Urabá en Colombia. Banano, conflicto armado, narcotráfico, paz y responsabilidad social

Abstract

El trabajo pretende mostrar a la región bananera de Urabá en Colombia, como una zona llena de oportunidades para hacer realidad los sueños. A partir de su información socioeconómica y de biodiversidad se hacen unos apuntes para comprender la historia del cultivo y comercialización del banano desde las primeras plantaciones en Colombia, pasando por la masacre de las bananeras en el departamento del Magdalena, hasta analizar el banano de cara al mercado mundial, reconociendo a Urabá como un corredor estratégico de las Américas con alta importancia geográfica, política, comercial y militar.

Se analizan además los beneficios y perjuicios traídos por el banano a Urabá, el conflicto social en la zona bananera desde la incursión de la guerrilla y su penetración de la base social, pasando por la presencia e influencia paramilitar representada en la convivencia con fuerzas estatales y paraestatales.

Así mismo se analiza la condición de los empresarios bananeros que oscilaron entre el pecado de la convivencia, el silencio cómplice y el desafío de enfrentar esa cruda realidad, así como la presencia del narcotráfico en la zona que ha sabido aprovechar ese corredor estratégico para la introducción de droga al mercado mundial, afectando la escala de valores en trabajadores tradicionalmente asalariados que prefirieron en muchos casos optar por la Cultura del atajo para hacerse al dinero fácil.

El trabajo finaliza haciendo una reflexión referida a los Derechos humanos como la gran pesadilla de gobernantes y empresarios, hasta llegar a hechos concretos de reconstrucción del tejido social a través de las fundaciones sociales bananeras y de la Asociación de Bananeros de Colombia- AUGURA y de compromisos con una fumigación con criterios de sostenibilidad.

INTRODUCCIÓN

Acercarse con juicio y método al estudio de carácter descriptivo de las situaciones por las que ha atravesado la región de Urabá, en el norte del Departamento de Antioquia, Colombia, es abrirse a una realidad paradigmática toda vez que ésta ha soportado los más significativos conflictos de las últimas décadas en este país, con elementos decisivos en una sociedad, como es la propia participación del Estado, de organizaciones sociales de base, de grupos al margen de la ley (de derecha y de izquierda), del sector empresarial y de los sindicatos del sector bananero, en la búsqueda de soluciones a sus problemas.

En ese entronque situacional es que se han configurado sinergias de todo tipo entre los diferentes actores, siendo uno de ellos el sector que agrupa el colectivo de productores y el sector de los trabajadores sindicalizados en aras de mantener esquemas favorables de producción y comercialización. Otras relaciones, ya poco gratas, son las que han establecido grupos al margen de la ley con miembros del propio Estado o entre ellos mismos, obviando sus diferencias ideológicas y los postulados de corte social o político.

Las confrontaciones dadas en esta región han trascendido de este entorno hasta mostrar el horror que puede alcanzar un conflicto con sus secuelas inmediatas y mediatas y el universo de posibilidades para enfrentarlo; es decir, la región de Urabá, que comprende igualmente la zona del Darién, ha sido un obligado laboratorio social, político, económico y hasta militar, donde se maceran soluciones no siempre pacíficas, pero cuya lectura tiene mucho que decirnos a propios y foráneos enriqueciendo nuestro acervo cultural con todos esos componentes.

La Región del Urabá, ubicada en su mayor parte en el Departamento de Antioquia, República de
Colombia, está conformada por los municipios de Apartadó, Arboletes, Carepa, Chigorodó, Murindó, Mutatá, Necoclí, San Juan de Urabá, San Pedro de Urabá, Turbo y Vigía del Fuerte, los cuales ocupan una superficie de 11.664 km2, con más de 500 mil habitantes y una densidad poblacional de 43.6 habitantes por kilómetro cuadrado; esta zona comprende más de un millón de hectáreas, 350.000 de las cuales son aptas para la agricultura.

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Actualmente allí existen 32.500 hectáreas dedicadas a la producción industrial de banano, 50 mil a la producción de plátano, 5.000 a la producción industrial de palma de aceite, 3.000 de yuca, 3.000 de caucho y 300.000 hectáreas son de vocación ganadera, con aproximadamente 600 mil cabezas de ganado de razas mejoradas para carne y doble propósito. Además dispone de cerca de 200.000 hectáreas de bosques tropicales y en materia de pescados y productos de mar posee más
de 400 especies de las cuales el 70% son comestibles y comerciales.

La producción de banano en esta rica y cálida región está bajo la responsabilidad de 180 sociedades establecidas en 320 fincas, capaces de producir 2.100 cajas de fruta de 18.14 kilogramos cada una por hectárea/año; esto representa 69 millones de cajas de banano anuales distribuidas así: 257.102 toneladas al año para exportación y 150.000 toneladas al año para el consumo nacional.

La fruta producida en Urabá es exportada actualmente por cuatro empresas comercializadoras: La
Unión de Bananeros de Urabá Sociedad Anónima –UNIBAN S.A.-, Compañía Comercializadora Internacional de Banano de Colombia S.A. –BANACOL-, Sociedad de comercialización internacional Banafrut S.A. –BANAFRUT- y Comercializadota Internacional Tropical, -C.I. TROPICAL- las cuales perciben desde el primero de enero de 2010, US$ 8.50 por cada caja de fruta puesta en el mercado internacional , dándole una ventaja competitiva a esta industria que lleva en sus hombros la tarea de provocar múltiples reivindicaciones en una región azotada por la violencia pero que cuenta con muchas potencialidades por sus peculiaridades que la optimizan.

Estas condiciones excepcionales hacen de Urabá una zona atípica donde circula el dinero en cantidades superiores a otras regiones del país, colocándola en un importante rango entra las actividades que aportan sustancialmente al Producto Interno Bruto del país y donde, consecuencialmente, el valor de la tierra es alto por ser una subregión con niveles de producción crecientes y asegurados, gracias a políticas concertadas de los actores sociales y empresariales no obstante estar envuelta en conflictos que trascienden sus fronteras locales. Urabá es poseedora de una alta biodiversidad y está ubicada en una zona geopolítica estratégica con acceso directo al Océano Atlántico, pero también por las mismas razones y por tener una alta masa de trabajadores asalariados donde solamente SINTRAINAGRO -sindicato del sector bananero- agrupa a más de 18.000 trabajadores, es una región propensa a la ubicación en su territorio de grupos armados y de narcotraficantes, capaces de permear la población civil con ofertas económicas desproporcionadas, o con el constreñimiento que se puede lograr mediante el uso de las armas.

En ese escenario rico pero al mismo tiempo conflictivo, se desarrollan los procesos de producción y comercialización del banano que se consume en los mercados de las grandes ciudades europeas y AUGURA, como gremio que reúne a productores y comercializadores, debe velar no sólo por mejorar las cuotas de participación del banano de Urabá en el mercado internacional, sino además porque las condiciones laborales de los trabajadores bananeros sean dignas y se den en el marco de la ley y la justicia social.

Son situaciones adversas que demandan ser estudiadas desde la perspectiva histórica con referencia a lo regional, pero unidas a una realidad de violencia generalizada en Colombia desde hace unas seis décadas y que en Urabá también se manifiestan, tomando como telón de fondo el ámbito internacional, pues tratándose del nicho productivo de mercados con destinos internacionales, estos se han cualificado de tal manera que exigen los cumplimientos mínimos de estándares en cuanto al respeto y defensa de los Derechos Humanos, al Derecho Internacional Humanitario y a las demandas de una producción que no riña con el mantenimiento de las condiciones ecológicas aptas, como es la protección del medio ambiente .

Los elementos internacionales que anotamos son los que le pueden dar un valor agregado a unas mercancías que aspiran competir en los mercados del mundo. Ello se traduce en el acceso a unas primas mercantiles que se reciben como reconocimiento por esas condiciones peculiares en la producción, como es el caso del respeto por los derechos humanos, el derecho internacional humanitario y las condiciones favorables para el medio ambiente, así como en términos de la responsabilidad social que implican los emprendimientos industriales.

Estas primas son precisamente un reconocimiento de que se han cumplido unas condiciones inmateriales, lo cual implica su reconocimiento en el mercado como un activo intangible que le da un valor agregado al banano que se consume en el mundo, sobre todo en esos temas tan sensibles en la actualidad .

De ahí que el trabajo que ponemos a consideración crítica de los lectores tenga unos marcos referenciales internacionales, desde el reconocimiento de vivir en un mundo interconectado donde la humanidad apuesta por el compromiso con la gente y con sus derechos, porque no puede haber actividad humana que tenga dignidad si esta implica muerte, destrucción, irrespeto mutuo e irresponsabilidad social empresarial .

Estas condiciones y un ambiente de tal excepcionalidad son las que motivan a investigar si las actividades desarrolladas en la década que va desde enero del año 2000 hasta diciembre del año 2009 por la Asociación de Bananeros de Colombia- AUGURA en la zona bananera de la Región de Urabá, Departamento de Antioquia, República de Colombia, contribuyen para que la fruta que se produce y se exporta desde esa región hacia el mercado internacional esté refrendada por acciones comprometidas con la protección y promoción de los derechos humanos universalmente reconocidos de los trabajadores como son salarios justos, garantías del derecho de asociación, libre imprenta, derecho de huelga y servicios de bienestar para ellos y para sus familias, así como con la preservación del medio ambiente representada en el cuidado de fuentes hídricas, micro cuencas y manejo adecuado de residuos, lo cual da a esta producción un valor agregado en el mercado internacional y facilita su acceso a las primas Fairtrade Labelling Organizations Internacional (FLO, siglas del inglés) , con cuyos ingresos se favorece directamente el mejoramiento de las condiciones habitacionales y sanitarias de los trabajadores y sus familias, poniéndose en circunstancias ventajosas de competitividad frente a la misma fruta producida y exportada por otras regiones del mundo, donde no se cumplan a cabalidad estas dos condiciones. Ello es así porque nuevos modelos de relaciones internas y exigencias del mercado externo se han instaurado allí, así como por la existencia in situ de un ambiente conflictivo, como quiera que hay exigencias de tipo político y de respeto por los Derechos Humanos que median los negocios de la fruta que se produce allí, en procura de fortalecer los mercados socialmente responsables, tanto en lo humano como en lo ambiental; ello ha puesto retos a todos los estamentos involucrados en la cadena productiva y ha traído logros importantes para el mantenimiento y proyección de este rubro económico tan significativo para la economía de Colombia.

