Retos y desafíos de las universidades latinoamericanas frente a la globalización

1. Desarrollo

La globalización económica llevó a la reducción del estado de bienestar y condujo a la exclusión social. Las transformaciones del mundo globalizado han llevado a la aparición de una nueva cultura en la que las personas están cada vez más lejos del poder y sienten una creciente indiferencia por las instituciones de la sociedad que se desmoronan y ven individualizado su trabajo y sus vidas .

En estas circunstancias, la matriz societal de los últimos cuarenta años comienza a diluirse. Hoy se asume un nuevo tipo de sociedad en la que lo único que le da sentido a esta es el mercado. Están surgiendo nuevas situaciones de desigualdad, pobreza, marginación. Se está dando un nuevo sujeto sin derecho que no reconoce el derecho del otro y atenta contra él, porque es negado por la sociedad.

Están surgiendo nuevos actores sociales que solo se guían por el presente, no importa el pasado ni el futuro. Así, el hombre ha ido conformando el mundo más y más en un campo de fuerzas a su servicio, donde las estructuras se violentan. En este contexto se atribuye un papel fundamental a los intelectuales como agentes sociales del mundo, desde la perspectiva de los intereses de clase.

En medio de este contexto existe un sistema educativo al que le sobran discursos y que en el mejor de los casos, prepara el trabajo pero carece de acciones eficientes para formar a hombres comprometidos con la vida. Esto motiva la evolución de la universidad al debate actual.

Pero, la incorporación de la Universidad al debate posmoderno provoca la necesidad apremiante de una reflexión a la luz de los nuevos tiempos que transcurren, donde se habla de la «Pérdida del sentimiento trágico de la vida universitaria». Se manifiesta una atmósfera negativa en contra de la centralidad de una institución, que hasta hace poco tenía un lugar social privilegiado de la realización del programa de libertad y felicidad para todos, por albergar en su seno al sujeto ilustrado de la modernidad.

De marchar la sociedad como estaba previsto, las universidades se convertirían inevitablemente en centros privilegiados de producción y difusión del saber transformador universal, donde el conocimiento científico–técnico ocuparía un lugar cimero. Así las universidades se debían convertir en el laboratorio social desde donde se elaborarían y se ejecutarían todos los proyectos democráticos desarrollístas que entraban a manifestarse en toda la América Latina en el pasado siglo XX.

Hoy por el contrario nadie cree que la Universidad vaya a conducir a algún cambio revolucionario, sino que hay fuertes dudas de su participación en el proceso de modernización más elemental que debe realizar la sociedad para no quedar totalmente desincorporadas del proceso de globalización. La crisis encuentra una profundización que se puede resumir básicamente en un objetivo central: liquidar la posibilidad de la educación superior estatal y, con ello, impedir que la universidad pública se consolide y desarrolle como la única vía que tienen vastos sectores de la población para acceder a la formación y al conocimiento de nivel superior.

Las universidades públicas son del estado y en opinión de los gobiernos son innecesarias, precisamente porque la iniciativa privada puede cubrir o debe cubrir el servicio de la educación superior, y esto mismo ocurre con la salud, la vivienda y los servicios públicos, sectores que tienen influencia principal sobre la vida de la mayoría de la población del continente. La privatización de las universidades es la forma de limitar o negar el ingreso de la mayoría de la población al nivel superior de la educación.

Esta problemática ha llevado a que las universidades públicas latinoamericanas vayan perdiendo gran parte del espacio que ocupaban en el seno de la sociedad continental. La situación de la educación universitaria, al igual que el conjunto del sector educativo, hoy presenta una crisis acumulada que es producto de la aplicación de una política muy definida desde hace muchos años para la educación pública en general y en particular para la educación superior y han terminado por hundirse en la quiebra institucional debido al papel del estado actual de las políticas macroeconómicas de ajustes estructurales, dentro del proceso mundial de globalización, que exige de una mayor calidad. La Universidad pide evaluarse a sí misma para enfrentar la amenaza del entorno donde se encuentran sometida a una severa asfixia presupuestal, a un control violatorio de la autonomía universitaria y a un régimen de indicadores que desestimula la investigación y pretende eliminar los derechos laborales de los docentes universitarios.

