Consecuencias del desempleo en los sectores marginados de República Dominicana

Un recorrido por Los Mina temprano en la mañana es enfrentarse a un paisaje penoso: las esquinas llenas de hombres jugando dominós, cartas o sencillamente parados viendo el transitar de la vida.

Son observables dos aristas importantes sobre esta realidad; actitud y aptitud. Muchos de ellos realmente no tienen la disciplina laboral que se requiere para llevar a cabo un día a día sostenible en una empresa formal, por no haber sido formados en una cultura meramente laboral sino más bien de ‘chiripeo’. Por otro lado, en su mayoría son gente de muy poca formación académica, técnica y familiar, lo cual los descalifica para un empleo decente. Esto sumado a la lucha interna que representa hacer el bien por poca paga contra el hacer el mal por mucha.

El problema de la actitud va más bien ligado a otros varios factores que tienen que ver con cuestiones menos objetivas que sugieren distorsiones emocionales aprendidas y desarrolladas desde consignas que trascienden el estadio de este problema, moviéndose más bien a un panorama histórico y vinculado también a una cultura generalizada que defiende el buen vivir con el menor esfuerzo.

En el caso particular de Los Mina, su nomenclatura social y demográfica responde a un orden migratorio del campo a la ciudad, gente que ha tenido que migrar para buscar oportunidades en una selva superpoblada que no deja más espacio que una casa de 50 metros en la que muchas veces viven hasta 5 personas.

Al final terminan viviendo igual o peor que como vivían en sus campos donde el problema se enfoca en que el estado ha movido las inversiones del campo a la ciudad, turismo y construcción, dejando poco al desarrollo agropecuario y puntualmente a la producción local; enfoque neoliberal.

Si no hay producción local no hay fuentes de empleo, si no hay fuentes de empleo la gente buscará las oportunidades, en la mayoría de los casos en ciudades grandes donde aparece más el peso y esta dialéctica termina sobrepoblando los barrios de Santo Domingo y en nuestro caso el barrio de Los Mina.

El trabajo es un derecho inherente a todo ser humano mayor de edad y está expreso en la constitución que el estado es responsable de desarrollar fuentes de trabajo para la población hábil, igualmente está instituido que el gobierno debe impulsar la producción agrícola e industrial, lo cual contrasta con nuestra realidad.

Hemos visto como una gran cantidad de zonas francas ha cerrado sus puertas en todo el país, dejando sin empleo a cientos de miles de dominicanos. Esta situación, criticable en cuanto a las medidas estatales para contrarrestar estos cierres masivos han definido la situación laboral de los últimos años en nuestro país, obviamente también afectando los fondos públicos por la poca recaudación y peor aún por la carga económica que representa una masa tan importante de nuestra población sin empleo.

El grave problema del desempleo ha obligado al estado a crear programas de subsidio que no resuelven la situación ni pretenden hacerlo. Más bien centraliza el poder de manutención del estado sobre el pueblo y esto es bastante grave por todas las consecuencias y distorsiones sociales y políticas que se devengan de ello: clientelismo político, tráfico de influencias, enriquecimiento ilícito y un problema casi criminal del cual se habla poco: la extorsión que representa manejar los fondos de un pueblo hambriento para su propio beneficio político. Tan grande es el caso que el pueblo persigue aquel político que “camina” y esto ya es una institución en el pueblo dominicano lo cual se ha instituido alrededor de la frase Lo Mío Primero LMP. Aquí cabría la pregunta de si el perro mueve la cola o si la cola mueve al perro, pues es un problema de disposición vinculado a un status quo que llora ante la presencia de Dios y particularmente que tiende a perpetuarse por la comodidad que representa estar en la posición de los políticos.

Es penoso que un pueblo se acostumbre a esta situación pero es más penoso aún que la clase política se aproveche de ello. La dialéctica que obliga al hombre a pedir es la misma que debería impulsarle a trabajar pero las fuentes de empleo sencillamente no existen por lo cual la lógica indica que si no tengo trabajo y tengo un vecino que me da entonces le doy mi voto.

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En conclusión y penosamente puede decirse que el dominicano es en cierta forma una víctima de su clase política aunque quiera decirse lo contrario, pues es el estado quien debe parar esta situación y dar el primer paso. Pero los políticos muestran muy poco interés en resolver esto quizás porque es su forma de vida y cambiarla significaría un sacrificio para él y para las próximas generaciones de su profesión.

