Cambios en la estructura ocupacional, Santiago del Estero, 1869-1914

Cambios en la estructura ocupacional, Santiago del Estero, 1869-1914

El propósito de este artículo es analizar los cambios que se produjeron en la estructura ocupacional de la provincia, que sin duda estuvo afectada por los cambios sociales y económicos de la transición económica y social operada en las últimas décadas del siglo XIX y primeras del actual. Para ello efectuamos un análisis de las tablas de ocupaciones contenidas en los tres censos nacionales del período, presentando sus características y proponiendo una interpretación de los mismos. Antes de ingresar en el tema que nos ocupa, es necesario considerar algunas cuestiones metodológicas referidas al uso del material censal.

1. Acerca de la utilización de los ‘censos históricos’

Toda medición -y, entre otras muchas otras posibles, las censales- está acechada por posibles sesgos derivados del marco conceptual con el que fue realizada, por la calidad de los instrumentos de medición, y por la aplicación práctica de los mismos. Algunos de estos riesgos potenciales suelen llegar a concretarse, y las diferentes calidades atribuidas a los relevamientos censales son su resultado. Los manipuladores de censos han adquirido un valioso conocimiento que orienta al investigador de la historia remota o reciente acerca de los recaudos que debe adoptar antes de utilizar tales fuentes. Nuestra indagación sobre los censos nacionales de 1869, 1895 y 1914 está basada principalmente en su parte editada, y sólo de manera muy limitada en las cédulas originales de los dos primeros, en el Archivo General de la Nación. No está de más consignar que no existe ejemplar alguno de estos censos en las bibliotecas o archivos de Santiago del Estero. Esta inexistencia es un magnífico -aunque triste- ejemplo de la paradójica vinculación de esta provincia con su pasado, perpetuamente oscilante entre la exaltación y la destrucción.

Pero una medición, a pesar de sus limitaciones, es mejor que ninguna, y a esta certeza elemental debe atribuirse el interés de los investigadores en estos materiales. Como otros documentos, ellos reflejan una época a la vez que dicen de un momento puntual. Lo dicho, la letra y la cifra, aparecen como exponentes de un léxico y un clima de ideas, de un conocimiento técnico, de un entrecruzamiento entre realidad local y usos de otros países adoptados como referentes. La escritura tersa y casi ingenua de Don Diego de la Fuente caracteriza los cuadros históricos provinciales en el Primer Censo Nacional de 1869, que comprenden una Idea General y una Investigación Retrospectiva seguida por nueve tablas de datos. (3) En el Segundo Censo Nacional, en 1895, campea ya un tecnicismo más europeo, que no duda en presentar todos los cuadros, desde la titulación a la denominación de las ocupaciones, en castellano y en francés. (4)

En cuanto al de 1914 (5), basta citar la opinión de Bagú: «Por su criterio social, su vasta diversificación temática y su preocupación por la precisión del dato, es el mejor de los seis censos nacionales generales». (6)

Aún antes que los mismos datos que consignan, cada uno de estos relevamientos refleja el estado del arte de censar, de describir población, economía, y sociedad mediante variables de uso ya para entonces generalizado en Europa y Estados Unidos. No olvidemos que antes del dispuesto por Sarmiento, el censo más completo del territorio había sido el de Carlos III, que principalmente pretendía contar almas -es decir, personas bautizadas- clasificadas por la condición racial y por la jurisdicción donde residían; el estado civil y el número de párvulos eran los únicos indicadores que acercaban a la descripción de la constitución familiar y la edad. Otros censos parroquiales (como el de San Carlos, Salta, en 1805) agregaban el tamaño de los hogares. Hasta mediados del siglo, los censos de alcance provincial o comunal tenían como objetivo principal el clásico de medir las bases de la contribución impositiva y la incorporación de población civil al ejército.

El de 1869 incorporó clasificaciones por sexo y edad (en cortes quinquenales hasta los 20 años y decenales luego), nacionalidad, estado civil, nivel de instrucción, provincia de nacimiento, cruzando en todos los casos estas variables por el departamento de residencia. La somera descripción de la actividad económica fue ampliada en 1895 mediante un conjunto de nuevas variables, que se amplían y refinan en 1914 agregando diversas materias. Si se considera que el primero tiene un tomo, el segundo dos, y el tercero diez, así como la progresiva calidad de la información generada, se puede apreciar el avance registrado en este terreno, congruente con las nuevas concepciones sobre las funciones del Estado en materia de políticas públicas. Si no hubiera otros indicadores -que los hay-, bastaría estos para hablarnos del giro casi copernicano que se operó en la Argentina durante las décadas que mediaron entre uno y otro.

De estos dos registros de lectura de los censos, el explícito y el implícito, ninguno acaba por imponerse sobre el otro, y ambos se reclaman y requieren para comprender su contenido con una mirada actual. Así, aunque no guía estas páginas el propósito de analizar el ‘discurso del censo’, no es posible omitir un interrogante esencial: ¿cuánto cambió en la estructura ocupacional y cuánto cambió en la mentalidad y el lenguaje del censista? En los grandes números parece haber poco lugar para la duda, pero en el detalle de las ocupaciones menos pobladas es legítimo sostener la reserva que emerge de la pregunta. Este problema está ilustrado por la magnitud y extensión de la regla usada para medir: en 1869 el listado incluye 116 ocupaciones efectivamente censadas en Santiago del Estero; en 1895 llegan a 141, pero se transcribe el listado completo de ocupaciones aplicado en todo el país, que es de 186. En 1914 las ocupaciones censadas llegan a 249. La diferencia entre 116 y 249 puede expresar el crecimiento y la diversificación de la estructura ocupacional, y de hecho la expresa. Pero también podría comprender ese ‘algo más’ que está relacionado con la producción de conceptos y categorías, en la oficina del censo, antes que con la producción de bienes y servicios en el taller, la oficina o el campo de cultivo.

Hay en los tres censos una importante diferencia conceptual que aún no hemos mencionado: se habla de «profesiones» y no de «ocupaciones». Creemos que el concepto antiguo de «profesión» conserva una huella estamental, y en consecuencia es más rígido e invariante que el contemporáneo de «ocupación». La profesión revela, antes que lo que se hace, lo que el individuo es, y ello denota una condición social; la ocupación describe sólo lo que se hace en el empleo. Por ello es que los censos actuales preguntan sobre la actividad realizada y sobre las características del establecimiento en que se trabaja (en el caso de los asalariados) para realizar luego la clasificación por ramas y grupos, mientras que en los censos que analizamos se partió de la identidad social (profesional) que hacía el propio censado. O al menos, eso creíamos hasta que nos introdujimos en algunos pormenores del relevamiento. Por eso, a pesar de aquella reserva, vale la pena transcribir la instrucción a los censistas para el registro de la profesión que consigna el censo de 1895, pues estas líneas, sorprendentemente actuales, explican que los censos pudieran registrar con eficacia el alto volumen de la fuerza de trabajo femenina.