El sistema de enseñanza actual es tan «racional» que está pensado más en función de las materias que ha de dominar el estudiante que en función del estudiante mismo. La dificultad está en el proceso que se hace de la crítica que no se fomenta en los sistemas de educación formales. No se fomenta en los procesos creativos porque es más fácil entenderse con la seguridad de lo conocido, que aventurarse a buscar las cadenas artificiales que se crean los propios académicos.

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Hay un claro y muy evidente abandono sistemático e histórico por parte de los gobiernos en términos financieros para apoyar iniciativas de investigación, de ciencia y tecnología al interior y por fuera de las universidades.

Aquí radica precisamente la esencia del problema actual en comprender: ¿cómo enfrentan las Universidades Públicas esa pérdida del espacio, qué retos tienen que vencer, cómo van a dar solución a cada uno de ellos?

Se plantea que la Educación Superior Pública es el principal factor de movilidad social de pueblos, que «tienen un papel estratégico en su capacidad para generar conocimientos e innovaciones tecnológicas, como inductoras del desenvolvimiento nacional»

Son ellos los que se dedican, en mayor parte, a explorar el desenvolvimiento tecnológico de los países del área, función, que hoy más que nunca, está íntimamente ligada al progreso económico y social de naciones. Las Universidades Públicas dan un cúmulo grande de información cultural, social, económica, donde realmente se forma una visión verdaderamente amplia de los pueblos, «dan un impacto social y estratégico importante «.

Se dice que la Educación Superior es una actividad que genera beneficios particulares, los usufructuarios tienen que asumir no sólo las ventajas sino también los costos que implica dicha actividad. Para la Universidad Privada este es un problema muy conflictivo y de eficiencia de la gestión especialmente para los estudiantes, pero lo que si está claro es que las pensiones no solucionan el problema porque los montos a recaudarse no serían muy significativos, además, porque discriminarían a los más pobres.

La forma utilizada de financiar todas las instituciones de Educación Superior por el estado ha sido paternal; y desvinculada del criterio de evaluación de calidad, equidad y eficiencia de la gestión. Para que ella pueda efectuar una contribución importante al progreso de la sociedad y el estado, debe comprender que financiarla no es una carga para los fondos públicos, más, es una necesidad nacional a largo plazo, para acrecentar la complejidad económica y el desenvolvimiento cultural y social.

Las Universidades desempeñan un papel fundamental en cualquier perspectiva de desarrollo del país, tanto para América Latina como para el mundo. Tienen que enfrentar estos retos, desafíos y problemas e integrar enfoques diferentes, dada la diversidad de contextos económicos, políticos y sociales en que está inmersa la Educación Superior en esta región. La educación superior debe ser capaz de responder a las necesidades de la sociedad en el siglo XXI.

Es necesario por tanto, colocar las instituciones de Educación Superior a disposición de los gobiernos, como agentes activos que formulan e implementan la política en general, y en particular las políticas de educación, ciencia y tecnología.

En este contexto, abordar la problemática de la sociedad de manera conjunta por los académicos de las diversas disciplinas no constituye meramente un ejercicio académico. «Colocar en el centro del discurso político esta preocupación implica dejar de asumir la política como acto de los grandes hombres para enmarcarla en la lucha histórica de los movimientos sociales»

La globalización, por tanto, atendiendo a lo planteado antes, es una realidad por cuanto hoy en día la integración, las finanzas y la información están creando una cultura y un mercado global único. Nos encontramos en lo que Friedman llama » un tren sin freno «.

Vemos como en materia educativa, a escala global con respecto a otros campos de la sociedad, los síntomas aglutinadores de esta pandemia mundial son menos alarmantes, América Latina «solo participaba con el 2 % del total mundial de inversiones en Ciencia y Tecnología, diez años más tarde baja a 1%, mientras que Asia subía de un 15% a un 21%». Esto se redujo ya que América Latina llegó a gastar a fines de esa década un monto fiscal promedio por alumno matriculado en la enseñanza superior menos que en todas las regiones del mundo.

