no tendrás que esconderte, mentir y comportarte en forma contraria a tus principios.
* Evita hacer trampa o cumplir con tus obligaciones a medias. Aunque sea lo más fácil y nadie se percate de ello por el momento.
* Revisa si lo que dices y haces se corresponde con lo piensas y sientes.
La clave está en el autoconocimiento
Es muy difícil que una persona sea fiel a sí misma si no sabe quién es, si no tiene claras sus metas en la vida, sus deseos o su vocación. Si nos preguntamos qué es lo que hace que nuestra vida tenga sentido, la respuesta a esta pregunta está en nuestro propio interior, en el lugar donde se encuentra nuestra verdadera esencia como ser humano, nuestro yo más profundo, nuestra vocación, la fuente de nuestra vitalidad y la fuerza que nos empuja en una dirección determinada.
Si no sabemos nada sobre nosotros mismos, no podemos conocernos lo necesario, es algo así como no conocer nuestra propia identidad. Cuando lo que hacemos con nuestra vida está de acuerdo con nuestro verdadero yo y estamos totalmente comprometidos con lo que hacemos, es entonces cuando nos sentimos más vivos y auténticos que nunca, porque nos estamos permitiendo ser quienes realmente somos y a expresarnos con toda nuestra intensidad.
La clave realmente está cuando comienzas a conocerte lo suficiente como para descubrir tu verdadera naturaleza y vocación, después es necesario luchar por realizarte de acuerdo con tu propio yo.
Comienza por afrontar tus sentimientos y hazte preguntas a ti mismo como por ejemplo; ¿Qué hago?, ¿Qué pienso?, ¿Qué siento?, ¿Qué quiero en realidad?
Saber responder a estas cuatro preguntas es fundamental porque nos ayuda a conectarnos con nosotros mismos, con nuestra propia esencia. Tenemos que aprender a estar en contacto con nuestros verdaderos sentimientos, reconocerlos, aceptarlos y trabajar con ellos para poder conocernos y saber valorarnos, esto nos lleva a la autofidelidad. Eso supone analizarnos a nosotros mismos, pensar e interpretar nuestro comportamiento.
Si sabes quién eres, sabrás a dónde vas
Necesitarás meses o incluso años para encontrar el sentido de tu vida y el proceso de autoconocimiento que te durará toda la vida. Cuando una persona está siendo fiel a sí misma y está en su camino, encuentra más fácilmente aquello que necesita.
Algunos se lamentan, por ejemplo, de encontrarse siempre con las personas equivocadas que aparecen en su vida «por casualidad», que son siempre el mismo tipo de gente inapropiada, con quienes no se sienten a gusto y que nada tienen que aportarle. No sólo en las relaciones, sino también en el aspecto laboral y en otras muchas áreas de sus vidas, la mala suerte parece perseguirles hagan lo que hagan. Lo que sucede es que todo lo que encuentran en su camino se parece a ellos, es como un espejo.
En cambio, quien conoce su camino está siendo fiel a sí mismo y está mostrando al mundo su verdadero rostro, no un yo falso, por lo que no es extraño que atraiga a un tipo de personas que hacen que se sienta bien y le aporten algo. Por lo tanto, el principal indicador de que no estamos en el lugar correcto es esa sensación de que nada de lo que nos sucede, sea bueno o malo, es adecuado para nosotros y nuestro crecimiento, por lo tanto, no sentimos nada más que un estancamiento inútil y vacío. Es el momento de comenzar a conocernos y valorarnos, de esta manera tendremos la oportunidad de encontrar en la vida lo que queremos, lo que se parece a nosotros. Conócete a ti mismo y sabrás cuál es tu camino.
Pensamiento: «El hombre no ha sabido organizar un mundo para sí mismo y es un extraño en el mundo que él mismo ha creado».