Enseñanza de la lectura y la escritura

Enseñar a leer y a escribir es hoy, como ayer, uno de los objetivos esenciales de la educación obligatoria, quizá porque saber leer (y saber escribir) ha constituido en el pasado y constituye también en la actualidad el vehículo por excelencia a través del cual las personas acceden al conocimiento cultural en nuestras sociedades.

Introducción

Es desde esta idea que surgió en el siglo XIX tanto el afán de alfabetización de toda la población como la vindicación de una educación obligatoria que actuara como herramienta de igualdad entre las personas y como instrumento de compensación de las desigualdades sociales. Desde entonces el impulso de las campañas de alfabetización y la extensión de la escolaridad obligatoria constituyen el eje prioritario de las políticas educativas de gobiernos e instituciones internacionales como la UNESCO.

La lectura es el pilar básico del estudio puesto que toda la actividad de la vida académica se sustenta en ella. Leer es un hábito que resulta esencial para la asimilación y expresión adecuada de contenidos de conocimientos, es una actividad que nos permite desarrollar la personalidad y el intelecto, promoviendo la adquisición de conocimientos y la ejercitación en el estudio.

El propósito fundamental de este artículo es mostrar la importancia que tiene la Lectura y Escritura en el ámbito educativo y porque es un tema que aun sigue vigente y del cual nunca se dejara de hablar. El tema gira sobre la perspectiva discursiva e interactiva y las implicaciones que esto tiene en la formación de todo estudiante de tal manera que pueda responder no sólo a los retos que la sociedad le va a exigir sino a su propia actitud hacia la vida y su posibilidad de seguir aprendiendo por medio del habito de la lecto-escritura para que pueda alcanzar las competencias que todo programa enmarca en las planeaciones leer y escribir.

La lectura y la escritura son dos procesos simultáneos en todas las actividades que el hombre realiza. Para poder enfrentar un texto, se requiere de ciertas operaciones mentales, las cuales permiten abordar de manera interpretativa y crítica todo el conocimiento presente en los textos. Además, la lectura proporciona información nueva, la cual va generando en la enciclopedia del lector una nueva visión de mundo y una posibilidad de transformación de la realidad; así mismo la escritura permite desarrollos más complejos de la persona, en la medida que se ponen a prueba los conocimientos y competencias para plasmar a través del papel las ideas y sentimientos del escritor.

Si pensamos en todos los tipos de actividades que se pueden desarrollar con los textos, alrededor de los textos, veremos que se pasa de hablar a leer, de leer a escribir, de escribir a hablar y volver a leer, de manera natural, circulando por la lengua escrita, sin necesidad de enfatizar cuándo «hay que leer».

El camino a la lectura

La lectura es la interacción entre un lector, un texto y un contexto, el lector al leer incorpora los conocimientos que posee, es decir, lo que es y lo que sabe sobre el mundo y el texto incluye la intención del autor, el contenido de lo dicho y la forma en que se estructura el mensaje. El contexto, en fin, incluye las condiciones de la lectura, tanto las estrictamente individuales (intención del lector, interés por el texto, efectos de la lectura del texto en el horizonte de expectativas del lector…) como las sociales (en el caso de la lectura escolar, si la lectura es compartida o no, el tiempo que se le destina en las aulas, el contraste entre las diversas interpretaciones del texto….).

En opinión de Isabel Solé (1997), la lectura es un proceso interactivo en el que quien lee construye de una manera activa su interpretación del mensaje a partir de sus experiencias y conocimientos previos, de sus hipótesis y su capacidad de inferir determinados significados. De ahí que en la enseñanza en el aprendizaje escolar de la lectura haya que tener en cuenta algo tan obvio como la claridad y la coherencia de los contenidos de los textos, es decir, la adecuación suficiente del léxico, de la sintaxis y de la estructura de los textos a los conocimientos y a las habilidades lectoras del alumnado.