Hoy la vida académica en cualquier universidad latinoamericana, tanto privada como pública no hace más que debatirse entre «el oportunismo teórico-ideológico», como ejercicio del pensamiento académico de vanguardia, la modorra intelectual y una necesidad de reproducir todas las estructuras existentes», el profesor universitario que se suponía con una capacidad dada para realizar el cambio repite los conocimientos elaborados en espacios diferentes a las universidades y más aun en latitudes muy distantes de nuestros países.

Se ha hablado así en forma cada vez más sistemática y frecuente de una situación de quiebra estructural de las situaciones académicas que podría denominarse como el fin de todas las universidades, metáfora que contiene una mirada de dolor al observar que las funciones más intrínsecas a estas instituciones como son creación, preservación y transmisión de conocimientos, pueden ser perfectamente realizadas hoy en forma más amplias y mucho más eficientes por instancias que nada tienen que ver con el mundo académico. Las redes de telecomunicaciones (TV, cables, Internet) están concentrando una masa crítica de información y conocimientos en general que difícilmente podría ser generada y depositada en la universidad dadas las condiciones de estructuras cerradas y obsoletas que esta posee.

En otros lugares sociales, que no son los que constituyen la Universidad, se están produciendo y almacenando los conocimientos de punta que permiten diseñar las palancas que movilizan la vida de hoy. La Universidad se ha convertido de esta forma en un mero centro de consumo y reproducción de conocimientos y saberes que provienen de instituciones privadas y gubernamentales de investigación. Ya en este momento no está claro que el lugar de donde se concibió siga siendo el hábitat natural de la razón ilustrada por excelencia.

Ese conocimiento que hay que construir, no es solo un producto, es también una forma de construir nuevas realidades. Pero ¿cuál es nuestra responsabilidad concreta?¿qué hacer para que la política económica sea también una política de integración social?

¿Deben ser los académicos solo agregadotes de demandas o actores sociales generadores de proyectos? Esta tarea no es sencilla porque cuando se ha estado inmerso en la formación disciplinaria es difícil romper con ella, se dificulta plantearse los problemas de una manera distinta, abrirse el conocimiento de nuevas realidades. El problema está en romper con esta trabas que conforman esa forma de pensar, para solucionar los grandes retos de este entorno porque en ellas está el destino futuro del desarrollo del continente.

El estado, por tanto, debe ser el responsable máximo de financiar las necesidades de toda la Educación Superior, en beneficio de la propia sociedad y esta a su vez debe ser aprovechada al máximo, tiene que desempeñar la función de garantizar la seguridad humana de manera que podamos vincular con éxito las esferas de la vida diaria en el plano individual y local y de la vida económica en el plano regional y mundial.

No se trata, de elegir entre un cambio de estado o mercado, sino de buscar que la protesta de la sociedad no se convierta en una mera denuncia sin perspectivas; de contribuir a la formación de nuevos actores sociales e indirectamente, a nuevas políticas económicas y sociales. De recuperar la capacidad de cada país para actuar dentro de sí mismo para reducir la disociación entre la economía y la política. Aquí tiene que estar presente la Universidad, esta puede tener mucho futuro, lo cual implica elegir uno, pues, este futuro no es algo que hay que esperar a que llegue, sino que existirá en la medida que se construya.

La situación de la Educación Superior Pública es muy peculiar, tiene una función de extraordinaria importancia dentro de la sociedad, cuando trasmite información para la sociedad y prepara una gran cantidad de profesionales que irán luego al mercado de trabajo para satisfacer sus necesidades, esto le hace que tenga en realidad un valor social extremadamente alto, tan alto como la educación básica, o más en ocasiones. Por tanto merece un apoyo gubernamental.