Debe anotarse cuidadosamente la profesión, industria o medio de vivir de cada individuo, distinguiendo siempre que sea posible la clase de trabajo en que se ocupa. Así, si es obrero, no basta poner simplemente esa palabra sino que debe detallarse si trabaja como albañil, carpintero, peón de ferrocarril, carrero, etc.. En las colonias o chacras, donde no solamente los hombres sino también las mujeres o niños trabajan en la agricultura, debe anotarse a esas mujeres y niños como agricultores, siempre que en realidad ayuden a sus padres o maridos. Las mujeres y niños que ayudan a sus maridos o madres en el despacho de un almacén, fonda, café u otra ocupación, anotarán como que ejercen el comercio, la industria o medio de vida que tiene el dueño de casa. En general, debe tratarse de especificar claramente el oficio, ocupación o medio de vida, de manera que no deje lugar a duda alguna (…)

La apreciación comparada de los tres listados permite ver como se modifica el patrón de clasificación, tanto conceptual como enumerativamente. Mientras que en 1869 hay un simple listado alfabético, en 1895 se introduce el concepto de agrupamiento de las ocupaciones, en 18 agregados. Ello nos acerca a lo que hoy llamamos ramas de actividad, pues se habla de I-Producción de la materia prima, II-Producciones industriales, III-Comercio, IV-Transportes, etc. Esta clasificación se mantiene en 1914, con leves pero sugestivos cambios: las cuatro últimas categorías del censo anterior (XV-Profesiones ambulantes -‘Acróbatas’, ‘mercachiflles’, ‘Músicos’ y ‘Vendedores diversos’-, XVI-Personal de fatiga que no tiene trabajo fijo ‘Jornaleros’-, XVII-Personal a cargo de otros -‘Mendigos’, ‘Prostitutas’, ‘Rufianes’-, y XVIII-Sin profesión) han sido subsumidas en una menos comprometida: 17-Designaciones generales sin indicación de una profesión determinada y varias. También agrega la 15-Personal dependiente de gobiernos extranjeros y la 16-Sports y ejercicios físicos, que entonces representó una innovación: empezaban a difundirse el fútbol y la esgrima, como entretenimientos que entonces eran selectos.

Ninguno de los censos es enteramente confiable en la calidad de la información transcripta en los cuadros analizados, aunque la calidad y precisión van creciendo desde el primero al tercero. Esto se debe a que algunas denominaciones de ocupaciones no son enteramente excluyentes ni lo suficientemente abarcativas como para registrar toda una categoría productiva. Es lo que sucede con la profesión de «Empresario» -utilizada en 1895 y luego abandonada- que hoy nos resulta ambigua. Sólo se registran 5, pero el mismo censo nos indica la existencia de por lo menos una treintena de empresas manufactureras, agropecuarias, financieras y de comunicaciones que merecían el nombre de tales. (7)

La rama administración pública, no registrada en 1869, solo es borrosamente presumible a través de 28 ‘empleados’. Que en 1895 existan bancos pero no ‘banqueros’ es razonable si se reserva ese nombre para los propietarios y no para los gerentes. No es posible con los datos disponibles alimentar el grupo ocupacional de los ‘Directores y funcionarios públicos superiores’, ya que no se identifica a ministros, directores, jueces ni legisladores en ninguno de los censos.

También es notable que la explotación forestal no aparezca como reconocible hasta 1914. En los primeros censos sólo se consigna a unos pocos «leñadores», que inclusive disminuyen de 66 a 35 entre 1869 y 1895. Diversas fuentes indican que había actividad forestal y empresas obrajeras organizadas por lo menos desde 1875, al construirse el ferrocarril de Córdoba a Tucumán. En 1914 hay una cifra más creíble de 2.307 ‘leñadores’ -mantenemos las comillas para resaltar lla ajenidad del vocablo- y además 17 explotadores de bosques. Todo esto abona la idea de que la lectura de los datos de los censos debe ser cruzada con la proveniente de otras fuentes, e inclusive cotejada con otros planos de la misma fuente.

2. El método de reclasificación utilizado

Nuestra tarea consistió en seleccionar un criterio clasificatorio común para los tres conjuntos de datos, de modo de volverlos comparables. Aunque podrá discutirse la elección, nos inclinamos por el Código Internacional Uniforme de Ocupaciones (C.I.U.O.), que presenta la ventaja de que los diez grandes grupos permiten aperturas en 81 subgrupos, de los cuales sólo se abrieron 54 pues los restantes no estaban representados dentro de las ocupaciones de la época. Es decir, se trata de una clasificación considerablemente refinada, interesante para captar los matices de la aparición de nuevas ocupaciones.

Resulta claro que el resultado presenta limitaciones, ya que las profesiones registradas presentan, en muchos casos, insuficiente información como para justificar un encasillamiento óptimo. Uno -y no el menor- de los problemas es que algunos de los distintos subgrupos en que abrimos la clasificación (dos dígitos) provienen de la organización actual de la producción económica. Por ello, en la tabla que consigna la clasificación por grandes grupos, al final del trabajo, separamos al Gran Grupo 7/8/9 en dos partes: la primera comprende las manufacturas de índole artesanal que no pueden ser calificadas de ‘Producción Industrial’, como lo hacen los tres censos. La segunda contiene aquellos subgrupos más afines con el sentido actual de la industria Argentina. Como ejemplo, dentro del subgrupo 8-9 Vidrieros, ceramistas y trabajadores asimilados, los ‘Alfareros’ fueron considerados artesanos y los ‘Carboneros y ladrilleros’ obreros de la industria. No sabíamos si los ‘Torneros’ (hay 1 en 1869, 2 en 1895 y 1 en 1914) labraban madera o metal, lo cual los hubiera llevado al subgrupo 8-1 Ebanistas, operadores de máquinas de labrar madera y trabajadores asimilados’ en el primer caso, o al 8-3 Obreros de la labra de metales’ en el segundo. En ese caso adoptamos la conservadora decisión de adscribirlos a la segura carpintería antes que a la incipiente metalurgia. Y a lo mejor erramos: quizá en 1895 Pedro Saint-Germes, Luis Pinto o Jaime Vieyra, o alguno de los otros propietarios de ingenios, tenía ya en sus talleres a un tornero calificado traído de Europa, lo que de hecho sucedió en otras profesiones.

Por último, depuramos los listados de las ocupaciones que hoy no consideramos componentes de la población económicamente activa (ej. ‘Estudiantes’, ‘Mendigos’, ‘Rentistas’), y trasladamos de una rama a otra las ocupaciones que, de acuerdo al criterio actual, debían ser mejor ubicadas para captar la magnitud y composición de la estructura ocupacional (ej. llevar ‘Prostitutas’ y ‘Rufianes’ al subgrupo 5-9 Trabajadores de los servicios no clasificados bajo otros epígrafes).

3. Los cambios principales registrados

En lo substancial, se ha trabajado con las tendencias «gruesas», con las cuales parece disminuirse el posible margen de error, que se expresa en las cifras absolutas y porcentajes sobre el total de cada uno de los grandes grupos ocupacionales. Sintetizaremos las principales rasgos que surgen de la comparación.

Disminución relativa de la P.E.A.

La población económicamente activa, que representa el 64,2 % en 1869, desciende al 59,7 % en 1895. En 1914 constituye el 55,5 %. Esta disminución es semejante a la operada en todo el país, y continuará progresivamente esa tendencia en los censos sucesivos, hasta estabilizarse entre 30 a 40 %. La clave de esta disminución es que, a fin de siglo, ser trabajador -en su doble sentido de estar ocupado o de tener un oficio- era una suerte de condición natural del varón y la mujer de más de diez años, criterio que será modificado más tarde, a favor de la aparición de una serie de figuras en las que ahora no es necesario detenerse, aunque sí enunciar sucintamente: ‘No activos’ o ‘Inactivos’ para niños, cónyuges sin trabajo remunerado extradoméstico, estudiantes, desocupados, etc. Veremos en otro apartado el caso de las mujeres, en que se produce un retiro gradual del mercado de trabajo que empieza a apreciarse en este período.

