América Latina y su integración regional

1. ¿Qué alcance tiene el término «darwinismo económico»?

El tema al cual nos ha convocado la Academia Uruguaya de Geopolítica y Estrategia, me motiva a realizar una breve reflexión en función de tres puntos que considero claves:

  • La globalización como nuevo darwinismo internacional.
  • Los diversos escenarios político-económicos que se le presentan a América Latina.
  • Finalmente, respecto al alcance de los términos: integración, complementación, dependencia, en relación directa con las negociaciones MERCOSUR – ALCA

Considero que cuando Charles Darwin publicó el 1859 «El origen de las especies», sustentando que la selección natural permite sólo sobrevivir y reproducirse a las especies más aptas, no pudo imaginarse que 142 años más tarde, su teoría aplicada a la evolución de los Estados, enfrentados hoy a una dinámica economía global acompañada por una gran revolución tecnológica, podrán sobrevivir tan solo aquellas economías nacionales, empresas y personas, que se presenten como las más aptas.

La única diferencia entre el «darwinismo económico y tecnológico» y el natural es que, mientras éste tardó millones de años en ir descartando a las especies no aptas, la selección que viene paulatinamente haciendo el mercado global, en muy poco tiempo puede convertir a muchos Estados-Nación en economías inviables, provocando por tanto un temible impacto psico-social.

El sistema mundial que comenzó a regir a partir de la finalización de la «guerra fría» aun se presenta como un sistema virtual. La globalización conforma una realidad ambivalente, pues si bien favorece el crecimiento de los grandes bloques económicos, provoca, simultáneamente, desigualdades cada vez mayores entre los Estados y sus sociedades. Exhala energías pero también libera fuerzas que es importante dominarlas.

Por tanto, considero que la globalización se nos presenta como una situación real que, a su vez, requiere respuestas reales por parte de los gobiernos, pues de lo contrario, en el caso concreto de los países latinoamericanos, pasarán éstos a constituirse en segmentos anónimos del mercado internacional que se viene consolidando a través de los tres grandes bloques.

Si es cierta esta tendencia, resulta inoperante el hecho que un Estado en solitario, pretenda construir en su imaginario la versión y el perfil de una suerte de relación particular, individual, con los citados bloques, grandes escenarios políticos, económicos y tecnológicos éstos, donde tienen lugar complejas alianzas que conjugan una diversidad de intereses, con la participación de importantes actores -legales e ilegales- y donde se anima un confuso debate tendiente a establecer un nuevo orden internacional -político, económico, estratégico- con el propósito de superar el actual «desorden internacional».

2. ¿Qué escenarios se le presentan a América Latina?

Creo que el gran desafío que se le presenta a la sociedad latinoamericana está referido, prioritariamente, a la necesidad de conocer cuáles son y cómo puede funcionar una América Latina global en los nuevos escenarios internacionales; actitud ésta que nos obliga a realizar un severo análisis hacia delante, no simplemente hacia atrás, tomando en cuenta que en el mundo actual los mercados segmentados y las políticas aisladas, sólo sirven para intensificar los riesgos de vulnerabilidad , favoreciendo la fragmentación que, en poco tiempo, será ultimada por el «darwinismo económico y tecnológico».

En directa relación a los diversos e intentos de integración latinoamericana, considero que el discurso político que discurre en los foros regionales, desde tiempo atrás viene trasmitiendo serias contradicciones; extremados personalismos, dando la sensación de una falta de libreto donde se determinen no sólo objetivos comunitarios, sino la disposición de los gobernantes en compartir instrumentos viables.

Exceptuando algunos períodos de amnesia en política económica o de abulia «panamericanista» del gobierno de Washington hacia nuestra región, ésta fue empleando tímidamente y en forma intercambiable, indistinta y generalmente confusa, mecanismos que el tiempo ha determinado, categóricamente, su ineficiencia: integración, complementación, cooperación; de la creación de una zona de libre comercio hasta el establecimiento de un mercado común. Por ninguno de esos caminos, se ha logrado alcanzar un favorable índice de solidaridad regional -permanente y ascendente- dado a que no existe una conciencia de unidad que se afirme y se proyecte más allá de los escasos límites del discurso de circunstancia.

