La Biblia es el libro de los cristianos (los cinco libro originales más los Evangelios y otros); el Corán es un libro poético y profético de los musulmanes; el Talmud es un libro de enseñanzas y sabiduría del judaísmo.
A pesar que sus costumbres y religiones son muy diferentes, persiguen la paz y el amor entre los hombres.
Tales principios llevó a que el presidente Barack Obama utilizara recientemente en sus discursos en Oriente Medio, algunas frases de los citados libros sagrados de los musulmanes, judíos y cristianos, llamando a la paz universal, con el fin de construir “el mundo que buscamos, algo que no se puede conseguir sin un nuevo comienzo”.
Una voz de acercamiento al Islam
En su visita a RIAD (Arabia Saudita) (quien en un lapsus linguae expresó su fe musulmana) confesó su fe cristiana, comenzando su código geopolítico de “universalización de las relaciones internacionales”, elogiando el lugar donde nació el Islam, para luego conversar larga y profundamente respecto a la necesaria paz entre israelíes y palestinos, como los necesarios esfuerzos diplomáticos que deben concretarse para evitar que Irán siga con su campaña nuclear.
Arabia Saudita fue tan solo una escala en la ruta de Obama hacia el Cairo, donde el mandatario estadounidense pronunciaría el prometido discurso que anunciara en su campaña electoral, y que tenía como principal y único motivo el ofrecer un nuevo tono -muy distinto al de su antecesor George W. Bush- respecto a las relaciones -hasta entonces controversiales- entre Estados Unidos y los 1.500 millones de musulmanes de todo el mundo.
Tanto en Nueva Delhi -ante una atenta juventud árabe- como ante el Parlamento de Turquía, el presidente estadounidense fue claro y enfático en su menaje de reconciliación con el pueblo musulmán. Fue sincero -así espera el mundo internacional- al manifestar: “La relación Estados Unidos con el mundo islámico no puede ni se basará jamás en la oposición a Al Qaeda”; como en otro aspecto, al presidente Abdul Gül al ofrecerle su apoyo al ingreso de Turquía a la Unión Europea , considerando oportuno que tan estratégico país sirviese de puente entre el mundo islámico y el occidental.
El discurso de Obama en el Cairo
La Universidad de El Cairo se convirtió en un escenario más importante que el plenario de Naciones Unidas al analizar el complejo tema Oriente-Occidente, oportunidad que el presidente de Estados Unidos, planteó con realismo, principio de tolerancia, democracia y paz, en procura de alcanzar -más allá de discutidos y no compartidos inconvenientes, la sociedad occidental.
Mucha gente se cuestiona cómo forjar ese nuevo comienzo pues hay mucho miedo y desconfianza; pero hay que dejar todo9 en el pasado porque de otro modo no avanzaremos”.
Recalcó lo relacionado a la defensa de los derechos humanos ; a la libertad de expresión; a tener confianza en el Estado de Derecho; en la administración equitativa de la justicia; destacando los derechos de la mujer considerando que éstas deben tener las mismas oportunidades que los hombres para ser iguales.
Al despedirse de la reunión de la Universidad de El Cairo expresó con profundo y sentido de convivencia: “Como nos dice el sagrado Corán, sé consciente de la existencia de Dios y di siempre la verdad. Eso es lo que yo intentaré, decir siempre la verdad, humilde ante la tarea que tenemos por delante”.
La respuesta del público asistente fue clara y espontánea. Los jóvenes árabes asistentes al vitorear insistentemente a Barak Obama, recuperaron su perdida fe en la justicia, educación y progreso. El reciente discurso del presidente de Estados Unidos tienden a minimizar las ideas de Samuel P. Huntington respecto a “La lucha de las civilizaciones”, pues si bien dicha tesis se basó en el devenir de la historia a partir particularmente de la creación de las Naciones-Estado como consecuencia política de la paz de Westfalia (1618-1648) , continuando con los hechos que motivaron la Revolución Francesa (1789) y, en un aspecto más holístico , al finalizar las guerras entre príncipes con el comienzo de los enfrentamientos entre pueblos, a partir de la finalización de la Segunda Guerra Mundial, los procesos de modernización económico y cambio social en el mundo están separando a las personas de las identidades locales perennes.