Por otro lado hay otros factores que inciden sobre el desempleo directamente y es el exceso de mano de obra entregado al ciudadano haitiano. Situación que obedece a reducción de costos de producción y donde se repite la misma historia migratoria del mundo entero, los hombres y mujeres de sociedades pobres se mueven a otras menos pobres en busca de oportunidades en su generalidad teniendo un tratamiento mucho menos ventajoso que el ciudadano local, en cuanto a seguridad social, laboral y salarial per se.

El ministerio de migración estima que tenemos en el país algo más de un millón de haitianos, en su mayoría en edad de producir y se afirma que el 65% de estos sueldos se proyectan en el PIB haitiano, lo que quiere decir que estos capitales emigran hacia el vecino del oeste con el fin de mejorar los niveles de vida de los familiares que viven en Haití.

Cada vez se ven menos dominicanos trabajando la tierra, la construcción, la seguridad privada entre otros oficios que poco tiempo atrás pertenecían a nuestros hombres, el dominicano se fue a las zonas francas a devengar mejores salarios y a mejorar su nivel de vida y las zonas francas se fueron a otros puertos a mejorar sus costos de producción y lo peor es que no se aprovechó para nada el aprendizaje que adquirieron estos trabajadores. De ahí que es lógico que el dominicano ya no le interese trabajar el campo por ser inferior en términos salariales y laborales al empleo en las zonas francas.

En otra arista para nadie es un secreto que el desempleo obliga a las sociedades a encontrar formas de vida que muchas veces no son lícitas y algunas que lo son pero que no representan un sueldo fijo y por ende no le garantizan al empleado ni a su familia una seguridad social al menos aceptable. Entre estas actividades está el llamado “chiripeo” que no es más que el conjunto de actividades laborales en muchos casos con implicaciones técnicas y que no necesariamente se vinculan a un proceso formativo sino meramente empírico. Podría decirse que el chiripeo es una distorsión creada por la incapacidad de la sociedad de pagar una mano de obra calificada y la incapacidad del estado para formar y ofrecer fuentes de trabajo a estos hombre. Esto quiere decir que el chiripero no es un técnico, sino que es un hombre que vio cómo se conectaba un alambre con otro y se hizo electricista.

Este tema sugiere una discusión profunda sobre la relación del estado y el desarrollo de los recursos humanos de la población a mejores usos y particularmente al apoyo a las PYMEs, una materia que todos los gobiernos han reprobado: poco acceso a programas formativos, poco acceso al tren laboral formal y por lógica poco o nulo acceso a seguridad social y poca tendencia al ahorro.

Una entre muchas formas de vida asumidas por las sociedades de alto desempleo es la delincuencia: el atraco, el robo, el tráfico de drogas, el crimen organizado entre otros representan un problema latente y creciente en nuestra sociedad que tiene que ver directamente con el desempleo y la evidente desatención del estado para con el problema, sin olvidar la grave problemática de la cultura del buen vivir sin agacharse, mencionada anteriormente en este trabajo. La misma trabaja de forma silente en la mente del dominicano que percibe que es propiciada por el mismo estado al no enfrentar la corrupción y que muy por el contrario, la propicia.

Combatir el desempleo no es una tarea fácil, máxime cuando se trata de una sociedad como la nuestra que ha recibido influencias de culturas no necesariamente laboriosas, pero si se evidencia un poco preocupación del estado en resolver este dilema.

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Ferreira Pavel. (2013, julio 18). Consecuencias del desempleo en los sectores marginados de República Dominicana. Recuperado de https://www.gestiopolis.com/consecuencias-del-desempleo-en-los-sectores-marginados-de-republica-dominicana/
Ferreira Pavel. "Consecuencias del desempleo en los sectores marginados de República Dominicana". gestiopolis. 18 julio 2013. Web. <https://www.gestiopolis.com/consecuencias-del-desempleo-en-los-sectores-marginados-de-republica-dominicana/>.
Ferreira Pavel. "Consecuencias del desempleo en los sectores marginados de República Dominicana". gestiopolis. julio 18, 2013. Consultado el . https://www.gestiopolis.com/consecuencias-del-desempleo-en-los-sectores-marginados-de-republica-dominicana/.
Ferreira Pavel. Consecuencias del desempleo en los sectores marginados de República Dominicana [en línea]. <https://www.gestiopolis.com/consecuencias-del-desempleo-en-los-sectores-marginados-de-republica-dominicana/> [Citado el ].
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