Retos epistemológicos a la administración en la globalización contemporánea

Los estudios epistemológicos en la educación superior nos permiten asumir una postura escudriñadora más profunda de las ciencias a las que dedicamos nuestra labor profesional docente e investigativa. Se ha insistido en que esa mirada de mayor profundidad posibilita incursionar en las fronteras de nuestra especialidad con otras especialidades, cuando en ocasiones incluso se torna borrosa la imagen de esa propia frontera. Ello coadyuva a la realización de análisis interdisciplinarios de mayor alcance y por tanto, de mayor provecho para el desarrollo de las ciencias, de la docencia universitaria y del desarrollo profesional personal del profesor universitario.

Claro que el análisis epistemológico referido, para tomar distancia de lo que aquí se ha denominado «epistemología del docente» debe de seguir algunos derroteros. A continuación quisiéramos brindar, a modo de ejemplo, un análisis epistemológico de la administración como disciplina del saber y como actividad empresarial. A ese estudio hemos llamado «Retos epistemológicos de la administración en la globalización contemporánea». El fin que persigue la inclusión de este ensayo, es brindar a los cursantes de la maestría un ejemplo de cómo pudieran abordarse las diferentes disciplinas del saber, pero en ningún caso pretendemos que se tome cual receta, sino sólo como ejemplo, que requiere ser enriquecido y modificado ante el estudio de otra disciplina del quehacer universitario.

Son muy turbulentas las aguas de la globalización. Léase contradictorias. Se ha dicho que «asistimos al comienzo de un nuevo siglo, milenio y también al comienzo de una nueva era: la Era de la Tecnología de la Información y de la Economía del Conocimiento» (Castro Díaz-Balart, 2002, p.9). Pero, esos comienzos, se dan en un concierto de sinfonías paralelas, en el que rondan las incertidumbres junto a las verdades. Por un lado, el gran avance del conocimiento, las ciencias y las tecnologías; por otro, el agravamiento de las crisis ambiental, económica, energética, epidemiológica, alimenticia, habitacional, laboral, financiera, y hasta de la paz mundial.

Analizar el mundo de hoy impone el ejercicio de desentrañar la verdadera faz de cada acto. Son tan complejos los sucesos del mundo contemporáneo, y tan estrechamente conviven los avances con las crisis, que a veces resulta muy difícil encontrar a cada uno su verdadero impacto.

Ante todo, parece prudente despejar una posible relación. ¿Cómo entender desde una óptica causa – efecto la relación entre Globalización y Era del Conocimiento? Se pudiera entender desde la visión de que ha sido el proceso globalizador el que ha engendrado este descomunal desarrollo de las ciencias, las tecnologías y el conocimiento. Pero, por otro lado, las ciencias, las tecnologías y el conocimiento han impulsado a su vez ese desarrollo globalizador, el cual sin aquellas no habría alcanzado sus magnitudes actuales.

Vale decir, Y VICEVERSA.

Estamos ante procesos que se han venido dando de forma paralela en la historia de la humanidad, nacidos ambos en lo fundamental en los estertores el siglo XIX, pero madurando, también ambos, a lo largo del espléndido y contradictorio siglo XX.

De los siglos y las ciencias se ha dicho que el siglo XX fue el de la Física y algunos esperan que el joven siglo XXI sea el de la Biología. Es opinión de este autor que el siglo XX creó las premisas, las «infraestructuras» cienciológicas, tecnológicas y cognoscitivas, que permiten que el siglo XXI sea el siglo de las Ciencias, el conocimiento y las Tecnologías.

De la Globalización muchas veces sólo se observa su expresión o faceta neoliberal actual. Pocas veces, sin embargo, se le comprende como consecuencia del desarrollo objetivo de la humanidad, tanto en lo económico, como en lo político, social y cultural. Ella tendrá diferentes expresiones, pero su objetividad y la impetuosidad de su desarrollo son incuestionables e irreversibles.

Entonces, nos adentramos en el siglo XXI, que es, entre otras cosas, marcado por una globalización definida por el auge de las ciencias, de las tecnologías, del conocimiento de alto valor social. Esta realidad irrumpe la vida de las investigaciones científicas, pero no sólo, irrumpe hasta en la vida cotidiana de las personas, de ahí que para todo desarrollo empresarial sea imprescindible partir de una meridiana comprensión de los retos que a la administración empresarial impone esa globalización.

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Esos retos podríamos marcarlos en dos órdenes. El primero, referido a los impactos de esa globalización sobre el empresariado y su formación, tema muy importante para el presente Simposium y para los predios universitarios tecnológicos en que el mismo se desarrolla. La segunda, referida directamente al componente técnico de la actividad empresarial.

