Roberto De Vries sobre sexualidad laboral y poder organizacional

Dr. Roberto De Vries: “A la gente no se le juzga su vida sexual, a menos que sea un promiscuo o un escalador de poder”.

Producto de años de investigaciones experimentales y metodológicas con algunas empresas privadas en el país, el periodista, sexólogo y psiquiatra venezolano Dr. Roberto De Vries, madura que el tema del clima sexual organizacional, aparece como un poder abierto o encubierto dentro de las dinámicas empresariales venezolanas. Así lo hace saber en estudios rigurosos y mediciones que fueran revelados sólo a cada una de las tantas empresas privadas, objeto de su análisis. Por tanto, no quiso adelantar los resultados porcentuales, pero sí nos habla en la presente entrevista de las conclusiones sustraídas de sus estudios sobre clima organizacional.

De antemano, como primera sugerencia técnica del Dr. Roberto De Vries, las organizaciones tanto públicas como privadas deben profundizar en sus mapas de poder, en especial, en lo concerniente a las esferas del comportamiento erótico y afectivo sobre las cuales “no veo la investigación que haga honor a esa importancia”, insistió el médico, a lo que también agregó, partiendo de sus conclusiones, lo siguiente: “¡Qué se caiga el mito de que somos excelentes amores! Cuando vamos a las visualizaciones del amor encontramos un amor superficial sobre la base de puro acercamiento”.

Como parte de sus adelantos técnicos, De Vries, nos comenta que su investigación contiene un instrumento de recolección de datos aplicado como suerte de encuestas a focus group dentro de las empresas. Al respecto, el especialista expone que los mapas están conformados por quince acciones que son medidas en la escala del 1 al 10, y donde el amor es examinado como dinámica, por medio de percepciones. Se suman a sus mediciones las dinámicas del placer, la lucha, el saber y el tener.

Para el Dr. De Vries, al amor en los trabajos se le debe analizar desde el acercamiento como una primera acción. Igualmente, desde la aceptación y el mejoramiento. “En el trabajo con el otro observamos que nuestros amores son muy superficiales, evaluados desde la idea de sí dos personas se llegan a ver dos o tres veces más, ya somos íntimos amores. Y eso no es verdad. Las expectativas nunca se cumplen en el país”, insiste.

Como resultados de sus indagaciones en la administración privada venezolana, la dinámica más alta explorada es el disfrute en general, junto con la motivación y la satisfacción. “Nunca me he preguntado cuánto se disfruta dentro del trabajo. Me estás proponiendo una buena área de investigación… Cuando encontramos las acciones de mayor nivel, la mejor puntualizada en todas las clases sociales es la capacidad para disfrutar (entregarse a la experiencia) que es acción del poder y del placer. En el poder económico del tener, el valor más alto es el consumir. Esto nos da una ruta positiva del venezolano que es muy extraña… No es que nosotros consumimos para disfrutar, sin que disfrutemos para consumir. Entonces, el amor significa tener a alguien al lado y, si no hay relaciones profundas, la única forma de tener gente al lado, es a través del placer, el poder y el consumo”, dice.

De los resultados del mapa negativo en las organizaciones privadas del país, se observa la inversión (riqueza a futuro del venezolano) como parte del poder económico, junto a la producción y consumo. “Nosotros no invertimos para no sistematizar, eso quiere decir que nos queremos a propósito desconocer, es decir, no queremos explorar quiénes somos porque probablemente vamos a encontrar que no nos acercamos, que no investigamos y no invertimos para no conocernos”, piensa.

– ¿Por qué cree que el tema del ejercicio de la sexualidad en los trabajos “es tan poco explorado”?, como señalara en un e-mail, previo a ésta entrevista.

– Sí, porque la relación trabajo-sexo es mucho más profunda de lo que la mayoría de los empleados lo han visto. En el trabajo se originan demasiadas parejas circunstanciales y se suscitan gran cantidad de los deseos eróticos. No nos hemos dado cuenta de su importancia, por ser algo tan cotidiano y evidente. Entonces se cree que todo el mundo sabe mucho al respecto y a lo mejor no es así.