Esta reflexión me lleva a considerar que la división del mundo en primero segundo, tercero y hasta cuarto lugar yo no es tan importante. Que existen variantes entre las mismas civilizaciones sí: la europea y la estadounidense por ejemplo; ésta y la iberomericana, sí: la islámica con su perfil árabe, turco y malaya, sí ; la china con la japonesa, sí.
Es destacar que en nuestros días los procesos de modernización tanto económica como tecnológica y cultural y por tanto social que se expande por el mundo, están separando a las personas de las identidades locales perennes.
Una teoría que perdió fuerza fue la expuesta hace un tiempo por Francis Fukuyama referida al “Fin de la historia”• alentada por del desmoronamiento de los regímenes de Europa Oriental y la perestroika de Gorvachov. Tales hechos significaban para Fukuyama “poner el clavo final en el atúd de la alternativa marxista-lenista a la democracia liberal”. Políticamente, concebían la existencia del neo-liberalismo como estado homogéneo universal, al igual como lo concebía el filósofo ruso Kojéve., discípulo de Hegel. Todo ha quedado en el ayer.
El gran pacto mundial
La agenda del presidente Barack Obama está compuesta por temas muy diversos. Desde los diálogos estratégicos con dirigentes clave de China-India-Brasil-Sudáfrica (el nuevo acuerdo cuatripartito); desde París hasta Tokio; desde Pekin hasta Corea del Sur pasando por la del Norte; desde Nueva Delihi hasta el Cairo sin descuidar el tema Palestina-Israel-Pakistán; todos puntos prioritarios en la agenda internacional que, como consideraba el ex-presidente Gral. Eisenhower “si un problema no tiene solución hay que agrandarlo”.
El tema es que Estados Unidos ante todos los desafíos citados, debe abordar una única estrategia coherente de conjunto, muy distinta a la que el anterior gobierno de George W. Bush adoptó y que se caracterizó por un fuerte desequilibro. El nuevo presidente tiene conciencia que debe hace ciertas concesiones entre algunos países fundamentales a los cuales deberá ir incorporando otros con el fin que dice se ha propuesto: Un gran pacto mundial, acuerdo que deberá comprender una serie de tratados donde se determinen reformas positivas de instituciones mundiales como Naciones Unidas, las instituciones de Bretton Woods, las relaciones de Washington con la región iberoamericana; la creación de un fondo global para el desarrollo de nuevas energías no atentatorias al ambiente y al clima y tantas otros temas como los referidos a la seguridad mundial, el comercio equilibrado, la explotación racional de recursos, etc. etc.
La gira que realizara el presidente Barack Obama fue muy bien recibida por la audiencia musulmana en la conferencia que brindara en la Universidad de El Cairo, como en el diálogo mantenido con las más altas autoridades de Arabia Saudí y Turquía. En síntesis: El presidente estadounidense , aparentemente, procuró poner fin al antagonismo entre el Islam y Occidente. Como señalara la Secretaria de Estado Hillary Clinton: “Ahora hay que hacer todo esto realidad”.
La mejor estrategia indica que Washigton debe ir resolviendo loa problemas más acuciantes sin marginar otros, aunque sean menores. Están los temas obvios como analizar y resolver la inestabilidad de Irak y Afganistán, el grave problema entre su “socio Israel” y el pueblo palestino. Pero en la agenda figura, y desde hace buen tiempo, el tema de las dos Coreas el retiro de tropas en Irak, la estabilidad de Kosovo, y más cerca de su zona de influencia. Iberoamérica que acaba de dar un paso trascendental -al fin- el establecimiento de una verdadera Organización de Estados Americanos sin exclusiones.
La sociedad mundial espera que se cumpla la sentencia del presidente Barck Obama, quien ha defendido: “La convivencia entre progreso humano y tradición”.