Crecimiento relativo moderado del personal administrativo, comercio y servicios

El Grupo 3-Personal administrativo y trabajadores asimilados no está bien registrado por los censos, particularmente por el de 1869, que además de no registrar ni un sólo empleado contable, tampoco distingue al personal de la administración gubernamental. Sólo nos habla de ‘28 empleados’ que atribuimos al sector gobierno. Aunque la cifra total de este subgrupo -que en total pasa de 29 a 1.076 en el período estudiado- pueda estar subregistrada en 1869, no cabe dudar de su crecimiento por la expansión indudable de la organización burocrática del trabajo, desde el gobierno a las empresas. El crecimiento del Gran Grupo 4-Comerciantes y vendedores es algo más contundente: de 615 a 4.991 personas, que relativamente significa pasar del 0,7 al 3,4 % de la P.E.A.

En una proporción semejante, pero con un mayor tamaño absoluto, crece de 7.858 a 11.297 personas el Gran Grupo 5-Trabajadores de los servicios. La clasificación a nivel de subgrupos nos hace presumir un cambio cualitativo en la composición del grupo, aunque no nos fiaríamos demasiado de esas cifras. No es congruente que aumenten las lavanderas y planchadoras de 886 a 6.502 y los trabajadores domésticos disminuyan de 5.685 a 3.811. El crecimiento de la población urbana en el período es indudable, aunque las cifras censales no lo expresan porque en 1869 se registró un número no creíble de población urbana en algunos centros poblados (caso de las 8.352 personas en la rural Villa Salavina, superando a las 7.775 de la capital provincial). Pero si la población urbana crece y aumenta la demanda de servicio doméstico, lo más razonable es suponer que todos los subgrupos ocupacionales de esta actividad se expandieron. Como en otros casos, nuestro criterio es el de confiar más en el volumen total del grupo, que parece crecer por el mayor número agregado de los servicios domésticos. Esto compensa holgadamente la disminución de los militares, que pasan de ser un reducido contingente de Guardias Nacionales más los «hombres de Taboada» en 1869 (desde luego que no están nombrados así en el censo), a una fuerza más reducida pero más orgánica luego de la constitución del Ejército promovida por Sarmiento y continuada por el roquismo. Como en otros casos ya aludidos, parece gravitar aquí el crecimiento de la organización burocrática, en su sentido weberiano.

Gran transformación interna en el grupo de trabajadores agrícolas

El Grupo 6-Trabajadores agrícolas y forestales, pescadores y cazadores representa el 22,3 % de la PEA en 1869, el 20,5 en 1895 y el 20,9 en 1914. Pero dentro de esta línea de relativa estabilidad del grupo, hay grandes y sugestivas variaciones dentro de los distintos subgrupos. Disminuye la población campesina (de 13.246 a 7.949 entre 1869 y 1914) y aumentan los obreros agrícolas (de 605 a 13.655 en el mismo período).

Pero además hay cambios importantes dados por la aparición de nuevas ocupaciones, y por un refinamiento del registro. Podemos apreciar aquí los cambios simultáneos en la producción y en el censo. Dejan de usarse agrupamientos de varias de ellas consideradas afines (ej. ‘Abastecedores, acarreadores, reseros’ se divide en ‘Abastecedores’ y ‘Carreros’, aunque esta última va a la rama Transporte; también ‘Estancieros y hacendados’ se divide en sus componentes). A la inversa, en algunos casos se pierden importantes distinciones socio-ocupacionales (ej. la diferenciación entre ‘Agricultores’ y ‘Labradores’, que permite visualizar a la burguesía agraria y al campesinado, se vuelve borrosa al subsumirla en el genérico ‘Agricultores’ que se utiliza en 1895; en 1914 se la recupera nuevamente. Se eliminan términos que aluden con mayor riqueza antropológica a ocupaciones existentes (ej. ‘Boyeros’, ‘Añapadores’ y ‘Meleros’, que no registramos por no pertenecer a esta rama, etc.). También desaparecen distinciones, quizá innecesarias, entre ocupaciones afines, como sucede con ‘Hortelanos’ y ‘Quinteros’. Aparece una denominación más técnica desde el punto de vista agronómico, lo que es notorio en 1914 (ej. ‘Horticultores’, ‘Reconocedores de frutos’, ‘Cabañeros’, ‘Reconocedores de frutos’ o ‘Vitivinicultores’).

Ocupaciones de la rama Agricultura y ganadería censadas en Santiago del Estero en 1869, 1895 Y 1914

(Se consignan sólo ocupaciones en las que se registró al menos un individuo; en bastardila las ocupaciones que aparecen por primera vez)

1869: Abastecedores, acarreadores, reseros; Agricultores; Arrieros, troperos, carreteros; Boyeros; Domadores; Estancieros, hacendados; Hortelanos; Labradores; Mayordomos y capataces; Meleros; Pastores; Puesteros; Quinteros. (19 ocupaciones presentadas en 13 grupos).1895: Abastecedores; Agricultores; Alambradores; Barraqueros; Caballerizos; Domadores; Estancieros; Hacendados; Horticultores; Mayordomos; Pasteros; Pastores vaqueros; Reconocedores de frutos. (13 ocupaciones).1914: Abastecedores; Acopiadores de frutos; Agricultores; Arboricultores; Avicultores ; Barraqueros; Capataces de campo; Cerealistas; Criadores, cabañeros; Cuidadores de hacienda, pastores; Chacareros; Estancieros; Hacendados; Horticultores; Jardineros; Labradores; Mayordomos; Peones de campo; Puesteros; Recibidores de cereales; Tamberos; Vitivinicultores. (22 ocupaciones).

El crecimiento de los obreros agrícolas es el primer indicio de que en el cuarto de siglo estudiado se produjo un cambio en las relaciones de producción agrarias, expandiéndose el trabajo asalariado. Nuestra impresión es que el campesinado relativamente autónomo -con o sin tierras, pero generalmente sin tierras en propiedad, con derechos de uso consagrados por el tiempo dentro de las extensas estancias o de tierras fiscales, disminuye su volumen total porque parte de esa fuerza de trabajo, principalmente hombres, son convocados a nuevos mercados de trabajo, tanto locales como de otras provincias. Todos los datos de que disponemos nos hablan de la expansión de la agricultura comercial realizada en tierras nuevas en las que se realizan fuertes inversiones en infraestructura que emplean mano de obra asalariada (Gancedo, 1885; Vessuri, s/fecha).

Decrecimiento de la producción manufacturera tradicional

Los cambios que se operan en este sector, principalmente en las manufacturas textiles, son importantes y requieren un análisis más detenido.

Cuadro 1

Variaciones en las manufacturas de hilado y tejido y en la confección de ropas

Ocupaciones 1869  1895 1914
Hiladores/as, tejedores/as 32.181 12.358 11.562
Sastres, modistas y t.a. 7.771 10.294 17.559
Subtotal complejo textil 39.952 22.652 29.121

Las actividades de hilado y tejido eran realizadas mayoritariamente por mujeres. En el censo de 1869, donde no se registró el sexo de los trabajadores, se habla directamente de ‘Hiladores e hiladoras, tejedores y tejedoras’. En el de 1895, la ocupación ‘Tejedores’ comprende 12.356 personas, de las cuales 12.387 son mujeres y 69 varones. La principal vía para explicar esta disminución es la irrupción de los textiles importados: otros autores (Dargoltz, 1979; Alen Lascano, 1994, págs. 203, 254-256) sostienen que la influencia negativa de la importación sobre las manufacturas tradicionales se habría operado en forma casi inmediata a la apertura al sector externo del puerto de Buenos Aires, en 1810 y años siguientes.

