Habilidades del pensamiento y su taxonomía en la educación

¿Cómo Pensar?, es un problema de Políticas Públicas

“Aprender sin pensar es inútil. Pensar sin aprender, peligroso” (Confucio (filósofo chino))

Pensar, es algo que realizamos de manera natural y espontánea. Todos nosotros, la raza humana, presumimos ser los únicos animales que piensan, de hecho, allá a lo lejos en la historia, un personaje (Descartes) afirmaba que lo único que nos hace “ser” es el pensamiento. Este maestro de maestros, con el término “pensamiento” hacía referencia a todo contenido mental, a todo lo que se encuentra en la mente consciente del sujeto.

Evidentemente todos pensamos pero a pesar de ello, al preguntarnos ¿qué es pensar?, nos damos cuenta de que por mucho que pensemos no sabemos que es pensar.

Interesante, pensamos pero no sabemos que es pensar. Este misterioso proceso se ejecuta en forma tan natural y espontáneo que lamentablemente no aprovechamos todo su potencial. El hecho de no saber que es, nos invita a confundirlo con otros términos y así en muchas ocasiones “pensar” y “pensamiento” los manejamos como sinónimos, en otras ocasiones asumimos cierta igualdad entre “pensamiento” y “creencia”, entre “pensar” y “creer”; pienso que mañana hará más calor (creer); los hombres de antaño, pensaban que la tierra era plana (creencia). Definitivamente son términos que están íntimamente relacionados, pero nunca son iguales, al punto de quererlos usar en forma indistinta.

En estos momentos vienen a mi memoria las palabras de Aristóteles, que parafraseándolo podemos decir que el “pensar” lo estudia la psicología, en cambio, la lógica estudia el “pensamiento”, siendo éste (sustantivo) el producto del proceso pensar. Siguiendo este orden de ideas, este verbo es sin lugar a dudas, un proceso, un acto, una acción mental, que en ningún caso puede reducirse a memorizar, recordar, o simplemente tener un pensamiento [1], a propósito de esto, Matthew en un episodio de su novela «El descubrimiento de Harry», citado por Tabares, Elisa (uno de sus personajes) nos dice: “cuando ya sabes algo y quieres ir más allá de lo que sabes, tienes que pensar”.

Personalmente creo que las palabras de Elisa dieron en el mero centro de la respuesta a nuestra gran pregunta ¿qué es pensar? Por otro lado, Tabares haciendo referencia a Dewey (filósofo, pedagogo y psicólogo estadounidense) nos dice: “el ‘pensar’ no es otra cosa que ‘el esfuerzo intencional para descubrir conexiones específicas entre algo que nosotros hacemos y las consecuencias que resultan, de modo que ambas lleguen a ser continuas’”.

Ahora bien, pensar es un proceso que requiere un esfuerzo intencional a fin de dar respuesta a una duda, a una interrogante o simplemente darle explicación a un determinado hecho. Pero la cosa no es tan sencilla; la duda o la interrogante puede tener varias respuestas (dependiendo de), de hecho, al querer darle explicación a un hecho concreto salen a flote un número considerable de posibilidades, al respecto, Maldonado, Carlos Eduardo en su ensayo «El Pensar como Origen», publicado en la revista Universitas Philosophica 21, (PP. 95-103), en diciembre de 1993, Santafé de Bogotá, Colombia, nos dice: “Pensar bien equivale a pensar en todas las posibilidades. El problema consiste en que en la realidad no se cumplen todas las posibilidades, pero sí cualquier posibilidad puede cumplirse. De este modo la tarea del pensar equivale a concebir posibilidades frente a la realidad y, así, la de generar nuevas experiencias. Se trata de anticiparse al futuro y de proyectar el pasado y el presente. En efecto, pensar es anticipar el futuro, puesto que el futuro aún no existe en la realidad y sí existe primariamente en el pensamiento”

Maldonado no se está refiriendo a la Física Cuántica (la física de las posibilidades), de hecho nos dice: “En el orden del pensamiento es deber de la sana razón considerar todas y cada una de las posibilidades, puesto que en el orden del pensamiento todas las posibilidades se cumplen. El pensar no debe entendérselo aquí en modo alguno corno un ejercicio de cálculo de probabilidades sino, por el contrario, como juego de la imaginación consistente en re-presentarnos en imágenes mentales los casos que pueden llevarse a cabo tanto como los casos negativos y los neutros. El pensamiento se define cara a la realidad, al mundo y a los demás. En contra de un logicismo o de algún idealismo mal entendido, son en verdad la realidad y el mundo los que exigen de parte nuestra un pensar riguroso y sólido. En efecto, la importancia de pensar bien radica que en la realidad no se cumplen todas la posibilidades pero sí cualquier posibilidad puede cumplirse. Frente a este estado de cosas, pensar es, para emplear la expresión de Platón (República, 537 c), tener una visión sinóptica y, mejor aún, una visión sinóptico-prospectiva”

En este punto de nuestro dialogo, corremos con el riesgo de confundir “pensar” con “meditar” e incluso porque no, con “reflexionar”. Sin lugar a dudas, el vocablo “pensar” está íntimamente relacionado con estos dos verbos, “meditar” y “reflexionar”. Con el primero desde el punto de vista epistémico, hay una marcada diferencia con respecto al “pensar”, cosa que no ocurre así con el segundo ya que el término “reflexionar” hace referencia al proceso mismo del repensar, es decir, pensar sobre lo ya pensado.