Son las indagaciones in situ mediante entrevistas con los propios actores de la industria bananera, las lecturas de ayer y de hoy en lo doctrinal y retomando documentación institucional tanto de los gremios del sector productivo como del Estado colombiano, lo que ha permitido acercarse a una realidad que amerita ser conocida por algún sector del mundo académico, el mismo que puede en otra ocasión recabar en estos aportes para seguir construyendo esa historia que nos contempla implacable, para que las generaciones por venir no tengan que sufrir los rigores de la que acá ponemos en consideración.

1. URABÁ, UNA REGIÓN LLENA DE OPORTUNIDADES PARA HACER REALIDAD LOS SUEÑOS

Urabá es una tierra de sueños , pero también de grandes luchas, con actores de todos los sexos y edades, especialmente en las dos últimas décadas; al adentrarse en ese mar verde de actividad febril, así como en los centros urbanos de la región del Urabá antioqueño, se incursiona en un territorio sorprendente, lleno de oportunidades para la esperanza y para la construcción de nuevas realidades; pero también cuando se recorren los municipios que conforman el eje geográfico bananero y sus zonas vecinas que alinderan con el Darién y con la entrada al Chocó biogeográfico por el caudaloso río Atrato, se ingresa a un territorio donde todavía son deficientes algunos servicios fundamentales como el saneamiento básico y la educación, hechos que recuerdan que en esa misma inmensidad y belleza se ha soportado la tragedia social de atroces confrontaciones, desolación y muerte, como lo dejan expresado desde la prosa del poeta y compositor autóctono Carlos Satizabal, unos jóvenes músicos de Turbo en el trabajo denominado
Chicos y Chicas de Urabá , proyecto musical impulsado y coordinado por la Oficina de Iniciativas para la Transición y la OIM –Organización Mundial para las Migraciones-: “Turbo de mi tierra bella, y no la puedo olvidar”. Porque ya hablan de su tierra desde la lejanía y desde el dolor de haberla tenido que abandonar por las condiciones que la guerra impuso, temas y motivos que se repiten en muchas otras canciones donde reclaman a la vida con letras como esta:
“violencia que como un arma letal que va arrasando el mundo sin parar, el pan de cada día está en los noticieros hablando de masacres y de armas de fuego. Es que la mente la tenemos envenenada llena de codicia y de otros juegos nada… ja, ja, es verdad, la vida social, es la realidad, la pura verdad”

Allí mismo, donde se han ensayado formas de superación de esa violencia tuvo lugar un laboratorio de muerte enconado, donde no era posible una “fenomenología de la muerte” , porque ella misma envaneció los conceptos y ensombreció las razones, quedando solo los retos epistemológicos para entender unos golpes que también las generaciones venideras tendrán como suyos, así como unos logros empresariales que aun mantienen una boyante economía bajo la égida de unas relaciones obrero-patrón-estado que han logrado mantenerse en medio de la adversidad y la diferencia.

Pero, paradójicamente, en este medio hostil se ha mantenido una inquebrantable confianza entre organizaciones gremiales y de trabajadores que no han dejado sucumbir la sociedad, al tiempo que le han ampliado su capacidad de regenerarse. Ese ha sido el reto aceptado por empresarios, Estado, sociedad civil, sindicatos, y los propios actores armados que han tenido marcos para actuar en la legalidad luego del proceso de desmovilización establecido por la Ley 975 de 2005, conocida como “Ley de Justicia y Paz”, que les dio nuevos nichos de acción legales desde donde pudieran participar. Es el espacio conflictivo desde donde se han podido superar obstáculos aprendiendo de ellos y mirando más el futuro que el pasado para sanar las heridas que la violencia ha dejado y emprender juntos nuevos caminos apostándole a una industria como la bananera que tiene probadas garantías de rentabilidad en lo social y económico.

INFORMACIÓN SOCIOECONÓMICA Y DE BIODIVERSIDAD.

El espacio geográfico que ocupa Urabá en el contexto del globo terráqueo comprende los 8º 37´ y 7º 55´ de latitud norte y 77º 25´ y 76º 55´ de longitud oeste . Fisiografía que la pone en unos patrones y sistemas climatéricos excepcionales con regímenes de lluvias, vientos y topografía que hacen posible una variedad de fenómenos favorables para la producción acuícola, agrícola y pecuaria, como el ciclo trimestral de lluvia-verano-lluvia-verano, el cual cada vez está más afectado por los cambios climáticos.

Desde el punto de vista político administrativo, la región abarca el departamento del Chocó, en la parte occidental, y de Antioquia, en el lado oriental, teniendo como límite departamental en esta región la desembocadura del río Atrato. Hacia el sur encontramos Bahía Colombia que representa la porción más angosta del golfo que bordea los municipios de Urabá con unos 15 kilómetros y sobre la margen oriental de ésta se localiza la población de Turbo; el límite norte del golfo lo constituye el mar Caribe.

Por su riqueza ambiental Urabá representa un apreciable y amplio ecosistema de manglares y humedales de importancia regional y global, a lo que se le suman sus recursos hidrobiológicos.

Desde el punto de vista geoestratégico siempre se ha predicado la localización del golfo de Urabá como punto de unión entre Centro y Sudamérica, lo que le da una importancia estratégica nada insoslayable, como puerta de entrada al Istmo de Panamá con las posibilidades que da su canal interoceánico como puerta a los países de Centro América y como corredor hacia mercados tanto legales como ilegales de alta envergadura como lo son México y los Estados Unidos de Norteamérica.

El Golfo de Urabá tiene un área aproximada de 11.664 Km2 que representa el 18.34% del departamento de Antioquia. Está subdividida en 3 zonas: zona Norte (Arboletes, Necoclí, San
Juan de Urabá y San Pedro de Urabá), zona Centro (Apartadó, Carepa, Chigorodó Mutatá y Turbo) y zona del Atrato Medio (Murindó y Vigía del Fuerte) , con profundidades medias de 40 metros en la parte norte y de 20 metros en la porción interior. El golfo en el sector del Departamento de Antioquia se ubica entre los municipios costeros de Necoclí y Turbo; las costas que lo bordean son en general rocosas, con despeñaderos hacia el oeste, mientras que al suroeste, sur y este son bajas y cenagosas. El sistema hidrográfico de la región de Urabá está formado por tres grandes vertientes: La del mar Caribe, constituida por la cuenca de los ríos Mulatos y San Juan, que son sus principales afluentes; la vertiente del golfo, conformada por las cuencas de los ríos Necoclí, Turbo, Caimán Nuevo, Currulao, Guadualito, río León y sus afluentes: Río Grande, Apartadó y Chigorodó; y finalmente está la vertiente del río Atrato conformado por la cuenca de los ríos Murindó, Jadega, Chajeradó, Murrí y Riosucio. El golfo de Urabá se constituye en el receptor final de todo el sistema hidrográfico de Urabá y del Chocó, por lo cual sus condiciones físicas y bióticas son reflejo de la situación ambiental de una área de más de 4000 kilómetros cuadrados, que lo hace más atractivo aun en momentos en que el acceso a agua dulce es un reto para la vida y para los sistemas agrícolas en todo el mundo.

Los ecosistemas asociados al golfo de Urabá son humedales de vital importancia para el hábitat de numerosas especies de fauna silvestre y para la producción de recursos hidrobiológicos; es así como existen los manglares del delta del Atrato y de la ensenada de Rionegro, arrecifes, praderas y formaciones coralinas en el sector del departamento del Chocó, donde se encuentran especies consideradas en peligro de extinción como las tortugas marinas y el manatí.

Pero no todo es armonía, menos en un medio natural con dinámicas que desbordan toda previsión humana dada su biodiversidad, posición y accidentes geográficos. Una historia reciente –del año 2008- nos ilustra este concepto:
“Don Pedro Tordecilla y doña Bella Aurora Niño, dos ancianos que pasan de los 80 años, acaban de engrosar el número de desplazados, aunque, a diferencia de otros, no quedaron en la lista de nadie.

No los echó la guerrilla, ni los paramilitares. Tampoco el hambre. Los expulsó el mar.

El mar que en cuatro meses se comió seis metros de costa en Puntepiedra, a 10 kilómetros de Turbo y cuyas olas se asomaban al patio.

El poste que marcaba el retiro de 50 metros que había que dejar antaño en la costa, está a seis metros de ser devorado por las olas.

Este puerto, el más amenazado de Antioquia por el aumento en el nivel del mar que traerá el calentamiento global, como revelara el año pasado Francisco Arias, director de Invemar, pierde terreno día a día”.

Los fenómenos naturales y los regímenes actuales corresponden a la factura de cobro que hace la naturaleza a las acciones humanas locales y al calentamiento del planeta que se suma con el aumento en el nivel del mar, lo que podría ser un ejemplo de los cambios en los que la actividad antrópica tiene responsabilidad. Una deuda reconocida en la zona ha sido el cambio que le dieron al río Turbo mediante el sistema de dragas de succión, con el arrastre de limos y cuanto material encontraban en el lecho del río, con consecuencias que ahora lamentan por las inundaciones que se presentan en las partes bajas de la ciudad de Turbo. Hay datos concretos de estos cambios:
“Las mediciones revelan que a 300 metros lineales de continente se los tragó el mar. Ese número es más aterrador en la Punta del Rey, Arboletes: hace años la playa estaba a 1.600 metros de donde está hoy.