¿Cuál es la naturaleza de la relación entre los venezolanos respecto a los lugares donde trabaja?

– Como resultado de mis investigaciones y de otros colegas, el venezolano va a buscar al trabajo el amor que no consigue en su casa. El amor como afecto. Muchas de las aspiraciones del venezolano son completar, complementar o suplir todo eso. Para mí, el trabajo envuelve una fuente muy peligrosa de vínculos afectivos, pero el trabajo no es una vinculación en gran parte, ni siquiera para la productividad, no es una vinculación para el desarrollo del crecimiento intelectual, y no es para el desarrollo social, porque tendríamos mucho más capital social.

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– Entonces, ¿el amor en los trabajos será superficial?

– No he investigado los mapas respectivos. Pero, probablemente, si esto es válido inferirlo a otros niveles como se ha hecho, podría a ser que nuestro amor en los trabajos es superficial. Ello lo tendríamos que unir a las motivaciones básicas, como el poder que se busca en los trabajos. Es una vinculación a la afiliación que la defienden algunos autores y también yo. Es decir, que vamos a los trabajos a generar lazos de profundidad que no sabemos cómo establecer porque no conocemos cómo hacerlo, no sabemos ni cómo aceptar al otro como es y no sabemos mucho menos mejorar al otro. Allí, el amor es una búsqueda eterna del amor a través del gran consumo. El sexo laboral es otra negociación más. Pero, “el pana o panita”, es una relación de alianza circunstancial, porque hay un intermedio entre socio, aliado y amigo. Y no llega a ser amor nunca. Es decir, en “un(a) pana” no hay amor. No hay compromiso con el otro. Si trasladamos esto a los trabajos, lo más probable es que en ellos, el sexo -que no ha sido tan estudiado como puede ser-, forma parte de una alianza más.

¿Existirán dicotomías entre vida sexual privada y puesta en práctica de sexualidad en las organizaciones?

– No hay vida sexual privada, para mí la vida sexual es íntima. Para mí existen tres espacios: el público, el privado y el íntimo, porque cuando la gente llega a una actividad sexual, ya está en la intimidad del otro. Ahora, privada puede ser esa relación. Privado, un espacio… Parte de la crisis de las relaciones humanas está en saber diferenciar esa intimidad, de esa privacidad. Una vez que hubo sexo hay relaciones íntimas. Ahora volver de una relación íntima, a una relación privada, es frecuente, es decir: nos acostamos, nos conocimos. ¡Chévere!, nos fue muy bien, o nos fue muy mal o no pasó nada extraordinario, pero de allí puede pasarse al mundo privado.

– Entonces, hay empleados que llevan su vida íntima al trabajo y mantiene relaciones amorosas con otras personas dentro del trabajo…

– El chisme forma parte de los elementos de poder a analizar dentro de un ambiente laboral, es decir, cuando uno ve las relaciones íntimas valoradas por la parte sexual, si se realiza un perfil de vida sexual a cada uno de los integrantes del equipo laboral, en el fondo, se está logrando un aspecto muy importante del poder de esa personalidad. Es decir, si se tiene un poder que está fundamentado en su vida erótica, de dar placer o recibir, ya tienes un estatus diferente, a una gente que no dé placer erótico. Por lo tanto, viene el control social y la lucha de poder, que significa tratar de desprestigiar a través del chisme a quienes mantienen relaciones.

¿Qué piensa del desprestigio laboral partiendo del sexo?

– A mí juicio como sexólogo, psiquiatra y, sobre todo, como ser humano, no debería de ser nada de desprestigio una relación sexual. Si las relaciones son consensuadas, responsables y lo hacen bien, eso es perfecto. Aunque para las organizaciones es un elemento de poder y de visualización del mismo.

¿Qué opinión le merece la promiscuidad organizacional?

