Concepto de seguridad alimentaria

El hambre en el mundo está mucho más relacionada con las políticas comerciales, la escasez de recursos económicos y el colapso del Estado, que con el fracaso en las cosechas obtenidas en regiones eminentemente agrícolas. Las hambrunas no están determinadas por la escasez global, sino por falta de acceso a los alimentos. Cuestiones macro-económicas quitan lugar a problemas en la producción local.

El término Seguridad Alimentaria ha sido utilizado en diferentes sentidos a lo largo del tiempo. En los años setenta la atención mundial se enfocaba fundamentalmente en la oferta y almacenamiento de alimentos. Durante la Conferencia Mundial Alimentaria de 1974 se contemplaba la oferta alimentaria global como factor esencial para responder a la escasa disponibilidad de alimentos en algunas regiones de África y otros países con problema de hambrunas.

En los años ochenta resultó evidente que la oferta no bastaba por sí sola para asegurar el acceso de la población a los alimentos. Quedó demostrado que las hambrunas ocurren sí que exista déficit de alimentos a nivel mundial, y que el acceso a los alimentos depende de los ingresos y derechos que individuos y familias puedan tener en el entorno social e institucional donde se desarrollan.

A comienzos de los años noventa se incorporó el término Seguridad Nutricional, considerando que las condiciones de desnutrición no obedecen únicamente al escaso consumo de alimentos, sino también a las condiciones de salud en la población. Es decir, deficientes condiciones sanitarias propician infecciones y diarreas que impiden la ingesta y aprovechamiento de los alimentos, lo cual se suma a la inadecuada distribución global de los mismos.

Durante muchos años el concepto básico de Seguridad Alimentaria consistió en controlar las fuentes de alimentos dentro de una visión mundial centrada en el conflicto bélico. La preocupación inmediata se centraba en el abastecimiento de alimentos durante la guerra. En efecto, las políticas agroalimentarias durante la Guerra Fría, fueron concebidas en términos de autosuficiencia nacional en materia de alimentos, mediante la protección económica al sector agropecuario. La cuestión fundamental radicaba en no depender de las importaciones para cubrir las necesidades alimenticias. Según ésta visión hay que producir localmente todos los alimentos que requiere un determinado país, lo cual no significa que un sector agrario nacional pueda persistir sin divisas de otros sectores para financiar la producción agropecuaria.

Un sector agrario exportador puede verse en necesidad de importar alimentos que no produce, pero goza de autosuficiencia económica sectorial cuando el dinero recibido por las exportaciones alcanza para solventar los costos de producción y la importación de alimentos. La promoción de la autosuficiencia alimentaria se basa en la idea subyacente de que depender del exterior es peligroso porque en cualquier momento puede haber problemas en los países exportadores de alimentos, desde un bloqueo en los medios de transporte, hasta un colapso del mercado en caso de guerra, lo cual provocaría escasez de alimentos, e inesperado incremento en el precio de los mismos.

Lo cierto es que un esquema que descansa en la autosuficiencia alimentaria total, enfrenta fuertes problemas, pues en ocasiones una parte de la producción nacional resulta más costosa que la importada, y generalmente el sector agrario requiere de maquinaria, equipo, tecnología y materias primas importadas, lo que genera gasto en divisas, que se acentúa entre más se expande el mercado interno. La producción local no deja de ser insegura por estar expuesta a sequías, inundaciones y contingencias, mientras que la producción mundial de alimentos es más estable que cualquiera de los sectores agropecuarios que la integran.

Para algunos, el propio concepto de autosuficiencia alimentaria deja de tener sentido cuando las economías se abren y permiten el comercio internacional. De éste modo, las exportaciones de un sector podrían cubrir las importaciones de otro sector dentro del contexto macroeconómico abierto, lo cual haría menos probables las situaciones de emergencia. El déficit inesperado en la producción nacional agropecuaria de un determinado sector, puede compensarse aumentando la importación de alimentos en el mediano plazo, pero en el largo plazo, un incremento sostenido de las importaciones debe compensarse con incrementos similares en las exportaciones agrarias y de otros sectores.

El riesgo de una crisis alimentaria nacional puede presentarse debido a una fuerte disminución en la producción agropecuaria de los países exportadores de alimentos. Un constante aumento en los precios del petróleo haría más costosa la producción y transporte de los alimentos, lo cual limitaría la disponibilidad y el acceso. Veríamos escasez de alimentos en caso cambien las políticas comerciales en Estados Unidos donde mantienen existencias de alimentos para situaciones de emergencia.

El concepto Seguridad Alimentaria no se coloca en las circunstancias actuales, sino en la posibilidad de que se presenten situaciones futuras y se ha ido alejando de la noción de autosuficiencia para desempeñar importante papel en el comercio internacional, donde el régimen cambiario liberalizado y flujos financieros internacionales benefician a las grandes empresas. Los exportadores que mantienen grandes excedentes de alimentos para vender en México, tienen su atención enfocada en la demanda que proviene de la insuficiencia en la producción nacional.