Jairo Guillermo Vásquez, de Corpourabá, dijo que en ese municipio la tasa de erosión es de 4 metros al año”.

Pero como si esto fuera poco, la temperatura también ha variado en esta zona con consecuencias graves cuando se trata de una agroindustria que depende de ciclos para sus actividades. «Los ciclos como venían se perdieron. Ahora se puede esperar cualquier cosa», señalaba un dirigente bananero , lo cual aporta un ingrediente más nefasto a una situación que social y políticamente es de permanente confrontación. Nos remitimos a informes recientes de autoridades oficiales en la materia, como la otorgada por funcionarios del IDEAM.

“El registro de 1931 a 2007 de las estaciones meteorológicas del Ideam señala que la temperatura en la región ha subido 0,6 grados.”

“En los años del presente siglo el promedio en ese sitio ronda los 27,8 grados.

Pero las seis estaciones de la zona muestran una temperatura promedio de 27,3 grados, 0,6 más que la que se tuvo hace 25 años.

La alteración de los patrones climáticos se nota también en la distribución de las lluvias. Aunque seis estaciones pluviométricas registran un descenso ligero en los últimos años, no es un indicador concluyente.

Las temporadas alternadas de invierno y verano cada tres meses eran muy marcadas. Ahora no, según Iván Gallego Alzate, ingeniero agrónomo de Unibán.

Hoy no se acierta con los pronósticos, lo que incide en la actividad de las fincas. Se les dice que abonen para resistir el verano y sigue lloviendo. O se dan tres semanas de verano en pleno invierno, mientras en Córdoba las llanuras están inundadas.”

En este importante escenario geográfico existe una fuerte industria bananera que satisface el mercado nacional que demanda unas 150.000 toneladas año y la nada despreciable cifra de 257.102 toneladas anuales para la exportación, alcanzando un promedio del 30 por ciento de las exportaciones agropecuarias, sumándose a ello la importante participación del mismo producto que se hace en otras regiones como el Departamento del Magdalena.

Es este contexto en el que unas 32.500 hectáreas de tierra cultivable son destinadas a la producción de banano a niveles de volumen y métodos de explotación industrial. A ello se le suman otros productos alternos como las 50 mil hectáreas dedicadas al cultivo del plátano, más otras cinco mil a la producción de palma de aceite. Otras de menor rango han sido las franjas de tierra dedicadas a la siembra de yuca para almidones, el caucho y unas 300 mil hectáreas de pasturas para ganado bovino que cargan unas 600 mil cabezas de ganado, es decir, un promedio de dos reses por hectárea, que es el de mayor promedio en el país en cuanto a ganadería extensiva.

En esta esquina de Sur América con sus particularidades hay unas 200 mil hectáreas de bosques tropicales, importantes por la diversa vegetación que sirve de hábitat a especies animales que aprovechan cada rincón de los mini y micro-ecosistemas que se conforman en un bosque de estas características.

Mas adentro del golfo se encuentra una variedad importante de peces con unas 400 especies, en su mayoría aprovechables.

Ahora bien, en lo que respecta a la producción de banano, esta se encuentra bajo la égida de 180 establecimientos empresariales que administran unas 320 parcelas o fincas, las mismas que producen las 2.100 cajas de fruta de 18.14 kilogramos cada una por hectárea cada año. Una producción que representa 69 millones de cajas de banano, generando unos 15 mil empleos directos y unos 40 mil indirectos, para que el país reciba como contraprestación unas importantes divisas por el comercio con Estados Unidos y la Comunidad Europea especialmente. Este cuadro geográfico y económico, posee una dimensión social que amerita toda atención y en las que el Estado mismo cifra interés por lo que significa realmente.

2. APUNTES PARA UNA COMPRENSIÓN HISTÓRICA DEL CULTIVO Y COMERCIALIZACIÓN DEL BANANO EN URABÁ.

En este capítulo se intentará comprender por qué en esa región específicamente se ha asentado el cultivo y comercialización de un producto originario de otras latitudes que tiene otros centros de producción ubicados en lo que se podría denominar “la faja tropical del mundo”, pero que acá ha tenido un sentido problemático especial, por haberse convertido en enclave de emprendimientos legales e ilegales, con sus colaterales consecuencias por la reconocida presencia de grupos armados al margen de la ley, sobre todo en las dos últimas décadas del siglo XX y los primeros años del siglo XXI.

A manera de relato corto, claro y de una belleza poética digna de Macondo, pero cuya devastadora narración es inapelable, se transcribe cómo desde la literatura se da noticia del nacimiento de una de las más importantes industrias del país que a posteriori generara los problemas de que se da cuenta, con otros lenguajes, otras epistemes y articulaciones, pero las mismas o similares referencias. La nota es parte de un capítulo del libro Cien años de soledad:
“(…)
Nadie lo distinguió en la mesa mientras no se comió el primer racimo de bananos. Aureliano Segundo lo había encontrado por casualidad, protestando en español trabajoso porque no había un cuarto libre en el Hotel de Jacob, y como lo hacía con frecuencia con muchos forasteros se lo llevó a la casa. Tenía un negocio de globos cautivos, que había llevado por medio mundo con excelentes ganancias, pero no había conseguido elevar a nadie en Macondo porque consideraban ese invento como un retroceso, después de haber visto y probado las esteras voladoras de los gitanos. Se iba, pues, en el próximo tren. Cuando llevaron a la mesa el atigrado racimo de banano que solían colgar en el comedor durante el almuerzo, arrancó la primera fruta sin mucho entusiasmo. Pero siguió comiendo mientras hablaba, saboreando, masticando, más bien con distracción de sabio que con deleite de buen comedor, y al terminar el primer racimo suplicó que le llevaran otro. Entonces sacó de la caja de herramientas que siempre llevaba consigo un pequeño estuche de aparatos ópticos. Con la incrédula atención de un comprador de diamantes examinó meticulosamente un banano seccionando sus partes con un estilete especial, pesándolas en un granatorio de farmacéutico y calculando su envergadura con un calibrador de armero. Luego sacó de la caja una serie de instrumentos con los cuales midió la temperatura, el grado de humedad de la atmósfera y la intensidad de la luz. Fue una ceremonia tan intrigante, que nadie comió tranquilo esperando que míster Herbert emitiera por fin un juicio revelador, pero no dijo nada que permitiera vislumbrar sus intenciones.

Este fragmento que se traen como referencia nos da una idea recreada desde la literatura de lo que significa un descubrimiento con su impacto y nos adentra en lo que viene luego, cuando de ese descubrimiento se hace una opción económica, la misma que traerá consecuencias futuras poco gratas en la memoria colectiva de un país. Acá la licencia literaria muestra un cuadro con pinceladas poéticas ajustadas a la realidad, toda vez que el escenario de la obra del nobel colombiano es la zona del Departamento del Magdalena, región donde tuvo sus orígenes esta agroindustria en Colombia, que luego se diseminaría a otras partes. Para tener una visión amplia de esa génesis conviene seguir esas páginas de Cien años de soledad:

“En los días siguientes se le vio con una malla y una canastilla cazando mariposas en los alrededores del pueblo. El miércoles llegó un grupo de ingenieros, agrónomos, hidrólogos, topógrafos y agrimensores que durante varias semanas exploraron los mismos lugares donde míster Herbert cazaba mariposas. Más tarde llegó el señor Jack Brown en un vagón suplementario que engancharon en la cola del tren amarillo, y que era todo laminado de plata, con poltronas de terciopelo episcopal y techo de vidrios azules. En el vagón especial llegaron también, revoloteando en torno al señor Brown, los solemnes abogados vestidos de negro que en otra época siguieron por todas partes al coronel Aureliano Buendía, y esto hizo pensar a la gente que los agrónomos, hidrólogos, topógrafos y agrimensores, así como míster Herbert con sus globos cautivos y sus mariposas de colores, y el señor Brown con su mausoleo rodante y sus feroces perros alemanes, tenían algo que ver con la guerra. No hubo, sin embargo, mucho tiempo para pensarlo, porque los suspicaces habitantes de Macondo apenas empezaban a preguntarse qué cuernos era lo que estaba pasando, cuando ya el pueblo se había transformado en un campamento de casas de madera con techos de cinc, poblado por forasteros que llegaban de medio mundo en el tren, no sólo en los asientos y plataformas, sino hasta en el techo de los vagones. Los gringos, que después llevaron mujeres lánguidas con trajes de muselina y grandes sombreros de gasa, hicieron un pueblo aparte al otro lado de la línea del tren, con calles bordeadas de palmeras, casas con ventanas de redes metálicas, mesitas blancas en las terrazas y ventiladores de aspas colgados en el cielorraso, y extensos prados azules con pavorreales y codornices. El sector estaba cercado por una malla metálica, como un gigantesco gallinero electrificado que en los frescos meses del verano amanecía negro de golondrinas achicharradas. Nadie sabía aún qué era lo que buscaban, o si en verdad no eran más que filántropos, y ya habían ocasionado un trastorno colosal, mucho más perturbador que el de los antiguos gitanos, pero menos transitorio y comprensible. Dotados de recursos que en otra época estuvieron reservados a la Divina Providencia modificaron el régimen de lluvias, apresuraron el ciclo de las cosechas, y quitaron el río de donde estuvo siempre y lo pusieron con sus piedras blancas y sus corrientes hela das en el otro extremo de la población, detrás del cementerio. Fue en esa ocasión cuando construyeron una fortaleza de hormigón sobre la descolorida tumba de José Arcadio, para que el olor a pólvora del cadáver no contaminara las aguas”

Con toda razón se ha dicho que en estos contornos la realidad supera la ficción. Desde que la zona bananera en Colombia descubrió su vocación económica, no han cesado los conflictos de mayor o menor envergadura, siempre exigiendo lo mejor de los recursos de la creatividad para superarlos, así como los más altos presupuestos para erradicarlos.

