Fin del romanticismo y cambio en las relaciones humanas

Silvia y Roger llevan poco tiempo de conocerse. Sin embargo afirma Silvia «en un lapso de tres días éramos ya una pareja vieja”.

Esto sucede sí: uno se entrega pronto a una intimidad y vinculación muy fuertes, Sin haber tenido el tiempo suficiente para descubrirse el uno al otro.

Hemos saltado sobre el largo tiempo de la espera, de la búsqueda, en el que se sueña con el otro, se espera su mirada.

¿Ha pasado el tiempo de los sueños? ¿Se extingue la pasión?, ¿no tienen ya los jóvenes tiempo para descubrirse? .Aún peor: ¡habrá allí donde aún es posible algo para descubrir, en una época en la que los sexos se aproximan más y más, en la que los hombres se hacen femeninos y las mujeres mascu¬linas sobre la base de una serle de arrolladoras evoluciones morales y sociales!

Una francesa es tan atrevida como para afirmarlo. Se trata de Elizabeth Badinter, quien es profesora de filosofía en Paris. Ya una vez ha conmovido ha así gran público a través de su afamada obra, “Amor Materno”.

En ella Madame Badinter rastrea la historia de un sentimiento, desde el siglo XVII hasta hoy, para probar impávidamente, como aún un sentimiento tan íntimo y aparentemente natural en su origen, no es nacido con la persona, sino que depende de condiciones sociales atinentes a la cultura.

Touche en el corazón: ahora va un paso más allá. Irreverentemente, aunque con fundamento científico, Badinter dirige ya su mirada a las parejas modernas. Y se dice que con esto ha conseguido dar en pleno corazón de los franceses. Con su obra “Yo soy tú” las nuevas relaciones entre hombre y mujer o la revolución andrógina, la profe¬sora trata sin romanticismo alguno de los sentimientos románticos, desde hace siglos patrimonio cultural de los franceses.

Por ejemplo nostalgia hogareña, afectos peligrosos, éxtasis y otras sensaciones vivificantes son desmitificados y despojados de su encanto (charme) por la encantadora Francesa y declarados anacrónicos, fuera de época.

Pues según una de sus más ardorosas tesis después de 1000 años de autoridad patriarcal, se ha producido en los últimos 20 o 30 años en los países occidentales, un cambio que se arraiga en lo más profundo.

El hombre y la mujer, son gracias a él, empujados a abandonar los espacios y roles, disociados (disociantes) y aislados (aislantes) que les fueran tradicionalmente asignados. El antiguo principio del complementarismo, de la diferenciación de los sexos resulta reemplazado, en un arrollador proceso de la civilización; por el principio de la igualdad.

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Los opuestos se diluyen mientras las similitudes se agrandan; el otro no es ya más un “continente lleno de misterios”, cuyo acertijo solo el amor penosamente conquistado es capaz de resolver.

De allí sale el vértigo de la pasión. Pues según Madame Badinter “es ella la que excluye las pruebas, los obstáculos y las prohibiciones. No puede ser separada de las infracciones a la ley moral y social…”

Aún en los años 50 eran vigentes tales leyes. Lo reflejan por ejemplo los films de aquella época. El aburrido proceso de la conquista amorosa compuesto de trampas y resistencias era el fundamento.

Aquella que entonces era joven, temblaba en la platea y se preguntaba si aquellos dos de arriba se gustaban o no. La última escena era sin duda hermosa, cuando bien acompañada de música, resultaba en la unión de ambos cuerpos. Esta última garantizaba la fusión de los corazones en uno.

Hoy, en la pantalla como en la realidad, las cosas son más rápidas. Y se sabe que no solo en Francia. Los padres de hijos adolescentes habitualmente «no dramatizan”, cuando su hijo tiene una relación íntima. Al contrario, uno se alegra, cuando los hijos saben de qué se trata.

La sociedad con sus cada vez más duras ofertas educativas, presión de la competencia y falta de perspectivas laborales, se muestra de todos modos, a través de creciente frialdad y anonimato.

Es aquí donde cobra importancia el calor y la intimidad del «cajón de las relaciones” en el que uno se desliza velozmente ante la inclemencia.
No importa que no sea eterno, ¿Quien sabe que será del mañana, en lo laboral, en lo político y en la salud…?

Para la pregunta ¿qué es realmente lo normal?, la generación de nuestros padres en los 50 habría tenido solamente una respuesta: ¡desde ya la familia! Con el padre que trae el dinero a casa y la madre que atiende y provee a la casa y a los niños, para que alguna vez también ellos puedan obte¬ner una vida decente. Sonreían compasivamente y con suspicacia ante las “formas de vida desviadas” De la tía que no se casó, la que no consiguió ninguno. Uno se condolía. La vida de pareja no legalizada que llevaban Jean Paul Sartre y Simón de Beuvolr pasaba por la pura provocación. Algo así le perdonaba uno a los intelectuales excéntricos, nunca a la propia hija. Un hijo fuera del matrimonio era una vergüenza, y algunas madres apenas podían soportar que su hija se separase después de 10 años de unión.

