Reflexiones sobre innovación basadas en los escritos del profesor Miguel Echevarría

Antes de entrar en tema, creo conveniente dedicarle unos instantes a dos puntas de iceberg que a mi modo de ver, juegan un rol fundamental en el mundo de la innovación.

La primera, por su trasfondo, por su impacto psicológico, social, económico, etc., esta primera punta, representa a algo que definitivamente, por un lado, dio excelentes resultados a la nación que salió victoriosa en una de las más grandes y sangrientas guerras de la humanidad, y por el otro lado, el resto de las naciones, lamentablemente, no aprendieron la lección.

Sí, estoy hablando del European Recovery Plan, más conocido como Plan Marshall. Éste, consistió en una súper inyección económica colosal; bajo la modalidad de préstamos y ayudas directas, se destinó a estimular y promover proyectos productivos, tecnológicos, industriales, científicos y de infraestructura. Como consecuencia, Europa vivió la fase de mayor crecimiento de su historia, con incrementos del 35% en la producción industrial entre 1948 y 1952, logrando alcanzar la producción agrícola previa a la guerra. OjO, cuidado con un Plan Marshall, reforzado, mejorado, optimizado y ampliado.

La segunda punta, por su importancia en el desarrollo de la humanidad, el hoy conocido y reconocido como el capital humano (inventario de conocimientos, habilidades y capacidades útiles a la producción que acumulan los individuos y las organizaciones, y por ende, las empresas y los países), principal responsable de la evolución de la productividad y en otros aspectos como son la competitividad y el crecimiento económico.

En la nueva estructura, los empleados y trabajadores dejan de ser vistos como un costo para considerarse como capital humano, socios técnicos en la innovación. Los conocimientos, habilidades y experiencias de los ingenieros y técnicos, son considerados como la fuente más importante de innovación.

En lo personal, NO concibo el término “capital humano”, más bien lo considero despectivo y denigrante, este término (todo lo que entra en el mercado se llama “capital”: capital natural, capital social, capital comercial, capital financiero, capital físico, capital industrial, capital humano), representa hoy toda una teoría, cuyo origen se remonta al año 1776 con el aporte del padre del capitalismo, Adam Smith, en su obra » Una investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones (título original en inglés: An Inquiry into the Nature and Causes of the Wealth of Nations), o sencillamente La riqueza de las naciones», debería ser borrada de nuestro léxico, somos seres humanos, seres pensantes con imaginación, raciocinio e inteligencia.

En total sintonía con lo señalado por José de Souza Silva et. all. [1], en la obra «La Innovación de la Innovación Institucional» (Red nuevo Paradigma, Quito, Octubre 2005), «…revelando el talento para pensar más allá de la experiencia existente y del conocimiento previo. Somos “talentos humanos”. Una cosa es la capacidad para manipular “recursos” o “capitales”, otra cosa es el talento para gerenciar talentos, movilizando su imaginación, capacidad y compromiso, desde el contexto, la interacción y la ética.».

Bien, teniendo presente estas dos puntas de iceberg, entremos en tema.

Innovación

El término innovar etimológicamente proviene del latín innovare, que quiere decir cambiar o alterar las cosas introduciendo novedades [2] y ha recibido un número considerable de definiciones:

Peter Drucker

“La innovación es la herramienta específica de los empresarios innovadores; el medio por el cual explotar el cambio como una oportunidad para un negocio diferente (…) Es la acción de dotar a los recursos con una nueva capacidad de producir riqueza. La innovación crea un ‘recurso’. No existe tal cosa hasta que el hombre encuentra la aplicación de algo natural y entonces lo dota de valor económico “[3]

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Freeman C.

“La innovación es el proceso de integración de la tecnología existente y los inventos para crear o mejorar un producto, un proceso o un sistema. Innovación en un sentido económico consiste en la consolidación de un nuevo producto, proceso o sistema mejorado (Freeman C. (1982). The Economics of Industrial Innovation, 2a ed. London, Franes Printer, página 7, citado por Medina Salgado y Espinosa Espíndola [2]).

Comisión de las Comunidades Europeas – COM (2003) [4]

«La innovación consiste en «producir, asimilar y explotar con éxito la novedad en los ámbitos económico y social» [5]»

Y así pudiera seguir y seguir señalando autoridades y sus conceptos pero creo que ya es hora de poner sobre la mesa lo señalado, magistralmente, por el catedrático de Economía Aplicada y profesor ordinario de Historia del Pensamiento Económico en la Universidad de Navarra, el profesor Miguel Alfonso Martínez-Echevarría, quien nos dice en su artículo “El Enigma de la Innovación” que el “crecimiento y la innovación se escapan a las visiones positivistas de la acción humana, y que es conveniente adoptar otras perspectivas”

Este autor, experto en el tema, asegura que “sólo desde un enfoque humanista, que entiende al hombre como lo inesperado, es posible alcanzar un sentido más amplio de la racionalidad, que permita descubrir el verdadero sentido de la innovación y el camino para fomentarla.”