Esta interpretación debe ser revisada, por distintos motivos. En primer lugar por el momento en que ocurre la crisis de la industria textil tradicional: tanto o más importante que las cifras en sí mismas es la fecha en que se produce este impacto económico-ocupacional: entre 1870 y 1995. A fines de este período se había desarrollado una considerable industria textil en el país, que representa un cuarto de los establecimientos y ocupa el 30 % de la mano de obra ocupada en la industria. En Buenos Aires, en 1892, el rubro hilado, tejido y confección ocupaba 1657 operarios y era la rama con más personal en la industria de la capital. Había siete fábricas de hilados de lana, con 7.000 husos y una producción de 450 toneladas por año, y cuatro fábricas de tejidos de lana; dos de ellas, que elaboraban mantas y frazadas, producían 240.000 metros al año. (8)

Las cifras del Cuadro 1 pueden ser leídas en sentido inverso: a pesar de la introducción de textiles, la mano de obra local ocupada en la producción de hilados y tejidos todavía empleaba en 1895 unas 12.000 personas. Más aún, esta cifra se mantienen apenas menguada en 1914. La conclusión es que la apertura de los mercados no provocó una ruptura radical e inmediata del artesanado local, sino que la producción industrial y la artesanal coexistieron hasta muy entrado el siglo XX. Entretanto, se generaron formas de reconversión de las ocupaciones, que incluyó la búsqueda de nuevos oficios. Eso sucede con el rubro de la confección (subgrupo 7-9 Sastres, modistas y trabajadores asimilados en el que predominan las costureras), que pasa de 7.771 personas en 1869, a 10.294 en 1895, y a 17.559 en 1914. Se produjo aparentemente un desplazamiento desde el hilado hacia la elaboración de ropa, y este proceso se operó en todo el país..

No es difícil colegir que la crisis de la manufactura textil tradicional se debió no sólo a la importación de telas para confecciones, o directamente de ropa hecha (Dorfman, 1986, págs. 217-218), sino también a la producción de hilados y tejidos industriales elaborada en el país. Ambas compitieron con la producción local mediante la circulación de mercaderías que permitía el ferrocarril a menor costo, y por la consiguiente expansión de la red comercial, desde el mayorista hasta el vendedor ambulante. En otro trabajo (Tasso, 1989) hemos señalado el rol de los sirios y libaneses en este proceso, cuya inmigración se acentúa después de 1895. Una medida del grado de modernización del sector industrial la proporciona el censo de 1895 al consignar 1.748 trabajadores ocupados en lo que podemos llamar «sector formal» (9), los cuales representan el 1,1 % del total nacional, una proporción evidentemente muy baja si se la compara con el peso relativo de la población provincial, que llegaba al 3,3 %.

No menos interés reviste analizar los cambios en la magnitud para algunos oficios artesanales de tipo tradicional. En el marco de una tendencia declinante, se observa la brusca disminución del primer período intercensal, junto a una leve recuperación en el siguiente.

Cuadro 2

Variación de la población ocupada en oficios artesanales

Ocupación  1869 1895 1914
Alfareros 123 26 16
Curtidores 56 13 24
Plateros 150 76 77
Talabarteros 364 76 166

Magnitud del empleo en los distintos sectores productivos

Los cambios en el tamaño de cada sector son bastante disímiles: mientras la población total casi se duplica entre 1869 y 1914, el sector primario crece sólo el 50 % en ese lapso. En la producción secundaria la mano de obra disminuye en un 20 %, mientras que en el sector servicios se triplica. Estos cambios, que reflejan una fuerte y relativamente rápida transferencia de mano de obra desde unas actividades hacia otras, pueden ser apreciadas en el cuadro 3. Aunque la precisión con que los censos midieron estos cambios puede ser cuestionable, es evidente que los grandes números implicados nos están dando cuenta de un gran cambio en la economía y en la sociedad.

Declinó, como hemos visto, la producción textil artesanal, que era la que ocupaba mayor cantidad de personas, en el contexto de grandes cambios que afectaron al mundo rural. En el sector secundario los cambios también son notables, aunque los tamaños de la mano de obra sean menores. El crecimiento de este sector que se advierte en 1914 es resultado de actividades nuevas, en las que fue mayor la participación masculina. La participación de los extranjeros en todos los sectores es mayor que su participación porcentual en el conjunto de la población, llegando a estar sobrerrepresentada en casi tres veces en el sector servicios. Esto es congruente con su mayoritaria residencia urbana, y también con su calificación ocupacional y sus niveles de instrucción, sensiblemente más elevados que los de la población nativa.

Cuadro 3

Estructura ocupacional clasificada por sectores productivos, sexo y nacionalidad, en 1869, 1895 y 1914

Sector productivo 1869 1895 1914
Total N Varones% Extranj.% Total N Varones% Extranj.% Total N Varones% Extranj.%
Primario 18.044 s/d s/d 19.896 85,8 1,3 30.586 88,6 4,1
Secundario 43.480 s/d s/d 26.976 8,8 1,5 34.786 15,8 4,1
Terciario 8.909 s/d s/d 14.913 27,2 5,4 27.743 42,7 11,8
Sin especificar * 23.545 29,2 1,9 36.027 18,9 5,6
Jornaleros ** 11.867 s/d s/d 13.030 98,9 1,1 19.006 98,0 3,8
Total 82.300 s/d s/d 97.460 44,2 1,8 145.239 46,2 5,9

Fuente: Censos respectivos. Elaboración del autor (Tasso, 1995).

* En 1869 este subgrupo no fue registrado; en 1895 fue denominado «Sin profesión»; en 1914 «Varias y sin especificar».

** En 1895 este subgrupo fue denominado «Personal de fatiga que no tiene trabajo fijo»; en 1869 y 1914 «Jornaleros».

Los jornaleros y trabajadores sin profesión declarada

Este es otro aspecto de interés que presentan los censos estudiados. El Censo de 1869 sólo registró trabajadores sin calificación como «jornaleros», pero en los siguientes aparece un subgrupo notable por su magnitud como es el de la población de ocupación no bien definida, o no declarada, o «sin profesión», o de profesiones «varias y sin especificar». Colocamos ambas categorías en el Gran Grupo X, que comprende a los subgrupos X-2 de Trabajadores que han declarado ocupaciones no identificables o insuficientemente descriptas -en el cual anotamos a los jornaleros y peones- y el subgrupo X-3 Trabajadores que no han declarado ninguna ocupación.

En el primero de estos subgrupos colocamos a los peones y jornaleros de los tres censos, y en el segundo a los comprendidos en la categoría XVIII-Sin profesión de 1895, y los trabajadores de profesiones Varias y sin especificar de 1914.

