Ciencia, sociedad y responsabilidad de los científicos sociales

Desde mi humilde óptica (quizás un tanto ingenua e inexperta) creo (espero no exagerar) que la principal causa del “porqué de la calidad de vida de nosotros los seres humano”, radica en el no adecuado manejo de todo lo que circunscribe el término Ciencias Sociales (Antropología, Historia, Economía, Psicología, Sociología, Politología, Pedagogía, etc.) y la, aparente, NO comprendida responsabilidad histórica de los científicos sociales en mejorar ese porqué.

Problema éste (del porqué la baja calidad de vida del ser humano y por ende, la búsqueda enfermiza de nuestra auto-extinción) que surgió con el mismo nacimiento de dichas ciencias (siglo XIX, descendientes de la ciencia galileana con raíces que logran llegar más allá de Aristóteles, Pitágoras y Platón) y que tan pronto dio sus primeros pasos, casi instantáneamente, se globalizó. Problema que indiscutiblemente no podemos achacárselo a las Ciencias Naturales (Astronomía, Biología, Física, Geología, Química), definitiva y categóricamente su autoría es de las Ciencias Sociales.

Queriendo ser un poco más precisos, encontramos que los primeros pensamientos que orbitaron alrededor de lo que hoy llamamos Ciencias Sociales se remontan a los siglos VII y VI antes de Cristo. Si, con Buda y Mahavira en la India y Zaratrusta (Zoroastro) en Irán quienes en forma, muy interesante, forjaron las bases de las corrientes gnósticas (corrientes filosófico-religiosas que lograron camuflarse en el cristianismo) occidentales, desde el neoplatonismo, la alquimia, la cábala renacentista y el cientificismo moderno.

Evidentemente desde antaño hasta ahora, han transcurrido varios siglos de estudio y adaptación, en palabras sencillas, hemos transitado por una evolución cognitiva a objeto de mejorar la calidad de vida de nosotros los homínidos autollamados homo sapiens (convertidos tristemente en homo consumens).

Bien, como nota curiosa, y tal como atestiguan los restos fósiles, nosotros somos, prácticamente, los mismos ahora que hace aproximadamente 25 mil años, lo que sí ha cambiado en forma dramática es nuestro mundo, la perspectiva con la cual nos vinculábamos a nuestro entorno.

Tal como lo señala Desmond Morris en su controversial «El Mono Desnudo – un estudio del animal humano»: «Y ahí tenemos a nuestro Mono Desnudo, vertical, cazador, fabricante de armas, territorial, neoténico, cerebral, primate por linaje y carnívoro por adopción, dispuesto a conquistar el mundo. Pero es un producto novísimo y experimental, y, con frecuencia, los modelos nuevos presentan imperfecciones. Sus principales agobios derivarán del hecho de que sus progresos culturales rebasarán a todos los progresos genéticos. Sus genes quedarán rezagados, y tendremos que recordar constantemente que, a pesar de todos sus éxitos en la adaptación al medio, sigue siendo, en el fondo, un mono desnudo”.

Por otro lado el profesor José Francisco Jiménez Castillo en sus consideraciones sobre el seminario de epistemología y con relación a algunos planteamientos del profesor Zemelman (revista FACES de la Universidad de Carabobo), nos dice: «Nos encontramos, entonces, frente a un dualismo sin parangón en la historia: Un hombre inscrito en una sociedad con un elevado nivel de confort, desarrollo y conocimiento científico jamás visto frente a si mismo intentando resolver problemas igualmente macromoleculares que amenazan ya hasta su supervivencia: contaminación, guerra atómica, agotamiento de recursos naturales renovables así como un exagerado abismo en la concentración y distribución de las riquezas, solo para mencionar algunos de reciente factura. Sumado a ello ésta la insuficiencia de las ciencias para intentar explicarle que, a raíz de su mismo quehacer en la historia, él es productor y producto, por tanto, responsable máximo de lo que ahora sucede.»

Interesante la contradicción señalada por el profesor José Francisco y quizás el profesor José María Mardones en su obra «Filosofía de las Ciencias Humanas y Sociales» nos aclara un tanto el panorama al señalar: «La ciencia moderna, galileana, no ha advertido que es hija de unas condiciones socioeconómicas y que está profundamente ligada con el desarrollo industrial. Privilegia una dimensión de la razón: la que atiende a la búsqueda de los medios para conseguir unos objetivos dados. Pero esos objetivos o fines no se cuestionan, son puestos éticamente o «decisionísticamente” por quienes controlan y pagan los servicios de la ciencia. La razón se reduce, así a razón instrumental. Y su expresión más clara, la ciencia positivista, funciona, con el prestigio de sus éxitos tecnológicos y su racionalización en la teoría de la ciencia, como una ideología legitimadora de tal unidimensionalización de la razón.»

Y nos sigue diciendo “… no se puede atender a la lógica de la ciencia, al funcionamiento conceptual, y prescindir del contexto sociopolítico- económico donde se asienta tal ciencia. Los factores existenciales y sociales, como sabe la sociología del conocimiento y la historia de la ciencia, penetran hasta la estructura misma del conocimiento. No es, pues, baladí para el contenido mismo de la ciencia el atender al entorno social que la rodea y la posibilita. También aquí se juegan los problemas epistemológicos. Quien olvida este entorno, que Adorno y Horkheimer denominan totalidad social, desconoce, además de las funciones sociales que ejercita su teorización, la verdadera objetividad de los fenómenos que analiza.”

Creo que con la intervención de los profesores José Francisco y José María en este dialogo, tenemos el panorama despejado para entender el “porqué”, mencionado al inicio de este artículo, sin embargo, creo conveniente resaltar y colocarle el acento, por su nivel de responsabilidad, a quienes dirigen las políticas de investigación ya que sobre ellos recae el compromiso axiológico y deontológico de garantizar la praxis de la investigación científico-social.