En el primer orden citado, debemos de partir de considerar que la formación empresarial, de manera directa, ese empresario la asume tanto desde la práctica administrativa como desde el estudio de esa disciplina del saber, para unos ciencia, para otros aún no, que es la Administración. He ahí retos que pudiéramos considerar primarios. La Administración, tanto como disciplina del saber que como práctica, no está exenta de los avatares que enfrentan las ciencias y las tecnologías contemporáneas.

Definir hoy las márgenes de una disciplina se torna complejo. El propio proceso del conocimiento es el producto de una permanente convergencia disciplinar, matizado por el rol determinante de la organización, procesamiento y distribución de las megamagnitudes de la información que sobre cualquier fenómeno de la vida natural y social aparecen a diario en el mundo global que vivimos.

A ello se une el proceso permanente de origen de nuevas y muy sólidas disciplinas del saber, producto de nuevas fusiones, contactos e integraciones de disciplinas que pudieran considerarse «tradicionales». Son un ejemplo, la mecatrónica, la bioinformática, la genómica, la farmacogenómica, y con ello la irrupción de lo que se denominan «Transciencias», es decir, «cuestiones de hecho desde el punto de vista de la epistemología y, por lo tanto, pueden responderse en principio con el lenguaje de la ciencia, aunque los científicos son incapaces de dar respuestas precisas a las mismas; esto es, trascienden la ciencia. En tanto que cuestiones políticas y sociales poseen esta característica de transcientificidad, el rol de la ciencia y de los científicos en el contexto de la transciencia ha de ser diferente al adoptado en el de la ciencia académica tradicional» (García P, 2001, p. 25).

Al lado de las mismas irrumpe la llama «ciencia reguladora», entendida como la «actividad científica concretamente orientada a suministrar conocimiento para asesorar en la formulación de políticas» (García P., 2001, p. 24) muy orientado a la regulación de tecnologías, producciones, a evaluar impacto ambiental, análisis de riesgos, etc., todas intrínsecamente vinculadas hoy al quehacer empresarial.

Y por último, las llamadas «Tecnociencias», que se caracterizan porque «no hay progreso científico sin avance tecnológico, y recíprocamente. La interdependencia entre ciencia y tecnología es estrechísima en el caso de la Big Science, y por eso, conviene distinguir entre ciencia, técnica, tecnología y tecnociencia»…»cuando el conocimiento científico depende estrictamente de los avances tecnológicos, de modo que no es posible observar, medir ni experimentar sin recurrir a grandes equipamientos, entonces estamos hablando de tecnociencia». (Echevarría, 2001, p. 222).

En esta urdimbre que conduce a los tejidos del conocimiento, las fronteras de las especialidades se tornan borrosas, ellas son cada vez más interdisciplinarias. «El problema es que el desarrollo científico del siglo XX ha ido haciendo borrosas las fronteras entre una especialidad y la otra; y ha ido convirtiendo en una de las fuentes principales de creatividad, precisamente a la capacidad de abordar problemas de una «especialidad» utilizando conceptos, datos y enfoques de otras»(Castro Díaz-Balart, 2002, p. 143).

Pero, al mismo tiempo, esta interdisciplinariedad resulta contradictoria.

Por un lado la ciencia es cada vez más el resultado de una labor interdisciplinaria. Ello atenta contra la fidelidad con que nos atenemos a las fronteras de la especialidad. Al mismo tiempo, mientras más profundizamos en los saberes, el conocimiento se torna cada vez más especializado. Esas dos tendencias subsisten y van conduciendo a saberes transdisciplinarios, altamente «especializados» pero ahora desde una nueva visión de la especialidad.

La Administración no queda al margen de estas realidades. Los avances del conocimiento, de las ciencias y las tecnologías la impactan muy severamente en su actividad vital, al colocar el centro de su objeto de estudio, al cual consideraremos como la organización empresarial, inmerso en eso que se da en llamar «nueva economía».

¿Por qué razones se puede hablar de «nueva economía»?. ¿Dónde está su génesis: bien en la globalización o en los avances de las ciencias y las tecnologías?

Volvemos al punto de partida. Tanto globalización, como avances de las ciencias y las tecnologías, marchan en una urdimbre que conforma el sólido tejido de los saberes en la contemporaneidad. Los fenómenos del mundo de hoy viven bajo el influjo, y muchas veces son la consecuencia, de esa Globalización y de los avances científicos y tecnológicos. De ahí que los impactos en el mundo empresarial son el resultado de la incidencia sobre él de la globalización y del desarrollo científico y tecnológico. En nuestra opinión, no resulta de utilidad pretender separar ambos fenómenos para su comprensión, pues ambos vienen de la mano desde su génesis, a no ser desde el ángulo de mira de la política para analizar la singularidad del carácter neoliberal de esa globalización en la actualidad.