Para acceder con cierta comodidad a la comprensión histórica del cultivo y comercialización del banano en esta esquina estratégica de Colombia, es conveniente ubicarse en el contexto de un espacio que con la subregión del Darién hace parte de un corredor estratégico por ser conexión entre los mares y por ser una región que en su parte continental, en dirección norte, conduce al mar Caribe, con importantes puertos, zonas de selva y amplias zonas de productividad a niveles industriales, explotadas con banano, palma de aceite y ganado, por lo que se podría aseverar que cuando las oportunidades en una locación son reales, de contera sectores con intereses encontrados se dan cita en el mismo lugar para pelearse su parte.

Aunque la geografía no explicaría todo , si hay que tener en cuenta que las planicies bananeras de Urabá tienen unas connotaciones especiales que han beneficiado su actual desarrollo en buena medida. La cercanía y obligatoria conectividad con el mar atlántico, sus límites con las serranías que bordean la zona selvática del Chocó que, a través de una amplia red fluvial lleva a ricos yacimientos de oro y platino, así como la conexión con la selva limítrofe con Panamá como puerta de entrada a Centro América, hacen de la zona del Urabá y sus aledaños un atractivo insoslayable para inversionistas, bucaneros, campesinos buscavida y comerciantes.

La historia ha puesto este rincón de Sur América en el centro de atención desde la época de la conquista y subsiguientes. Un estudioso del tema lo relata de esta manera en las primeras de cambio de las guerras y los conflictos del Darién :
“El hecho de que en este pedazo de tierra se fundara la primera ciudad del continente: Santa María la Antigua del Darién, se eligiera el primer alcalde popular de América y partiera la expedición que ‘descubriera’ el océano Pacífico, para los europeos, entre otros grandes sucesos sirvió para marcar un nuevo rumbo en la historia de la humanidad.”
(…)
“Con el paso de los años el interés de los mismos actores fue tener al Darién como base para llegar a los ricos yacimientos de oro del Chocó, Antioquia y Perú, transformando al Darién en un estratégico territorio para el fomento del contrabando y los negocios ilícitos; un hervidero de piratas, corsarios, contrabandistas y aventureros que lo convirtieron también en un centro de crimen y del pillaje, según descripciones de varios cronistas españoles”

El interés e importancia en esta zona del planeta se refrenda con los proyectos de construir la carretera que unirá, con la construcción de unos 100 kilómetros de vía, las tres Américas, pues ello abre la posibilidad de un aprovechamiento a fondo de la infraestructura portuaria que tiene Colombia en el Golfo de Urabá, aledaño a esa zona boscosa por donde atravesaría lo que falta de carretera Panamericana en el sector específico del Tapón del Darién , proyecto que muchos han considerado como salvador para unas economías cerradas en un mundo que proclama la globalización, pero que otros tienen como un grave atentado ambiental y prefieren mantener la discontinuidad de la carretera que atraviesa las Américas.
Estos apuntes permiten vislumbrar la importancia que encarna la zona del Urabá, a la que se le añaden otras relevancias en el mismo entorno geográfico, haciendo que las situaciones del conflicto social y de producción de banano sean aún más complejas y exijan mayúsculas atenciones, pues no se trata de conflictos circunstanciales sino de aquellos que comprometen un componente histórico complejo.

2. 1. PRIMERAS PLANTACIONES EN COLOMBIA

No es fácil determinar con exactitud el surgimiento de las primeras plantaciones de banano en suelo colombiano, menos aun en la zona del Urabá signada desde sus orígenes como región de piratas, bucaneros y rebuscadores, dándole el toque de región con una población inconstante. Dicen las voces más autorizadas que el banano fue traído a América por el misionero fray Tomás de Berlança en 1516 por Santo Domingo o isla de La Española; es decir, el banano no es originario de América, pues, siguiendo los cronistas su origen está en el sudeste asiático, sobre todo en la región indomalaya. De cuándo llegó a Colombia bien puede ser un misterio, sin que impida señalar desde cuándo ha tenido su importancia como renglón económico.

Lo cierto es que las primeras plantaciones de banano no fueron las de Urabá sino las de la zona del Departamento del Magdalena, las que evocan poblados que la literatura ha eternizado, entre ellos Aracataca, Orihueca, Sevilla y Fundación, consideración basada en que esta zona es más cercana y con mejores accesos al puerto marítimo y fluvial de Barranquilla, con todas las bondades que tiene como conectividad con el interior a través del río Grande de la Magdalena que atraviesa el país a todo lo largo. Por este puerto, alguna vez llamado Pórtico Dorado de la República, ha entrado al país la novedad de productos extranjeros, culturas diferentes y personas con iniciativas que han podido hacer una simbiosis con lo que ahora hace parte de la idiosincrasia nuestra. Y se explica que ingresa por Barranquilla y se adentra en las zonas más fértiles al sur del Magdalena, por cuanto esta ciudad y sus alrededores nunca fueron el mejor escenario para encontrar riquezas mineras o naturales, razón por la cual la ciudad jamás se constituyó en un sitio que atrajera a propios y extraños o que justificara una presencia permanente, por lo cual este puerto no llegaría a ser importante sino hasta la segunda mitad del siglo XIX como resultado de la entrega en comodato de la navegación a vapor por el Río Grande Magdalena a Juan Bernardo Elbers, ciudadano alemán que la recibió del Libertador a inicios de La Gran Colombia en 1823 en agradecimiento por los favores recibidos.

Estos elementos historiográficos explican que el banano haya ingresado a Colombia inicialmente por el Magdalena y se haya instalado en las planicies sureñas de este departamento, porque para la época lo que ahora es Urabá, era apenas una zona inhóspita, agreste y sin la infraestructura portuaria que ya tenía Barranquilla. Queda establecido en un relato que fue por la década del 60 y ante la crisis de la zona del Magdalena, que adquirieron auge los sembradíos en Urabá. De esta forma ha quedado relatada esa historia:
“El señor José Manuel González Bermúdez inició los cultivos de banano en el Magdalena desde el año 1885, con semillas de la variedad Gross Michel traídas de Panamá.

En 1889 se exportó a New York la primera fruta disponible con grandes contratiempos por el transporte marítimo inadecuado.

En 1901 se establece en el Magdalena, una compañía llamada: la United Fruit Company, que no solo exportaba fruta sino que además tenía el monopolio de la construcción del ferrocarril, lo que conllevó al progreso de la zona.

En la década del 60 la producción de banano en la zona del Magdalena entró en una etapa de reducción del área cultivada y por ende afectó la producción y las exportaciones que ya tenía consolidadas con el Ecuador, que era su primer exportador, lo que conllevó a que la compañía frutera de Sevilla, filial de la United Fruit Company, implementara el cultivo de banano en Urabá en terrenos pertenecientes al Consorcio Albingia con un enfoque claro de siembra comercial. Con las primeras siembras de Gross Michel en marzo de 1963 surge entonces la nueva zona bananera colombiana con altas posibilidades de desarrollo, excelentes suelos para el cultivo y considerables ventajas comparativas con respecto a las zonas existentes en los países centroamericanos: suelos nuevos, libres de enfermedades, y una región tradicionalmente poco azotada por huracanes.”

En el contexto latinoamericano, se tiene certeza de la incursión de este cultivo a través de Centro América, en especial por Honduras que ya era una República Bananera con dependencia de los gobiernos norteamericanos, por el hilo conductor de la empresa que explotaba el banano en sus territorios. La llanura costera del atlántico hondureño fue acaparada por inversionistas estadunidenses y europeos para aumentar el cultivo del banano. Se asentaron desde el río
Motagua en el municipio de Omoa departamento de Cortés al oeste del litoral, hasta el valle de Sico en el municipio de Iriona departamento de Colón al este del valle del Aguán. Honduras perdió parte del territorio nacional de las vegas del río Motaqua en una disputa contra Guatemala provocada por la United Fruit Co. y fallada en Washington en 1931 contra ese país.

En fechas posteriores y a medida que los gobiernos domésticos de finales del siglo XIX y principios del siglo XX en Centro América otorgaban grandes concesiones y dispensas onerosas de cabo a rabo en contra de los intereses económicos, sociales y políticos de cada uno de los países donde se asentaban, entonces empresas pequeñas y grandes comenzaron a disputarse las tierras y la producción bananera, muestra de que la industria en sus albores no fue nada concertada ni menos pacífica, pues de todo lo que pasó en América, Colombia no fue la
excepción.

La historia tiene datos de que desde 1860 en las Islas de la Bahía en Centro América ya se comercializaba banano con destino a Nueva Orleans. Por la rentabilidad, varias plantaciones de banano empezaron a sembrarse en la zona costera del litoral norte de Honduras donde se cobraba “colonaje” por cada manzana de banano, plátano o coco cultivada en las tierras del gobierno municipal o nacional, un monto de doce centavos y medio -un real- por mes. La zona agrícola comprendía de oeste a este entre la barra del río Ulúa hasta la barra del río Cuero y de norte a sur del litoral una legua hacia el interior. Se dice que «La industria bananera comenzó a extenderse por medio de denuncias y medidas de terrenos como lo hizo el alcalde Carlos C. Bolet de Tela, con dos mil hectáreas quien ofreció ver surcadas sus plantaciones por el ferrocarril. Las paralelas llegaron y las máquinas impulsadas por leña empezaron a conducir banano»34. Allí, después que el presidente Manuel Bonilla, en 1911, dio la primera concesión por noventa y nueve años, el monocultivo del banano originó la etapa de producción industrial de la Costa Norte, tal como ocurrió en Colombia, lo cual atendía la implementación de políticas diseñadas desde el norte de América para estos países.

