Límites del concepto de desarrollo sostenible en el ámbito de la globalización neoliberal

Introducción

Cada vez más ha formado parte de los analistas del término desarrollo la idea de que el desarrollo es un proceso integral, y que su concepción requiere interdisciplinariedad con una visión global. Ello ha dejado como saldo la tesis de que el crecimiento es condición necesaria para el desarrollo, pero no suficiente. Bajo esta concepción fue relevante en la década del 80´, el trabajo de la Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo, con el conocido Informe Brundtland (1987) bajo la denominación de “Nuestro Futuro Común”.[1] Es en este ámbito en que se enfatiza con particular fuerza la tesis del desarrollo sostenible, cuya visión fue promovida desde el ángulo de los países capitalistas desarrollados, dejando fuera el análisis acerca de las posibilidades de los países subdesarrollados para alcanzarlo.

Es en esta dirección en la que pretende incursionar este trabajo, colocando la atención en las contradicciones del concepto a partir de la revisión del Informe Brundtland. El presupuesto teórico de esta artículo, es que el concepto de desarrollo sostenible propuesto por el Informe Brundtland, expresa un conjunto de contradicciones que no siempre resultan evidentes, cuyo contenido crítico, es de particular importancia para trazar estrategias de desarrollo frente a los problemas que afectan a la sociedad en las interrelaciones global-local, en el ámbito de los países subdesarrollados.

Este trabajo coloca el punto polémico en la siguiente pregunta: ¿Hasta que punto la idea del desarrollo sostenible propuesta desde la perspectiva de los países capitalistas desarrollados constituye una alternativa o un destino que es posible alcanzar en las condiciones socioeconómicas en que se despliega la concepción de la globalización neoliberal?. En un intento de acercamiento a la respuesta de problema planteado este trabajo tiene como cuerpo teórico dos momentos: un primer análisis va encaminado a observar las contradicciones del Informe Brundtland en relación a su propuesta de desarrollo sostenible, y un segundo aspecto, dedicado interiorizar en el contraste Estado-Mercado a que se ve sometida la propuesta de desarrollo sostenible a fines del siglo XX.

Contradicciones del Informe Brundtland

El Informe Brundtland (1987) centra su atención en los “estilos de desarrollo”, y sus repercusiones para el funcionamiento de los sistemas ecológicos, subrayando, que los problemas del medio ambiente y por ende de las posibilidades de que se materialice un “estilo de desarrollo sostenible”, se encuentran directamente relacionados con los problemas de la pobreza, de la satisfacción de las necesidades básicas de alimentación, salud y vivienda, de una matriz energética que privilegie las fuentes renovables, y del proceso de innovación tecnológica.

En este marco de ideas el Informe Brundtland propone como alternativa la búsqueda de un “desarrollo sostenible”, dejando una definición que opera en relación con un destino, que implica responsabilidad intergeneracional, al plantear a este como “un nuevo sendero de progreso que permite satisfacer las necesidades y aspiraciones del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones de satisfacer sus propias necesidades.”[2]

No obstante, el informe en su tentativa de superar los antagonismos entre desarrollo y medio ambiente, o economía y ecología, protección ambiental y técnica; economía de subsistencia e integración en el mercado mundial, recurre a formulas que han sido catalogadas por los analistas del fenómeno como insuficientes,[3] al no indicar los costos que supone alcanzar el desarrollo sostenible, tampoco explica como distribuirlos, y con que estrategias responder a los diversos grupos de interés involucrados en el asunto, particularmente a los estratos sociales sumidos en la pobreza.

El informe carece de precisión en cuanto a la existencia de sujetos transformadores de la realidad al no identificarse los mismos. La exposición de la Comisión sugirió la existencia de un colectivo que se presenta como “humanity”, creando una colisión que no es claramente identificada, por lo que el desarrollo sostenible queda en el vacío al no depender de nadie, empleándose de manera pasiva el término, reforzando una impresión que provoca dificultades para describir el desafío que plantea.

El informe asume como verdad lo que tiene que ser demostrado, ello se hace evidente en como hay variados caminos que colocan puntos que imposibilitan su demostración, por ejemplo, el reporte reclama que el “presente” “necesita” prevenir las nuevas generaciones, sin embargo, el punto de discusión está en como podrían ser identificadas las necesidades de las generaciones futuras fuera del espacio de estas; ¿quiénes decidirán que un bien o servicio pertenezca a las “necesidades básicas” de estas?. Otra contradicción está en como actualmente es prácticamente imposible satisfacer y definir las necesidades de la inmensa mayoría de la humanidad, entonces la pregunta continua latente, ¿cómo poder conocer y planificar las necesidades de las generaciones futuras, si la tendencia es a la perpetuación de mecanismos de poder transmisores de desigualdades sociales?.