La lectura es un proceso continuo de comunicación entre el autor del texto y el lector; es expresado a través de una variedad de signos y códigos convencionales que nos sirven para interpretar las emociones, sentimientos impresiones, ideas y pensamientos. Como resultado de esta interacción, el lector, que asume un rol activo, descubre y elabora respuestas, formula nuevas preguntas, acepta, disiente o simplemente ignora; esto es, construye el sentido de los mensajes, el sentido válido para sí.

El aprendizaje de la lectura es complejo y plantea ciertas exigencias como son, un determinado nivel mental, buena capacidad para la organización perceptivo-espacial y personal. En este sentido, leer implica el desarrollo de aptitudes y habilidades que pueden potenciar la facultad de síntesis para aplicar las adquisiciones culturales y está considerada como el instrumento más eficaz para la apropiación del acervo cultural, siendo de fundamental relevancia para la integración del hombre a las exigencias del mundo moderno.

Desde esta perspectiva, leer tiene como finalidad adquirir aprendizajes sea cual fuere el tipo de lectura que ejercitemos (en voz alta, en silencio, dirigida, lenta, profunda o rápida), se han de llevar a la práctica estrategias que permitan y hagan posible un aprendizaje y por lo tanto, un desarrollo personal.

En el aspecto físico y mental, la actividad lectora supone la correcta ejecución de cuatro procesos: el perceptivo, basado en la extracción de los signos gráficos y el reconocimiento de las unidades lingüísticas o palabras; el proceso léxico, que aporta significado a las palabras haciendo uso del almacén de conceptos existentes en la memoria; el proceso sintáctico, que analiza las palabras agrupadas en frases y oraciones determinando su función gramatical, y, el proceso semántico, que descubre y construye el mensaje y lo incorpora a la memoria del individuo.

En el aparente sencillo acto de leer se realizan las siguientes operaciones: primero reconocer es decir, comprender el significado de cada uno de los términos empleados por el autor dentro de un contexto determinado, segundo se organiza el significado de cada palabra aislada, lo cual requiere identificar la combinación de éstas en frases, párrafos, etc., para conocer el contenido, el mensaje o la idea del escrito. Después elaborar, ya que al leer no sólo se entiende lo que dice el autor, sino que además surgen pensamientos e ideas propias en el lector, por ultimo evaluar puesto que cuando se capta lo que quiere decir el autor, ese contenido pasa por la opinión del lector, quien lo aceptará o rechazará.

Para estudiar la lectura: la fisiología permite comprender la capacidad humana de leer desde el punto de vista biológico, gracias al estudio del ojo humano, el campo de visión y la capacidad de fijar la vista. Mientras la psicología ayuda a definir el proceso mental que se lleva a cabo durante la lectura, ya sea en la fase de decodificación de caracteres, símbolos e imágenes, o en la fase de asociación de la visualización con la palabra. La pedagogía clínica se ocupa de los aspectos educativos en cuanto al proceso enseñanza-aprendizaje de la lecto-escritura, de los disturbios específicos de la lectura, y las habilidades necesarias para una lectura eficaz.

El arte de la escritura

La escritura se define como la acción y efecto de escribir como una forma de expresión y representación prescrita por medio de signos y códigos que sirven para facilitar, y mejorar la comunicación. Muchos autores afirman que la lectura y escritura deben ir unidos, porque ambos se dan gradualmente e interactúan en el proceso de enseñanza -aprendizaje. A partir de esto, considero que la escritura es el resultado del aprendizaje de la lectura, o sea, el reconocimiento de las letras: signos, símbolos, representaciones, entre otros.

En tanto la escritura es concebida como acción, como instrumento o medio para cumplir objetivos con respecto al mundo se le otorgan las siguientes funciones:

  • Función de comunicación: la escritura, como medio de transmisión gráfico, materializa el mensaje y permite al emisor conectarse con el receptor a distancia en el tiempo y el espacio.
  • Función de registro o función mnemónica: permite ampliar la capacidad humana de memorizar. El registro a través de la escritura posibilita el archivo de los datos registrados.
  • Función de regulación y control social de la conducta: relaciona estrechamente a la escritura con la organización social, al punto que se sostiene que la «existencia» social de los individuos depende del registro escrito en documentos sociales tales como impuestos, votaciones, etc.

