Enseñanza virtual en el sector corporativo en España

Learning Review me ofreció, allá por el mes de junio, participar en una mesa redonda en el marco del Virtual Educa Zaragoza 2008. Debía hablar sobre el mercado español del e-learning corporativo, aunque sólo dispondría de 15 minutos. Enseguida me puse manos a la obra, porque tenía en verdad algunas cosas que decir al respecto; pero quería, desde luego, responder debidamente a las expectativas de la audiencia, y contacté con amigos de APeL y Aefol, y mi jefe de Nanfor Ibérica, en busca de información cuantitativa.

(Debo intercalar este párrafo, más regresivo que digresivo. Creo que empecé a publicar artículos sobre el e-learning en España hace unos diez años, y puede que pasen del centenar; pero me quedan cosas por decir y celebro las oportunidades para hacerlo. Quienes en el sector me conocen, me conocen sobre todo por los artículos; pero siempre he hablado o escrito, con o sin acierto, desde la óptica del docente y el discente, y aún hoy, si se entra en Google con estas dos palabras, e-learning y calidad, aparecen textos míos enseguida, incluso del año 2003. O sea que no pensaba yo extenderme en cifras de horas y euros…).

En mi búsqueda paralela de información por Internet, pronto llegué a la conclusión de que había cifras para casi todos lo gustos, aunque haya desde luego informes o estudios más completos que otros, e informaciones más objetivas y fiables que otras. Me sorprendieron algunas estadísticas que unían el e-learning con el blended learning, para comparar el conjunto con las cifras ofrecidas sobre formación presencial, pero interpreté que se pretendía así mejorar la imagen del e-learning. Seguramente puede decirse que los cursos electrónicos (on line u off line) representan a lo sumo el 10% de la formación total y formal orquestada en las empresas y organizaciones, pero el reparto es muy desigual, y la media bastante baja: no debería eludirse un examen de conciencia.

Resumiendo mis impresiones, acabé primero necesitando una mayor precisión sobre lo que debemos entender tanto por e-learning como por blended learning, e incluso por formación presencial; luego acabé reafirmándome ―y así lo dije más tarde en Zaragoza― en lo que ya pensaba años atrás: “el e-learning bate alas, pero no echa a volar”. Con una cierta abstracción, diría que el e-elarning formal ha crecido estos años por debajo del avance de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), pero, en cualquier caso, por debajo de lo previsto años atrás.

No obstante, hay un e-learning que sí parece estar disparándose: el e-learning informal, a través de Google u otro buscador. Hay quien piensa que Google es la mejor herramienta de aprendizaje on line, y yo sólo añadiría que tal vez sea, si acaso lo es, la mejor herramienta “exógena”; pero de nuestras herramientas “endógenas” de aprendizaje hay mucho más que decir, y por ello le dediqué algunos minutos en mi ponencia (disponible en la Red).

Ciertamente resulta casi imposible imaginar hoy un programa formativo presencial en las empresas, en que los aprendedores no se relacionen unos con otros, o con los docentes, por e-mail u otra solución colaborativa; o no busquen información complementaria en Internet. Por eso se me diluye un poco el concepto de blended, que, por otra parte, podría valer para una combinación de métodos cualesquiera. Pero también hay que atribuir indefinición al propio e-learning, que, por ejemplo, para algunos excluye el caso del mero e-reading: yo, desde luego, ahora con la gorra de aprendedor, y si sólo se tratara de eso, prefiero leer en papel que en pantalla… O sea que, como he pensado siempre, resultaría tal vez más significativo dividir la formación continua por contenidos, en vez de hacerlo por canales o métodos: hasta en la formación presencial acaba habiendo TIC. (Recuerdo por cierto que mis primeros diseños de Enseñanza Asistida por Ordenador, en los años 80 y en aquellos floppies, eran luego utilizados por los usuarios… ¡reunidos en aula!

Quise también en Zaragoza enfocar la atención de la audiencia sobre los cuatro hiatos a que me refiero siempre que hablo en público de estas cosas: el paso de la tecnología a la información (1º), el de la información al conocimiento (2º), el del conocimiento al desempeño profesional (3º), y también el del conocimiento a la inexcusable innovación (4º). La economía emergente nos obliga a fijarnos más en aquellos pasos en que no lo venimos haciendo suficientemente —el 2º y el 4º—, porque a la productividad y la competitividad no se llega sólo con la alfabetización digital.