Separamos a los ‘jornaleros’ o ‘peones’ de las personas que no tienen una ocupación suficientemente definida -que el censo de 1895 llama ‘sin profesión’- porque ambos subgrupos parecen tener distinta composición. Los jornaleros representan el 14,4 % de la PEA en 1869, el 13,4 % en 1895 y el 13,1 % en 1914. Vale la pena anotar que la cifra exacta que consigna el último de estos censos es 16.097, pero nuestra propia clasificación la hizo crecer al agregar otras ocupaciones de calificación ocupacional similar. Es visible que los jornaleros decrecen levemente, lo que estaría indicando un incipiente proceso de adquisición de calificación ocupacional.

El subgrupo de personas ‘no profesionalizadas’, o sin oficio definido, aumenta. Adviértase que está formado principalmente por mujeres: éstas representan el 70 % en 1895 y algo más del 80 % en 1914.

El trabajo femenino

Estas cifras están denotando varios procesos distintos que afectaron la estructura ocupacional. Uno es el cambio del lugar social de las mujeres respecto del trabajo: la coacción moralizadora o disciplinamiento de los sectores populares llevó a un retiro gradual de las mujeres del trabajo productivo manufacturero, induciéndolas o bien a roles domésticos de servicio en las en sus propias familias, o bien a estas mismas actividades en hogares de los sectores medios y altos. Según Campi y Bravo (1995), que estudiaron el caso tucumano, esto se produjo no sólo mediante disposiciones legales sino también a través de mensajes aleccionadores desde las instituciones y sectores sociales más poderosos y encumbrados: Estado e Iglesia, clases medias y altas. Así, podría afirmarse que en este período comienzan a nacer los roles sociales del «ama de casa» sin salario y de la ‘trabajadora doméstica» asalariada.

Sin duda, los otros cambios ya señalados (la declinación de las manufacturas textiles), así como la urbanización, incidieron en esta gradual transferencia de mano de obra femenina desde el sector manufacturero hacia el de los servicios.

Las cifras del Cuadro 3 muestran un muy alto grado de participación femenina en la fuerza de trabajo, pero declinando gradualmente y cambiando de ubicación en la estructura ocupacional. Dado que el Censo de 1869 no registró la clasificación por sexo, recién puede indagarse con precisión este proceso entre 1895 y 1914. No obstante era ya visible en 1869, por el género usado al nombrar las ocupaciones, que esta participación era alta.

El crecimiento del número de ocupaciones es bien expresivo de los nuevos empleos que se abrieron a las mujeres en el curso del período estudiado, sobre todo en el sector terciario. No es fácil verificar de manera concluyente la hipótesis de Campi y Bravo (1995) para el caso santiagueño, al menos sin disponer de una base más amplia de fuentes documentales como la que ellos manejaron. No obstante, es visible una reconversión ocupacional dentro del sector manufacturero, dada por la expansión de la confección de ropas, al que probablemente se fueron desplazando las hilanderas y tejedoras, o teleras. También se advierte que la dinamización y expansión del terciario está expresando una gran transformación social en cuanto al tipo de servicios demandados, y que los volúmenes de la mano de obra empleada en este sector tiene como protagonista muy importante al trabajo femenino.

Modernización y composición de la fuerza de trabajo

La estructura ocupacional es profundamente reveladora de los cambios operados en la economía, por lo que una serie temporal extensa permite una mejor apreciación de los cambios que se operaron en el período. En este lapso no sólo hubo demanda permanente de trabajadores, sino que se requerían niveles de calificación laboral más elevados. Así como en las zonas agrícolas había actividades que requerían mucho esfuerzo y escasa calificación -como el cavado de acequias, desmonte y destronque- había también necesidad de mano de obra para tareas técnicamente más complejas, como la preparación de suelos o el riego. Algunos productores empezaron a traer obreros calificados del extranjero, como es el caso de Maximio Ruiz cuando necesitó un experto en la elaboración de vino, o de Francisco Giuliano cuando empezó a fabricar queso para vender en Buenos Aires. (10)

Cuadro 4

Principales ocupaciones femeninas (Solo se consideran ocupaciones que emplean más de 20 personas)

1869* 1895 1914
Producción primaria** 2.645Manufacturas 39.687Amasadoras 30Bordadores/as. 380

Cigarreros/as 39

Costureras 7.028

Cribadoras 29

Hiladores/as, tejedores/as 32.181Servicios 7.668Cocineros/as 907

Curanderos/as 147

Lavanderas 700

Monjas, religiosas 23

Parteras 24

Planchadoras 186

Sirvientes/as 5.681

 

Sin especificar Sin datos

Resto: Sin datos

Producción primaria 2.806Agricultoras 833Estancieras y hacendadas 1.098

Pastoras, vaqueras 875Manufacturas 22.571Bordadoras 54

Costureras 10.020

Panaderas 210

Tejedoras 12.287Servicios 10.624Cocineras 784

Comerciantes 194

Curanderas 24

Domésticas 3.081

Lavanderas 4.686

Parteras 42

Planchadoras 1.765

Religiosas 20

Vendedoras diversas 28

Sin especificar 16.657

Resto 765

Producción primaria 3.471Agricultoras 88Cuidadoras de hacienda,  pastoras 3.207

Estancieras y hacendadas 119 Labradoras 33

Lecheras 24Manufacturas 29.179Amasadoras 55

Bordadoras 249

Cigarreras 74

Costureras 16.547

Hiladoras, tejedoras 11.504 Modistas 480

Panaderas 270Servicios 15.581Cocineras 2.225

Comerciantes 356

Cuidadoras de casas 70 Domésticas 1.014

Empleadas de comercio 76l  Jornaleras 355

Lavanderas 8.205

Maestras y profesoras 791 Mucamas 516

Niñeras 66

Parteras 88

Planchadoras 1.854

Religiosas 32

Vendedoras ambulantes 39

Varias y sin especificar 29.182

Resto 1.299

Total 50.000*

% sobre PEA 59,0*

Total 53.423

% sobre PEA 55,3

Total 78.712

% sobre PEA 54,2

Fuente: Censos respectivos

* El Censo de 1869 no clasificó a la población ocupada por sexo. No obstante, la denominación de las ocupaciones (transcripta textualmente en todo este cuadro) permite apreciar en cuáles la mano de obra era femenina, en forma mayoritaria o total. Los excesos de haber supuesto que todo el grupo ocupacional era femenino se compensan con el subregistro de aquellos en los que hay mano de obra minoritaria. En los grupos dominantes por su tamaño (hiladoras y tejedoras, costureras) las tasas de masculinidad son 0,56 y 0,32 respectivamente en 1895; y de 0,30 y 0,02 respectivamente en 1914.

** La mano de obra femenina en la producción primaria fue estimada calculando el porcentaje que ella representaba en 1895 (14 %), el más bajo de los dos censos disponibles. Las estimaciones se indican en bastardilla.

Cada sector de la economía fue registrando modificaciones internas de tipo cualitativo a lo largo del período estudiado. Para abordar un estudio global de la magnitud de esta transición, reclasificamos las ocupaciones contenidas en los censos, hasta donde lo permitía la información proporcionada en las denominaciones, manteniendo el esquema trisectorial. Para algunas ocupaciones de baja calificación -como la de peones o jornaleros- no se ssuministran datos que permitan adscribirlas a sector productivo alguno, y aunque por el abultado número de integrantes es presumible que la mayor parte fueran trabajadores agropecuarios rurales, ya en 1895 y 1914 existían establecimientos manufactureros de tipo urbano que los demandaban. Por ello, el cuadro 3 consignaba estas ocupaciones fuera del marco sectorial.