Y así, para defender dicha tesis se dio a la tarea de realizar una breve exposición de las dificultades que encontraron el economista británico Alfred Marshall [6], el filósofo, economista, jurista, historiador, politólogo y sociólogo alemán, Maximilian Carl Emil Weber, conocido como Max Weber y el profesor, economista y sociólogo austro-estadounidense Joseph Alois Schumpeter, cuando trataron de explicar la innovación, y más en concreto, la acción del empresario.

Alfred Marshall a diferencia del economista matemático francés, León Walras (quien consideraba la economía como un puro problema matemático), enamorado de la teoría del evolucionismo biológico, intentó, empleando la metáfora biológica, construir el tipo de ciencia económica que buscaba.

Aseguraba que la biología evolucionista era lo más adecuado para elaborar una ciencia de la acción humana, donde se podría compaginar predicción con innovación.

Echevarría, nos dice que la similitud de Marshall, entre la biología y la economía tiene su raíz en la estructura de la división del trabajo que conlleva especialización y organización. “La base de todo el proceso de creación de riqueza es la acumulación de conocimiento, que da forma y organización a los procesos sociales, potenciando la producción. Conocimiento y organización son, para Marshall, los factores esenciales de la producción y el desarrollo, tanto de la economía, como del hombre mismo. Mediante el conocimiento y la organización, la empresa se adapta de manera dinámica a las cambiantes condiciones del mercado, dando lugar a la aparición de nuevos productos, nuevos procesos o nuevas formas organizativas. Innovaciones y cambios que, según Marshall, dependen de la actitud de la persona que realiza el papel de líder en el seno de la empresa.”

Max Weber resalta y coloca el acento en la importancia y la necesidad del «carisma» y así, Echevarría nos dice: “La conclusión de Weber es que sin la irracionalidad de una pasión, que las impulse y las dote de nuevos fines, las burocracias están destinadas, más pronto o más tarde, al colapso de su propia eficiencia. Para que eso no suceda, necesitan del «carisma», ese soplo de vida llegado desde fuera, que impulsa nuevos modos de hacer. La tarea de crear valor, de llevar adelante la innovación es, pues, la esencia de eso que Weber llamaba «carisma», algo situado más allá de las posibilidades de la racionalidad instrumental.”

No es casual, más bien, no deja de ser paradójico el hecho innegable que corporaciones eficientes sientan cada vez mayor necesidad de contar con directivos carismáticos e innovadores, capaces de inyectarle democracia al andamiaje burocrático, capaces de minar con partículas de humanidad al aparataje burocrático, capaces de implosionar el comportamiento rutinario y sin imaginación, capaces de eliminar el «despotismo de las burocracias», que, más temprano que tarde, acaba en metástasis que colapsan y destruyen la eficiencia de toda empresa o mega empresa (corporación).

Joseph Alois Schumpeter, uno de sus conceptos que más influencia ha tenido es el de innovación, según este profesor, economista y sociólogo, existe un estado de no crecimiento, el «circuito» económico, y un estado de crecimiento, la «evolución». El paso del «circuito» a la «evolución» se efectúa por medio de las innovaciones, que constituyen el motor del crecimiento.

Schumpeter conocía y admiraba la teoría walrasiana, la filosofía de Hegel, Marx y Nietzsche, la economía de Menger y la sociología de Weber. Esta gama de puntos de vista, muchas de ellas antagónicas, están presentes en sus obras y predicciones. Este gran economista, sociólogo, intelectual y pensador social se mostraba totalmente pesimista sobre las posibilidades de supervivencia del sistema capitalista; al mismo tiempo, y dentro de su visión de origen marxista sobre la transformación dinámica (dialéctica) de los sistemas económicos, sugería que a ese capitalismo desfalleciente le sucedería por imperativo de la lógica económica y no económica un nuevo sistema: el socialismo ).

Ahora bien, en sintonía con el profesor Echevarría, es realmente notable y evidente la manifiesta tensión en sus obras entre lo estático y lo dinámico, entre el equilibrio y el crecimiento, entre el economista y el empresario. Su objetivo y gran reto, era lograr una teoría económica que diera entrada a lo dinámico y a lo innovador en el paradigma, frio y estático, walrasiano.