Los productos para el aprendizaje on line deben proporcionarnos información sencilla de traducir a conocimiento sólido, valioso y aplicable. “El conocimiento llega de la información y no de la tecnología, guste o no guste a los tecnólogos del sector del e-learning”: cuando esto digo, miro con prevención a la audiencia, por si algún tecnólogo me tira un tomate. Perdonen la expresión coloquial con que escribo, pero es que lo hago en bañador, en domingo (hoy acaba de ganar el Tour nuestro Carlos Sastre: bravo, Carlos), en el porche de mi casa del pueblo (que no tenía yo este año presupuesto para playas). Sigamos.

Me mostré optimista con el futuro del e-learning, principalmente porque tocaba hacerlo; pero pedí públicamente una urgente reingeniería de los procesos de producción de cursos, con mayor presencia y protagonismo de los docentes: por aquí pasan, creo yo, las soluciones de aprendizaje “más rápido”, “más efectivo”, “más grato”. El e-learning parece haber dado sus primeros pasos como un derivado del avance tecnológico, pero tal vez habría de seguir mejor andando (o volando) como un derivado, por un lado, del avance metodológico en la docencia, y, por otro, del empowerment del usuario y su decidida apuesta por el lifelong learning.

En Zaragoza no quise ser tan explícito, ni tenía tiempo para ello, pero yo creo que hay en nuestro sector del e-learning dos tipos de relaciones paralelas. La primera y más consolidada es la existente entre los directivos y comerciales de las empresas proveedoras, y las áreas de recursos humanos y formación de sus empresas clientes. Ambas partes parecen haber convenido negocio en la consolidación del sistema que conocemos: un sistema dispuesto para el mejor aprovechamiento de la tecnología, pero que quizá atiende menos a la metodología y el contenido que procuran la materialización del aprendizaje.

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La segunda —más desnutrida— relación a que deseo referirme es la de los docentes diseñadores de los cursos on line, con los usuarios de estos productos. Ambas partes, docentes y discentes, no parecen contar mucho, y, tal vez y a veces, “se dan por eludidos”; sin embargo, el buen docente hace su storyboard pensando en el discente, y éste se acuerda de aquél para bien o para mal, pero quizá especialmente si le echa de menos.

Si los aprendizajes electrónicos eran poco significativos años atrás, y así lo denunciaba un representante de la Fundación Tripartita en un Expoelearning (2005) de Aefol en Madrid, temo que lo sigan siendo; que lo sigan siendo por falta de contenidos idóneos, con esmero didáctico diseñados. Alguien, con mayor poder que los propios usuarios (en mi opinión tan “eludidos”, sí, como los docentes), debería velar por la eficacia de los productos de e-learning, y temo que aquí las normas de calidad que venimos conociendo, aun intentando contribuir a ello, no nos procuren la solución decisiva que buscamos.

Hablemos, si les parece, más del lifelong learning, y no tanto del e-learning o el blendend learning. Yo apunté algunas asignaturas pendientes del aprendizaje, y buena parte de ellas se ubican en el segundo y cuarto hiatos, pero eso no significa que no haya que seguir trabajando en el primero y el tercero, y aun fuera del esquema de los hiatos. Hablé del aprendizaje “total” (que incluye aprender aquello que nadie sabe todavía), del informal, del inconsciente, del autodidacto, del autotélico…, e incluso de una vaca llamada Blossom, y claro, hice sufrir a mi querido amigo Erez Itzkovich (moderador): perdóname, Erez.

Para terminar este rápido recuerdo de los mensajes de mi ponencia, reproduzco una frase de Thomas O. Davenport que incluí casi al final, y que ya resultaba vigente en el escenario finisecular: “Los trabajadores no son jarros que haya que llenar; son protagonistas en el empeño de llenarse a sí mismos de aprendizaje. Los trabajadores son propietarios de capital humano y demandan el control de sus procesos de aprender…” Me pareció necesario insistir en que los términos “capital humano” y “recursos humanos” no son sinónimos, salvo que nos refiramos a los “recursos de los seres humanos”.

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Enebral Fernández José. (2008, agosto 12). Enseñanza virtual en el sector corporativo en España. Recuperado de https://www.gestiopolis.com/ensenanza-virtual-en-el-sector-corporativo-en-espana/
Enebral Fernández José. "Enseñanza virtual en el sector corporativo en España". gestiopolis. 12 agosto 2008. Web. <https://www.gestiopolis.com/ensenanza-virtual-en-el-sector-corporativo-en-espana/>.
Enebral Fernández José. "Enseñanza virtual en el sector corporativo en España". gestiopolis. agosto 12, 2008. Consultado el . https://www.gestiopolis.com/ensenanza-virtual-en-el-sector-corporativo-en-espana/.
Enebral Fernández José. Enseñanza virtual en el sector corporativo en España [en línea]. <https://www.gestiopolis.com/ensenanza-virtual-en-el-sector-corporativo-en-espana/> [Citado el ].
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