Existen sólidos argumentos para aceptar que la relación de dependencia -de centro/periferia, como teorizara el Dr. Raúl Presbich desde CEPAL- haya llevado a destacados intelectuales como el brasileño Darcy Ribeiro y el argentino Jorge Luis Borges, entre tantos otros, a preguntar: «¿existe América Latina?» considerando que, si bien no cabe duda de su realidad histórico-geográfica, siempre es bueno profundizar el significado de su existencia.

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Justificar y proyectar tal existencia, considero que es la razón de esta instancia académica.

Los países de América Latina se encuentran entrelazados en una variada red de pactos económicos bilaterales y multilaterales; algunos con cierta actividad, en tanto otros han quedado en el cofre que acumula recuerdos históricos. Tan sólo con nostálgica referencia se evoca -de tanto en tanto- el sueño de Bolívar o a los alcances que tuvo la Liga Federal de Artigas. En aquel cofre están la «Carta de Jamaica» del venezolano, y las «Instrucciones del año XIII» del estadista oriental.

Ante la discusión de nuevas utopías a las cuales se les ha fijado fecha para que se conviertan en realidad, recientemente los expertos de ALADI procuran definir estrategias a aplicar en las negociaciones de América Latina con otros bloques, con el fin de preservar las preferencias vigentes en más de 100 acuerdos, algunos de ellos patrimonio heredado de la ALALC, otro proyecto que no pudo alcanzar la mayoría de edad, pues a los 20 años mereció importantes cirugías.

3. El largo camino por la integración regional

  • 1835
    Joaquín Tocornal – Ministro de Chile
    Hispanoamericana
    Unión aduanera
  • 1882
    Julio Argentino Roca
    Presidente de Argentina
    Envía instrucciones al diplomático argentino Jacinto Villegas, acreditado ante el Imperio de Brasil:
    «Ha de tratarse de celebrar una convención aduanera entre la República (Argentina), el Imperio (Brasil), la República Oriental del Uruguay y la de Paraguay, con el propósito de impedir y castigar los contrabandos que se hacen. A ese fin el Sr. Ministro pondrá todo su empeño, demostrando las conveniencias recíprocas de esa medida y la importancia que ella tendrá para estrechar los vínculos de amistad».
  • 1910
    Unión Panamericana
    (Firmada en Buenos Aires)
  • 1915
    Pacto del ABC
    Argentina-Brasil-Chile
    25 de mayo
    Presidentes: Roque Sáenz Peña (Argentina), Venceslau Brás Pereira (Brasil), Ramón Barros Luco (Chile).
    Cancilleres: José L. Muratore (Argentina), Lauro Muller (Brasil), Alejandro Lira (Chile).
    El acuerdo firmado por los Presidentes y Cancilleres constaba de 7 artículos pero el pacto ABC no contó con la aprobación parlamentaria en ninguno de los tres países, permaneciendo como un compromiso de honor que los cancilleres prolongaron hasta 1917.
  • 1940
    Franklin D. Rooselvelt
    Política del «buen vecino»
  • 1947
    Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR)
    Defensa continental
  • 1947
    GATT
  • 1948
    Organización de Estados Americanos Órgano político
    26/abril
  • 1948
    Comisión Económica para América Latina CEPAL
  • 1951
    Intento de nuevo ABC
    Presidentes: Juan D. Perón (Argentina), Getulio Vargas (Brasil), Carlos Ibáñez del Campo (Chile)
  • 1951
    Mercado Común Centro Americano MCCA
  • 1960
    Asociación latinoamericana de libre comercio ALALC
  • 1961
    John F. Kennedy «Alianza para el progreso»
  • 1965
    URUPABOL Uruguay-Paraguay-Bolivia
  • 1967
    Tratado de la Cuenca del Plata
    Argentina-Bolivia-Brasil-Paraguay-Uruguay
  • 1968
    Tratado CAREIFTA-CARICOM
    Países Cuenca del Caribe
  • 1969
    Acuerdo de Cartagena
    Bolivia-Colombia-Chile-Ecuador-Perú-Venezuela-
  • 1978
    Sistema económico latinoamericano SELA
  • 1978
    Acuerdo Amazónico
    Brasil Guyana Surinam Bolivia Venezuela Ecuador Perú
  • 1980
    Asociación latinoamericana de integración ALADI
  • 1989
    Grupo de los Tres Venezuela-Colombia-México
  • 1990
    Iniciativa para las Américas
    25/junio
  • 1991
    Mercado Común del Sur
    Argentina-Brasil-Paraguay-Uruguay
  • 1991
    Acuerdo 4 + 1 Mercosur + Estados Unidos
  • 1994
    NAFTA ó TLCN
    Estados Unidos-Canadá-México
    Enero
  • 1995
    Organización Mundial del Comercio OMC
    1º/enero
  • 1995
    Acuerdo marco MERCOSUR-Comunidad Europea
  • 1996
    Protocolo Chile-Mercosur
  • 1995
    Acuerdo marco MERCOSUR-Comunidad Andina
  • 1998
    Organización Mundial del Comercio (OMC)