– Es un poder desorganizado, o es una forma de que alguien, con mucho atractivo sexual, quiera reforzar una parte de una sexualidad al hacer promiscuidad dentro de un mismo ambiente. Y esta tiene relación con la pregunta anterior, es decir, alguien muy promiscuo sexualmente, puede ser muy popular y esa popularidad le puede dar mucho poder, pero también, de algún momento a otro, se lo puede quitar, de acuerdo a cómo se manejen los chismes.

¿Qué opina de la homofobia dentro de las organizaciones?

– Todos los mecanismos de tipo legal hacen que ello se vaya comprendiendo. El papel de los medios ha sido muy bueno al respecto, donde el homosexual y la lesbiana forma parte de las exponencias normales que pueda tener cualquier persona.

¿Qué nos puede decir del machismo dentro de las organizaciones?

– Sí hay machismo, pero hay más castigo hacia el homofóbico que hacia el homosexual. Esas son dinámicas interesantes que se están formando en la administración pública y privada. Recibe más castigo social y laboral el homofóbico, que los homosexuales o las lesbianas. Ahora, quizás está castigada la homosexualidad abierta y promiscua, es decir, una típica conducta desaforada.

¿Qué piensa de “La operación colchón”?

– La operación colchón ya no tiene mucho éxito. Antes La operación colchón con toda aquella moral pacata era expuesta tanto, internamente, como en los medios de comunicación. Ahora como todo, es mucho más abierta, es como si dentro del poder sexual, la gente entiende que es honesto y que es deshonesto. Por ejemplo, el que busca un ascenso sexual, moviendo su sexualidad, ya entra rápidamente en el chisme, es destruido y es equiparado o normalizado por el mismo grupo de trabajo. Antes, era mucho misterio y el chisme era como más cerrado, subyacente. La conducta sexual está mucho más desmitificada.

Algunas profesiones parecen ser más propensas a que estos hablen más de otras personas. Por ejemplo, se dice que todas las secretarias o asistentes se acuestan con su jefe. Y hay otro que parece ser interesante de analizar y es que se presume –y desprende de los comentarios pecaminosos-, que todas las Gerentes de Asuntos Públicos o Comunicaciones Corporativas serían mujeres de los líderes de la organización.

– Son visiones, son percepciones, y son importantes en la medida en que sean percepciones, pero esa percepción reproduce o no la realidad, porque hay muchas asistentes que no tienen vida sexual con su jefe. Y hay algunas que sí lo tienen, pero lo bueno es que ahorita es mucho más abierto el tema.

¿Qué opina de las arremetidas morales y éticas en los trabajos?

– Para mí lo moral y lo ético son dos cosas diferentes. El ataque moral podría ser el ataque a unos valores percibidos por unas determinadas comunidades, mientras que los valores éticos ya son cutáneos a la dignidad. Lo que sí es mucho más importante es el acoso sexual y el mobbing que la conducta sexual de la gente. A la gente no se le juzga su vida sexual, a menos que sea un promiscuo o un escalador de poder. Pero la mayor parte de la gente piensa que la vida sexual de la gente se respeta y a eso ha contribuido el desarrollo de la ciencia, el desarrollo de la sexología y de las comunicaciones. Las series de TV han puesto a la gente tal cual somos, es mucho más abierto.

– Pero, ¿no tiene un descarrío exponer la sexualidad de ésa manera, sometiéndola abiertamente como en las series de TV? Hay series de homosexuales, por ejemplo. Existen canales como E! que transmite un programa en horario nocturno que promueve el sexo en sus diversas vertientes. ¿Existe libertinaje, exabrupto, exceso o qué en la TV mundial?

– Sí, a lo mejor lo hago con una visión de especialista de comunicaciones. A mí me parece que esa gente del programa de Naked Wild On busca dicha y placer, pero no se sienten felices. Todo eso, me parece una puesta en escena. Es muy fingido. Para mí, la alegría es una de las cuatro emociones básicas y es la que más le gusta a la gente. La alegría son tres cosas diferentes: dicha, placer y felicidad. La dicha es la celebración, es mucha celebración y es mucho placer sexual. He realizado varias críticas a dicho programa y noto que le falta la felicidad.