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Según FAO la tendencia global en la producción de alimentos ha crecido más rápidamente que la población mundial, por lo que cada vez es menor el sector de población que se dedica directamente a la producción agropecuaria. Lo cierto es que las estadísticas no resultan del todo exactas, y enmascaran desequilibrios mundiales, en algunos casos sumamente graves. Evidentemente la producción agropecuaria no es igual en todo el mundo. Algunos sectores agropecuarios en México particularmente, se paralizan frente a las importaciones de alimentos, y no por razón de excedentes en la producción local. Es bien sabido que cada día hay menos mexicanos dedicados a la producción de alimentos, pero no por exceso en la producción nacional, sino por el abandono en que se encuentra desde hace décadas el campo mexicano.

El concepto Seguridad Alimentaria encuentra uno de sus límites en la creciente urbanización, porque el acceso a los alimentos en las ciudades no depende de poder producirlos, sino del precio de los mismos. La defensa de un libre mercado internacional de alimentos, forma parte del discurso oficial externo que pronuncian los grandes actores en el área de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), pero los planteamientos distan de ser aplicados en muchos sectores agrarios de países que los pregonan. Habrá que contrarrestar el doble mensaje de los países desarrollados que, por un lado mencionan las ventajas de una economía abierta, y por otro sus políticas comerciales no permiten el desarrollo ni la incorporación de los países en vías de desarrollo.

Nuevas formas de protección agraria están siendo aplicadas en países ricos, algunas de ellas distorsionan el mercado y afectan a los países en desarrollo que comparten la necesidad de crear oportunidades en el mercado internacional de productos agrarios. La FAO en su análisis del año 2002 indica que la balanza comercial agropecuaria de los países en desarrollo ha ido empeorando, desde un superávit récord de 17 mil millones de dólares en 1977, a un déficit neto de 6 mil millones de dólares en 1996. El mismo informe señala que a pesar de las reformas internacionales para intercambio agroalimentario, las importaciones netas de cereales en países menos desarrollados aumentaron a 100 millones de toneladas entre 1997 y 1999, e indica que ésta cantidad podría aumentar hasta 190 millones de toneladas para el año 2015, y a 265 millones de toneladas netas de cereales para el año 2030.

Esta evolución en la importación de cereales tendría una connotación positiva si pudiera reflejar mejoría en los niveles de ingreso poblacional, pero sabemos que existe un número alarmante de personas desnutridas en los países menos desarrollados, cuyo problema básico radica en superar la pobreza para adquirir capacidad y estabilidad en el acceso a los alimentos. La importación de alimentos en gran escala, provenientes de países con medios para subvencionar fuertemente su producción agraria, socavan las posibilidades de muchos países en desarrollo que desean fomentar su producción interna para satisfacer parte de la creciente demanda. Además, subsiste incertidumbre sobre la capacidad de los países en desarrollo para continuar obteniendo divisas suficientes que permitan sostener en el largo plazo, las importaciones de alimentos subsidiados provenientes de países desarrollados.

Para obtener divisas se requiere de una base exportadora diversificada que, por un lado depende de las políticas domésticas, y por otro de la existencia de un mercado internacional amplio y estable. Sin mercado internacional las oportunidades para los países en desarrollo quedan restringidas.

Sabemos que un sistema de reglas resulta esencial para que el libre comercio internacional funcione y pueda ser administrado, pero hemos visto que el conjunto de reglas actuales no evita el doble mensaje al que aludimos previamente en relación con el proteccionismo en los países desarrollados. Evitar el doble mensaje parece estar fuera de alcance en la agenda de la Organización Mundial del Comercio (OMC).

En México, los funcionarios más optimistas vieron en el Acuerdo sobre Agricultura un proceso que a mediano plazo conllevaría reformas sustanciales en la política agraria que permitirían vincular mercados domésticos con internacionales. En la Agenda para el Desarrollo de Doha, las negociaciones se exhibían como momento oportuno para hacer reformas sustanciales al Acuerdo sobre Agricultura, pero fue evidente la resistencia a las reformas por parte de países que otorgan mayor protección a sus sectores agrarios. Incluso algunas negociaciones comerciales multilaterales actuaron como factor de restricción en la autonomía de los países menos desarrollados, y las formas de actuación pública dejaron escaso margen de idoneidad a los sectores no se identifican con el libre comercio. La liberalización comercial no debiera aparecer como un fin en sí mismo, sino como resultado de negociaciones guiadas por el principio de reciprocidad.

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De la Vega Lozano Jorge Alejandro. (2004, noviembre 14). Concepto de seguridad alimentaria. Recuperado de https://www.gestiopolis.com/seguridad-alimentaria/
De la Vega Lozano Jorge Alejandro. "Concepto de seguridad alimentaria". gestiopolis. 14 noviembre 2004. Web. <https://www.gestiopolis.com/seguridad-alimentaria/>.
De la Vega Lozano Jorge Alejandro. "Concepto de seguridad alimentaria". gestiopolis. noviembre 14, 2004. Consultado el . https://www.gestiopolis.com/seguridad-alimentaria/.
De la Vega Lozano Jorge Alejandro. Concepto de seguridad alimentaria [en línea]. <https://www.gestiopolis.com/seguridad-alimentaria/> [Citado el ].
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