De ser privatizada las Universidades Públicas, como se reafirma en los acuerdos del ALCA y que es un planteamiento que se viene realizando desde hace varios años por los diferentes gobiernos locales como parte de sus políticas de ajustes financieros, dándole posibilidad a sus centros en investigación de incorporar toda la información necesaria a través de los nuevos adelantos científicos y de aquella que navega por el mundo a través de la Internet, limitando así en muchas ocasiones los talentos internos capaces de generar nuevos conocimientos sobre la base de soluciones locales y regionales que pueden mantener las identidades, soberanías y porqué no la independencia. Y lo que se busca es negarles a estas Universidades Públicas el derecho de su compromiso con el futuro del continente latinoamericano.

Todas las arcaicas y cerradas estructuras propias de una institución disciplinaria no puede competir en igualdad de condiciones con las posibilidades de aperturas que ofrecen hoy las tecnologías de la información, aplicadas al proceso de trasmisión de conocimientos.

Las universidades publicas son piezas básicas de nuestra sociedad que requieren dinamismo y flexibilidad para adaptarse –y adelantarse, en lo posible- a los cambios que nos rodean. Se necesitamos universidades públicas, dotadas de un buen sistema de gobierno y con los medios suficientes para crear, producir y difundir el conocimiento, tanto el científico y humanístico como el tecnológico. Universidades para formar hoy y mañana de manera permanente a nuestros hombres y mujeres, con el fin de que puedan desarrollar una tarea que les permita conseguir una calidad de vida digna, dentro del marco de una sociedad justa y de progreso.

Hoy, tienen que cumplir su función crítica dentro de la sociedad y debe cumplir su misión pública -el desarrollo de la educación ciudadana- para poder enfrentarse a los desafíos actuales de la Educación Superior de «mundialización»,regionalización, marginalización, y fragmentación sobre la sociedad».

En este contexto , las universidades tienen sus funciones que cumplir. La primera función de la universidad es la formación no solamente de sus estudiantes, sino también la transmisión de sus posiciones a la sociedad. Esto quiere decir que hay que enseñar a aprender y, a su vez, aprender a enseñar, esto afecta tanto a los usuarios del servicio como a los docentes del sistema. La segunda función es producir conocimientos, es decir, investigar. Esta función supone, en primer lugar, tener capacidad para producir nuevos conocimientos innovadores y, en segundo lugar, dotarse de un profesorado con capacidad para competir en este campo.

La tercera y última función, es la social. Aquí la relación sociedad-universidad no puede ser contemplada hoy como hacíamos una generación atrás. Ni entonces, ni actualmente, ha sido demasiado intensa la preocupación de los dirigentes políticos o económicos por las actividades universitarias, de las cuales, a menudo, han desconocido datos elementales tanto en lo referente a su actividad, como a su organización. Para orientar esta relación de acuerdo con lo que nuestra sociedad pide, es indispensable seguir ampliando el intercambio de información entre universidades, responsables políticos y dirigentes sociales y económicos.

Se hace necesario que la Universidad mantenga su función vital, de producción y preservación de conocimientos, por cuanto es la encargada de preparar la maquinaria para el trabajo en condiciones de mercado capitalista de toda la mano de obra calificada.

Estas son reflexiones que practican estas universidades a pesar de las limitaciones crecientes que padecen de financiamiento estatal, tanto científico como tecnológico. Por eso la Universidad tiene que cambiar para seguir siendo lo que es, un centro de transmisión de conocimientos, porque ella es parte de la solución del problema actual de la humanidad.

Muchas Universidades no tienen claro cual es el camino a seguir para lograr el desarrollo del país, lo entienden de diferentes maneras. «Lo más importante es saber que este proceso de cambios que existe en la Universidad es para seguir siendo lo que es, no para transformarla en otra cosa», como pretenden determinados planes de ajuste que se están aplicando hoy.

Se habla que hay que mantener la autonomía de pensamiento de la Universidad, sin ataduras desde afuera, para lograr una Universidad formadora de seres humanos abierta a todo aquel que quiera hacer el esfuerzo de estudiar. La Universidad como generadora de la riqueza mas importante que tenemos las naciones hoy, que es el conocimiento sobre la humanidad.