– Pero en los trabajos también se ve lo mismo: se mantiene relaciones sexuales y al día siguiente se olvidan de lo acontecido. Se lo planteo porque en alguna oportunidad logré percibir que un compañero de trabajo mantenía relaciones con algunas de las mujeres de allí, por lo menos eso sugería, y después decía que se olvidaba de ellas…

– Ese un proyecto muy venezolano. Es el proyecto de mucha dicha, celebración y placer; satisfacción con logros sensoriales para compensar la alegría, porque la misma no se hace sobre la base de estructuras más profundas. En la búsqueda de la dicha: el bonche, la dicha, la caña, las mujeres y/o los hombres, el sexo, etc. Si esa cultura se lleva a los trabajos, allí se generarán problemas. Tanto el hombre como la mujer que se muestran promiscuos, pero la misma dinámica organizacional, los va sacando poco a poco, a menos que sea el jefe y el dueño. Ganan muy mala fama y rompen su imagen. Yo he visto muchos casos donde éstos jefes que se aprovechan de su posición de poder para hacer sexo de repente les entra una acusación de mobbing o el desprestigio de “viejo loco o vieja loca”.

¿Qué opinión le merecen las políticas públicas en materia de sexualidad laboral?

– La Reforma Constitucional en Venezuela está pidiendo la no salida de un trabajo por libertad de género, eso me parece normal… Alguien por ser cero positivo no lo van a votar. A la gente no la van a votar por tener orientación sexual diferente. Desde el punto de vista legal está siendo muy protegido.

– Un estudio británico reveló que las trabajadoras han mantenido relaciones sexuales en el guardarropa, la oficina del jefe, el escritorio del jefe, el estacionamiento, el comedor y un armario. ¿Dónde prefieren los empleados venezolanos?

– No conozco mucho la administración pública ahorita. Violentar el sitio del máximo poder es un lugar interesante. Ahora, hay gente que tiene relaciones sexuales en los sitios más inconcebibles, producto de la emoción. Allí se mezcla la alegría con el miedo. El saber que pueden ser cachados, saber que están violentando una norma de poder, da cierto grado de excitación… Yo no tengo nada que ver con la vida de los demás, que la gente haga lo que quiera. No es importante que yo esté, o no esté de acuerdo, porque no seré quién genere las políticas sexuales para una compañía. Eso lo dirá la conciencia de cada cual.

Una nota de prensa señaló que el coqueteo laboral era saludable ¿Será realmente así?

– Eso es seducción, motivar al otro sexualmente. Disfrutar y hacer disfrutar con ese medio juego sexual que nunca se va a completar. Es bueno para todos los seres humanos, pero es especialmente bueno para algún tipo de gente que sueña con hacer, aunque todo se quede en la posibilidad que con el realmente hacer.

– Es decir, la posibilidad de un proyecto no alcanzado…

– Exactamente, porque eso excita y es excitante. Una seducción dentro de un ambiente eclesiástico lo vería peligroso, pero una seducción en un canal de TV es –quizás- lo normal. Todo depende de la profesión de la gente, del equipo, de lo que hagan… Una gente excitada, una gente motivada, una gente con disfrute y una gente sin satisfacción es un material medio peligroso de trabajar. Es decir, tener gente excitada por medio de seducción interna y no darle la salida, eso puede ser hasta cierto punto un peligro para las empresas.

– Durante un programa humorístico, uno de los anclas asumió públicamente que era despectivo el que alguna gente use el término de “barragana” por concubina. ¿Qué opinión le merece? ¿Será un estigma?