El estudiante necesita conocer el objetivo de la escritura saber qué intención se tiene al escribir un texto por lo tanto, es conveniente que el alumno se familiarice con el tipo de texto antes de practicar las destrezas implicadas en su escritura y cualquier aspecto que se enseñe debe demostrarse a través de un modelo.

Una lección de escritura debe seguir tres fases que no deben ser independientes unas de otras, sino que deben entrelazarse (Pincas, 1982), la primera es la etapa de “familiarización” en la que se elige un tipo de texto como modelo y se trabaja a través de una actividad que puede consistir simplemente en la comprensión lectora del mismo.

La segunda fase consiste en una serie de ejercicios controlados o guiados que introducen al alumno en el proceso de escritura. Por último, tenemos la etapa de la “escritura libre” es la fase de producción y creatividad por parte del alumno se trata de una actividad real que establece cierta relación con los ejercicios y etapas anteriores pero que hace que el estudiante desarrolle su propio escrito.

Los hábitos, habilidades y capacidades de la lecto-escritura

Los hábitos pueden formarse por dos vías: como resultado de acciones y operaciones conscientes, automatizadas durante la práctica, por la adaptación de la actividad a las condiciones dadas o por pura imitación.

Es bien sabido que el hábito es aquello que una persona realiza sin esfuerzo y que es fuente de placer, así el hábito de la lectura y escritura se convierte paulatinamente en habilidad y después pasa a ser una capacidad y todo esto se desarrollan en la práctica de las actividades.

Habilidad: Asimilación de la estructura general de una acción, de los procedimientos que pueden aplicarse en la realización de otras habilidades análogas. Las actividades están ligadas a los hábitos y deben desarrollarse paralelamente (Androvskaia-Lovonstern, 1973). Las habilidades son programadas y reguladas por el hecho de llegar al nivel de desarrollo de capacidades que significa alcanzar una nueva etapa cualitativa.

El aprendizaje de la lectura y la escritura está en estrecha relación con el desarrollo de habilidades de reflexión sobre la lengua, por lo que se hace necesario que la metodología que se utilice para enseñar a leer y escribir facilite que los alumnos tomen conciencia de la estructura de la lengua oral (conciencia de las palabras, de las sílabas y de los sonidos más elementales), lo que va a permitirles poner en relación los elementos de ésta con el código escrito.

La habilidad estará desarrollada cuando se tenga un control consciente y una atinada dirección en la ejecución de las actividades de leer y escribir; la capacidad, cuando se actúe de manera automática, sin que exista un control o dirección y el hábito; cuando las actividades automáticas se han realizado varias veces con el acompañamiento constante de la escritura y la lectura, de tal modo que se haya producido en éste una fuerte necesidad de volver a repetir dichas actividades (la ejecución de tales actividades proporciona placer).

Las habilidades de la lecto-escritura tienen un potencial dinámico que permite generar nuevas construcciones una vez asimilado el modelo básico. También son transferibles por lo que pueden combinarse y reproducirse en condiciones diferentes a aquellas en que se ejercitan los hábitos. La diferencia fundamental entre los hábitos y habilidades radica en la rapidez con que las habilidades permiten producir las unidades de leer y escribir así como su capacidad de transferencia (Antich, 1987).

Actualmente se considera que la lectura y la escritura son capacidades psicolingüísticas que se desarrollan sobre la base de la lengua oral y cuya adquisición implica la reflexión sobre los distintos elementos estructurales de la lengua (sonidos, letras, sílabas…), para lo cual se necesita ayuda y guía. Los niveles de capacidad para la lectura y la escritura son una medida que indica cómo va progresando el alumno en estas áreas, si está por debajo del nivel prescrito en alguna de éstas, puede deducirse que necesita ayuda adicional para mejorar sus habilidades en ellas.

No obstante, entre la lectura y la escritura existe una estrecha relación; son procesos de asociación entre la grafía y el sonido, se basan en un mismo código comunicativo, el código gráfico. Solo que en la escritura se recodifica el habla oral, pero también cuando se escribe, las palabras se pronuncian en el habla interior y esto contribuye a la formación de habilidades de expresión oral.