Las concesiones comenzaron a darse por doquier desde mediados del siglo XIX, todas onerosas, e infortunadamente ventajistas y humillantes, siendo las de principios de siglo más astutas y profundas. Primero en escala pequeña, pero, en los primeros años del siglo XX ya se habían constituido empresas con todo un andamiaje que les permitía emprendimiento de largo alcance en estas tierras americanas. Es así como la llanura costera del atlántico hondureño fue acaparada por intrépidos inversionistas estadunidenses y europeos para aumentar el cultivo del banano, lo cual permitía evidenciar el auge que se acercaba.

En todo caso una de las empresas multinacionales que primero arribó de manera agroindustrial con el auge bananero fue la United Fruit Company, la misma que se instaló en el país desde 1918 explotando la industria del banano en los territorios del departamento del Magdalena.

2. 2. MASACRE DE LAS BANANERAS EN EL DEPARTAMENTO DEL MAGDALENA, SEÑAL INEQUÍVOCA DE UNA GRAN EQUIVOCACIÓN.

En el departamento del Magdalena se escenificó una relación de adversarios entre la compañía norteamericana y los nacionales que le servían en la explotación del banano. Allí, bajo condiciones de sometimiento a los pobladores y trabajadores, apoyados por un contexto político autoritario y dictatorial al que se llamó la hegemonía Conservadora, bajo el gobierno de Miguel Abadía Méndez, (presidente del partido conservador entre 1926-1930) se impulsaba la industrialización de un país con visos y vicios heredados del coloniaje, todavía con una hacienda extensiva conjugada con una economía de enclave , por su capital monopólico en un país de escaso desarrollo. Allí extensas zonas del territorio nacional estaban bajo el dominio de terratenientes y el usufructo de multinacionales que desarrollaban actividades ganaderas, extractivas y agroindustriales, y que a la par vinculaban a los trabajadores de sus compañías bajo desfavorables condiciones de explotación. Esta es la experiencia que no se puede repetir, como aconteció con la masacre de 1928, evento que marcó de sangre la historia agraria de Colombia y generó profundas desconfianzas entre patronos y trabajadores que aun hoy muchos alimentan.

La señal más inequívoca de la Masacre de las Bananeras fue que el capital se imponía por encima de cualquier consideración , y que el poder estaba instaurado para cuidarlo, así lo separaran mil kilómetros de la casa de Gobierno en la capital Bogotá. Pues bien, mucho es lo que se ha escrito sobre este pasaje de la historia colombiana, pero así debe ser para mantener viva la memoria histórica y activa la interpretación que ilumine el presente.

El nobel Gabriel García Márquez nos lo relata en varios pasajes de Cien años de soledad:
“José Arcadio Segundo no habló mientras no terminó de tomar el café.
Debían ser como tres mil murmuró. ¿Qué? Los muertos – aclaró él -. Debían ser todos los que estaban en la estación. La mujer lo midió con una mirada de lástima “Aquí no ha habido muertos.”, dijo “Desde los tiempos de tu tío el coronel, no ha pasado nada en Macondo”. En tres cocinas donde se detuvo José Arcadio Segundo antes de llegar a la casa le dijeron lo mismo “no hubo muertos.”. Pasó por la plazoleta de la estación y vio las mesas de fritanga amontonadas una encima de otra y tampoco allí encontró rastro alguno de la masacre.”
(…)
José Arcadio Segundo, devorado por la pelambre, indiferente al aire enrarecido por los vapores nauseabundos, seguía leyendo y releyendo los pergaminos ininteligibles. Estaba iluminado por un resplandor seráfico. Apenas levanto la vista cuando sintió abrirse la puerta, pero a su hermano le bastó esa mirada para ver repetido el destino irreparable de su abuelo. Eran mas de tres mil – fue todo lo que dijo José Arcadio Segundo -. Ahora estoy seguro que eran todos los que estaban en la estación.”38

Estas citas literarias dicen tanto de la historia de Colombia como un ensayo historiográfico; repasar estos capítulos bien merece la pena por cuanto en los hallazgos de puntos similares se facilita revisar los esquemas que no concuerdan con los de la justicia social, armonía laboral y concertación que hoy en día se aplican, o que al menos hacen parte de la agenda social y política de productores y trabajadores. Este ha sido un tema evadido con cierta verguenza por la historiografía tradicional colombiana. La masacre de las bananeras, perpetrada por el Ejército Nacional de Colombia, puede demostrar hoy que han existido connivencias que tienen un costo demasiado alto para la legitimidad del Estado, que hay posibilidades de mantener las relaciones obrero-patronales que para nada riñen con la seguridad en la producción y en la rentabilidad. Demuestra la historia de Colombia que se debe mirar los acontecimientos con la responsabilidad que lo han hecho otros países en el período de postconflicto y asumir compromisariamente el desafío de instalarse en el nuevo mundo con los nuevos retos que impone la globalización y la industria de escala, en concordancia con la promoción y protección de los Derechos Humanos y la preservación del medio ambiente.

De este incómodo hecho histórico que conoce la humanidad nunca se hizo referencia en los libros de enseñanza de los colegios , siendo retomado y ahondado su estudio sólo a partir de la década de 1970 por historiadores de corte social. Su recuerdo, con las enseñanzas que aporta la historia, se ha conservado para el colectivo de la Nación a través de otros mecanismos como la historia oral, la literatura y la música popular, siendo objeto de múltiples interpretaciones y versiones. Existen, por tanto, muchos datos cuya exactitud no puede ser determinada, pero existe unicidad y claridad en los actores participantes del hecho y en los sucesos principales.

El paralelo queda hecho: a pesar del silencio de la historia oficial, los conflictos se han instalado en la retina y en el imaginario de las generaciones una tras otra y han quedado las recreaciones inmortales y acusadoras de lo sucedido enseñándonos que es posible que no vuelva a ocurrir.

2. 3. EL BANANO DE CARA AL MERCADO MUNDIAL (OPORTUNIDADES Y DESAFÍOS).

Como fruta de consumo masivo el banano era prácticamente desconocida en EEUU antes de 1870, sin embargo 30 años después se comían en ese país más de 18 millones de racimos de plátano. Esos son los albores de un mercado que ahora abarca todo el orbe.
El banano es fruta apetecida en todo el mundo por sus valores intrínsecos, así como por sus aportes a la medicina natural: sus efectos paliativos acreditan que el banano contiene triptofan, proteína que el cuerpo convierte en serotonina, elemento que por sus propiedades ayuda a la relajación. A ello se suma las importantes cantidades de potasio que aporta en la oxigenación del cerebro; así mismo ayuda a mejorar el metabolismo humano y sus contenidos de hierro actúan contra la anemia, estimulando la producción de hemoglobina en la sangre. Dados sus altos contenidos de potasio y baja presencia de sal, esta fruta también actúa positivamente regulando la presión sanguínea y disminuyendo con ello los riesgos de infarto; así mismo, reduce el estreñimiento por su alto contenido de fibra, el cual aporta al restablecimiento las funciones intestinales.

En sus indagaciones al analizar el panorama general de la producción y el comercio mundial de banano para el año 2000, la FAO hacía el estimativo de que en el mundo había unas 9 millones de hectáreas cultivadas con esta fruta, considerando un aproximado de producción para el año 2001 de unos 99 millones de toneladas . Una revisión de las investigaciones de este ente sobre los mercados mundiales en torno a las participaciones por países o áreas, da licencia para sopesar la dimensión de estos cultivos con su importancia comercial:

“Las exportaciones aumentaron en todas las regiones entre 1985 y 2000. El mayor crecimiento se registró en América Latina, seguida de África. En ambas regiones se duplicaron las exportaciones, que aumentaron de 5 a casi 10 millones de toneladas y de 200.000 a más de 400.000 toneladas, respectivamente (Figuras 7 y 8). Las exportaciones del Lejano Oriente y el Caribe también se incrementaron, pero a un ritmo ligeramente inferior. Sus participaciones relativas en el total de exportaciones no han cambiado de forma importante. América Latina aumentó del 78 por ciento en 1985-87 al 80 por ciento en 1998-2000, y África lo hizo del 3 al 4 por ciento. En cambio, la parte correspondiente del Lejano Oriente disminuyó del 14 al 13 por ciento, y la del Caribe del 4 al 3 por ciento. En esta última región, el crecimiento de las exportaciones desde finales de los ochenta hasta principios de los noventa se neutralizó, en parte, por un descenso registrado a partir de mediados de los años noventa. En cambio, en Filipinas el estancamiento de las exportaciones en los ochenta fue seguido de un importante crecimiento a partir de 1992.”

Es el banano una de las frutas con mayor intercambio comercial en todo el mundo , con una amplia gama de propiedades que le otorgan sitial honorífico entre las variables para que los compradores de todo el orbe accedan a su consumo; los precios del mercado son asequibles a diferentes tipos de consumidor, pudiéndose segmentar en las cantidades requeridas; las
estadísticas mundiales referidas a la producción de esta fruta indican que ocupa el segundo lugar en importancia, siendo la India el país de mayor producción con unas 16 millones de toneladas por año. El banano es la fruta de mayor consumo per cápita en Argentina y en EE.UU, según la misma fuente de la FAO.

Esto confirma que las oportunidades del banano de cara a los mercados del mundo son altamente positivas, sobre todo si se pone en consideración que esta fruta no se puede cultivar en toda parte, siendo su hábitat más benéfico el de los países que se localizan en la faja tropical de la tierra, condición geográfica que favorece a en Colombia.

El gremio bananero colombiano en cabeza de AUGURA, enfrenta grandes desafíos de cara al globalizado comercio mundial, teniendo que cumplir estrictos estándares de calidad y protección al medio ambiente, manteniendo además una producción que no esté mancillada con relaciones que vulneren los Derechos Humanos de sus trabajadores, para poder acceder a los aportes del comercio justo, metas y logros corporativos demostradas con la incursión del banano colombiano al mercado europeo, obteniendo para ello las certificaciones que este mercado demanda en materia social, medioambiental y de protección y promoción de los Derechos Humanos.

