Violencia contra los niños

Los Estados democráticos no tienen este título por gracia de la divinidad. Es una adjetivación que se sustenta en los valores que la sociedad trasmite a los educandos, especialmente a los niños.

En Chile, no podemos hablar de un Estado democrático en este aspecto.

Al contrario, se trata de una nación y una sociedad corrupta, brutalmente deshecha en las bases fundamentales donde se sustenta la trasmisión de valores a futuras generaciones. La herencia social ética, pilar fundamental del desarrollo sociológico sano.

Si observamos nuestra realidad no podemos tener confianza en el futuro.

No podemos apostar a que la generación de reemplazo va a reunir las características que sirvan para orientar a sus hombres y mujeres en los caminos de la igualdad, solidaridad, caridad, tolerancia, en una palabra amor al otro, respeto al otro en cuyo lugar nos ponemos para entender mejor sus inquietudes y anhelos.

La educación de los menores no implica entregarle un conocimiento abundante y prolijo.

Ello solo es una parte menor del programa de desarrollo del hombre, tarea en que la sociedad se encuentra envuelta y de la que es responsable. No se trata de atosigar a los niños con conocimientos de primer nivel, es necesario además, que toda información, conocimiento o destreza, tenga un sentido ético que lleve al educando a integrarlo en el seno social con las armas y herramientas necesarias para labrar su futuro, pero, asimismo con un sentido de pertenencia y de responsabilidad social, imperativo absolutamente necesario para hacer de este hombre un aporte a la sociedad toda y como consecuencia a los demás.

La educación para la sociedad, implica una determinante ética de profundas consecuencias, pues, ella rompe con todo el egoísmo que nace del amor a las cosas materiales, para transformarlo en amor a los otros con quienes convive, estudia, labora o dirige.

Pero, desgraciadamente la búsqueda afanosa de la preparación de los infantes para el combate contra los demás, va fijando en los seres en desarrollo una potencialidad maléfica haciendo de la agresión, discriminación, desprecio y hasta odio, por los otros, un catecismo adecuado a la época en que los bienes materiales tienden a suplir el valor de los hombres.

¿Podemos educar el hombre del futuro en un sistema de agresión intrafamiliar y en un ambiente externo a la familia redundante en fetichismo violentista, degradante y opresivo?

La respuesta es necesariamente negativa.

Durante los primeros años se fijan en los menores todos los símbolos que en su edad juvenil y de adolescencia, le servirán para cimentar su personalidad y su forma de ser. En este orden de ideas la enseñanza diaria que los niños reciben en los colegios y escuelas son, además, de las materias propias: la absoluta falta de respeto por el otro, la búsqueda de un liderazgo basado en la fuerza y la agresión, el desprecio y la discriminación por los más débiles, el desamparo y la soledad de muchos.

En fin, la angustia y la desesperación de quienes la escuela ha dejado de ser el lugar de encuentro y de búsqueda de un prototipo, el profesor, y en cambio, deben atender los valores que elevan a los anti-héroes: pendencieros, agresivos, violentistas, bebedores, fumadores, y no nos tapemos los ojos, muchos drogadictos.

Las fórmulas de la enseñanza han variado en estas últimas décadas. Se ha tratado de beneficiar a los niños económicamente más débiles, cuando, tal vez, la proposición correcta era la contraria; hacerles ver que para ellos todo cuesta el doble. Todo es más difícil, pero que esa dificultad es la que templa los espíritus y los hace fuerte y maduros.

En cambio la dádiva ha llegado hasta el aspecto espiritual conceptuando una ayuda como limosna necesaria a los más desposeídos. Se olvidó de la máxima que no hay que regalar el pescado, sino, enseñar a pescarlo. Hemos convertido a un gran número de chilenos en miembros oportunistas de una Corte de los Milagros, y ahora cada cual exige su migaja, sin preguntarse nunca a propósito de que son estas exigencias. Escondiendo la significación de la pregunta ¿Cuánto hago por mi país, que me de autoridad moral para pedir lo que solicito?