Y así, Echevarría nos dice: “para Schumpeter la economía era un proceso evolutivo tendente al equilibrio, un flujo circular, no regular, pero estacionario. Si no hay innovación, ese flujo circular permanecerá estable, comportándose de modo perfectamente previsible. Todo está determinado por el contorno institucional establecido. El único modo de alterar esa tendencia al equilibrio es mediante la aparición de la innovación.”, y nos sigue diciendo: “La innovación, una vez introducida en el seno del proceso circular, provoca la aparición de fuerzas de reacción que progresivamente van restaurando la estabilidad, y llevan a una nueva situación de flujo circular, configurada por un nuevo entorno institucional. […] Según la visión de Schumpeter, el empresario se convierte en una especie de demiurgo del capitalismo. Su misión es agitar las aguas periódicamente, para mediante un proceso de «destrucción creadora», hacer surgir continuos motivos para la inversión y el beneficio. El capitalismo es por naturaleza una forma de cambio económico que nunca puede ser estacionario. Por eso hace falta un demiurgo encargado de golpear el cuerno de la abundancia para que vuelque nueva riqueza y progreso.”

Este vuelo rasante y muy superficial de las posturas de Marshall, Weber y Schumpeter, muy bien relatadas por Echevarría, parece sugerir que lo concerniente a los modelos neoclásicos de crecimiento y la innovación están siendo controlados y dirigidos por nuestra incapacidad metodológica, por nuestra miopía para descifrar y afrontar la naturaleza esencialmente cultural de las causas del desarrollo económico.

Y nuevamente, haciendo uso de las palabras del profesor Echevarría: “Ya en el siglo XIV los humanistas italianos habían dicho que para que las repúblicas fuesen fuertes y permitiesen una vida verdaderamente humana y civil, era imprescindible poner en práctica políticas encaminadas a la participación, al compromiso de todos con los objetivos comunes. Lo que perseguían no era primariamente enriquecerse, sino lograr mejores ciudadanos y mejores personas. Es cierto que daban importancia a las riquezas de la ciudad y a los modos de incrementarlas, pero sabían que esto era un efecto, no una causa. No buscaban la riqueza por la riqueza, sino que la consideraban una consecuencia natural de una mejor cultura política de los ciudadanos.”

Profesor Echevarría, mis respetos, felicitaciones y GRACIAS por sus aportes.

Notas al pie

  1. José de Souza Silva, Juan Cheaz, Julio Santamaría, María Adriana Mato Bode, Suzana Valle Lima, Antonio Maria Gomes de Castro, Leonardo Salazar, Albina Maestrey, Nelson Rodríguez, Patricio Sambonino, Freddy Javier Álvarez-González
  2. Medina Salgado C. y Espinosa Espíndola M. (1994). “La innovación en las organizaciones modernas”. )
  3. Drucker Peter (1985). La Innovación y el empresario innovador. Ed. Edhasa.
  4. COM (2003) “Comunicación de la Comisión al Consejo, al Parlamento Europeo, al Comité Económico y Social Europeo y al Comité de las Regiones”. Política de la innovación: actualizar el enfoque de la Unión en el contexto de la estrategia de Lisboa. Bruselas (11-03-2003). (http://eur-lex.europa.eu/LexUriServ/LexUriServ.do?uri=COM:2003:0112:FIN:ES:PDF)
  5. Véase COM (1995) 688, que da también una definición más detallada: «la innovación es la renovación y la ampliación de la gama de productos y servicios, y de los mercados asociados; la instauración de nuevos métodos de producción, suministro y distribución; la introducción de cambios en la gestión, la organización del trabajo así como en las condiciones de trabajo y las calificaciones de los trabajadores». Estas definiciones siguen siendo una base válida para nuestro enfoque de la política de innovación y corresponden a la idea que el Consejo Europeo de Lisboa se hizo de la importancia de la innovación para la competitividad.
  6. Por favor, no asociar al economista británico Alfred Marshall con el Plan Marshall ya que éste recibió el nombre del Secretario de Estado de los Estados Unidos, George Marshall, quien lo dio a conocer en el discurso del 5 de junio de 1947 en la Universidad Harvard, haciendo públicas las líneas generales de la contribución de Estados Unidos a la recuperación europea tras lo acontecido en la Segunda Guerra Mundial.

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Tarantino Salvatore. (2012, diciembre 5). Reflexiones sobre innovación basadas en los escritos del profesor Miguel Echevarría. Recuperado de https://www.gestiopolis.com/reflexiones-innovacion-profesor-miguel-alfonso-martinez-echevarria/
Tarantino Salvatore. "Reflexiones sobre innovación basadas en los escritos del profesor Miguel Echevarría". gestiopolis. 5 diciembre 2012. Web. <https://www.gestiopolis.com/reflexiones-innovacion-profesor-miguel-alfonso-martinez-echevarria/>.
Tarantino Salvatore. "Reflexiones sobre innovación basadas en los escritos del profesor Miguel Echevarría". gestiopolis. diciembre 5, 2012. Consultado el . https://www.gestiopolis.com/reflexiones-innovacion-profesor-miguel-alfonso-martinez-echevarria/.
Tarantino Salvatore. Reflexiones sobre innovación basadas en los escritos del profesor Miguel Echevarría [en línea]. <https://www.gestiopolis.com/reflexiones-innovacion-profesor-miguel-alfonso-martinez-echevarria/> [Citado el ].
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