El procedimiento consistió en calificar a cada ocupación como ‘tradicional’ (ej. cuidadores de hacienda y pastores, estancieros, hacendados, agricultores, labradores, alfareros, cigarreros, costureras, hiladoras, tejedoras y telaristas, lavanderas, empleados domésticos, curanderos, etc.) o como ‘moderna’ (ej. mayordomos, alambradores, criadores y cabañeros, leñadores y obrajeros, carboneros, foguistas, industriales, comerciantes y empleados de comercio, contratistas, maestros, empleados de ferrocarril, telegrafistas, profesionales, empleados de banca, seguros y administración pública, etc.). La asignación a cada categoría contiene seguramente errores, dado que no siempre es posible captar la magnitud de los subsectores ‘modernos’ y separarlos de los ‘tradicionales’. El criterio general consistió en considerar tradicionales a las ocupaciones características del tipo de economía existente hasta 1869, y modernas a aquellas que fueran asociables al tipo de economía emergente en el período. Obviamente, una vez calificada una ocupación como tradicional o moderna, se la consideró en forma idéntica en todos los censos.

Cuadro 5

Participación de la fuerza de trabajo en actividades vinculadas a la estructura productiva tradicional y a la moderna en 1869, 1895 y 1914 (%)

1869 1895 1914
Sector Tradicional Moderno Tradicional Moderno Tradicional Moderno
Primario 99,1 0,9 97,9 2,1 88,2 11,8
Secundario 99,6 0,4 94,8 5,2 92,3 7,7
Terciario 90,7 9,3 81,2 18,8 66,8 33,2

Fuente: Censos respectivos. Elaboración del autor (Tasso, 1995).

Nota: Los porcentajes fueron calculados sobre el total para cada sector y año consignados en el Cuadro 2. Se excluyen las actividades no bien especificadas y la fuerza de trabajo sin calificación.

La primera observación que surge de este cuadro es que el sector de los servicios resultó el más permeable a la modernización, pues la mano de obra en ocupaciones ‘nuevas’, o ligadas a las formas de producción emergentes son las más elevadas desde el comienzo del período. Ello está asociado a la expansión de los servicios del Estado -tales como administración, educación, y salud- o privados y ligado a ellos el empleo de más personas con mayor calificación. A la vez, el ritmo de crecimiento es alto: las ocupaciones modernas en los servicios se duplican en el período 1869-95, y siguen creciendo bastante en el período 1895-1914.

En los sectores primario y secundario la intensidad de la modernización fue, comparativamente, mucho más baja. Pero igualmente se advierten dos interesantes características de la estructura ocupacional santiagueña. Una es el peso de la producción manufacturera tradicional, que había crecido a lo largo del siglo XIX, y que sufre el impacto de las nuevas condiciones macroeconómicas. Otra es la evolución de los sectores de tipo moderno en la producción agropecuaria y en la industria, que empiezan un despegue en el período 1869-95.

Este último fenómeno parece estar ligado al incipiente desarrollo industrial cañero, y el anterior a la expansión de la agricultura comercial que se opera en las áreas de riego a partir de la llegada del ferrocarril.

La estructura ocupacional provincial y la nacional

Entre otros autores, Ortiz (1955) y Dorfman (1986) han estudiado en líneas paralelas los censos que comentamos en este trabajo, y la comparación de la estructura ocupacional santiagueña con la del país resulta conveniente. Para ello, clasificamos nuestros datos con un criterio semejante al que ellos ofrecen.

Cuadro 6

Estructura ocupacional de Santiago del Estero y Argentina en 1895

Grupo ocupacional Santiago del Estero Argentina
% %
Producción de materia prima 19.794 20,0 394.000 25,8
Manufacturas artesanales 22.298 22,5 198.000 12,9
Producción industrial 1.748 1,7 167.000 10,9
Comercio  4 .991 5,1 143.000 9,3
Transporte  2.057 2,1 63.000 4,1
Mano de obra no calificada (peones y personal de servicio) 47.872 49,5 565.000 36,9
Total 98.751 100,0 1.530.000 100,0

Fuente: Ortiz, R. (1955); Dorfman A. (1986); Segundo Censo Nacional de 1895 (elaboración del autor).

Son visibles los rasgos que acompañarán a la estructura ocupacional santiagueña durante la primera mitad de del siglo actual: sobreabundancia de la mano de obra de baja calificación, reducido tamaño relativo de los sectores de comercio y transporte. Deben destacarse otros aspectos: la menor magnitud relativa del sector agropecuario, el abultado sector de las manufacturas, y la muy reducida del sector «industrial».

4. Algunas conclusiones

Ninguno de los cambios acaecidos podría ser entendido sin proyectarlos sobre el gran ciclo de desarrollo liberal y capitalista argentino iniciado en 1862.

El trazado de la red ferroviaria fue uno de los factores que contribuyó a producir estos cambios, y junto a él se inició la explotación forestal a gran escala. La consideración de los efectos negativos de esta actividad en los recursos naturales de la provincia (Dargoltz 1979, Bazán 1984, Alen Lascano 1991) no debe excluir sus consecuencias positivas e inmediatas sobre la producción agropecuaria, y más específicamente sobre la agrícola, además de su mediación en desarrollo de la región sud-este, en la radicación de la inmigración extranjera y, en general, en el proceso de modernización social (Tasso 1989; 1994 b). Si bien esos efectos se hicieron sentir ya en el período 1895-1914, en una perspectiva macrotemporal fueron aún más intensos en las tres décadas que siguieron.

Es también bastante claro, a nuestro juicio, la incidencia de estas transformaciones en la población provincial. Hacia 1895 es bastante claro que la economía provincial sufría los efectos de la crisis de 1890. En el período 1895-1914 se registra su mayor crecimiento, y la menor tasa de emigración neta de nativos se observa en el último de esos años (17,5 % en 1869, 16,1 % en 1895, y l4,6 % en 1914), lo que puede ser considerado un indicador de la expansión del empleo. Dado que las tasas históricas de emigración de población santiagueña son significativas a lo largo de un siglo antes del período considerado (Farberman 1992, Alvarez 1993), y que los censos posteriores superarán notablemente las de 1914 (Rechini de Lattes y Lattes 1969), puede inferirse que hacia la segunda década de este siglo el aparato productivo provincial alcanza un desarrollo mayor al que tuvo antes y después de esa fecha.

Desde el punto de vista del empleo, la estructura ocupacional alcanzó también una complejidad y diversificación notables. Desde ya, ello implicó el nacimiento de un conjunto de relaciones de producción de tipo capitalista que antes no existían, al menos en la magnitud que entonces alcanzaron. La asalarización se generalizó, y con ella se produjo un colapso indudable del complejo de estrategias de vida propias de la población rural existentes hasta ese momento. Cuánta población subempleada contenía la economía anterior a 1870? No es posible dar una respuesta precisa, pero es indudable que era numerosa, como lo muestra su inmediata movilización a lo largo del medio siglo analizado, cuando se redefinieron los lazos sociales entre peones y patrones en el mundo agrario, incluyendo la generalización del salario junto a obligaciones de lealtad que, según Vessuri (s/fecha), extendieron su vigencia hasta mediados del presente siglo. Debe destacarse que los altos volúmenes de población con baja calificación -peones, jornaleros, personas sin ocupación definida, tal cual las clasifican los propios censos junto a las actividades no bien especificadas- constituyen una fuerza de trabajo flotante que seguramente compartió el trabajo agrícola y el forestal, y que constituyó el origen de las corrientes de trabajadores migrantes hacia otras regiones del país en los períodos posteriores a 1914. Sus débiles conexiones con el aparato productivo, la falta de acceso a la propiedad de la tierra, los convirtieron en una masa marginal especialmente demandada por el desarrollo capitalista. Pero es claro que la existencia del ferrocarril, ya desde 1875, permitió estos desplazamientos en gran escala.

