El cantautor Ricardo Arjona inmortaliza una frase que acuña en sus canciones y algunas entrevistas. Supone que al mejor lugar donde se puede ir es: a ninguna parte. Hace mucho tiempo, escucho la música que produce este poeta, y me parece extraordinario, sin embargo estoy seguro que su frase es retórica pura, porque siempre debemos ubicar un puerto de llegada, un horizonte, un ideal.
Los barcos, aviones, trenes, tranvías, las rutas, los ríos tienen un punto de partida y otro de llegada. Aunque en algún momento del trayecto las cosas cambian, llevan ubicado su destino.
Así es nuestra vida, el Padre y escritor Venezolano Ricardo Bulmez describe la vida como un paseo. Pero hasta cuando paseamos escogemos también un lugar para ir. Tenemos que tener perspectivas, sueños, retos, metas, compromisos, esto llena de sentido nuestra existencia.
La realidad cruda es que mucha gente va por la vida sin saber hacia dónde ir. Sin dirección; sin horizontes. La dinámica y la convulsión de nuestros días nos rebasan. Somos esclavos del estrés diario por lo inmediato, por lo necesario que creemos indispensable, corremos más que el reloj, pero vale la pena revisar si todas estas prisas que nos agobian son lo realmente importantes o necesarias.
Conviene en algún momento de estas prisas detenernos. Pensar. Reflexionar. ¿Vamos en la dirección correcta?
Algunas veces salimos a algún lugar predeterminado, y terminamos en otro. Esa es la realidad. Lo importante es que, -salvo que sea una situación sobrevenida- vayamos siempre al lugar donde se sienta bien. A donde quiera que sea pero hay que ir a algún lugar. Ya escribió Antoine de Saint-Exupéry: “El mundo entero se aparta cuando ve pasar a un hombre que sabe adónde va.”
El curso de esta vida es corta. Es un tránsito pasajero. Dios ya tiene su propósito con cada uno, sin embargo es necesario trazarnos esa hoja de ruta. Ese plan.
En el libro Juan Salvador Gaviota, de Richard Bach, se ilustra como una gaviota decide ser diferente a las demás, comprende que la vida es más que comer y dormir, o rebuscar sobras en los pesqueros, así qué, experimenta una increíble transformación en su existencia y va a construir una forma renovadora de vivir. Esta historia motiva a que cualquier aspecto de nuestra vida puede alcanzar dimensiones diferentes, siempre que le demos una orientación distinta a las rutinarias.
¿Cómo quiere que sea su negocio, como ve su trayecto estudiantil, su carrera profesional, que hace por usted, por su comunidad, por su país, como planea educar a sus hijos, escribir su libro, emigrar? Estas cosas requieren que usted tenga claramente definido el que hacer y cómo hacerlo.
Las excepciones siempre existen, como los cambios de planes. Ocurre que salimos al supermercado y terminamos en la peluquería o en el taller mecánico. Pero llegamos a algún sitio. Lo importante es saber que pase lo que pase llegaremos a algún lugar, y mejor si es a lo que comúnmente conocemos como puerto seguro.
El secreto de la felicidad es simple, averigua que es lo que te gusta hacer y conduce todas tus energías en esa dirección. «El monje que vendió su Ferrari» (1999), Robin Sharma
Vaya sin prisa, esa que desespera, que desubica, que genera nerviosismo y estrés. Vaya a trabajar, a reunirse con su familia, con sus amigos, Pero cuando pueda vaya a otro lugar, donde se encuentre con usted mismo. En estos días, cada vez más irritados, más duros, en un mundo inminentemente más violento, es bueno parar un momento el ritmo, revise su brújula y considere si va a donde realmente usted quiere ir.
No existe ningún punto de partida si no se sabe bien a donde ir.
Sigmund Freud