Pase del modelo Capitalista al modelo Socialista y su proceso de transición

El proceso de Transición, al que nos estamos refiriendo es el pase del modelo Capitalista al modelo Socialista. Esta transición no es nueva, con una diferencia de pocos años, casi nace desde el mismo inicio del Capitalismo, si estoy hablando de la Revolución Industrial que vio nacer al modelo capitalista, como el modo de producción dominante y progenitor de las sociedades capitalistas avanzadas de hoy. Gracias a su falta de humanidad y sus contradicciones antagónicas, a sus pocos años de nacimiento, como exteriorización y comienzo de superación, surge el movimiento anticapitalista, desde aquellos días hasta la fecha, se han dado muchos intentos, de hecho, la historia ha sido testigo de la fuerte discrepancia entre lo deseable y lo posible.

En total sintonía con uno de los principales intelectuales en el área de ciencias sociales, doctor en Sociología del derecho por la Universidad de Yale, Boaventura de Sousa Santos (Coímbra, Portugal, 15 de noviembre de 1940), en el 1989, en su artículo «La transición postmoderna: Derecho y política» (Doxa, Publicaciones periódicas Nº 6, 223-263, Biblioteca virtual Miguel de Cervantes )), nos dice: “Cuando lo deseable fue imposible cedió su puesto a Dios; cuando lo deseable fue posible cedió su puesto a la ciencia. Ahora que una parte de lo deseable es de nuevo imposible y una parte de lo posible no es ya deseable no podemos contar ni con Dios ni con la ciencia. Sólo podemos contar con nosotros mismos.”

Y nos sigue diciendo; “[…] Para cultivar nuestros nuevos intereses, imagino un tipo de escuela en la que haya dos clases: en la primera, en la que se enseña la conciencia del exceso, aprendemos no a desear todo lo que es posible, precisamente porque es posible; en la segunda, en la que se enseña la conciencia de la escasez, aprendemos a desear lo imposible.”

Por otro lado, el sociólogo y científico social histórico estadounidense, Immanuel Wallerstein (Nueva York, 28 de septiembre de 1930), considerado como el principal teórico del análisis de sistema-mundo, nos dice: “El periodo de transición de un sistema a otro es un periodo de grandes luchas, de gran incertidumbre, y de grandes cuestionamientos sobre las estructuras del saber.

Necesitamos primero que todo intentar comprender claramente qué es lo que está sucediendo. Necesitamos después decidir en qué dirección queremos que se mueva el mundo. Y debemos finalmente resolver cómo actuaremos en el presente de modo que las cosas se muevan en el sentido que preferimos. Podemos pensar en estas tres tareas como las labores intelectuales, morales y políticas. Las tres son diferentes pero estrechamente vinculadas. Ninguno de nosotros puede excusarse de estas tareas. […] Las tareas ante nosotros son excepcionalmente dificultosas. Pero nos ofrecen, individual y colectivamente, la posibilidad de la creación, o al menos de contribuir a la creación de algo que pueda satisfacer más plenamente nuestras posibilidades colectivas.” [1].

En el 2010, tal como lo asegura Yoandris Sierra Lara en su obra: «Teoría del desenvolvimiento global capitalista y sus implicaciones para la transición socialista en la periferia.», “Los fundamentos verdaderamente científicos de la transición al socialismo aparecen en las obras de Carlos Marx, Federico Engels y se desarrollan con posterioridad en las investigaciones de Lenin, pero los cambios sucedidos en la sociedad y economía capitalista contemporánea, hacen que si bien estos fundamentos puedan seguir siendo las bases o puntos de partida para un análisis actualizado, son por sí mismos insuficientes para abordar el problema tanto de la interpretación del desenvolvimiento global capitalista, como los procesos de transición y construcción del socialismo.