Largas son y crecientes, las filas de pedigüeños: no quiero pagar mi casa, no quiero pagar locomoción, no quiero pagar mis estudios, no quiero pagar en los estadios. El no quiero resuena por las calles y plazas, sin que al mismo tiempo se oigan los gritos de cuanto ofrezco a mi país, cuánto estoy dispuesto a dar por él, cuanto esfuerzo y sacrificio puedo entregar, en el entendido que este esfuerzo y sacrificio es de interés de toda la nación.

No se pueden enseñar estos valores si aún pensamos que el coscorrón, la bofetada o el correazo son fórmulas aplicables para educar los niños. Como tampoco lo son el abandono de los padres para con sus hijos, la agresión psíquica y física, la presión maligna de los padres alcohólicos que forman el arquetipo de hombre a los ojos infantiles. La falta de respeto enseñada en el día a día a los hijos en el trato a los demás, a los vecinos, a los compañeros de trabajo, a los profesores en las escuelas, al ciudadano pasivo y al anciano.

Toda esta carga de deshechos en los hábitos y costumbres, así como la violación constante de la Ley, conforman la cultura doméstica, escolar y ambiental con la que educamos a nuestros niños, razón para creer que los niños de mañana, no serán los hombres que esperamos para nuestro país y nuestro mundo. La herencia cultural será demasiado pobre y violenta, para que como seres humanos podamos enorgullecernos de nuestra gestión.

Si vamos a las estadísticas, antecedentes más científicos existentes entregados por la UNICEF, el organismo de las Naciones Unidas para la protección de la infancia, nos asombrará con un resultado de %75 de niños que sufren alguna forma de violencia.

Por su parte el Servicio Nacional del Menor ha señalado que los agresores son en un % 80 familiares cercanos del niño maltratado, al mismo tiempo explica cuales son los factores de riesgo existentes:

  • Violencia intrafamiliar.
  • Pareja adolescente que se encuentra en una crisis relacional y/o bajo estrés laboral.
  • Validación de la violencia física como método de control conductual.
  • Baja tolerancia a la frustración.
  • Personas inmaduras emocionalmente, inseguras.• Presencia de violencia trans-generacional.
  • Carencia afectiva y red de apoyo social deficiente.
  • Sentimientos de inoperancia, baja autoestima, percepción de un vivir en el tormento y preocupación.
  • Cuestionamiento acerca de la paternidad del niño que maltrata.
  • Ser maltratado en su infancia.
  • Ingesta de drogas y/o alcohol.

(La Nación, Domingo 27/05/07)

Veamos un cuadro que nos demuestra como el factor alcohol de los padres influye en la existencia y número de niños violentados.

La figura anterior nos demuestra que desgraciadamente hay una base de violencia en la que en el maltrato el no alcoholismo de los padres, o la menor ingesta, no influye positivamente en la violencia de los menores. En efecto aún cuando la madre y el padre beben muy poco, la violencia psicológica sube al 21,3 o al 23,7, según se trate de la madre o del padre, respectivamente, disparándose a medida que aumenta hasta llegar a la violencia física grave.

Son estas cifras, las que la ONG Corporación de Estudio y Prevención de la Violencia (en formación), tiene presente para asumir una responsabilidad social y, personal en cada uno de sus miembros, con el único propósito de crear una conciencia y una práctica, en que la protección de los niños sea considerada el patrimonio de reserva para el futuro, en vista a la creación de una sociedad más libre, más tolerante, democrática y pluralista.

La Educación y el tratamiento intensivo de las prácticas conductuales de la sociedad adulta, son requisitos necesarios para formar un hombre con mayores virtudes y calidades, es decir, el hombre de la ética social del futuro.

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Muñoz A. Profesor M.. (2007, mayo 1). Violencia contra los niños. Recuperado de https://www.gestiopolis.com/violencia-contra-los-ninos/
Muñoz A. Profesor M.. "Violencia contra los niños". gestiopolis. 1 mayo 2007. Web. <https://www.gestiopolis.com/violencia-contra-los-ninos/>.
Muñoz A. Profesor M.. "Violencia contra los niños". gestiopolis. mayo 1, 2007. Consultado el . https://www.gestiopolis.com/violencia-contra-los-ninos/.
Muñoz A. Profesor M.. Violencia contra los niños [en línea]. <https://www.gestiopolis.com/violencia-contra-los-ninos/> [Citado el ].
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