Diariamente los docentes interactuamos constantemente con niños, adolescentes, jóvenes, adultos, padres, colegas y directivos en las instituciones educativas de la que somos parte. Esta interacción está atravesada por múltiples factores (sociales, económicos, políticos, culturales, éticos, entre otros) que hacen de la escuela un lugar en el que conviven las políticas educativas con el accionar docente en función de un lograr un objetivo: brindar educación.
Como docentes, muchas veces nuestros ideales no son lo suficientemente coherentes con nuestro desempeño en el aula.
Esto está fuertemente relacionado con nuestra matriz de aprendizaje, en la que subyace la enseñanza tradicional de los conocimientos socialmente significativos, marcados por políticas educativas muy diferentes a las actuales.
Para poder efectuar un cambio en las instituciones escolares resulta menester revisar constantemente nuestro desempeño en cada clase. Esta reflexión permitirá conocer o detectar nuestras dificultades para poder mejorar en esos aspectos y valorar nuestras fortalezas frente al grupo de estudiantes.
“…la reflexión continua sobre nuestras propias prácticas, y desde una clara toma de posición crítica, podrá colocarnos en un camino de formación continua, que nos permita realmente transformarnos en verdaderos educadores y educadoras dialógicos.”[1]
Debemos cambiar nuestra posición epistemológica, para poder efectuar una verdadera transformación en las aulas. ¿Cómo lo hacemos? ¿De qué manera se puede lograr un cambio significativo en la educación?
Un primer paso para tratar de resolver estos interrogantes, es la capacitación constante.
La capacitación profesional ofrece numerosas ventajas para efectuar un cambio dentro de las instituciones escolares. Pero debemos ser conscientes de que la capacitación por sí misma no es la receta al cambio, sino que nos sirve de guía, como sostén, de apoyo teórico sobre cómo mejorar nuestro desempeño profesional.
Algunos docentes, por no mencionar a la mayoría, consideran a la capacitación como un incentivo para poder recibir un puntaje por la misma y así acceder a cargos jerárquicos, dejando de lado el principal objetivo que es mejorar el desarrollo profesional.
Asistir a cursos, Seminarios, conferencias, realizar carreras a larga distancia, son solo algunos ejemplos de instancias de aprendizaje de nuevos conocimientos y de compartir experiencias con otros docentes para ampliar nuestro campo de formación siendo críticos con nuestro desempeño.
A su vez al emplear otros formatos de enseñanza como ateneos, talleres, trabajar por proyectos, seminarios, salidas de campo, permiten enriquecer la práctica docente, tomando distancia del formato tradicional asignatura en el que los estudiantes tienen un rol secundario.
Tanto las capacitaciones como el utilizar otros formatos de enseñanza resulta un verdadero desafío, dado que éstas nos exigen una constante búsqueda de coherencia entre lo que decimos y lo que realmente hacemos en el aula.
Esta visión /autocrítica permitirá resignificar nuestras prácticas docentes sin perder de vista el objetivo de la educación y las relaciones entre la enseñanza y el aprendizaje.
Mantener una actitud abierta, para poder reflexionar de manera consciente nuestro desempeño como docentes, permitirá pensar nuestras prácticas desde otro lugar, siendo autocríticos y estando convencidos de que si queremos realmente provocar un cambio significativo, éste debe ser más profundo y radical.-
[1] Apunte de Cátedra Epistemología – Unidad II: La toma de posición epistemológica sobre las prácticas pedagógicas en las instituciones y las aulas. LTE – FRBA UTN