Entretanto, los casos normales apenas se distinguen de los especiales. Los que viven solos, ya no más figuras sombrías, conforman de todos modos un tercio del total de las familias; parejas sin “fe de matrimonio” pasan largamente el millón, según una apreciación del Ministerio de la Familia Francés. Los padres que crían solos a sus hijos crecen en número.

Mientras tanto, 1,3 millones dé niños viven con el padre o la madre solitarios, que los cría. Que una mujer sola conscientemente tenga un hijo, sin la documentación matrimonial ni socio aparente, ya no es ningún drama. También van apareciendo los primeros padres (ellos) solos que defienden valientemente sus derechos.

¿Qué fue de la familla chica clásica? Si uno se lleva por las más recientes investigaciones del Deutsche Ingendin stltuddnatl tuto alemán para los jóvenes, ha caído del 80 al 40$ el total de las familias, un cambio digno de atención ¿pero será también causa para preocuparse? Tiene que ver con la pregunta ¿qué está pasando con la familia?, que es justamente el título de un amplio estudio sobre la situación de la familia hoy día, presentado hace poco por el instituto alemán para la juventud de la ciudad de Munich. Sin embargo, ya en el prólogo del trabajo conjunto llevado a cabo por más de 50 renombrados científicos es relativizada la preocupación: la queja por una «crisis de la familla” es prácticamente tan antigua, como la interpretación política y sobre todo la investigación científica de la misma.

Los editores advierten varias veces, que la muerte, enfermedades o derrota de la pareja y la familia, se producirán continuamente siempre que las viejas costumbres trasmitidas y aceptadas sean cuestionadas y despojadas de la fuerza que han sabido tener como probadamente positivas…

Fuera con los esquemas de vida rígidos; bienvenido el libre despliegue y revelación del propio yo. Así se perfila, según muchos científicos, la evidente tendencia actual hacia el individualismo en nuestra sociedad de riesgo, ¿abnegación y renuncia al mejor estilo de nuestras abuelas? eso ya no parece estar más en “vogue”. «Yo hago lo que yo hago, y tú haces lo que tú haces». No estoy sobre este mundo para estar a tu servicio y viceversa. Si casualmente nos encontramos, maravilloso; y si no mala suerte. Nada se puede hacer: “es como la muerte…” Así reza un poema muy citado de una afamada terapeuta.

¿Detrás de tal concepto sobre la vida no acechará la soledad? ¿La extrema carencia de vínculos?. También sobre esto ha meditado nuestra Elizabeth Badinter. Su hallazgo: la soledad no es ya para muchos jóvenes un fantasma estremecedor, comparada con el infierno de una vida equivocada para dos.

Que esta vida para dos no debe necesariamente fracasar, de ello la mejor prueba es la misma profesora de muchachas en filosofía, madre de tres adolescentes y feliz esposa. En lugar de falsas expectativas, anhelos incumplidos y todos los sentimientos profundos que causan sufrimientos y poca felicidad, habría según su parecer, algo nuevo y bueno para Intentar: ternura, afecto fraternidad (camaradería), confianza.

Si el hombre y la mujer se atreven valientemente a escaparse de sus viejos roles (salir del cajón}, pueden llegar a ser “compagnons” (socios compañeros), gente que parte entre sí su pan y respeta recíprocamente la libertad de cada uno. Nada más ni nada menos.

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Astegher Nelson. (2007, noviembre 7). Fin del romanticismo y cambio en las relaciones humanas. Recuperado de https://www.gestiopolis.com/fin-del-romanticismo-y-cambio-en-las-relaciones-humanas/
Astegher Nelson. "Fin del romanticismo y cambio en las relaciones humanas". gestiopolis. 7 noviembre 2007. Web. <https://www.gestiopolis.com/fin-del-romanticismo-y-cambio-en-las-relaciones-humanas/>.
Astegher Nelson. "Fin del romanticismo y cambio en las relaciones humanas". gestiopolis. noviembre 7, 2007. Consultado el . https://www.gestiopolis.com/fin-del-romanticismo-y-cambio-en-las-relaciones-humanas/.
Astegher Nelson. Fin del romanticismo y cambio en las relaciones humanas [en línea]. <https://www.gestiopolis.com/fin-del-romanticismo-y-cambio-en-las-relaciones-humanas/> [Citado el ].
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