Pero la autonomía no solamente es un derecho, es también un deber. El concepto de autonomía va muy ligado también con el concepto de universidad, qué universidad y para quién esa universidad. En la definición de estos asuntos reclamamos que los universitarios puedan sean autónomos, sin ningún tipo de interferencia exterior, sin la presión de ninguno de los poderes públicos. Esta es la esencia misma de la universidad. La comunidad universitaria necesita poder definirle el rumbo a la universidad, no de espaldas al país, sino con el país, con sus necesidades y perspectivas. No para meternos en una urna de cristal sino para pensar y actuar como miembros de una comunidad nacional que cumple una función específica.

En este sentido, se orienta un nuevo esquema de cambio, donde se observe una universidad abierta, que exista un currículo abierto y múltiple que se adecue a la transdisciplinariedad necesaria para poder lograr un cambio total dentro de la institución, que eleve a la formación de un sujeto lúcido, capaz de adecuarse a los nuevos cambios del entorno y que sepa aprovechar y utilizar consecuentemente todos y cada uno de los adelantos científicos y tecnológicos que los nuevos retos imponen.

Pero lo que no cambiará es la necesidad que estas instituciones tendrán de preparar a las nuevas generaciones para el futuro, un futuro que hoy en día está cambiando de manera más rápida y trascendente que nunca antes tal perspectiva no debería causar temor, sino verse más bien como un desafío. Es hora de que el cambio entre en una nueva etapa de la humanidad en la cual muchas de las ambiciones sobre paz y el progreso de los pueblos puedan realizarse. Al preparar a las nuevas generaciones para este desafío y darle los medios para que puedan cambiar las cosas es una tarea estimulante para todos aquellos que participan directamente o se interesan en la educación superior en la actualidad.

En este marco cobra relevancia la especial responsabilidad de los académicos de las ciencias sociales, interesados en sustituir la lógica dominante del mercado por otra que busque nuevas formas de personas y acciones sociales y políticas que haga realidad un modelo de desarrollo alternativo sostenido.

2. Conclusiones

La educación superior ha de seguir siendo una prioridad de las políticas públicas ya que es un elemento básico de competitividad. Por eso es necesario que los representantes políticos y la sociedad tengan un mejor conocimiento del mundo universitario y de sus posibilidades de suministrar una oferta de cualidad. Es necesario de trabajar con un sistema de universidades, antes que con la suma de las mismas de trabajar con criterios de reestructuración de las actuales organizaciones que nos permitan adecuarlas continuamente a los cambios que nos rodean. Es necesario introducir flexibilidad en las organizaciones universitarias, desnormatizar la vida académica y apostar por un nuevo sistema de gobierno.

El principal desafío que enfrenta la educación latinoamericana y caribeña es el de enfrentar adecuadamente el ritmo veloz del desarrollo tecnológico y las demás transformaciones del mundo contemporáneo.

Pero el gran desafío que tienen los académicos es la decisión de adoptar una postura ante la problemática social, adoptar nuevas formas de pensar y de actuar en el cambiante entorno conformado por un mundo cada vez más complejo y globalizado. De encontrar nuevas formas de pensar para buscar un sentido de la vida que redunde en mejores niveles de bienestar para todos.

Los problemas de la actual sociedad latinoamericana son tan complejos que se requiere del esfuerzo común de todos los académicos de América Latina y el Caribe con un enfoque multidisciplinario para enfrentar en conjunto los problemas y aspirar a un proyecto social general. Pero se requiere de una conciencia colectiva que sea capaz de discutir el cambio, enfrentarse a él y tener una gran voluntad para actuar y sobre cada una de las circunstancias para salvarnos a nosotros mismos.

Esta es una tarea compleja, supone un esfuerzo no solo intelectual, sino de toda la sociedad.

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Diez Valladares Onelia Rosa. (2002, mayo 1). Retos y desafíos de las universidades latinoamericanas frente a la globalización. Recuperado de https://www.gestiopolis.com/retos-desafios-universidades-latinoamericanas-frente-globalizacion/
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