Y nos sigue diciendo: “[…] Ya en los años sesenta del siglo XX el Ché avizoraba tal situación y autores cubanos más contemporáneos retoman la polémica. Para José Luis Rodríguez, ex ministro de economía y planificación de Cuba, la teoría económica marxista tiene ante sí el reto en lo concerniente a la economía internacional de “mantener un análisis que permita descifrar cómo se van expresando las contradicciones del Capitalismo y cuáles son las tendencias que se aprecian en su desarrollo” [2]. En el mismo sentido se expresa el académico cubano Esteban Morales al reconocer que “… aun es imprescindible profundizar en las regularidades del Capitalismo actual y en sus tendencias, en especial, en el tema de la globalización económica, sus efectos y perspectivas” y que “ni teóricos burgueses ni marxistas disponemos hoy, en el campo de la Economía Política, de una teoría integral para entender los fenómenos que tienen lugar actualmente en el Capitalismo [3]

Ahora bien, en el 1991, Jorge Schafik entrevistado por Marta Harnecker (entrevista “El Socialismo: ¿Una alternativa para América Latina?” tomada de Biblioteca Popular, Cuba), nos dice que: “Como tú bien sabes, Carlos Marx y Federico Engels ‘creadores de la teoría del socialismo científico’ sostuvieron que la sociedad socialista sería la continuación y superación histórica del capitalismo y que el nuevo sistema llegaría primero a los países capitalistas más desarrollados. […] Pero con la aparición y profundización de la etapa imperialista ocurrió algo nuevo, no previsto por Marx: que el desplazamiento del centro de la revolución social se trasladara de los países centrales del capitalismo hacia su zona periférica, en primer lugar, hacia su periferia europea subdesarrollada del este y sur.”

Excelente, creo que es más que evidente que todo lo relacionado con un proceso de transición (cambio político) no es nada fácil de abordar y mucho menos manejarlo con soltura, ya que es un tópico que se encuentra en el mero centro del punto de intersección de un numero importante de variables y disciplinas que en forma armónica interactúan y favorecen o desfavorecen todo proceso de transición. De esta forma y debido a esa universalidad, diversidad y, en definitiva, complejidad del fenómeno en cuestión, y al calor de este dialogo, humildemente, solo para la reflexión, creo conveniente formular un pequeño puñado de interrogantes que nos permitirán visualizar la complejidad del caso.

  • ¿Por qué y cómo se transita de un modelo, capitalista, maduro y con muchas canas, a uno socialista, ligera y tímidamente conocido por algunos y peor aún, al socialismo del siglo XXI, desconocido prácticamente por todos?
  • ¿Cuál es el papel a desempeñar por los diversos actores políticos involucrados?
  • ¿Cuál es el rol de la pedagogía, la sociología, la psicología y las comunicaciones, en el proceso de transición?
  • ¿Qué modalidades de transición política pueden individualizarse?
  • ¿Cómo se maneja, administra y gerencia la cinética del proceso?
  • ¿Qué tipo de modificaciones institucionales exige o produce un proceso de transición de esta envergadura?
  • ¿Cuál es la dinámica propia de un proceso de transición socialista?
  • ¿Qué fases de desarrollo pueden identificarse dentro del mismo?
  • ¿Cuándo empieza, madura y concluye?
  • ¿Cuáles son los indicadores que nos permitirán saber cuándo el proceso de transición ha sido completa o medianamente exitoso?
  • Etc., etc., etc.

Interesante, como verán, disponemos de un número considerable de interrogantes, una más interesante que la otra y todas con sus propias complejidades y para colmo de males, el proceso de transición engloba tanto a los que están a favor como los que están en contra y está circunscrito por una constelación de dificultades que no pueden ser apartadas, obviadas y mucho menos olvidadas, todo lo contrario, ameritan horas y horas de estudio, análisis y reflexión; definitivamente, exigen respeto.