En el Informe está presente la idea de que el crecimiento y el progreso tecnológico no entren en conflicto y para ello propone una política de ingresos para las naciones subdesarrolladas, suponiendo en su modelo un país de bajos ingresos donde: a) 50% de la población vive por debajo del límite de la pobreza absoluta; b) la mitad de la renta nacional se queda en el 20% de los hogares más acomodados, y c) con una estrategia de desarrollo sustentable, 25% del incremento de los ingresos de los ricos se distribuye por igual entre las 4/5 partes restantes de la población. El tiempo necesario para que la población que vive por debajo del límite de pobreza disminuye de 50% a 10% sería de 18 a 24 años si los ingresos per cápita crecieran 3%; 26 a 36 años, si aumentan 2%, y 51 a 70 años si lo hicieran 1%.[4]

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Tales premisas no liberan las desigualdades garantizan una mejor distribución a favor de los ricos y de otra parte, mantiene presente el umbral de la pobreza, dado que no toma en cuenta los mecanismos de esparcimiento de la pobreza al considerar esta como algo inevitable. El informe trasmite una esperanza sin fundamento empírico, al exagerar la importancia del crecimiento económico, suponiendo un incremento anual mínimo en los países desarrollados de 3% o 4% y de 5% y 6% en los países pobres. Para ello toma como hipótesis el lugar que podría desempeñar el progreso tecnológico vinculado a medios que no dañen el medio ambiente, sin embargo, la carencia de datos factibles sobre la posibilidad de la transformación productiva y social en el “sur” hecha por tierra tal esperanza en la práctica.

La otra debilidad fundamental del informe radica en que no distingue entre una integración tradicional pasiva y una activa y selectiva de los países subdesarrollados en el mercado mundial. Con ello no considera que las estrategias de Industrialización sustitutiva de Importaciones aplicadas en América. Latina, aisladas del contexto mundial, promovieron una inserción pasiva en la economía mundial, ya que sólo se aprovecharon las ventajas comparativas estáticas, quedando marginadas en la economía mundial. Por consiguiente, el informe no trasciende los modelos tradicionales de desarrollo, dando la impresión de que asume los parámetros del modelo de crecimiento exportador de materias primas, lo cual contribuye a la degradación ecológica.

En suma, el informe define las relaciones entre medio ambiente y desarrollo y propone un programa global para el cambio, pero no toma en cuenta las tareas para su implementación práctica, y que realmente le podrían colocar en una posición realmente transformadora entre ellas se podrían indicar: a) comprender como la gente y las sociedades se interrelacionan con su medio ambiente. b) desafiar los modelos simplistas que la ideología dominante reclama para ser la única manera de interpretación de los fenómenos económicos, c) localizar el concepto de crecimiento, que sea distinguible histórica y culturalmente, y que ello identifique los mecanismos adecuados para hacerle frente al enriquecimiento y la exclusión.[5] c) aplicar mecanismos de integración activa y sostenida en el mercado mundial mediante productos y servicios de creciente calidad con un grado cada vez mayor de valor agregado por la industria y el agro nacional, ello permitiría reducir el uso de recursos naturales y crearía las condiciones para introducir tecnologías no contaminantes y de bajo consumo energético. De esta manera, se desvincularía el crecimiento productivo de las exportaciones de consumo de recursos naturales, reduciéndose en términos absolutos la contaminación ambiental.

Desarrollo sostenible en el marco del contraste Mercado – Estado

Otro punto del debate sobre el desarrollo sostenible y las aristas propuestas podrían estar en el análisis del contexto en que asume importancia, a lo cual, podría adelantarse la interrogante siguiente: ¿Hasta que punto el desarrollo sostenible constituye una alternativa o un destino que es posible alcanzar en las condiciones socioeconómicas del mundo actual?. Al igual que las etapas anteriores esta concepción aparece en condiciones de crisis, en medio de un profundo contraste entre el mercado y el Estado, donde se tiende a privatizar la naturaleza bajo el supuesto de que la crisis ecológica radica en la ambigüedad de los derechos de propiedad sobre los recursos ambientales, y a estimular conforme a ello, por parte de los centros de poder mundial, la anulación del Estado como referente teórico práctico para la propuesta de acciones frente a esa crisis.

