Educación infantil. Los padres, los hijos sus relaciones y conflictos

“Yo trabajo día y noche por mis hijos”, “no entiendo por qué es tan mal agradecido si se lo hemos dado todo”, “no se puede ser flojo con los hijos, la educación debe incluir castigos y golpes si es necesario”, “hay que vigilar con quiénes se juntan nuestros hijos para que otros no los dañen”, “el uso de aretes, tatuajes y modas raras es evidencia de consumo de drogas hay que hacerles la prueba de dopaje sin que se den cuenta”, “el culpable es el padre que es muy permisivo, yo soy la mano dura en la casa. Si no fuera por mí ya se habría perdido totalmente”. “Mi hijo es un bueno para nada, se ha pasado la vida estudiando y todavía no ha logado nada”.

Estas son sólo parte de las afirmaciones más comunes en boca de padres y madres preocupados por comportamientos que no entienden en sus hijos y con los cuales sienten que han perdido toda posibilidad de éxito para guiarlos por “el camino correcto”. Lamentablemente no hay una escuela que nos enseñe cómo ser padres y no cometer los mismos errores que cometieron los nuestros al criarnos.

Los hijos son una gran responsabilidad y es seguro que nadie quiere fracasar en esta gran misión que sin duda es la más importante de nuestras vidas: educarlos, alimentarlos, mantenerlos en salud, cuidarlos de todo peligro y orientarlos en base a nuestras propias experiencias.

Es por lo tanto muy conveniente que, si no lo hemos hecho ya, tomemos la decisión de corregir las malas prácticas y actitudes frente a los retos que nos presenta un día tras otro e ir integrando conductas cada vez más coherentes con la formación de un ser humano integral preparado para enfrentar las adversidades de la vida y disfrutar plenamente de sus bondades, convirtiéndose así en referente para otros y su propia descendencia.

Pero esto no lo podemos hacer sin al menos considerar las siguientes afirmaciones:

a) Mientras estemos vivos no hemos fracasado, siempre hay oportunidad de sacar lo mejor de toda situación.

b) Nosotros también fuimos mal criados en muchos aspectos. Con poca o ninguna formación u orientación, hemos hecho lo mejor posible.

c) La ayuda de un profesional siempre es buena cuando la situación está fuera de nuestro alcance.

d) Cada etapa de la vida de un ser humano es diferente y nuestro papel a través del tiempo también.

e) Todo se puede lograr con amor y sin éste casi todas las cosas son difíciles o imposibles.

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“Los hijos son personas independientes, no una extensión nuestra”. Esto lo escuché también de una reflexión grupal sobre el tema. Creo que debemos comenzar por ahí: tratando a nuestros hijos como nos gustaría que nos traten a nosotros, respetando nuestra forma de ser, sin comparaciones, sarcasmos o burlas, resaltando nuestras virtudes y habilidades y haciendo las críticas y correcciones más justas posibles a los puntos que debemos mejorar. Luego habrá que tener paciencia y dar seguimiento (no espionaje) para ver cambios como resultado.

Pero es un trabajo de toda la vida, que debemos hacer con nosotros mismos para aprender a hacerlo con los que vienen siguiendo nuestros pasos. Si no nos atropellamos cuando cometemos un error o no damos el máximo, debemos ser justos y no hacerlo con nuestros hijos. Así podemos enseñarles que no hay que maltratar a sus semejantes sólo por no ser perfectos.

Los niños, los adolescentes, los jóvenes y los adultos somos susceptibles todos a los mismos errores, por lo que debemos documentarnos sobre éstos, consultar, revisar cómo los hemos superado nosotros y si no los ha sido así, ¿cómo pensamos que podremos instruir a los más jóvenes?

La paternidad es como un viaje al que hemos invitado a alguien sin su permiso, es nuestro huésped, por lo tanto lo menos que podemos hacer con él es enseñarle a disfrutar del paisaje, cuidarle de los peligros que no podrá manejar en cada etapa, pero permitirle correr los riesgos adecuados a la misma. Un bebé no debe encender una estufa o conectar aparatos eléctricos, sin embargo, ¿cómo podemos impedirle que intente caminar?, el adolescente siempre se verá tentado por las ofertas sexuales, pero ¿le podemos impedir que descubra el amor? El adulto puede pedirnos consejo, pero ¿es justo que no lo ayudemos a enfrentar el mundo por su cuenta?

Se trata de un equilibrio muy delicado entre lo bueno, lo malo, lo conveniente y lo adecuado, pero es posible lograrlo si buscamos las respuestas diariamente y no pretender que ya lo sabemos todo. De hecho, se aprende mucho en este viaje errando, pidiendo perdón y haciendo nuevos compromisos con los que más queremos.

Si las cosas no van bien, tampoco es correcto culpar totalmente al ambiente o a otras personas por lo que es nuestra responsabilidad. A todos nos tocan condiciones diferentes de crianza, al parecer la vida misma es injusta porque no hay dos casos iguales. Pero ahí está precisamente lo bello del viaje: cada cual vivirá su propia aventura, podrá dirigir su propio largometraje, unos con más recursos, por lo tanto con más responsabilidades, otros con menos, es decir con más oportunidades de escoger su destino pues quien nada tiene, tiene menos que perder.

Hay una pregunta guía fundamental: cuando acaben nuestras vidas, si partimos primero, ¿qué herencia dará mayor sentido a la vida de nuestros hijos?:

• ¿90% del tiempo que pude pasar con ellos invertido en el trabajo, amasando una fortuna que no pude disfrutar con ellos?

• ¿Una relación llena de reproches y peleas a veces sin justificación, sólo para demostrar quién manda?

• O ¿un legado de amor y sabiduría que los acercará más a la esencia inagotable de la vida?

Definitivamente preferiría la última opción para mis hijos, ahora, ¿puedo yo mostrar un camino que no me enseñaron a mí, del cual no tengo la más mínima idea? ¿Cómo puede un ciego guiar a otro ciego? ¿Cómo enseñar a amar si no hemos amado nunca?

No perdamos más tiempo, todo pende de una decisión y caminar hacia ella. Como el día que decidimos cambiar de trabajo porque nos merecíamos algo mejor, o cambiar el vehículo, o comprar nuestra casa. Todo es cuestión de un segundo de valentía. Iniciemos ahora mismo el viaje hacia nuestra plenitud, sabiendo que estamos en medio de la selva sin un mapa que nos guíe; pero que es peor quedarse allí parados o caminar mucho más adentro, donde estaremos completamente perdidos y sin remedio.

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Tavárez Soriano Juan Dionicio. (2012, junio 6). Educación infantil. Los padres, los hijos sus relaciones y conflictos. Recuperado de https://www.gestiopolis.com/educacion-infantil-padres-hijos-relaciones-y-conflictos/
Tavárez Soriano Juan Dionicio. "Educación infantil. Los padres, los hijos sus relaciones y conflictos". gestiopolis. 6 junio 2012. Web. <https://www.gestiopolis.com/educacion-infantil-padres-hijos-relaciones-y-conflictos/>.
Tavárez Soriano Juan Dionicio. "Educación infantil. Los padres, los hijos sus relaciones y conflictos". gestiopolis. junio 6, 2012. Consultado el . https://www.gestiopolis.com/educacion-infantil-padres-hijos-relaciones-y-conflictos/.
Tavárez Soriano Juan Dionicio. Educación infantil. Los padres, los hijos sus relaciones y conflictos [en línea]. <https://www.gestiopolis.com/educacion-infantil-padres-hijos-relaciones-y-conflictos/> [Citado el ].
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Imagen del encabezado cortesía de mikebaird en Flickr