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De no cumplir con sus responsabilidades, seguramente el “porqué” caerá en las manos del oportunista, del politiquero quien con visión epistemológicamente ideologizada, sesgada, limitada y fragmentada, pero haciendo alardes de comprensión, experiencia y conocimiento, apela a su arsenal empírico e improvisado de ideas y soluciones que según su punto de vista, satisfacen y superan la problemática social planteada.

Las ideas y soluciones de este iluso benefactor, al no estar apoyadas en la investigación científico-social (por negligencia de quienes dirigen las políticas de investigación), tienen poco valor, tienen poco carácter resolutorio para que puedan servir en la contención del problema social planteado, más bien lo ensanchan y lo empeoran.

Para ilustrar el aporte del iluso benefactor tomaré como ejemplo el caso de una persona que alega tener un dolor en una rodilla, dolor que está presente en todo momento, al caminar, al estar en reposo, estando sentado e incluso al estar acostado. El ilustre benefactor, tras analizar el caso, propone como solución que se aplique unas compresas frías y se tome un analgésico, relajante muscular y un antiinflamatorio y voilá el dolor desaparecerá. Esto me recuerda lo que decía el Hermano Cocó en el programa humorístico la Radio Rochela «ten fe hermano, si no ten fe, no ten luz».

Interesante la solución planteada por el iluso benefactor, pero la solución seria, real y responsable a la dolencia, está en manos de un traumatólogo y la posible posterior intervención de un neurocirujano ya que el dolor reflejado en la rodilla tiene su origen en una hernia discal en la columna vertebral tal como lo señala el examen físico practicado por el traumatólogo y tal como lo confirma la imagen por resonancia magnética nuclear.

Científicos sociales (sociólogos, antropólogos, economistas, comunicólogos, pedagogos, politólogos, psicólogos, etc.), ustedes saben perfectamente que solo y solo con la investigación científica se pueden dar respuestas adecuadas al “porqué” ya señalado. Saben que solo con la praxis de la investigación “científica” se pueden conocer, de manera más profunda y real, los aspectos que inciden y establecen nuestra calidad de vida, sus causas y sus posibles repercusiones. Solo la investigación científico-social puede aportar las ideas y soluciones, serias y responsables, para mejorarla, o acaso ¿ustedes lo ponen en duda?

En definitiva, nosotros los homo sapiens, nosotros los monos desnudos de a pie, nosotros la sociedad, contamos con ustedes los que dirigen las políticas de investigación, con ustedes los científicos sociales, con especial énfasis a los politólogos, sociólogos, psicólogos, pedagogos, economistas y comunicólogos, para que juntos resolvamos los problemas que no tienen respuesta en las ciencias exactas ni naturales. Contamos con las instituciones educativas en los diferentes niveles para que estudien, analicen y engendren respuestas hermenéuticas claras a nuestras necesidades, es responsabilidad de Todos nosotros encontrar el punto de intersección entre las diferentes disciplinas y dejar de lado el malintencionado Yoismo, el egoísmo, la avaricia y las ansias de poder, dejemos de lado el empirismo y la improvisación, dejemos de ser superficiales y fortalezcamos nuestra capacidad hermenéutica y cognitiva para así aportar, con carácter de rotundidad, las soluciones reales. No juguemos a nuestra auto-destrucción, hagamos honor a nuestra auto-proclamación de homo sapiens.

En estos momentos viene a mi memoria las palabras de Santiago Ramón y Cajal (primer latino en recibir el Nobel de Medicina de 1906) que parafraseándolas nos decía que el espíritu de curiosidad científica ha estado adormecido durante cuatro largos siglos de servidumbre mental y que el deber de los maestros es revelarlo y orientarlo.

Pido disculpas si hiero sensibilidades pero nosotros la sociedad, el mundo, pedimos a gritos soluciones que no terminan de llegar con la calidad que nos merecemos: pobreza, apatía, corrupción, desempleo, crecimiento poblacional, hambre y desnutrición, desintegración familiar, delincuencia, calentamiento global, calidad de aguas superficiales, la guerra, la violencia de género, el racismo, la concentración del poder en manos de unos pocos privilegiados, la drogodependencia, la obsesión por la estética, el consumismo excesivo, la inmigración, discriminación social, etc., etc..

Científicos sociales, el futuro de nuestra sociedad, el futuro del mundo, el futuro de nuestra especie homo sapiens, está en sus manos, ánimo que todos contamos con ustedes.

Por favor, al terminar de leer éste sucinto y humilde artículo, responda usted a la pregunta planteada.

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Tarantino Salvatore. (2014, junio 25). Ciencia, sociedad y responsabilidad de los científicos sociales. Recuperado de https://www.gestiopolis.com/ciencia-sociedad-y-responsabilidad-de-los-cientificos-sociales/
Tarantino Salvatore. "Ciencia, sociedad y responsabilidad de los científicos sociales". gestiopolis. 25 junio 2014. Web. <https://www.gestiopolis.com/ciencia-sociedad-y-responsabilidad-de-los-cientificos-sociales/>.
Tarantino Salvatore. "Ciencia, sociedad y responsabilidad de los científicos sociales". gestiopolis. junio 25, 2014. Consultado el . https://www.gestiopolis.com/ciencia-sociedad-y-responsabilidad-de-los-cientificos-sociales/.
Tarantino Salvatore. Ciencia, sociedad y responsabilidad de los científicos sociales [en línea]. <https://www.gestiopolis.com/ciencia-sociedad-y-responsabilidad-de-los-cientificos-sociales/> [Citado el ].
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