A partir de aquí se propone su sustitución por las fuerzas del mercado, así como, la subordinación a organismos supranacionales liderados por la principales potencias imperialistas. Se plantea además, en medio de un proceso de transición de la historia, que tiene como punto bisagra el “derrumbe del socialismo como sistema mundial”, es decir en condiciones de cese de la llamada “guerra fría”, lo que ha significado para la mayoría de las economías del tercer mundo entre otras muchas cosas, una reducción o anulación en algunos países, de la llamada “ayuda oficial para el desarrollo”.

El prestigioso investigador Roberto P. Guimaräes,[6] – con el cual coincide el punto de vista de este trabajo- pensando en la interrogante y en el contexto anteriormente descrito, destaca la idea de que la mantención del stock de recursos y de la calidad ambiental para la satisfacción de las necesidades básicas de las generaciones actuales y futuras, requiere de un mercado regulado, y de un horizonte de largo plazo para las decisiones públicas. La disgregación está en que los gestores y variables referidos a “generaciones futuras” y “largo plazo”, discrepan con el mercado, cuyas supuestos esenciales responden, a la asignación óptima de recursos en el corto plazo, -(bajo el supuesto keynesiano de que “en el futuro todos estaremos muertos” )- a políticas de ajuste, combinadas con recortes de los gastos sociales y a la desarticulación del Estado como garante económico y social.

En este contexto existen variados aspectos que escapan de la acción del mercado, como el equilibrio climático, la biodiversidad o la capacidad de recuperación del ecosistema. Según esto, la contradicción está en que estamos ante una alternativa, cuyo destino resulta ser una simple apariencia, la segunda disyuntiva está, en el soporte de los mecanismos actuales lidereados por la ideología neoliberal, los cuales no funcionan globalmente, de acuerdo con el enfoque alternativo del desarrollo sostenible, constituyéndose, por consiguiente, en una proposición carente de cualquier contenido social trascendente, quedando fuera de los límites de una sociedad que pueda perdurar políticamente de acuerdo a los aspectos sociales del desarrollo.

De ello se deriva la necesidad de delimitar las potencialidades reales de la transformación, es decir, el contenido sectorial, económico, ambiental y social del desarrollo. Y su sostenibilidad está en la viabilidad social de los elementos que interactúan en cualquier sistema. Sólo así, las propuestas del desarrollo sostenible podrán constituirse en alternativas compatibles con las actuales y futuras generaciones en una dimensión espacial y temporal de corto y de largo plazo.

Las deficiencias del Informe y la definición planteada han suscitado variadas preguntas en torno a su nivel de concreción, siendo común entre los investigadores del tema, el criterio de que tiene un carácter ambiguo,[7] bajo la óptica, de la necesidad de avanzar en su delimitación para visualizar los mecanismos que permitirían operativizarla. La concientización de este fenómeno llevó a investigadores de ECODES, (término con que se conoce la Estrategia de Conservación para el Desarrollo Sostenible de Costa Rica) a trabajar en lo que ellos denominaron “definición integrada del desarrollo sostenible” concibiendo esta como:

…”un proceso dinámico en el que el manejo de los recursos naturales, la potencialización del ser humano, los mecanismos de concientización y participación ciudadana, el enfoque del desarrollo científico y tecnológico, la formulación de nuevos esquemas legales y administrativos, la orientación de la economía y la opción de principios éticos de responsabilidad ambiental, fortalezcan las opciones para satisfacer las necesidades básicas actuales, sin destruir la base ecológica de la que dependen el desarrollo socio-económico y la calidad de vida futuras”. [8]

A modo de conclusiones: se puede plantear que la concepción del desarrollo en el contexto de la globalización, se ha hecho más interdisciplinaria. En su conjunto esta deja ver que el desarrollo, no es sólo crecimiento económico, sino, cambios estructurales, económicos, tecnológicos, políticos y ecológicos, que deben colocar en su esencia al hombre como sujeto y objeto histórico de transformación de su entorno, en una dimensión espacial y temporal que incluya interrelaciones, de carácter global, regional, territorial y local.

La forma de pensar el desarrollo sostenible en sus orígenes se basa en experiencias del mundo desarrollado, al igual que la mayor parte de la teoría del desarrollo, ello ha sido influenciado por el pensamiento globalizador. Por lo que su pretensión de validez universal, debería ser rechazada, ya que una teoría universal, supone la unidad de lo diverso, reflejando las experiencias de diferentes sociedades en correspondencia con las exigencias que demanda el desarrollo en su sentido social.