Analizando racionalmente la dimensión de los nuevos escenarios que se están construyendo en el mundo; apreciando la fuerza que poseen los actores que en ellos actúan; para enfrentar estos dos factores, tan solo, considero que América Latina -y en particular este Cono Sur- está imposibilitada pues vive una angustiante crisis de realismo.

Crisis, agravada por un exceso de vaguedad en los propósitos, , a la que se suma una extremada cautela en las instancias del diálogo, del debate y más aún en el tiempo de la toma de decisiones; grave situación por cuanto la indefinición de adecuadas estrategias -políticas, sociales, económicas, culturales, militares, ambientales, etc.- hacen que América Latina no sea un interlocutor cohesivo y audaz en las propuestas y, al ir acentuándose su pasividad a la vez que mantiene su fragmentación, tales factores la colocan en una posición frágil y errática en el escenario mundial.

Ahora bien: si los Estados latinoamericanos y sus elites están dispuestos, como pregonan, a asumir los desafíos que presentan cualquiera de los escenarios de alternativa, comparto plenamente una interrogante expuesta en variados foros: ¿qué participación tiene en el debate actual, previo a la toma de decisiones política, la sociedad civil?

¿Qué información seria y actualizada se le ha trasmitido a ella, respecto a las bases y alcances de las negociaciones en el MERCOSUR? ¿En función al ALCA? ¿En relación a la Comunidad Europea? ¿A otros nichos de mercado?

¿Por qué en el MERCOSUR se hace tan difícil? «El camino que va de lo comercial a lo societal», título éste de un reciente libro publicado en Buenos Aires; pues no se trata tan sólo de enfatizar que los países deben abrirse al mundo, basándose en un simple porque sí. Una amplia y descontrolada apertura puede ser peligrosa, si los países eufemísticamente denominados «en vías de desarrollo» no cohesionan fuerzas en un proceso integrador regional, que se presenta como la única respuesta válida al proceso globalizador; por cuanto aquél tiene el principal propósito de impedir que los «en vías de desarrollo» sean «globalizados» por el darwinismo económico y tecnológico.

En consecuencia, insisto al decir que es fundamental que los gobiernos expliquen a sus pueblos: ¿de qué forma, para qué, cuándo y cómo será implementada y utilizada la estrategia nacional, la regional y la internacional?, escenarios éstos donde el factor económico determina, en algunos casos, la negociación «building blocks» (entre bloques) y en otros casos, los grandes actores prefieren practicar el «hub and spock» (ejes y rayos), como sería el sistema ALCA.