– Es horrible la palabra, es un concepto terrible por lo despectivo y el daño a la dignidad y al honor u orgullo de alguien… Una cosa es la situación sexual. Yo creo que eso es acuerdo de cada cual. Cuando la gente decide tener su amante oficial y las dos partes están de acuerdo y no es una relación de poder, ni de dominio, porque es allí donde está lo grave. Si está explotando su sexualidad a plena conciencia y la otra no está engañada, eso es un acuerdo, es una alianza: “Yo te ayudo en esto y tú me ayudas en esto”… Ahora, que sea moral o inmoral, eso depende de cada cual. Para mí lo importante sería que no fuera antiético, es decir, que no estuvieren haciendo un daño realmente trascendente a sí mismos o a cualquier otra persona, que no se estén hiriendo su dignidad o estén hiriendo la dignidad del otro. Es decir, que se valga de ese poder para atropellar al otro porque ya entraría un problema ético-ético, si lo va a usar como un poder para echárselo en cara a otras personas. Allí comienza a herir la dignidad y a hacer daño.

¿Cuál es la patología de las personas que son anti éticas desde lo sexual?

– Son gentes con grados de importante psicopatía.

¿Y no tiene esto relación con la autoestima?

– No podemos ser tan categóricos de que todo promiscuo laboral tiene baja autoestima, porque ésta es diferente a la autoconfianza. Hay gente que lo puede hacer muy bien, hay gente que lo hace muy mal y hay gente que le causa mucha culpa.

Son cuantiosas las inquietudes sobre este fascinante –desde lo científico- y polémico –desde lo social y humano- tema de la sexualidad laboral vs. el poder organizacional. Por tanto, igualmente queremos dejar varias preguntas abiertas para los que sientan el interés de su reflexión moral y ética, o colindante a las interpretaciones simplistas o liberales. Entonces, ¿qué opina usted de lo que sigue?: ¿El éxito profesional, espiritual y psicológico será compatible a la idea de poner en práctica la sexualidad laboral? A partir de las conductas humanas, ¿cómo ve usted intimidad laboral de la sociedad en la cual se desenvuelve? ¿Dónde queda la culpa por ejercicio de la sexualidad laboral anti ética y cuántos la somatizarán en ejercicio pleno laboral? O, ¿cuántos se han delatado frente a sus compañeros por complejos de estas prácticas? ¿Qué opinión le merecen las agresiones y el escarnio público de índole sexual en los trabajos? ¿Qué opina de la violación de los espacios vitales por interés erótico? ¿Qué piensa sobre el machismo organizacional inducido por homosexuales o bisexuales? ¿Qué le aconsejaría -desde su visión humana-, a los que mantienen relaciones amorosas en el trabajo? ¿Se habrán realizado estudios creíbles en Venezuela de cuántas personas acuden al psiquiatra o sexólogo por puesta en práctica de la sexualidad en los trabajos? En los actuales tiempos, ¿existirá represión cultural en los ámbitos de la sexualidad laboral por medio del acoso desde la óptica de discriminación o difamación? ¿Será “perverso o algo normal” tener fantasías sexuales en el trabajo? ¿Adónde pretendemos dejar a los afectados por las intrigas sexuales por rumorología y chisme? En sí, ¿las relaciones apasionadas afectarán o no a la empresa o institución?

Los apagones de la moral

Me gustaría Dr. De Vries que nos regalara sus buenos consejos y su opinión sobre éstos casos reales:

1.- Una actual coordinadora de eventos y protocolo (antiguamente de relaciones institucionales) vocifera en el trabajo que no le importaría ser mujer del jefe, lo ve como algo “lícito”, y abiertamente lo comenta en una reunión de trabajo. Ella misma, derrocha simpatía no verbal aunque se miente en su mismo gesto, y más cuando expone las orgías a las cuales –ella misma y explícitamente-, comenta que la han invitado a participar, aunque manifieste que no se prestaría, pese a dar los detalles y nombres de los involucrados. También, habla constantemente de senos, penes, nalgas, dildos o vibradores, con sus compañeros de trabajo.

“Ésta es una mujer muy erótica y probablemente muy insatisfecha, si estuviera satisfecha no hablaría de eso”.