La expresión escrita es una habilidad de producción que implica la adquisición simultánea de los elementos de comprensión de lectura, pues el estudiante al escribir lee lo que está escribiendo. Razón por la que es necesario introducirla después que el estudiante domina el sistema fonológico de la lengua.

La lectura y escritura conceptualizadas como competencias

Las instituciones escolares han tenido como objetivo fundamental alfabetizar a los alumnos y este proceso comienza con la enseñanza de lectura y escritura en los grados primarios, la meta de la enseñanza de la lecto-escritura en las aulas es desarrollar las competencias básicas de la comunicación en los alumnos, o sea desarrollar dominio de las cuatro artes del lenguaje; hablar, escuchar , leer y escribir, sin perder de vista que estos componentes son interdependientes entre si y deben ser enseñados simultáneamente.

Por competencia se entiende como el conocimiento puesto en acción, se refiere al desarrollo integral de los conocimientos, destrezas y actitudes en todas las etapas de educación básica que conducen al empleo de los conocimientos en situaciones distintas con las cuales el alumno puede estar familiarizado o no.

La competencia lectora; considera la medición en tres dominios o aspectos que es necesario dominar para comprender adecuadamente lo que se lee, estos dominios son obtención de información, interpretación, reflexión y evaluación.

Según Scarcella y Oxford (1992) para escribir correctamente y de forma efectiva hay que dominar los cuatro componentes de la competencia comunicativa que defienden Canale y Swain (1980): competencia gramatical utilización de la morfología y sintaxis, vocabulario y ciertos mecanismos de la puntuación o la ortografía, competencia sociolingüística permite variar el uso de la lengua con respecto al tema, genero, lector y finalidad del texto para adaptarse a la competencia discursiva que consiste en organizar el texto para que tenga coherencia y cohesión. En la competencia estratégica se trata de utilizar estrategias que permitan aumentar la competencia para escribir de forma efectiva como planificar, componer o revisar el texto.

Desde las primeras etapas del proceso de aprendizaje, alumnos y alumnas construyen el sentido de los textos que leen, es decir, comprenden. Las destrezas de lectura se van adquiriendo en situaciones de lectura con sentido y en el caso de la escritura, al mismo tiempo que los alumnos intentan producir textos significativos, desarrollan también destrezas referidas al aprendizaje de la caligrafía, la ortografía y la sintaxis. Es así, como van adquiriendo competencias de lo más simple a lo complejo, pero para ello, los docentes desarrollan las competencias para la producción de textos escritos apoyándose en tres momentos didácticos: primera versión, revisión y reescritura. En el caso de la lectura, los tres momentos didácticos son antes, durante y después de leer un texto.

Proceso del cual se sigue hablando en los últimos tiempos

La lectura y la escritura son procesos fundamentales empleados por los integrantes de una sociedad para intercambiar ideas, conocimientos y en general saberes. De tal manera que la escuela desde el primer grado se plantea como propósito primordial desarrollar actividades que permitan adquirir con eficiencia el dominio de estos procesos, que sin duda constituyen un soporte valioso para el logro de futuros aprendizajes que contribuyen al desarrollo integral del ciudadano que requiere una sociedad democrática.

El aprendizaje de la lecto-escritura es un proceso que sirve de base para la formación integral del ser humano y que es necesario para salir adelante en un mundo competitivo, siendo así importantes en la comunicación integral de todo individuo, así como para su desarrollo cognitivo y su personalidad.

La lectura ha sido, es y continuará siendo uno de los instrumentos principales, si no el principal, de acceso al conocimiento, y nada hace prever que esta situación vaya a cambiar con las tecnologías digitales de la información y la comunicación. Porque «la lectura es la llave del conocimiento en la sociedad de la información». Pero es una llave, cuyo manejo exige el dominio de nuevos saberes, de nuevos conocimientos y habilidades y sobre todo que permite crear y acceder a nuevos tipos de textos y a nuevos tipos de prácticas letradas a quien la posee.