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  • Dificultades para consolidar una solución adecuada y exitosa en términos de reducción de las desigualdades.
  • Eliminación de la corrupción estructural, sumada a la corrosión social.
  • La naturalización de la transgresión de normas y reglas.
  • Erradicar la discriminación y cristalizar la inclusión, real, sincera y concreta.
  • La desorientación y confusión moral.
  • No aceptar la crisis de valores en la que estamos inmersos.
  • La sensación de carecer de futuro.
  • Pérdida de la confianza interpersonal y en las instituciones.
  • Devaluación de la capacitación gerencial y técnica, en todas las áreas y niveles.
  • Sustitución de la acción política por la retórica discursiva.
  • La alternancia entre la impotencia y la omnipotencia.
  • El bombardeo subliminal, malsano y malintencionado de la globalización.
  • La negación de la historia y la transculturización.

Obviamente el reto es de proporciones titánicas pero no todo está perdido, por un lado disponemos de hechos concretos que señalan los síntomas de la debacle del capitalismo, debacle que no salió de la nada, ha sido un proceso lento, viene desde su mismo nacimiento, en forma sutil, el mismo modelo, desde que comenzó a gatear, a cultivado, mejorado, optimizado y agigantado su propia autodestrucción, me estoy refiriendo a la “competencia”, este germen a facilitado, el consumismo y con él, la plusvalía.

La optimización ha sido a tal extremo que los mismos Estados, olvidándose de su responsabilidad hacia sus dueños (el pueblo), han fortalecido y por ende, han contribuido a su deterioro. Así, en el 2009, Tagarelli [4] nos dice: «[…] Pero el Estado […] no pereció ante la autoridad del capital privado, sino que consiguió fundir en un solo y mismo movimiento los intereses del capital con los intereses de los Estados centrales o hegemónicos ante un escenario mundial desigual. Esa unidad, que no es más que la unidad entre la economía y la política imperialista, significó la profundización y ampliación de la monumental capacidad del capitalismo monopolista para controlar cada uno de los aparatos del Estado que ejercían una suerte de sobredeterminación sobre el mercado mundial.»

Los tentáculos de esa “macabra alianza” no ha tenido limites, hasta el punto, que sus manifestaciones han sido publicas y notorias, la gravedad del cambio climático, la crisis moral y financiera internacional, uno como consecuencia del otro y ambos retroalimentándose en el tiempo.

Tal como lo señaló en el 2010 en Lima, Antonio Romero Reyes, “Elementos fundamentales para la teoría y estrategia de la transición socialista latinoamericana y mundial”, la grandiosa competencia, la mal sana y malintencionada competencia, “ha llegado a tales extremos que hasta la forma, color, presentación o envoltura, sabor y olor, material del que esté hecha la “cosa”, etc., es decir, todo lo relativo a la manifestación exterior de los productos consumibles, durables o no, es sinónimo de “competitividad”. Tremendo engaño para hacer creer a la gente común que el valor de las cosas proviene de su “exterioridad” así como de la “calidad” que diferencia esa misma exterioridad de otras similares, proporcionando la sensación de un bien “útil”, relacionando su tenencia y consumo con “calidad de vida”, proporcionando “identidad” a los modos de vida de los sujetos de cualquier género y edad, generando percepciones y hábitos psicológicos hacia esas exterioridades, que de pronto adquieren hasta vida propia y atributos mágicos imbuidos por una publicidad idiotizada e idiotizante”

Y así, refiriéndose a la televisión de entretenimiento (shows) en su país, Noam Chomsky sostuvo en un diálogo [5]: “Una de las maneras de afrontar una vida poco plena es comprar sin parar; pues bien, estos programas se dedican a explotar las necesidades emocionales de los espectadores y los mantienen desconectados de las necesidades de los demás. A medida que se van desmantelando los espacios públicos, las escuelas y los relativamente pocos espacios públicos que quedan trabajan para convertirnos en buenos consumidores”