Ahora podemos fechar entre 1869 y 1895 el comienzo de la crisis de la estructura productiva preexistente, que a lo largo de estas páginas hemos llamado tradicional. Señalemos aquí dos momentos de este impacto: uno primero más brusco, entre los años señalados, y otro caracterizado por una erosión paulatina y no abrupta, como lo muestra el análisis de las ocupaciones entre 1895 y 1914. La supervivencia de la economía sustentada en la labranza campesina y en las manufacturas es la evidencia más llamativa de nuestro análisis, pero ella se potencia si consideramos algunos datos posteriores a 1914, en el sentido de la expansión del minifundio, contra lo que haría suponer una aplicación de las tesis clásicas de la expansión del capitalismo en la agricultura (Kautsky, [1899]1974; Flichman, [1977]1987).

En un trabajo anterior (Tasso, 1995) hemos aportado datos provenientes de los censos agropecuarios a lo largo de este siglo. Los autores que estudian la estructura ocupacional agraria (Flichman 1987, Bisio y Forni 1976, Forni et alt. 1984, Forni y Benencia 1987) no conceden especial atención a la correspondencia entre el régimen de tenencia de la tierra y los tamaños de las explotaciones con los volúmenes de empleo agrario, la cual nos parece reveladora de la formación de una estructura agraria dual a lo largo de este siglo. El minifundio y su forma social característica -el campesinado- se habría expandido contemporáneamente al desarrollo de la agricultura capitalista, y apoyando funcionalmente este desarrollo, ya que permitía la radicación rural de la mano de obra necesaria al tiempo que permitía poner techo a los salarios y aseguraba la reproducción de los lazos propios de la estructura social del patronazgo.

Población de 14 años y más clasificada por grupos ocupacionales. 1869, 1895 y 1914

1869 1895 1914
Grupo ocupacional %PEA %PEA %PEA
0/1. Profesionales, técnicos y trabajadores asimilados02/03. Arquitectos, ingenieros y asimilados06/07. Médicos y otros trabajadores de la salud

1-1. Contadores

1-2. Juristas (Abogados, escribanos, procuradores)

1-3. Profesores (catedráticos y maestros)

1-4. Miembros del clero y asimilados

1-5. Autores, periodistas y asimilados

1-6. Escultores, pintores, y otros artistas

1-7. Músicos, artistas

1-9. Profesionales no clasificados bajo otros epígrafes (Traductores)

4882189

8

60

46

1

28

154

0,6 56938109

54

215

44

1

7

100

1

0,6 1.57279161

14

108903

78

16

ý 213

1,1
2. Directores y funcionarios públicos superiores2-0. Miembros de los cuerpos legislativos y personal directivo de la administración pública (estimado en 1896 y 1914)2-1. Directores y personal directivo

Industriales y fabricantes diversos

16 * 0,0 4444- 0,0 760*7 0,0
3. Personal administrativo y asimilados3-1. Agentes administrativos (administración pública3-3. Empleados de contabilidad

3-7. Carteros y mensajeros

3-8. Telefonistas y telegrafistas

3-9. Personal administrativo y t.a. no clasificados bajo otros epígrafes

2928-

1

0,0 2051406

7

44

8

0,2 1.07689919

7

151

0,7
4. Comerciantes y vendedores4-1. Comerciantes propietarios4-3/4-4. Agentes de ventas

4-5. Vendedores, empleados de comercio y t.a.

615357-

258

0,7 1.9861.60539

342

2,1 4.9913.420193

1.378

3,4
5. Trabajadores de los servicios5-1. Gerentes propietarios (servicios de hostelería…)5-3. Cocineros, camareros (…) y t.a.

5-4. Personal de servidumbre no clasificado

5-6. Lavanderos (…) y planchadores

5-7. Peluqueros (…) y t.a.

5-8. Personal de los servicios de protección y seguridad5-9. Trabajadores de los servicios no clasificados bajo otros epígrafes

7.858-980

5.685

886

7

300

9,3 11.2971813

3.811

6.502

18

132

20

11,7 14.761112.256

1.824

10.072

131

30

437

10,2
6. Trabajadores agrícolas y forestales, pescadores y cazadores6-0. Directores y jefes de explotaciones agrícolasEstancieros y hacendados

6-1. Explotadores agrícolas

Agricultores

Labradores

6-2. Obreros agrícolas

6-3. Trabajadores forestales

6-4. Pescadores, cazadores y t.a.

18.8934.719363

12.883

605

66

257

22,3 19.7945.89010.6843.168

35

17

20,5 30.3991.4794.805

7.949

13.839

2.307

20

20,9
7/8/9. Obreros manufactureros (artesanos)7-5. Hilanderos y tejedores7-8. Obreros del tabaco (cigarreros/as)

7-9. Sastres, modistas y t.a. (Costureras)

8-0. Zapateros y guarnicioneros

8-8. Joyeros y plateros (Plateros)

8-9. Vidrieros, ceramistas y t.a. (Alfareros)

41.22332.181 397.028 1.701 51

123

48,6 22.93612.358 8210.053 340

77

26

23,7 28.41311.56276 16.550 132

77

16

19,5
7/8/9. Obreros de la industria7-1. Mineros, canteros y sondistas7-2. Obreros metalúrgicos (fundidores, foguistas)

7-3. Obreros del tratamiento de la madera

7-4. Obreros de los tratamientos químicos

7-6. Obreros tratamiento de pieles (Talabarteros,curtidores) 7-7. Obreros de la preparación de alimentos y bebidas (panaderos)

7-9. Sastres, modistas y t.a.

8-1. Ebanistas, operadores de maquinaria de labrar madera y t.a. (carpinteros)

8-2. Labrantes y adornistas (doradores)

8-3. Obreros de la labra de metales (herreros)

8-4. Ajustadores-montadores e instaladores de maquinaria e instrumentos de precisión

8-5. Electricistas, etc.

8-6. Operadores de estaciones emisoras etc.(cine)

8-7. Fontaneros, soldadores, chapistas, etc.

8-8. Joyeros y plateros (Joyeros, laminadores)

8-9. Vidrieros, ceramistas y t.a.

(Carboneros y ladrilleros)

9-1. Confección de productos de papel y cartón

(Cartoneros)

9-2. Obreros de las artes gráficas (Tipógrafos)

9-3. Pintores

9-4. Obreros manufactureros y t.a. no clasificados (Varios) 9-5. Obreros de la construcción (Albañiles)

9-7. Obreros de la manipulación de mercancías y movimiento de tierras (Estibadores, poceros)

9-8. Conductores de vehículos de transporte

1869: Carreros,maestros de posta, postillones

1895 y 1914: Carreros, Cocheros, Empleados de ferrocarril 9-9. Peones no clasificados bajo otros epígrafes

3.70111

420

517743

1.255

177

6

-12

-28-

4

51

355

8

95

3,6 3.088572

4

13

380241

753

3

107

121

-8

-11-

25

4

377

4

978

3,2 8.6938164 156

2

190 1.2421.009

1.138

237 38244

1

20

64582

105

84

243

1.062

19 2.057

64

6,0
X. Trabajadores que no pueden ser clasificados por su ocupaciónX-2. Trabajadores que han declarado ocupaciones no identificables o insuficientemente descriptas1869, 1895, 1914: Jornaleros, peones, etc.