Los empresarios asociados de Colombia, para atender estos desafíos han creado un proyecto colegiado que han denominado Banatura , desde cuyo accionar trabajan en equipo para
“…reducir los impactos ambientales negativos y potenciar los impactos positivos de la agroindustria bananera, mejorar la calidad de vida de los trabajadores bananeros, disminuir costos de producción de la actividad, establecer un programa de capacitación permanente para transferir las mejores prácticas y crear y mantener en Augura un banco de información con registro de indicadores ambientales y sociales”.

3. URABÁ, CORREDOR ESTRATÉGICO DE LAS AMÉRICAS

Está descrito en páginas anteriores cómo la ubicación geográfica de la región de Urabá, donde tienen asiento las más importantes agroindustrias del banano, es una región estratégica desde donde se pueden direccionar políticas del nivel nacional en aspectos favorecedores del mercado mundial, de las relaciones diplomáticas y de la conservación de importantes áreas ecológicamente significativas para la humanidad. Esta zona cuenta con una significativa presencia de etnias indígenas que amplían el acervo cultural como un recurso intangible de la humanidad, además de poseer una gran riqueza ictiológica y forestal, puertos de embarque con condiciones aceptables, así como una infraestructura para satisfacer las demandas de esos conglomerados humanos en salud, educación y comercio. En fin, se puede afirmar que la riqueza natural del Urabá antioqueño y las enormes oportunidades que allí se pueden generar, la convierten en un corredor estratégico para las Américas.

Ese corredor estratégico, que lo es merced a las ventajas de sus riquezas naturales y a su biodiversidad, se puede interpretar tanto en positivo como en negativo, pues lo mismo ha servido para la circulación de mercancías legales como ilegales, hecho que se evidencia en los intercambios de bienes y servicios que por allí circulan libres de problemas sanitarios como la aftosa del ganado o la sigatoka de las plantaciones de banano, sumando a ello el hecho de que este corredor también sirve para mover tropas, comida, armas y drogas ilícitas por parte de la guerrilla y las autodefensas paramilitares, situación que amenaza las condiciones de seguridad requeridas por la zona para desarrollar su mercado natural.

De la magnitud estratégica de la zona son conscientes los empresarios del banano que han implementado acciones prospectivas como las adelantadas por AUGURA para garantizar la participación progresiva de sus afiliados en el mercado mundial, trabajando en alianza con productores, comercializadores y organizaciones de base como SINTRAINAGRO, sindicato del sector bananero que agrupa más de 18.000 trabajadores, buscando disminuir el impacto de organizaciones armadas capaces de permear la población civil con ofertas laborales de salarios desproporcionados en torno a negocios ilegales, o con el constreñimiento que se puede lograr mediante el uso de las armas.

En ese escenario rico, pero al mismo tiempo conflictivo, se desarrollan los procesos de producción y comercialización del banano que se consume en los mercados de las grandes ciudades europeas y AUGURA, como gremio que reúne a productores y comercializadores, vela no sólo por mejorar las cuotas de participación del banano de Urabá en el mercado internacional, sino además porque las condiciones laborales de los trabajadores bananeros sean dignas y se den en el marco de la ley y la justicia social.

IMPORTANCIA GEOGRÁFICA, POLÍTICA, COMERCIAL Y MILITAR.

La historia escrita de la región se remonta a la fundación de Santa María la Antigua del Darién , a finales del año 1510, siendo esta la primera ciudad con carácter de estable fundada por europeos en áreas del continente americano. Algunos historiadores consideran que el primer poblado fue
San Sebastián de Urabá, pero esta comunidad fue totalmente inestable y no pasó de ser un fuerte. Como quiera que sea, en la región urabaense se han instalado desde los primeros años del encuentro de las dos culturas, poblaciones situadas de frente al Mar Caribe, en la región del Darién.

Tan importante es esta región en el contexto nacional colombiano que , con el propósito de abrir sus espacios al mercado internacional se proyecta en el corto plazo la construcción de una zona portuaria conectada vía terrestre con el océano Atlántico, lo cual mejora la cercanía de Urabá con la capital Bogotá, que es a su vez un gran centro de la industria y de las exportaciones, así como sede de los poderes legislativo y ejecutivo del país.

El proyecto del nuevo puerto para Urabá es de una importancia geoestratégica de tal magnitud que se disputa la conexión con los dos océanos con países como Nicaragua, Costa Rica y Guatemala, conservando Colombia y la región del Urabá ventajas competitivas para convertirse en el centro operacional de uno de los megaproyectos de infraestructura e interés económico más atractivos que se tengan por hacer en América Latina.

Nada desdeñable es esta región de Antioquia que, con una extensión de 11.664 Km2, abarca el
18.6% del total del departamento. Esa importancia fue la que motivó el gobierno nacional para que el 20 de Junio de 2008 creara allí una Zona Franca , que en el ordenamiento territorial patrio corresponde a un área geográfica delimitada dentro del territorio nacional, en donde se desarrollan actividades industriales de bienes y de servicios, o actividades comerciales, bajo una normatividad especial en materia tributaria, aduanera y de comercio exterior. Los propósitos de las Zonas Francas son específicamente de fomentar la inversión extranjera directa y las nuevas inversiones de capital, la producción de bienes y servicios y la provisión de una logística efectiva que facilite el desarrollo de operaciones de importación y exportación.

Con esto se reivindica la importancia geográfica, política y comercial del Urabá antioqueño, pues con ello se reafirman las gestiones y anhelos gremiales para que la competitividad del empresario se beneficie en un mercado global, al tiempo que se promueva la generación de empleo y la captación de nuevas inversiones en vías de la diversificación; en los lugares donde se han instaurado estas zonas libres de cargas tributarias, se han desarrollado procesos industriales altamente productivos y competitivos, y se ha promovido la generación de economías de escala.

4. EL BANANO: ¿BENDICIÓN O MALDICIÓN?

Se suele pensar que cada beneficio trae consigo algo negativo , como estela de un pensamiento místico que nada tiene que ver con la realidad y que se convierte en subterfugio o en obstáculo epistémico para entender nuestra realidad, como parece suceder en Urabá, región donde los acontecimientos desbordan cualquier expectativa y la realidad supera la literatura, como lo demostraron los escritores del llamado “boom de la literatura hispanoamericana”. No son pocos los acontecimientos que han tenido lugar en la región de Urabá en tormo al cultivo del banano o ligados a otras situaciones propias de la zona, en los que la realidad parece calcada de páginas de la atrocidad novelesca; por algo el botánico del siglo XVIII, Carl Linneo , le dio el nombre de musa sapientum, que traduce musa o diosa inspiradora de los sabios.

Originario del sudeste asiático, especialmente de la región indomalaya, el banano se cree que es la fruta más antigua del mundo, pues su planta data de tiempos prehistóricos. En el año 327 antes de Cristo, Alejandro Magno descubrió la planta cultivada en el valle del Indo, en la India, como lo referencia el naturalista romano Cayo Plinio, conocido como Plinio El Viejo (años 23-79 de nuestra era), uno de los primeros escritores que describió la especie y destacó que los sabios indios, mientras filosofaban a la sombra de un banano, muchas veces no comían otra cosa que el fruto de esta planta, la que posteriormente fue clasificada por Linneo; se podría deducir entonces que esta planta existe desde los albores de la historia.

Esta narración primaria de los tiempos de la Roma Antigua parece explicar la fruición con que “el gringo Míster Jack Brown”, personaje de Gabriel García Márquez en Cien Años de Soledad, come un banano tras otro y da lugar a que vaya y vuelva a expandir su cultivo por todo el mundo de Macondo, atraído por la magnificencia de la fruta, la exhuberancia de la tierra de donde provenía y el medio social acogedor en que se producía.

Las maldiciones del banano no están figuradas en sentido moral o religioso; estas están dadas por otras interrelaciones configuradas por circunstancias políticas, sociales o económicas, pues hasta el siglo VII el banano fue un fruto exclusivamente asiático, llevado luego por mercaderes árabes a Madagascar y después al África Occidental, lugar donde habría de recibir su curioso nombre, formado por la contracción de palabras de la región como bana, gbana, abana, funana y banane. Los portugueses lo llevaron a las Islas Canarias desde Guinea y actualmente se cultiva, consume e industrializa en toda la faja tropical del mundo.

Las maldiciones del banano hacen concordancia con las desiguales relaciones sociales dadas en Centro América, donde las Banana Republic permitieron la explotación sin controles de las economías agrarias locales por parte de compañías extranjeras, historia que atraviesa las Américas y tiene como expresión en Colombia la Masacre de las Bananeras en el año 1928 en la zona del departamento del Magdalena, como respuesta del gobierno de turno en medio de la crisis económica de la época, a las aspiraciones de los obreros bananeros, quienes trabajando para la United Fruit Company creían estar rompiendo las cadenas del colonialismo y el feudalismo para adentrarse en los modelos de la modernidad, que con la explotación de la fruta a gran escala, infortunadamente inauguraba relaciones de explotación laboral adversas. Esa misma historia se repetiría en la zona del Urabá antioqueño, donde se soportó en el año 1997 una disputa territorial por parte de las guerrillas de izquierda con los paramilitares, quienes luego de la “pacificación de la zona”, según el caso que al momento de escribir este texto cursa en el Juzgado Octavo Especializado de Bogotá, emprendieron en compañía de la XVII Brigada Militar de Urabá bajo el mando del General Rito Alejo del Río (conocido popularmente como “el pacificador de Urabá”) procedieron a sembrarla con promisorios cultivos de Palma Africana, sin importar el desplazamiento forzado que produjeron a más de 30.000 campesinos quienes perdieron miles de hectáreas de tierra que pasaron a manos de testaferros del paramilitarismo, tierras que en el año 2011 continúan en litigio para su recuperación por parte de sus dueños originales.