A muchos niños, se les hace difícil aprender a leer y escribir y como consecuencia son propensos al fracaso escolar y a la repetición de grado. Una de las expectativas es que los niños logren leer y escribir en su momento, sean estudiantes competentes y en el futuro puedan responder creativamente en una sociedad cambiante y aprovechar las oportunidades que ésta le ofrece.

Esta habilidad tiene que ser desarrollada por la escuela, y es responsabilidad del maestro/a, por eso es necesario identificar los niveles en el aprendizaje de la lecto escritura, para buscar alternativas de solución a este problema. Porque leer y escribir son las competencias primordiales que enmarca todo currículum desde el nivel básico hasta los niveles posteriores son habilidades que se ponen de manifiesto en todas las asignaturas de todos los niveles educativos, pero sobre todo a esto hay que sumarle que es indispensable para poderse conducir en la sociedad y poder acceder a un mejor nivel de vida.

Conclusiones

Saber leer y escribir, en el mundo de hoy, implica un conjunto muy amplio y variado de capacidades y habilidades, que requieren hacer de la lectura no sólo una actividad permanente sino objeto de aprendizaje y perfeccionamiento permanente, más allá de la escuela y del sistema educativo en sentido general. En cuanto a la formación del hábito lector y la escritura, siempre es necesario el desarrollo de habilidades y la capacidad en la práctica de dichas actividades.

Leer y escribir son tareas habituales en las aulas de nuestras escuelas e institutos, si observamos esa cultura en miniatura ese escenario comunicativo que es un aula y nos fijamos en las cosas que los alumnos y las alumnas hacen en las clases comprobaremos cómo la lectura, la comprensión de textos y la escritura constituyen algunas de las actividades más habituales en todas y en cada una de las áreas de conocimiento.

Al aprender a leer, al aprender a entender y al aprender a escribir los alumnos y las alumnas aprenden también durante la infancia, la adolescencia y la juventud a usar el lenguaje escrito en su calidad (y en su cualidad) de herramienta de comunicación entre las personas y entre las culturas. De igual manera, al aprender a leer, a entender y a escribir aprenden a orientar el pensamiento e ir construyendo en ese proceso un conocimiento compartido y comunicable del mundo. Como señala Juan José Millás (2000), “No se escribe para ser escritor ni se lee para ser lector. Se escribe y se lee para comprender el mundo. Nadie, pues, debería salir a la vida sin haber adquirido esas habilidades básicas”.

Es obvio que leer, entender lo que se lee y escribir constituyen acciones lingüísticas, cognitivas y socioculturales cuya utilidad trasciende el ámbito escolar y académico al insertarse en los diferentes ámbitos de la vida personal y social de los seres humanos. De ahí la casi infinita diversidad de los textos escritos y de ahí también los diferentes usos sociales de la lectura y de la escritura en nuestras sociedades: desde la lectura de los textos escritos habituales en la vida cotidiana de las personas (noticias, crónicas, catálogos, instrucciones de uso, reportajes, entrevistas, anuncios…) hasta el disfrute de la lectura literaria, desde el uso práctico de la escritura (avisos, cartas, contratos, informes, instancias…) hasta los usos más técnicos (informes, ensayos, esquemas…) o artísticos de los textos escritos (escritura de intención literaria…).

En cualquier caso, a través de la lectura y de la escritura, adolescentes y jóvenes expresan sentimientos, fantasías e ideas, se sumergen en mundos de ficción, acceden al conocimiento de su entorno físico y cultural y descubren que saber leer, saber entender y saber escribir es algo enormemente útil en los diversos ámbitos no sólo de la vida escolar sino también de su vida personal y social.

Bibliografía:

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Carlino, P.; Santana, D. (1996): «Leer y escribir con sentido. Una experiencia constructivista en Educación Infantil y Primaria». Aprendizaje Visor. Madrid.
Condemarín, M.Chadwick, M (1990): «La enseñanza de la escritura. Bases teóricas y prácticas». Visor. Madrid.
Solé, I. (1992). «Estrategias de lectura». ICE Graó. Barcelona.
Wells, G. (1988): » Aprender a leer y escribir». Laia. Barcelona.

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