2.- Un escritor y periodista publica un relato irónico donde se presume –y eso depende de cada lector-, que dos funcionarios anónimos podrían estar en “algo sexual” en una oficina, aunque el contenido narrativo sea netamente ético desde la visión particular del protagonista de la historia, que nada tendría por qué ver con el escritor ya que la historia fue estructurada de varias vivencias laborales. La historia está contada en primera persona para generar mayor empatía, sugestión, persuasión y otras técnicas literarias. No se sabe qué es lo que hacen los protagonistas de la historia porque se utiliza la técnica del engaño, entre otras. A los lectores les causa risa. Algunos -por ejemplo- sugieren que el cuento huele a vagina, cuando en realidad hiede a entre –distanciado de- piernas (Error), “posible culpa” del lector si fantasea uniendo las palabras y asumiendo ideas eróticas que nos están plasmadas explícitamente en la historia. Una acomplejada lectora “se delata” apropiándose de ella (el cuento fue realizado para una revista de ficción, ojo, repito, de ficción).

“Como imágenes literarias me parece muy atractivo. Cuando la gente se ríe y se burla de un relato –probablemente-, será para mostrar su propia angustia. Ese escritor es insinuante al trabajar con el sentido del olfato, pero como escritor logró algo interesante… Todo el mundo tiene fantasías eróticas, y más cuando hay varias personas reunidas, eso es normal. El lector lo puede confundir con un olor a vagina (risas)… El texto pudo ser producto de la genitalización del lector, aunque no tenga nada que ver ello con el relato… Esa es una literatura muy difícil de concebir”.

3.- El conductor oficialista de un programa televisivo sugiere públicamente que “cada cual hace con su cuerpo lo que le venga en gana”, lo cual da a entender que no le interesa la vida íntima de los demás. Una lectura de su discurso también podría suponer que ese conductor podría “estar haciendo con su cuerpo lo que le venga en gana”. Seguidamente, en el mismo programa de TV, realiza un comentario sobre otro personaje político contrario, insinuando sus posibles –posiblemente falsas-, preferencias sexuales, como chisme irresponsable y sin pruebas contundentes.

“Eso sugiere que hay una confusión interna, al menos que no esté diciéndolo porque no le molesta. Pero allí está irrespetando a la otra persona que a lo mejor no le gusta que ventile su vida o que invente cosas inciertas”.

4.- En una empresa se censura un volante de un grupo de empleadas que están en desacuerdo con el acoso sexual dentro de la empresa. Una gerencia impide su reproducción por respeto a la imagen institucional y clima organizacional.

“Esa es una conducta defensiva, y que trata de esconder algo que a lo mejor está pasando”.

5.- Un líder de una organización compra un espacioso sofá beige para su amplia oficina. El chisme que se corre fuera de la oficina es que han visto a la amante en el sofá y a él abrazándola.

“Esa es la vida íntima de cada cual, ahora de dónde sacó el recurso del sofá (risas)”.

6.- Ciertos empleados de una gerencia –quizás insatisfechos- le cambian el estatus a dicha dependencia, de Asuntos Públicos, pasa a conocerse –entre los de la misma oficina- como Asuntos “Púbicos”. Comentan los empleados que la ex gerente “ofrecía” a algunas empleadas, a altos ejecutivos. Al cambiar de gerente (de mujer a hombre), los empleados le alteran –nuevamente- el estatus a la respectiva gerencia (entre ello, la secretaria), ahora pasa a ser conocida internamente como La jaula de las locas. Exponen -los del cotilleo-, que el que lleva la batuta es el asistente del líder de la gerencia.

“Eso es broma… Probablemente sienten que hay mucha homosexualidad allí. Esto es despectivo, una burla. Eso va en contra de la dignidad, honor y orgullo de alguien”.

7.- Un profesor universitario acosa sexualmente a varias alumnas y negocia notas.

“¡Terrible!, ese profesor debería resolver sus problemas de sexualidad y no usar esa relación de poder para beneficio de ese poder ilegítimo”.

Otras realidades para que usted lector, opine:

1.- Una revista de tendencia oficialista trata el tema del ejercicio de la sexualidad en los trabajos. En el sumario dicho periodista ve factible (por su entrevistado) la puesta en práctica de las fantasías sexuales en los trabajos, como el hacer el amor sobre la mesa de la oficina, aunque contradictoriamente en la respectiva administración, han sido despedidos empleados encontrados en éstos actos.