Considero que ante los diversos escenarios que se le presentan a América Latina (NAFTA, ALCA, ALCSA, UE, Lomé, Japón, Rusia, Sudáfrica, China, además de los regionales internos), resulta preocupante la posición que vienen adoptando algunos gobiernos latinoamericanos en relación directa a los procesos de integración. Algunos casos notorios:

México ya optó desde el 1º de enero de 1994 integrarse como nación «americana» (del norte), permitiendo avanzar la frontera económica de los Estados Unidos n más de 20 kilómetros de su territorio, donde sus empresas instalan las «maquilas» desde donde luego exportan los productos allí terminados hacia su propio país u otros mercados.

Chile, aunque no lo expresa en voz alta, aspira ser una «nación cosmopolita», procurando acuerdos «en solitario» con el NAFTA y con la Comunidad Europea, aunque a raíz del recientes fracasos en tales negociaciones, viene demostrando un renovado interés por el MERCOSUR.

Brasil, se autodefine como una «nación sudamericana”, y al considerarse el actor regional más importante, negocia bilateralmente con Argentina en el MERCOSUR, rigiéndose por las normas del acuerdo bilateral de 1987, e ignorando ambos países lo pactado con sus socios del MERCOSUR en Ouro Preto, particularmente en cuanto a la coordinación de las políticas macroeconómicas.

Bolivia y Paraguay viven en pleno desconcierto. Venezuela insiste en el sueño bolivariano.

Uruguay ¿qué piensa de sí mismo?

Estas y otras conductas económicas llevan a preguntarnos si el bilateralismo no procura echar nuevas raíces en América Latina, actitud ésta alentada por los grandes intereses extra-continentales. Se debe sumar a esa situación que favorece el ideario «balcanizador», el alcance que pueden tener algunas declaraciones unilaterales que practica la diplomacia presidencial de algunos países, actitud que no ha enviado señales de estímulo a la ciudadanía, sea ésta inversionista o trabajadora, provocando, por el contrario, una mayor desorientación.

Si en las Américas resurge el bilateralismo, ¿será que el multilateralismo ha quedado tan sólo como testimonio de las reuniones cumbre? Además, el uso del NO-RIESGO y el «statu quo» se han convertido en prácticas usuales en la culminación de los acuerdos ministeriales regionales, hecho que lleva a trasladar la toma de decisiones para nuevas oportunidades. En ese entorno inestable, si no dramático, a la región se le presentan tres importantes operaciones estratégicas:

  1. Esforzarse para alcanzar un MERCOSUR confiable y sólidamente ampliado en un acuerdo continental con la Comunidad Andina, Surinam y Guayana, iniciativa propuesta en la reciente cumbre de Asunción y aprobada de inmediato en la 13ª reunión del Consejo Presidencial de la Comunidad Andina por el Acta de Carabobo.
  2. Paralelamente, a ritmo más lento, sin precipitaciones, mantener negociaciones para la constitución del ALCA y, paralelamente,
  3. Negociaciones con la Comunidad Europea,
  4. Sin dejar de explorar otros nichos de mercado, como puede ser el caso de Rusia a raíz de la próxima visita del Presidente V. Putin a países de nuestra región, o el gran mercado asiático.

4. ¿Cómo visualizo al MERCOSUR?

Considero que el MERCOSUR es un destino, a diferencia del ALCA que es sólo una opción, al igual que la Unión Europea, la convergencia asiática u otras áreas que merecen ser consideradas y analizadas.

El MERCOSUR se ha planteado constituir un mercado común, con todas las implicancias que esta figura político-económica tiene. El ALCA, en tanto, aspira a la creación de una zona de libre comercio, estructura completamente distinta a la anterior, por lo cual a mi criterio, no se constituye como un trascendente proyecto de integración.