Desde la visión del conocimiento, las ciencias y las tecnologías, la nueva fase que vive el mundo fundamentalmente a partir de los 90, ha conducido a la conversión del conocimiento en un fundamental recurso económico. Los procesos productivos de avanzada cada vez se asientan más en el acceso al conocimiento, lo que de hecho se convierte en una notable ventaja competitiva. Se ha destacado que «el recurso más importante de la economía moderna o nueva economía, como ahora suele llamársele, es el conocimiento, y por tanto, el más importante proceso de desarrollo económico, es el aprendizaje» (Castro Díaz-Balart, 2002, p.225). «Los países que tengan la capacidad de convertir la información en conocimiento útil tienen una ventaja comparativa en este contexto y deben desarrollar políticas para aprovecharla». (p.226).

Esta realidad conduce a que la empresa haya comenzado a convertirse en espacio de actividad científica y a que los científicos asuman en su formación disciplinar, la visión económica empresarial de su actividad. Claro que ello ha generado y tornado tenso el tema de la apropiación del conocimiento, a partir de tres mecanismos fundamentales: «el reforzamiento de los derechos de propiedad intelectual; el desplazamiento del financiamiento de la investigación científica hacia el sector empresarial privado y por último, el flujo migratorio selectivo de personal calificado»(Castro Díaz-Balart, 2002, p. 157).

El influjo de estos mecanismos no debe absolutizarse desde una óptica negativa, pues siempre que los mismos se acompañen de una conducta ética tanto del científico como del empresario, ello conducirá al incremento de la eficiencia y la eficacia en el cumplimiento de la misión social de la entidad.

Así es que el conocimiento se ha convertido para la actividad empresarial en «capital intangible», condicionante de ventajas competitivas. Ello enriquece y torna muy complejo el objeto de estudio de la administración, y por tanto, crea nuevos rigores y exigencias al directivo que enfrenta hoy la misión de encaminar los destinos administrativos de la empresa.

En un tiempo la administración solía asumir sus funciones a partir de considerar los componentes materiales de la empresa. Otro enfoque colocó en el centro al factor humano. Últimamente se han abierto paso las visiones que ven la empresa como un sistema en el cual interactúan, de modo bien integrado, sistémicamente los componentes materiales y subjetivos. Más adelante aún, se comenzó a ver con nitidez el rol del factor contextual en el que ambos se desarrollan.

Pero, al entrar en el siglo XXI, marcado ya inevitablemente por los avances en el proyecto del genoma humano, se va abriendo camino la comprensión de esos elementos, pero no como factores ínter actuantes sistémicamente sólo, sino integrados en sí mismos como un sistema. Se va entendiendo que este enfoque refleja una realidad que caracteriza a todo el mundo empresarial. Todas las entidades se componen de factores materiales y humanos interactuando en su contexto, y ello se da en una íntima interrelación sistémica. Entonces, ¿qué diferencia a unas entidades de otras, que conduce a que sus comportamientos sean tan disímiles?

Justo el hecho de que esas interacciones se dan en forma de tipos de redes emergentes, es decir, el accionar humano contextualizado sobre los componentes materiales de la economía, tanto del mundo como de la empresa, se da en forma de redes en las que hay flujos de tecnologías, ciencias, tecnociencias, finanzas, energía, información, etc., con el entorno creando la emergencia de sucesivas alternativas heterogéneas de inestabilidades y estabilidades.

Se va imponiendo incorporar el enfoque de la complejidad en el estudio de los fenómenos empresariales, partiendo de entender la acción en el mundo empresarial de factores tales como:

  • Interacciones locales no lineales;
  • Conectividad;
  • Retroalimentaciones;
  • Reconocimiento de patrones propios;
  • Redes distribuidas;
  • Complejidad emergente;
  • Creatividad e innovación;
  • Flexibilidad y orientación al cambio. (Sotolongo, 2002).

En el actual mundo globalizado, la administración ha de tener en cuenta los componentes transnacionales, las bolsas de valores, las modificaciones en las prácticas y concepciones del marketing, el rol de los mass media, el papel de los gobiernos y los conflictos políticos, etc, en fin se torna una «red global distribuida de interacciones».