4.1. BENEFICIOS TRAÍDOS POR EL BANANO A URABÁ

De acuerdo a Coyuntura, revista institucional de AUGURA correspondiente al año 2009 y publicada para conocimiento del público en abril de 2010, el banano colombiano de exportación, incluyendo el plátano, participó con el 2.27% de las exportaciones totales, el 5.01% de las no tradicionales y el 35.97% de las agropecuarias sin el café. Dice en el mismo informe que:
“En el año 2009 las exportaciones colombianas de banano, según datos preliminares, ascendieron a 96.7 millones de cajas de 18.14 Kg. por valor de US$705.6 millones. Se presentaron decrecimientos de -3.38% en volumen y de 4.35% en valor, respecto al año 2008, cuando se exportaron desde Colombia 100 millones de cajas por valor de US$676 millones. Las extremas condiciones climáticas en ambas regiones productoras explican la diminución en los niveles de exportaciones.”54
Los guarismos que estimulan la agroindustria de Urabá en torno al banano se dieron gracias a que “el precio FOB promedio de la fruta colombiana continuó con la tendencia de años anteriores, al pasar de US$6.75 por caja en promedio en el año 2008 a US$7.29 en promedio en este año, observándose un crecimiento del 8.00%.”, lo cual es posible gracias a la visibilización de unos compromisos del sector productivo, que ha logrado que los destinatarios de la fruta certifiquen sus condiciones de producción, le reconozcan un valor agregado y la conviertan en precios sustentables.

Este cuadro de beneficios en la comercialización de la fruta hacia el exterior presenta unos beneficios que se transfieren a la sociedad, lo cual se ha logrado gracias al programa denominado
“Alianza para el desarrollo socioeconómico de las comunidades bananeras de Urabá y Magdalena”, el cual se desarrolla bajo dos líneas principales, a saber: reducción de pobreza y protección del Medio Ambiente. Su objetivo principal es prevenir la agudización de la problemática social en las zonas bananeras, afectadas por la disminución de la actividad de cultivo tradicional de los micro y pequeños productores, quienes no cumplen con las condiciones de calidad, certificación ambiental y social para la producción de fruta, sin lo cual su permanencia en la cadena de exportación de plátano y banano es inviable, viéndose expuestos a rechazos y pérdidas de producción y a buscar otras fuentes de ingresos. Este programa permite materializar el razonamiento sobre la solidaridad y afianzar el componente ético empresarial.

Esta es una alianza público privada (PPP: Public Private Partnership) entre el gremio bananero
conformado por las fundaciones sociales CORBANACOL y FUNDAUNIBAN y las comercializadoras internacionales UNIBAN y BANACOL, en cabeza de AUGURA, celebrada con la Embajada Real de los Países Bajos. El programa une, la experiencia de la cooperación internacional holandesa con la eficiencia de la empresa privada, el conocimiento de más de 20 años de las fundaciones sociales del sector bananero y la fortaleza de las entidades gubernamentales locales y nacionales, para atender a los pequeños productores bananeros y plataneros con sus familias. Este trascendental programa se desarrolla en cuatro componentes:
a) Certificación de pequeños productores (Infraestructura individual por finca, capacitación, asistencia técnica y certificación).
b) Proyectos de infraestructura social.
c) Fortalecimiento de emprendimientos.
d) Apoyo en comercialización para productos alternos, contribuyendo a la consolidación de la paz en estas regiones.

Como se puede evidenciar, este proyecto hace parte de estrategias de largo alcance en aras de paliar problemas enquistados en una sociedad en conflicto, los cuales hicieron metástasis en el sector productivo, desencadenando con ello un problema mayor que se está interviniendo con programas incluyentes y con criterios de equidad.

Esta experiencia se dio buscando que los productores de alimentos pudieran enfrentar el reto de obtener productos saludables cultivados y cosechados de una manera responsable, para poder atender las exigentes requerimientos del mercado europeo que es el principal comprador del banano colombiano, el cual exige a los comercializadores de la fruta que todos sus productores estén certificados en EUREPGAP, programa privado de certificación voluntaria manejado por el
Grupo de Trabajo de Minoristas Europeos (EUREP), organización comercial con sede en
Colonia, Alemania, cuyos miembros son organizaciones de comercialización de productos (PMO) y cooperativas de productores, productores de alimentos y minoristas, quienes trabajan por el compromiso con una agricultura segura y sostenible, que se traduce en Buenas Prácticas Agrícolas (GAP, por sus siglas en inglés).

Esa organización mutó y pasó a llamarse GLOBALGAP para acceder a la U.E.; GlobalGAP es un conjunto de normas internacionalmente reconocidas sobre las buenas prácticas agrícolas, ganaderas y de acuicultura (GAP). Con esta certificación, los ganaderos, piscicultores y agricultores pueden demostrar que cumplen con los requisitos de la norma GlobalGAP. Para los consumidores y distribuidores, el certificado GlobalGAP es una garantía de que los alimentos cumplen con los niveles establecidos de calidad y seguridad, y de que se han elaborado siguiendo criterios de sostenibilidad, respetando la seguridad, higiene y bienestar de los trabajadores y el medio ambiente.

Con esa certificación se demuestra a los clientes, tanto distribuidores e intermediarios como importadores, que sus productos se elaboran siguiendo buenas prácticas agrícolas, ganaderas y piscícolas, lo cual inspira confianza en el consumidor, garantiza el acceso a los mercados, cualifica la eficacia operativa y la competitividad en el mercado, e implanta procesos para la mejora continua; sin esta garantía, los productos agropecuarios pueden ver obstaculizado su acceso al mercado, lo cual obligó a los productores tradicionales de Urabá a hacer inversiones importantes para certificarse, tarea que para los pequeños productores se convirtió en un obstáculo difícil de superar, pues la inversión promedio para obtener esta certificación se calcula en cinco veces la utilidad bruta anual de sus predios, situación que motivó al gremio a buscar la forma de trabajar con los pequeños productores para alcanzar estas exigentes normas. Bajo esta coyuntura, el gremio agrupado en AUGURA concluyó que la forma de apoyar a estos pequeños productores tenía soporte en la cooperación internacional, para lo cual fue preciso romper con dos paradigmas de la cooperación tradicional: la ejecución directa de recursos por parte de la empresa privada y la inversión en infraestructura individual por beneficiario. Con esto, una alianza tipo PPP de carácter social daba la oportunidad trabajar por esos objetivos.

Bajo el liderazgo de AUGURA se consolidan con esta estrategia grandes beneficios para la industria bananera del Urabá antioqueño, a la que le espera en el futuro una consolidación superior si mantiene abiertas las puertas con los mercados del exterior, pero sobre todo si se salda la enorme deuda social que se tiene con los pobladores de la región, pues como lo demostró la Encuesta de Calidad de Vida que por primera vez se realizó en todo el departamento de Antioquia , arroja información confiable sobre las condiciones de vida de sus pobladores, cuyos resultados desfavorables nos presentan que el 50 por ciento de los habitantes del departamento se encuentra en la pobreza y el 3,9 por ciento en la miseria, siendo la región de Urabá la más desfavorecida aún a sabiendas que ésta muestra un “hacinamiento crítico (tres personas en el mismo cuarto) que está sobre el 5,3 por ciento”

Esa responsabilidad social bien puede ser atendida en adelante, toda vez que Colombia a través de AUGURA ha mantenido investigaciones que permiten asegurar y aumentar la productividad por área cultivada, sumando a ello el hecho de que los acuerdos con la Comunidad Europea60 benefician la industria con una baja sustancial de aranceles a la fruta en los 27 países de la Unión Europea (UE) que influyen positivamente al reportar a la agroindustria bananera del Urabá antioqueño grandes beneficios en lo económico y lo social.

4.2. PERJUICIOS TRAÍDOS POR CULTIVO DE BANANO EN URABÁ (PRESENTES Y FUTUROS)

El monocultivo conlleva problemas de varios tipos entre los que se destaca el fitosanitario derivado del uso de herbicidas en el control de malezas cuando se hace indiscriminadamente ; así mismo el uso de químicos sobre los suelos desnudos tiene graves perjuicios, pues a su aplicación se agrega el hecho de que las condiciones climáticas son bien especiales, dándose
precipitaciones cercanas a los 3.000 mm y periodos definidos de verano, prácticas que generan en los agro ecosistemas bananeros una serie de impactos negativos a nivel agronómico y ambiental, algunos de ellos identificados mediante investigaciones serias y otros con efectos aun no percibidos como el hecho de provocar altas tasas de erosión, desgaste físico del perfil del suelo por la remoción de elementos químicos, disminución sensible de la materia orgánica, disminución de la capacidad de infiltración del suelo, así como perturbación de los microorganismos existentes en el suelo y la fauna benéfica asociada al cultivo, condiciones que en el ámbito protectivo de los recursos naturales y la defensa del medio ambiente alientan los debates que los militantes ambientalistas suman a la defensa de los Derechos Humanos.

Ante ese panorama negativo los empresarios se propusieron adoptar medidas correctivas; por ello, en los Informes de Gestión de AUGURA hemos encontrado reiteradamente la preocupación gremial por atajar los perjuicios que el monocultivo y la explotación industrial de la fruta traen consigo, tarea que se ha implementado con una amplia gestión social que busca suscitar una mayor conciencia de sustentabilidad de la industria en los empresarios, llevando esta vocación y responsabilidad a la propia comunidad de trabajadores , gestión acompañada de estudios rigurosos sobre los impactos en el medio ambiente y la forma de minimizarlos de modo tal que la industria bananera no riña con la sostenibilidad.