Un tanto para aclarar el panorama, hagamos un paréntesis y tratemos de definir estos dos términos que pudieran causar ruido en nuestra interlocución.

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Meditar, ¿qué entendemos por meditar?

De acuerdo con el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, meditar (Del lat. meditāri) es (“1. tr. Aplicar con profunda atención el pensamiento a la consideración de algo, o discurrir sobre los medios de conocerlo o conseguirlo. U. t. c. intr.” –RAE, 22 edición-) y meditación (Del lat. meditatĭo, -ōnis) es la acción y efecto de meditar.

Evidentemente la definición de este vocablo “meditar” proveniente de la Academia de la Lengua, refleja perfectamente la noción occidental de éste, y lo sinonimia con “concentración”, pero, desde mi punto de vista, la traducción más adecuada del concepto oriental originado en la India y propio del hinduismo, budismo y otras religiones orientales es “contemplación”.

De esta forma meditar es un tipo de ejercicio intelectual que busca un estado de conciencia contemplativo cuya técnica inicia con intentar acallar la mente para que se silencie la interminable charla (pensamiento) con la que el ser llena nuestra conciencia, indiscutiblemente, tarea nada sencilla de hecho, desde tiempos inmemoriales (India 5.000 a.C.) se han intentado un sinfín de técnicas para apaciguarla, pero ¿alguien lo ha logrado? Algunos expertos aconsejan el centrar la mente en la respiración y, cuando surge algún pensamiento, ser consciente de ello y volver tranquilamente a centrarse en la respiración.

Ahora bien, pensar sobre un determinado tema no es meditar, más bien, éste coloca como prerrequisito el no pensar, el dejar que el nivel más elevado de la conciencia fluya libremente.

Reflexionar, ¿qué entendemos por reflexionar?

Básicamente es un proceso mental mediante el cual, pensamos sobre las causas, implicaciones y consecuencias de lo ya pensado, es un repensar detallado, de lo ya pensado.

Es una condición propia de nuestra raza homínida que nos permite auto-proclamarnos homo sapiens y nos otorga la capacidad de indagar cognoscitivamente (investigar) nuestro entorno. De esta forma, en su accionar, todo acto reflexivo se nutre y a su vez, engendra conocimiento. Podría pensarse en un ciclo pero es más bien un espiral que se ensancha en la medida que se ejecuta dicho acto y con él se amplía el conocimiento, permitiendo a su vez, mejorar y perfeccionar el acto en sí.

Tal como lo señala el maestro de maestros Dewey, el reflexionar está vinculado al pensar pero no al revés, es decir, nosotros pensamos, bueno creemos pensar sin necesidad de reflexionar, pero al reflexionar necesariamente debemos estar pensando sobre lo ya pensado.

Siguiendo este orden de ideas podemos asegurar que nuestra capacidad y calidad reflexiva está en proporción directa con nuestra capacidad hermenéutica y epistémica del hecho a reflexionar ya que estas capacidades definirán el número de posibilidades, que están presentes en el “pensar bien”, y así, mientras más posibilidades estén presentes, más agudo y realista será nuestro pensar reflexivo.

Bien, volvamos a nuestro dialogo, si mal no recuerdo, tenía que ver con la pregunta ¿qué es pensar?, y recuerdo la definición de Elisa en la novela «El descubrimiento de Harry», quien nos dice: “cuando ya sabes algo y quieres ir más allá de lo que sabes, tienes que pensar”, y creo haber señalado que pensar es un proceso que requiere un esfuerzo intencional a fin de dar respuesta a una duda, a una interrogante o simplemente darle explicación a un determinado hecho; tanto la duda, la interrogante o la explicación que queremos dilucidar, engendran un número considerable de posibilidades que necesariamente debemos tener presente a la hora del repensar reflexivamente.

De esta forma creo que está claro que al querer “pensar”, más bien, al querer “pensar correctamente” o el “pensar bien”, necesariamente debemos tener presente que estamos hablando de un esfuerzo intencional que implica un proceso de investigación, soportado por nuestro nivel hermenéutico y epistémico que circunscribe el hecho que catalizó nuestra necesidad de “pensar”.