El ejercicio práctico de la administración actúa sobre el universo de lo que Marx llamara «relaciones de producción», es decir, todas aquellas relaciones en que intervienen los hombres en el proceso de producción material. Más, en ese concepto no queda explícito el universo de interrelaciones contextuales, y no se podía ver aún la compleja telaraña que se teje como resultado de esas relaciones de producción. Hablamos de las relaciones entre los hombres, y entre ellos con los objetos y medios de trabajo, en un contexto específico marcado por una época y un tipo de relaciones internacionales que, para la actualidad y como ya se ha dicho, se define por una globalización protagonizada por su carácter neoliberal y el contenido de desarrollo impetuoso del conocimiento, las ciencias y las tecnologías.

Así, toda actividad empresarial es la resultante de ese enorme mundo de interrelaciones. A partir de una analogía, podríamos identificarlas como SINAPSIS. Tenemos en cuenta que en el cerebro humano se considera existen cerca de mil billones de estas conexiones. Claro que llevamos la comparación a la materia en su más alto grado de organización conocida, que es el cerebro. Pero sin olvidar que se opera el proceso de génesis de lo que se llama «Ingeniería Neural», que trata de aprender del cerebro para la creación de dispositivos dotados de inteligencia artificial.

Entonces se considera imprescindible añadir al ya casi universalmente reconocido «enfoque de sistemas», el enfoque de la complejidad, que nos brinda los puntos conceptuales de partida y los métodos para penetrar en la comprensión de la heterogeneidad funcional de esas redes de interrelaciones emergentes que caracterizan el desempeño empresarial, y de cuyas cualidades y rasgos emergen la cualidad y rasgos de la empresa toda.

En esa complejidad, el marketing viene operando cual estrategia de integración de todos los componentes del sistema. Pero, ha de ser, en primer lugar, integrador de las sinapsis que conforman la red empresarial. Para la dirección de marketing de la empresa, en la era global del conocimiento, las ciencias y las tecnologías, el dominio de los principios y métodos que permitan la comprensión de estas interrelaciones, se convierte en fuente de competitividad. Es un ejemplo de cómo en la nueva economía, el conocimiento es la fuente principal de ventaja competitiva.

Esa globalización inmersa en la era del conocimiento torna, como se ha visto, sumamente compleja la actividad del directivo empresarial. Exige un directivo altamente calificado, y un componente raigal de esa calificación, tomando en cuenta el papel protagónico del conocimiento en los cambios referidos, lo vemos en la capacidad para entender el mundo de las ciencias, los requerimientos del nuevo conocimiento, las exigencias interdisciplinarias de las nuevas tecnologías, etc. Ello implica estar preparado para asumir los retos epistemológicos de la administración contemporánea.

¿A qué nos referimos cuando hablamos de retos epistemológicos?

Primero se impone esclarecer que entender por epistemología y entonces se comprenderá, además, la importancia y necesidad de desarrollar una epistemología de la administración como condición administrativo empresarial para estar a la altura de esa globalización de la era del conocimiento.

Visto así, la Administración como ejercicio práctico y como disciplina del saber, ha de venir configurando una Epistemología regional propia, de la administración en este caso, que le permita dar pasos más seguros y sólidos en el desarrollo empresarial, basados en un elevado dominio de las ciencias y las tecnologías, que conduzcan a la entidad en cuestión pasar al dominio de esa nueva economía que hace del conocimiento su ventaja competitiva fundamental.

¿Cuáles son entonces, los retos epistemológicos de la administración contemporánea?.

La irrupción de la ciencia como actividad empresarial.

La comprensión de la actividad empresarial como sistema de redes emergentes.

La presencia en la actividad empresarial de los más notables adelantos de las ciencias y las tecnologías.

El nuevo papel del conocimiento en el desempeño empresarial.

La globalización de las interacciones de la empresa con su entorno.

La irrupción de la multidisciplinariedad como condición de ejercicio administracional.

El rol de las TIC en el ejercicio de administración y en la actividad empresarial toda.

La exigencia de construcción de «infraestructuras de información».

El necesario fortalecimiento, en esas condiciones, de los valores y patrones propios.

Estos retos exigen de una administración altamente capacitada, y ello parte de una sólida base epistemológica en el ejercicio de la administración empresarial.

El nuevo siglo es un siglo luminoso, hemos de vivirlo a la altura de sus retos, y con la responsabilidad de hacer de él, el escenario del florecer económico, político, cultural y social definitivo de todas las naciones.

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Aguilera García Luis Orlando. (2003, julio 1). Retos epistemológicos a la administración en la globalización contemporánea. Recuperado de https://www.gestiopolis.com/retos-epistemologicos-administracion-globalizacion-contemporanea/
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