El pensamiento sobre desarrollo ha progresado desde un enfoque con objetivos exclusivamente centrados en los resultados económicos, o calificada como la “noción opulenta del desarrollo”, a una concepción que entiende el mismo como un proceso, que abre el marco de posibilidades del hombre, como objeto y sujeto de transformación, y donde la cultura se complementa dialécticamente bajo el pensamiento de que esta es clave para el desarrollo. Por lo que el desarrollo humano sostenible es exigente con los fundamentos de la diversidad como fuente de riqueza y condición misma de sostenibilidad.

Vale reiterar que en la concepción del desarrollo es posible observar una modificación sustancial en los paradigmas creadores de conocimientos que la explican. En su acepción económica se tuvo en cuenta la noción de sostenido, ligada a un crecimiento que no percibía límites biofísicos, y generalmente interpretado desde el lado de la demanda, siendo esto ubicado con fuerza tanto en la lógica del mercado, como de economías centralmente planificadas, con la particularidad de que estas últimas priorizaban el carácter social del proceso de desarrollo.

En cambio el concepto de desarrollo sostenible, se enfoca desde el lado de la oferta ambiental, bajo la óptica de obtener rendimientos firmes, es decir, una productividad básica, de acuerdo a la capacidad que pueden suministrar los ecosistemas. Otra distinción es que el contexto desde donde se enfoca el desarrollo tiende a ser diferente. De un ámbito nacional a uno global, que se asienta en interrelaciones globales y de naturaleza local.

La evolución del pensamiento sobre el desarrollo, en términos históricos, se ha dado en el marco de luchas sociales, a través de la pugna entre el capitalismo y el socialismo, entre la clase obrera y el capital y el pensamiento humano y las fuerzas de la naturaleza. A lo largo de las últimas 7 décadas (30s-90s) del siglo XX, el concepto de desarrollo se ha expandido y enriquecido, pero también se fragmentó.

Bibliografía

[1] El concepto de sostenibilidad se conocía de antes, tiene su origen en el documento sobre los “Limites al crecimiento” (1972) y en la Conferencia de Estocolmo (1972). El avance del Informe consiste en que trató de darle una especie de marco teórico. Gro Harlem Brundtland. Our Common Future: From One Earth to One World. Nueva York, Oxford University Press 1987.

[2] Gro Harlem Brundtland op. cit p. 12.

[3] Ver: Leopoldo Mármora. La ecología en las relaciones Norte-Sur: el debate sobre el desarrollo sustentable. En: Comercio Exterior Vol. 42 No. 3 México, Marzo de 1992 pp. 210-215. Y Gilbert Rist. The history of development. From Western Origins to Global Faith. Zed Books london & New york 1997 pp. 178-187.

[4] Leopordo Mármora op. cit. p. 210.

[5] Gilbert Rist op. cit. p. 187.

[6] Ver: Roberto P. Guimaräes. El desarrollo sostenible ¿Propuesta alternativa o retórica neoliberal?. ( Trabajo extraído de la página web sobre desarrollo sostenible en internet mayo de 1999 pp. 26. Ver además: Roberto P. Guimaräes. El discreto encanto de la Cumbre de la Tierra: Una evaluación impresionista de la Conferencia de Rio. Nueva Sociedad No. 122, Caracas Noviembre-diciembre 1992 pp. 86-103.

[7] Ver: Carlos A. Quesada Mateo. Marco conceprual para la definición del desarrollo sostenible. En: Desarrollo sostenible y políticas económicas en América Latina. (Compilador Olman Segura). San José Costa Rica, 330.9 D441d, 1992 pp. 61-70.

[8] Tomada de Carlos A. Quesada Mateo. Op. cit. p. 70.

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González Arencibia Mario. (2004, febrero 20). Límites del concepto de desarrollo sostenible en el ámbito de la globalización neoliberal. Recuperado de https://www.gestiopolis.com/limites-concepto-desarrollo-sostenible-ambito-globalizacion-neoliberal/
González Arencibia Mario. "Límites del concepto de desarrollo sostenible en el ámbito de la globalización neoliberal". gestiopolis. 20 febrero 2004. Web. <https://www.gestiopolis.com/limites-concepto-desarrollo-sostenible-ambito-globalizacion-neoliberal/>.
González Arencibia Mario. "Límites del concepto de desarrollo sostenible en el ámbito de la globalización neoliberal". gestiopolis. febrero 20, 2004. Consultado el . https://www.gestiopolis.com/limites-concepto-desarrollo-sostenible-ambito-globalizacion-neoliberal/.
González Arencibia Mario. Límites del concepto de desarrollo sostenible en el ámbito de la globalización neoliberal [en línea]. <https://www.gestiopolis.com/limites-concepto-desarrollo-sostenible-ambito-globalizacion-neoliberal/> [Citado el ].
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