2.- Un empleado agarra “con las manos en la masa” a dos altos líderes, los cuales estaban en pleno apogeo sexual. Despiden al empleado que los ve.

3.- Este otro líder casado primero, preñó a una secretaria con la cual tuvo un hijo. Pasado un tiempo, mandó a abortar a una coordinadora con la cual consiguió un deslice y luego la despide de su cargo “de mala manera”, delante de los demás empleados. Los comentarios hacia su última “adquisición”, promueve su condecoración y –de manera extraordinaria- de coordinadora la nombra gerente. Los empleados les ven haciéndose detallitos sentimentales y/o materiales abiertamente, dicen que “él le paga el gimnasio. Ahora comen juntos dentro de la oficina del líder. Ya no entra tanto él, a la oficina de ella. Ella, por comportamientos, aparenta ser su dádiva, aunque delata complejos profesionales con su equipo de trabajo” (entrecomillado porque es lo que suponen ciertos empleados)”.

Se sustrae de un foro virtual español y otro mexicano

Algún español dijo: “Creo que hay que plantearnos algunas cosas: 1) ¿Hay alguien que vale la pena? Mi oficina se ha caracterizado porque la mayoría de las veces hemos tenido elementos que no precisamente invitan a portarse mal. 2) Seguridad y Discreción: ¿Qué tanto la persona que pueda ser nuestro cómplice va a ser discreta?, ¿qué tanto nos conviene liarnos con alguien sin que haya consecuencias? 3) Tranquilidad: ¿Qué pasa si nos topamos con la típica vieja mitotera que luego quiere que uno le cumpla, o bien, que quiere darse atribuciones en el plano laboral sólo porque en el personal hubo algo. En España hay un dicho muy sabio: «Donde tengas la olla, no metas la polla». Si bien he conocido casos donde por una relación laboral han salido matrimonios felices, también hay que evaluar por salud mental qué tan conveniente es tomar estas decisiones. A todos se nos ha antojado alguna compañerita del trabajo, o bien hemos pasado por el acoso de una que otra aunque no cumpla con nuestros estándares, pero pienso que el trabajo es algo muy delicado y que podemos buscarnos muchos problemas”.

El mexicano en otro foro expuso: “Yo soy maestro de una universidad de acá de Monterrey y, pues, teniendo un montón de alumnas bellas, caí en la debilidad y la verdad que luche contra eso un tiempo pero como perdí mi ética y fui a conquistarme a aquella chica. De primero, se negó a salir conmigo, es más hasta se ofendió, ya pasando el tiempo y después de que ya me conocía un poco más acepto salir conmigo. Al cabo de otro tiempo nos hicimos novios. Ella tiene ahorita 24 años y yo 26. ¿Y qué creen?, exactamente mañana me caso con ella”.

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Díaz Ángel. (2007, noviembre 19). Roberto De Vries sobre sexualidad laboral y poder organizacional. Recuperado de https://www.gestiopolis.com/roberto-de-vries-sobre-sexualidad-laboral-y-poder-organizacional/
Díaz Ángel. "Roberto De Vries sobre sexualidad laboral y poder organizacional". gestiopolis. 19 noviembre 2007. Web. <https://www.gestiopolis.com/roberto-de-vries-sobre-sexualidad-laboral-y-poder-organizacional/>.
Díaz Ángel. "Roberto De Vries sobre sexualidad laboral y poder organizacional". gestiopolis. noviembre 19, 2007. Consultado el . https://www.gestiopolis.com/roberto-de-vries-sobre-sexualidad-laboral-y-poder-organizacional/.
Díaz Ángel. Roberto De Vries sobre sexualidad laboral y poder organizacional [en línea]. <https://www.gestiopolis.com/roberto-de-vries-sobre-sexualidad-laboral-y-poder-organizacional/> [Citado el ].
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