No se puede negar que el MERCOSUR, en los más recientes tiempos, ha ido perdiendo altura, sumando a los viejos problemas regionales que pudo haber heredado, otros nuevos como el que hemos comentado respecto a la falta de respeto en el cumplimiento de las normas de coordinación macroeconómica. Pero, a pesar de toda esa inestabilidad, el MERCOSUR logró articular un espacio regional «in crescendo» con una notable visibilidad internacional.

Aprecio que esta situación obliga a los Estados Parte del MERCOSUR y a los asociados, a reforzar las ideas fundamentales que le dieron entusiasmado origen hace 10 años:

  1. En el orden económico regional, lograr una coordinación de sus políticas económicas, sociales, ambientales, de seguridad y otras, lo que significa que la meta está más allá de lograr la simple liberación comercial que, por otra parte, ha sido hasta ahora de fácil instrumentación.
  2. Fortalecer su posición en todo el espacio sudamericano, con el objetivo de mejorar la posición negociadora de estos países, tanto a nivel hemisférico como mundial.

Es oportuno recordar las palabras del sociólogo brasileño Helio Jaguaribe: «MERCOSUR no es para sus Miembros únicamente un sistema que les proporcione una ampliación de mercados, sino también un instrumento fundamental para su política externa». Es de recibo la tesis que señala que si no estamos reunidos en un armónico bloque político-económico, América Latina eventualmente, podrá ser absorbida y segmentada en el correr del siglo XXI.

Mi percepción hacia el ALCA

El proyecto ALCA se me presenta como una extensión del NAFTA. El MERCOSUR – que nace ante una «distracción de los Estados Unidos”, según expresara M. Albraight- firmó el 13 de junio de 1991 el Acuerdo 4 + 1, frenando en gran medida la «Iniciativa para las Américas», intención política expresada por la Casa Blanca desde el «jardín de las rosas» el 25 de junio de 1990, con la intención de establecer una zona de libre comercio desde el Yukón hasta Tierra del Fuego, a través de acuerdos bilaterales entre los Estados Unidos y cada uno de los países latinoamericanos.

Actualmente, la constitución del ALCA, que se procura constituir antes del 2005, se presenta como un escenario a media luz, lo que obliga a plantear algunas interrogantes:

Conocer sus verdaderas razones y objetivos.

Calcular el efecto que tendrá el sistema ALCA en la política continental, si es que las negociaciones apuntan a eliminar no sólo las barreras al comercio, sino a cualquier política de soberanía que pudiera entorpecer el libre movimiento de bienes y servicios.

Considerar qué consecuencias sociales, culturales, comerciales, aparejaría, lo que obliga a prevenir dónde se ubicaría el piso de la pobreza y qué horizontes tendría la marginalización social.

Estimar a qué grado llegaría la violencia al medio ambiente, dado que el principal actor del sistema (Estados Unidos) hoy se niega rotundamente a firmar – ante sus pares europeos- el acuerdo de Kioto como ayer lo hiciera en la cumbre de Río de Janeiro.

Felizmente, en la reciente cumbre de Asunción se aprobó un Acuerdo Marco respecto al tema medio ambiente, reclamo insistente por el alcance que tiene como instrumento de garantía para lograr un desarrollo sostenido; en justa extensión, con un programa de intercambio de información para la lucha común contra el narcotráfico y el contrabando.

Sin lugar a duda alguna, el ALCA se constituirá en el gran supermercado -al decir del Cr. Enrique Iglesias- donde actúan las transnacionales estadounidenses en estrecha combinación con sus socios locales de cada país latinoamericano. Un híper-mercado que no contemplará las asimetrías que presenta nuestra región y que, lo más importante, excluye en las negociaciones el fundamental tema de la agenda social.

El MERCOSUR podrá hoy presentarse como un «almacén» -siguiendo con la imagen del Cr. Iglesias- por lo cual el gran desafío es alcanzar la integración de tales «almacenes”, dado que el desafío obliga a concretar políticas de integración en los diversos campos, abarcando desde lo político a lo económico, desde lo científico a lo tecnológico, de lo productivo a lo comercial.