Galeano, no se queda atrás y en el 2005 en su artículo “El imperio del consumo» (http://latinoamericana.org/2005/textos/castellano/Galeano.htm) nos dice: “Los expertos saben convertir a las mercancías en mágicos conjuntos contra la soledad. Las cosas tienen atributos humanos: acarician, acompañan, comprenden, ayudan, el perfume te besa y el auto es el amigo que nunca falla. La cultura del consumo ha hecho de la soledad el más lucrativo de los mercados. Los agujeros del pecho se llenan atiborrándolos de cosas, o soñando con hacerlo. Y las cosas no solamente pueden abrazar: ellas también pueden ser símbolos de ascenso social, salvoconductos para atravesar las aduanas de la sociedad de clases, llaves que abren las puertas prohibidas. Cuanto más exclusivas, mejor: Las cosas te eligen y te salvan del anonimato multitudinario. La publicidad no informa sobre el producto que vende, o rara vez lo hace. Eso es lo de menos. Su función primordial consiste en compensar frustraciones y alimentar fantasías: ¿En quién quiere usted convertirse comprando esta loción de afeitar?”

Y nos sigue diciendo: “El criminólogo Anthony Platt ha observado que los delitos de la calle no son solamente fruto de la pobreza extrema. También son fruto de la ética individualista. La obsesión social del éxito, dice Platt, incide decisivamente sobre la apropiación ilegal de las cosas. Yo siempre he escuchado decir que el dinero no produce la felicidad; pero cualquier televidente pobre tiene motivos de sobra para creer que el dinero produce algo tan parecido, que la diferencia es asunto de especialistas.”

Por el otro lado, disponemos de un escudo y una espada que nos permitirá enfrentarnos a la guerra y lograr la victoria, sí, a mi juicio, creo que el Iceberg de posibles herramientas y soluciones dispone de dos puntas, una representa la espada y es nada más y nada menos, que el Conocimiento, la otra punta, que representa el escudo es nada más y nada menos, que el concepto de Familia.

Sin lugar a dudas, estas dos puntas debemos afilarlas y explotarlas al máximo ya que solo ellas nos permitirán salir airosos en este reto de proporciones galácticas.

Notas:

  1. Wallerstein Immanuel (2005). Análisis del sistema-mundo. Siglo XXI. México.
  2. “El desarrollo de la Economía Política después de la muerte de Lenin ha tenido momentos de avance, momentos de estancamiento e, incluso, momentos de retroceso”. Entrevista a Dr. José Luis Rodríguez: “Los grados de libertad entre la economía y la política”. Dr Rubén Zardoya Loureda. En: Economía Política de la Construcción del Socialismo: Fundamentos Generales. Colectivo de Autores. 2006.
  3. Domínguez, E. M. “La Economía Política Marxista: Retos de un Tercer Milenio”. En: La Economía Política Marxista: Reflexiones para un Debate. Versión Digital.
  4. Tagarelli Diego (2009). Estado, Poder y Socialismo en América Latina. Globalización. www.rcci.net/globalizacion/2009/fg855.htm (Parte I) (tomado el 22/09/2012).
  5. Chomsky Noam (2007) [1999]. Educar para la libertad. Un diálogo con Donaldo Macedo, en La (des)educación. Crítica (Biblioteca de Bolsillo). Barcelona.

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Tarantino Salvatore. (2012, noviembre 14). Pase del modelo Capitalista al modelo Socialista y su proceso de transición. Recuperado de https://www.gestiopolis.com/pase-modelo-capitalista-modelo-socialista-proceso-transicion/
Tarantino Salvatore. "Pase del modelo Capitalista al modelo Socialista y su proceso de transición". gestiopolis. 14 noviembre 2012. Web. <https://www.gestiopolis.com/pase-modelo-capitalista-modelo-socialista-proceso-transicion/>.
Tarantino Salvatore. "Pase del modelo Capitalista al modelo Socialista y su proceso de transición". gestiopolis. noviembre 14, 2012. Consultado el . https://www.gestiopolis.com/pase-modelo-capitalista-modelo-socialista-proceso-transicion/.
Tarantino Salvatore. Pase del modelo Capitalista al modelo Socialista y su proceso de transición [en línea]. <https://www.gestiopolis.com/pase-modelo-capitalista-modelo-socialista-proceso-transicion/> [Citado el ].
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