X-3. Trabajadores que no han declarado ninguna ocupación 1895: Sin profesión 

1914: Varias y sin especificar

11.86711.867- 14,0 36.57513.030

23.545

37,9 55,03319.006

36.027

37,9
Total 84.703 100,0 96.494 100,0 145.116 100,0

Fuentes: Elaboración propia sobre datos de los Censos Nacionales de 1869, 1895 y 1914. En el de 1869 se utilizó la Tabla N° 6 «Profesiones», pág. 318 y ss; en el de 1895, el Cuadro XXVI a. «VIII-Provincia de Santiago del Estero. Población argentina y extranjera de 14 años arriba, por sexo, según profesiones», Tomo II, pág. 365 y ss.; en el de 1914 el Cuadro VII «La población clasificada por profesiones, oficios y medios de vida, distinguiendo sexos y argentinos y extranjeros», Tomo IV, pág. 271 y ss.

Referencias: Abreviaturas: t.a = trabajadores asimilados. Las cifras con asterisco (estimadas) no se suman al total dado que no están consignadas en los censos.

La cifra total de P.E.A. es menor a la consignada en los censos respectivos dado que se dedujeron las ocupaciones consideradas económicamente no activas. 2. Los grupos ocupacionales son los consignados en la Clasificación Internacional Uniforme de Ocupaciones (C.I.U.O.) 1980. 3. En algunos subgrupos ocupacionales (dos dígitos) se mencionan en bastardilla la (o las) ocupaciones que componen la mayor parte o la totalidad del subgrupo. En los casos en que estas ocupaciones difieren significativamente entre un censo y otro, se las consigna por separado indicando el censo al que corresponden.

Bibliografía citada

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  • Teruel, Ana (1993): «Población, mano de obra y transformación social en Jujuy a fines del siglo XIX y comienzos del XX», en Jujuy en la historia, Unidad de Investigación en Historia Regional, UNJU, pp. 133-151.
  • Vessuri, Hebe (s/fecha, ~ 1971): «La expansión agrícola en la década del ochenta: el caso de una región mediterránea», Centro de Investigaciones Sociológicas, UNT, San Miguel de Tucumán.
  • Ponencia presentada al Taller Trabajo y Población en el Noroeste Argentino, organizado por el Programa de Investigaciones sobre Trabajo y Sociedad (PROIT-INDES), Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Santiago del Estero, 28 y 29 de junio de 1996. Este trabajo forma parte de una investigación más amplia del autor en torno al tema, de la cual constan referencias en la bibliografía. Por ello se omiten aquí las usuales referencias teóricas y de contexto. Una versión preliminar de este trabajo consta en Actas del I Congreso de Investigación Social del NOA, UNT, Tucumán, septiembre 1996.
  • Carrera del Investigador Científico y Tecnológico, CONICET; Docente-investigador en la Universidad Nacional de Santiago del Estero.
  • Primer Censo de la República Argentina, 1869, Instituto Geográfico Argentino, Imprenta del Porvenir, Buenos Aires, 1872.
  • Segundo Censo de la República Argentina, 1895, (Levantado el 10 de mayo), Tomo II «Población», Taller Tipográfico de la Penitenciaría Nacional, Buenos Aires, 1898.
  • Tercer Censo Nacional, 1914, (Levantado el 1 de Junio), Tomo IV «Población», Talleres Gráficos Rosso y Cía., Buenos Aires, 1916-17.
  • Bagú, Sergio: Argentina 1875-1975. Población, economía, sociedad. Estudio temático y bibliográfico, Ediciones Solar, Buenos Aires, 1983, pág. 16. [La primera edición es de 1978].
  • Censo Económico 1895, Legajo 245, Archivo General de la Nación.
  • J. Dimas Helguera: La producción argentina en 1892, citado por Dorfman (1986, pág. 212).
  • Censo de 1895, Capítulo XI, Cuadro 1, Industria: «Número de establecimientos industriales existentes, su personal nacional y extranjero, por sexos», págs. 286 y ss.
  • Entrevista a los señores Rosa, Ruiz y Giuliano.

Citas

(1) Ponencia presentada al Taller Trabajo y Población en el Noroeste Argentino, organizado por el Programa de Investigaciones sobre Trabajo y Sociedad (PROIT-INDES), Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Santiago del Estero, 28 y 29 de junio de 1996. Este trabajo forma parte de una investigación más amplia del autor en torno al tema, de la cual constan referencias en la bibliografía. Por ello se omiten aquí las usuales referencias teóricas y de contexto. Una versión preliminar de este trabajo consta en Actas del I Congreso de Investigación Social del NOA, UNT, Tucumán, septiembre 1996.

(2) Carrera del Investigador Científico y Tecnológico, CONICET; Docente-investigador en la Universidad Nacional de Santiago del Estero.

(3) Primer Censo de la República Argentina, 1869, Instituto Geográfico Argentino, Imprenta del Porvenir, Buenos Aires, 1872.

(4) Segundo Censo de la República Argentina, 1895, (Levantado el 10 de mayo), Tomo II «Población», Taller Tipográfico de la Penitenciaría Nacional, Buenos Aires, 1898.

(5) Tercer Censo Nacional, 1914, (Levantado el 1 de Junio), Tomo IV «Población», Talleres Gráficos Rosso y Cía., Buenos Aires, 1916-17.

(6) Bagú, Sergio: Argentina 1875-1975. Población, economía, sociedad. Estudio temático y bibliográfico, Ediciones Solar, Buenos Aires, 1983, pág. 16. [La primera edición es de 1978].

(7) Censo Económico 1895, Legajo 245, Archivo General de la Nación.

(8) J. Dimas Helguera: La producción argentina en 1892, citado por Dorfman (1986, pág. 212).

(9) Censo de 1895, Capítulo XI, Cuadro 1, Industria: «Número de establecimientos industriales existentes, su personal nacional y extranjero, por sexos», págs. 286 y ss.

(10) Entrevista a los señores Rosa, Ruiz y Giuliano.

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Tasso Alberto. (2005, enero 27). Cambios en la estructura ocupacional, Santiago del Estero, 1869-1914. Recuperado de https://www.gestiopolis.com/cambios-en-la-estructura-ocupacional-santiago-del-estero-1869-1914/
Tasso Alberto. "Cambios en la estructura ocupacional, Santiago del Estero, 1869-1914". gestiopolis. 27 enero 2005. Web. <https://www.gestiopolis.com/cambios-en-la-estructura-ocupacional-santiago-del-estero-1869-1914/>.
Tasso Alberto. "Cambios en la estructura ocupacional, Santiago del Estero, 1869-1914". gestiopolis. enero 27, 2005. Consultado el . https://www.gestiopolis.com/cambios-en-la-estructura-ocupacional-santiago-del-estero-1869-1914/.
Tasso Alberto. Cambios en la estructura ocupacional, Santiago del Estero, 1869-1914 [en línea]. <https://www.gestiopolis.com/cambios-en-la-estructura-ocupacional-santiago-del-estero-1869-1914/> [Citado el ].
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