No quiero concluir sin antes señalar que el hecho que no sepamos responder a la pregunta ¿qué es pensar? y por ende, no sepamos pensar correctamente, es un problema de Políticas Publicas cuya responsabilidad recae sobre el Ministerio de Educación quien actuando como garante, debe garantizar que nuestras maestras, maestros, profesoras y profesores de los diferentes niveles educativos deban, con la “D” en mayúscula, enseñar y propiciar el “pensar reflexivamente”, no basta con enseñar matemáticas, biología, geografía, historia, etc., etc., necesariamente debemos aprender a “pensar” y solo ustedes, apelando a su arsenal pedagógico, quienes tienes la responsabilidad de enseñarnos a ejecutar el verbo “pensar” y así TODOS sabremos conjugarlo correctamente.

Ahora considero necesario colocar el acento en el aprender “a” pensar y NO en el aprender “en que” pensar. La cosa, el objeto, el problema, el fenómeno que vamos a pensar lo establecemos a través de nuestro libre albedrío, somos nosotros quienes tomamos la decisión en que pensar, pero el proceso mismo de pensar y sobre todo el pensar reflexivamente, es el que debemos aprender a ejecutar.

Nosotros como individuos, como sociedad no necesitamos que nos digan el “qué”, nosotros requerimos que nos expliquen, que nos enseñen el “cómo” pensar.

El “cómo” es un problema de Políticas Publicas ya que el saber pensar es algo equivalente al saber leer y escribir. Así como, la sumatoria del nivel de analfabetismo de la sociedad definen el nivel de analfabetismo de la Nación, el saber pensar del ciudadano repercute directamente sobre el saber pensar de la Nación, por ende, es responsabilidad del Estado la calidad de ese “cómo” pensar.

A manera de aperitivo citaré la excelente Taxonomía de Habilidades de Pensamiento elaborada por el Doctor en Educación, Benjamín Bloom (1913-1999):

1. Conocimiento (es el simple aprendizaje de datos y hechos)

¿Qué es…?, ¿Cómo es…?, ¿Por qué…?, ¿Cuándo fue…?, ¿Cuál…?, ¿Quién fue…?

2. Comprensión (interpretar información poniéndola en sus propias palabras)

Resumir, demostrar, interpretar, explicar, extender.

3. Aplicación (usar el conocimiento o la generalización en una nueva situación)

Construir, escoger, calcular, desarrollar, entrevistar, demostrar, organizar, preparar, planificar.

4. Análisis (dividir el conocimiento en partes y mostrar relaciones entre ellas)

Categorizar, descomponer, comparar, contrastar, relacionar, diferenciar, concluir.

5. Síntesis (unir partes o fragmentos de conocimiento para formar un todo y construir relaciones para situaciones nuevas)

Crear, predecir, proponer, diseñar, resolver, modificar, cambiar, adaptar, minimizar, maximizar, teorizar.

6. Evaluación (hacer juicios en base a criterios dados)

Criticar, juzgar, argumentar, ¿Sería mejor si…?, ¿Qué recomendaría usted…?, ¿Cómo daría usted prioridad…?, ¿Cómo justificaría usted…?

Solo a manera de ejemplo citaré algunas modalidades de pensamiento que debemos conocer y aprender ya que, el apelar a una u otra dependerá del entorno, del proyecto, de la situación en la que estamos inmersos.

  • Lógico-matemático
  • Innovador, creativo
  • Complejo, crítico
  • Cooperativo
  • Reflexivo y estratégico
  • Gestor

Ahora bien, previo a aprender las diferentes modalidades o tipos de pensamiento, debemos preparar las bases para que éstos puedan aportar el máximo beneficio esperado, me estoy refiriendo al correcto manejo de:

  • La formulación de las preguntas
  • La observación y recolección de evidencias
  • La organización y manejo de la información
  • El lenguaje y la comunicación
  • La abstracción (el manejo de las partes para llegar al todo y viceversa)
  • La investigación y la experimentación

Bien, creo que es hora de finalizar, espero que este dialogo actúe como catalizador y promueva la necesidad de saber pensar.

Fuente:

  • Tabares, Abel Alfonso (2007). De los orígenes del pensamiento a la enseñanza del pensar, Serie de Formación de Formadores VII. Colombia, Bogotá.

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Tarantino Salvatore. (2014, julio 31). Habilidades del pensamiento y su taxonomía en la educación. Recuperado de https://www.gestiopolis.com/habilidades-del-pensamiento-y-su-taxonomia-en-la-educacion/
Tarantino Salvatore. "Habilidades del pensamiento y su taxonomía en la educación". gestiopolis. 31 julio 2014. Web. <https://www.gestiopolis.com/habilidades-del-pensamiento-y-su-taxonomia-en-la-educacion/>.
Tarantino Salvatore. "Habilidades del pensamiento y su taxonomía en la educación". gestiopolis. julio 31, 2014. Consultado el . https://www.gestiopolis.com/habilidades-del-pensamiento-y-su-taxonomia-en-la-educacion/.
Tarantino Salvatore. Habilidades del pensamiento y su taxonomía en la educación [en línea]. <https://www.gestiopolis.com/habilidades-del-pensamiento-y-su-taxonomia-en-la-educacion/> [Citado el ].
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