Generalmente el éxito es el resultado de una estrategia personal o profesional. Para crear esa estrategia debemos crear una visión sobre nuestro futuro deseado y debemos seleccionar muy cuidadosamente las metas que nos servirán de guía en el camino hacia al éxito. El tener una meta débil nos puede dar un resultado débil o una mejora temporal; el tener la meta correcta nos puede impulsar a lograr algo extraordinario y a sustentar nuestro desarrollo a mediano y largo plazo.
Algunos elementos de las metas
En el ámbito laboral es común la práctica del planteamiento de metas, ya que es parte del plan anual de resultados. De la misma forma al plantearse metas en otras esferas de la vida, intervienen varios de los factores que se utilizan en las metas de negocios. En ambos casos para que una meta funcione, a grandes rasgos hay que: definir claramente lo que se quiere lograr, establecer una fecha límite para lograrlo, desarrollar un plan de acción, traducirlo en pasos claros, proponer una estrategia para monitorear el progreso y tener clara cuál será la recompensa al conseguir los resultados.
El tipo de meta hace la diferencia
Vamos a revisar 2 diferentes tipos de metas: las Metas por Aversión y las Metas por Aspiración.
Las Metas por Aversión
Las Metas por Aversión son las que nos planteamos para evitar un sufrimiento o una incomodidad. Al alcanzar una Meta por Aversión, el beneficio que nos brindará es el “alivio” de evitar una consecuencia negativa, que no necesariamente implica una mejora o crecimiento. Por ejemplo: Pasar un examen o que no nos vaya tan «mal» como la vez pasada, llegar “menos tarde” para que no nos grite el jefe, “llevarla en paz» para no pelear con la pareja, “pensar en mis sueños” para sobrevivir un trabajo que no se soporta, etc. Las metas por Aversión fallan en llevarnos al éxito porque sirven para definir «que queremos dejar de ser» pero no nos ayudan a plantearnos en «que queremos convertirnos»‘. También de acuerdo a las investigaciones científicas las Metas por Aversión no mejoran nuestro bienestar general porque sólo brindan un alivio temporal; nos mantienen a flote pero no nos ayudan a avanzar.
Las Metas por Aspiración
Las Metas por Aspiración en cambio son las que nos planteamos para lograr una consecuencia positiva; y generalmente implican el tener una buena estrategia y plan de acción para su consecución. Por ejemplo: si yo me pongo como meta que «ya no quiero ser desorganizado», esto se está quedando en el plano de la aversión -no por dejar de ser desorganizado me voy a volver automáticamente una persona más organizada-. En cambio si yo aspiro a transformarme en una «persona organizada» debo tener claro el -«porqué»- lo estoy haciendo –“Quiero volverme organizado para manejar mejor mi tiempo y mis prioridades, para hacer lo que realmente me llena”. Además debo tener claro- “Qué”- tengo que hacer para lograrlo”- y comprometerme a desarrollar en mí los hábitos, la disciplina y el estilo de vida que me llevarán a mi meta: “Comenzar a usar una agenda, tener una lista con los pendientes del día sobre el escritorio, pegar un recordatorio en el espejo, etc.”. Tener presente todo el tiempo el “porqué” y el “qué”, te ayudarán a sostener tu cambio a largo plazo y a lograr los resultados que deseas.
En conclusión: las Metas por Aversión solucionan nuestros retos a corto plazo y nos ayudan a sobrellevar y a sobrevivir situaciones no deseadas. Las Metas por Aspiración nos ayudan a “Transformar” las situaciones adversas volviéndolas positiva y nos ayudan a crecer y a desarrollar nuestro potencial al impulsarnos alcanzar nuevos retos.
Fuentes:
- Positive Psychology: a Practical Guide – Bridget GrenVille-Cleave UK.
- Succeed: How to reach your Goals – Heidi Grant.