Estas y otras interrogantes, no sólo son planteadas en los foros latinoamericanos -sean éstos políticos, académicos, universitarios, industriales, comerciales o sindicales. También el Congreso de Estados Unidos no encuentra claras respuestas a «sus particulares intereses», motivo por lo cual el conocido «fast track» o el «TPA» (Trade Promotion Authority) no le es concedido al titular de la Casa Blanca. Serias objeciones han presentado el sector industrial como también el sindical. Incluso, al más alto nivel, para los asesores del Consejo de Seguridad, los Estados Unidos deben defender «sus intereses estratégicos» en el «tablero euroasiático» como lo señalara Brzezinski: un retorno ideológico a Mackinder: «quien controle el corazón terrestre, controla Europa; quien controle Europa controla el mundo».

No percibo que en la agenda del gobierno estadounidense, América Latina ocupe un lugar destacado. La historia la sigue presentando como una «tierra de promisión»; el gran mercado de los «commodities» Creo que las negociaciones regionales deben intensificarse para alcanzar un auténtico protagonismo, ante lo cual las negociaciones continentales («panamericanas») no deben precipitarse. Entre los grandes puntos del debate se deben introducir, prioritariamente, la eliminación de trabas no aduaneras y el importante tema de los subsidios agrícolas que se otorgan a los productores estadounidenses. En el caso de quedar sin efecto, tan solo lo relacionado a barreras aduaneras, desaparecería automáticamente, el arancel externo regional y sin ese importante instrumento la dependencia latinoamericano se acentuaría aun más y la idea de mercado común se esfumaría rápida y definitivamente.

Finalizo mis reflexiones sobre tan importante tema, considerando que el análisis debe tener muy en cuenta el alcance geopolítico de recientes documentos elaborados por destacados asesores del actual gobierno estadounidense. Me refiero al documento «Santa Fe IV», elaborado como agenda política a seguir por el actual gobierno de Washington, como anteriormente se redactara el «Santa Fe I» para el gobierno de Reagan y el «Santa Fe» II y III para el ex presidente Bush.

Más recientemente, la influyente Heritage Foundation, restando trascendencia al ALCA y considerando con más realismo lo relacionado a los «intereses estadounidenses», convoca a establecer una política de Libre Comercio Global (FTA: Free Trade Agreement), integrada por «países calificados» y 26 más, que a la fecha -según Heritage Foundation- están «en lista de espera”. Todos los integrantes deben cumplir cuatro puntos fundamentales:

  • Ser mercados abiertos.
  • Contar con políticas transparentes para las inversiones extranjeras.
  • Tener escasas regulaciones.
  • Respetar estrictamente los derechos de propiedad.

Señores: creo que América Latina no necesita ser inventada. Sus pueblos, tan sólo, están obligados a reconstruirla. Con palabras de José E. Rodó «volver a la ley de origen»; adecuadamente fortalecida para poder resistir los impactos de la codicia y la ambición de los nuevos Prósperos

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Quagliotti de Bellis Bernardo. (2001, noviembre 13). América Latina y su integración regional. Recuperado de https://www.gestiopolis.com/america-latina-y-su-integracion-regional/
Quagliotti de Bellis Bernardo. "América Latina y su integración regional". gestiopolis. 13 noviembre 2001. Web. <https://www.gestiopolis.com/america-latina-y-su-integracion-regional/>.
Quagliotti de Bellis Bernardo. "América Latina y su integración regional". gestiopolis. noviembre 13, 2001. Consultado el . https://www.gestiopolis.com/america-latina-y-su-integracion-regional/.
Quagliotti de Bellis Bernardo. América Latina y su integración regional [en línea]. <https://www.gestiopolis.com/america-latina-y-su-integracion-regional/> [Citado el ].
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