5. CONFLICTO SOCIAL EN LA ZONA BANANERA: ACTORES ARMADOS Y CONSTREÑIMIENTO

Durante el periodo comprendido entre los años 2000 y 2009, en Urabá se han gestado procesos de rectificación que han permanecido en medio de la violencia generada por los actores armados ilegales. Para comprender esa historia, hay que regresar en el tiempo: entre los años veinte y cincuenta del siglo inmediatamente anterior, se dio la primera oleada de migración de campesinos pobres y desheredados desde el vecino departamento de Córdoba hacia el Urabá antioqueño, quienes emprendieron la travesía atraídos por la noticia de que en esa zona había tierras baldías y cultivables, arribando a Urabá por el oriente para desarrollar una agricultura tradicional de subsistencia, pasando a engrosar la población local con los migrantes que trabajaron en la construcción de la carretera entre Turbo y Medellín, ola migratoria conformada por personas procedentes de la costa atlántica y los departamentos Antioquia, Caldas y el Valle, quienes para los años sesenta estaban saliendo de otra violencia (violencia bipartidista entre liberales y conservadores), la cual desplazó grandes contingentes de campesinos, siendo predominante la migración de antioqueños.

A ello se suman otros grupos poblacionales que alimentaron aún más las diferencias, como la población indígena de las etnias Cunas, Emberás y Zenúes, mixtura social que aumentó considerablemente la población e hizo más compleja la convivencia por la afluencia de culturas tan disímiles.

Las migraciones continuaron pues otros procesos sociales jalonaron una y otra migración, como fue el nacimiento de la industria bananera con un vertiginoso auge del que los inversionistas antioqueños se apersonaron en la región, movidos por el hecho de contar allí con mano de obra campesina apta para la industria. De esa manera, hace unos cincuenta años sucedió la denominada colonización antioqueña de Urabá, ocurrida a principios de los años sesenta del siglo XX, la que muchos tienen como una colonización de tipo empresarial; por algunas de estas razones se dice que:
“Urabá es una región de colonización permanente, espontánea y armada, en donde la presencia previa de actores sociales y armados y la existencia real de unas territorialidades sociales y culturales configuran territorios de guerra: zonas de refugio, corredores, zonas de circulación de armas y otros recursos económicos y bélicos, que la han convertido en una región geoestratégica”.

La región de Urabá se convierte entonces por fuerza de los acontecimientos, en una zona apta para el florecimiento de conflictos sociales en un país que no ha podido alcanzar la plena cohesión social, ni fortalecer las garantías del Estado para ejercer los derechos sociales, Estado que no ha logrado copar los espacios de su territorio, siendo reemplazado en casos por otras fuerzas.

Esta situación se agrava porque durante un período de tiempo considerable hubo ausencia de programas de intervención que resolvieran la intolerancia en las diferencias sociales y culturales, encontrando inclusive que en los municipios de Urabá existía entre los propios vecinos animadversiones hasta por las regiones de procedencia, representadas en querellas veladas o abiertas entre “costeños” y “paisas” , o entre estos y los indígenas que esporádicamente visitaban los centros poblados, cuya falta de unión es aprovechada por los grupos al margen de la ley que se instalaron en Urabá tras sus intereses bien por las rutas de narcóticos a Centroamérica, por el ánimo expansionista de terratenientes, o por los grupos insurgentes que buscaban posicionamiento territorial e influencia en los sindicatos de trabajadores bananeros, confluencia de actores que ejerció constreñimiento sobre los pobladores en una disputa por el control económico, político y territorial, querella que siempre ha sido por medios violentos, tanto de parte de las guerrillas como de quienes dicen combatirlas, así como de grupos paramilitares y de infortunadas fuerzas estatales corruptas.

Quienes más sacaron beneficio de esta disputa, si cabe la expresión después de saberse los horrores de esa guerra, fueron los grupos guerrilleros y de autodefensas, quienes más allá del constreñimiento, subyugaron la sociedad entera con masacres que marcaron huellas indelebles en la conciencia colectiva de esa región, mediante las cuales lograron hacerse al control de importantes espacios que aprovecharon para el afianzamiento de su economía de manera ilegal, a través del desarrollo de proyectos agrícolas en zonas de desplazamiento masivo, tráfico de drogas y contrabando de armas y mercancías.

No cesa el constreñimiento, según lo anota una persona que pidió reserva de su nombre en la entrevista: “acá a uno siempre lo están presionando, unos y otros. Con decirles que hasta funcionarios del Estado lo obligan a uno a colaborar. Si no colabora lo tildan de ser auxiliador de las guerrillas o los paramilitares. Acá a uno le dicen quienes los visitan a la finca que esto no ha terminado, que la culebra aun está viva”, aludiendo el entrevistado con ello a que los grupos armados ilegales aún no han sido totalmente derrotadas.

5.1. INCURSIÓN DE LA GUERRILLA EN URABÁ Y PENETRACIÓN DE LA BASE SOCIAL.

Ya se ha explicado por qué la base social de Urabá es heterogénea en sus orígenes y fruto de varias oleadas migratorias que huían de otras violencias . Como se ha expuesto, para esa población que venía de padecer otros estados de zozobra, era preferible soportar la lucha contra los montes y las adversidades propias de la naturaleza que verse de nuevo expuestos a la muerte; la finalización de ese conflicto en el interior del país coincidió con la construcción de la vía que comunica a Medellín con Turbo, atrayendo con ello oleadas de migrantes a estas tierras todavía vírgenes y promisorias.

Las guerrillas66 de Colombia son el fruto letal de la época de la violencia bipartidista, que en su proceso de expansión fijaron el foco de interés en esta zona de frontera agrícola para desarrollar sus actividades en medio de un campesinado de las más diversas índoles y orígenes, quienes se sabía eran conocedores de las formas de lucha obrera y campesina por medio de los sindicatos y organizaciones sociales de base. En esta zona específica que es Urabá, las guerrillas encontraron entonces un buen nicho para adelantar su proyecto expansivo, pues al igual que en otros países de la región, los grupos subversivos colombianos se soportaron en las luchas agrarias de los trabajadores y en las reivindicaciones de sus derechos fundamentales.

La guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia- FARC, fue la primera en tener presencia en Urabá. Esto se explica por las divisiones con que esa guerrilla de origen liberal nació: en un principio se dividió en su interior entre los llamados liberales limpios y los liberales comunes, estos últimos de ideología comunista. Los primeros (los limpios), entregaron las armas cuando el general Gustavo Rojas Pinilla, único presidente militar en Colombia, les dio garantías de amnistía en el año de 1953; en cambio los otros (los comunes), decidieron continuar con la lucha y se desplazaron hacia varios puntos del país. De esta manera, en el suroeste antioqueño el símbolo de la resistencia fue Juan de Jesús Franco y en el noroeste de Cundinamarca Saúl Fajardo, mientras que en el sur del Tolima se conformaron dos vertientes, la liberal, comandada por los hermanos «Loaiza» y José María Oviedo, alias «Mariachi» y otra comunista, liderada por Isauro Yosa alias «Mayor Lister» y Jacobo Prías Alape alias «Charro
Negro», en la cual combatía Pedro Antonio Marín, conocido como “Manuel Marulanda Vélez” o
«Tirofijo», quién llegó a ser el Comandante General de esa agrupación. En lo que respecta a Urabá hay guerrillas que actuaron en el sur del departamento de Córdoba, comandadas por el guerrillero Julio Guerra .

Si bien inicialmente la base social organizada en los sindicatos que luchan por sus reivindicaciones laborales pudo ser penetrada ideológicamente por las guerrillas, estos nunca han desdibujado su lucha por condiciones laborales y han acudido a las formas legales de lucha, aunque fuerzas contrarias hayan aducido una aparente penetración comunista, justificación perversa para masacrar trabajadores y constreñir a los dirigentes sindicales, restándole fuerza a las organizaciones sociales que, con ese constreñimiento pendiendo sobre sus cabezas se desarticularon como sociedad y se hicieron cada vez más amorfas, desintegradas y faltas de cohesión. Una sociedad desconfiada donde se trastocan valores y se desintegran fácilmente los núcleos familiares, es el precio que paga una sociedad ante la penetración de fuerzas al margen de la ley, con intereses que les hace perder su norte; ello se encuentra en opiniones como las de Carlos Lozano, director del semanario comunista Voz y Eduardo Pizarro Leongómez, presidente del Consejo Nacional de Reparación y Reconciliación de Colombia y autor de varios libros sobre el conflicto colombiano, quienes dicen que esa dinámica va “de la lucha por la tierra a un conflicto degradado por la droga y el secuestro” .

Para el año 2010, se estima que las FARC están presentes y ejercen su influencia en algunas zonas de 24 de los 32 departamentos de Colombia sobre todo al sur y oriente del país, concretamente en Putumayo, Huila, Nariño, Cauca y Valle del Cauca. Así mismo, el gobierno de Colombia ha reportado la existencia de operaciones militares y campamentos en los países que tienen frontera con Colombia, como Venezuela, Ecuador, Panamá y Brasil.

Como lo hemos señalado, el pago social por la penetración de fuerzas extrañas a la legalidad es enorme, pues sus acciones consisten en narcotráfico, guerra de guerrillas y combate regular convencional, lo mismo que el uso de técnicas terroristas como la implantación de minas antipersona, el asesinato de civiles, de miembros del gobierno, de policías y militares, así como el secuestro con fines políticos o extorsivos y atentados con armas no convencionales como bombas o cilindros de gas, actos que han provocado enormes desplazamientos forzados de civiles, en una escalada que moldea una sociedad hacia la anomia, donde nadie responde de nada, encaminándose hacia un estado de caos y desestructuración.

5.2. PRESENCIA E INFLUENCIA PARAMILITAR EN URABÁ

La presencia paramilitar en esta zona se remonta al año de 1996 y surge como una respuesta civil contrainsurgente ante el crecimiento de la lucha guerrillera en la región sumada a una baja legitimidad del Estado, incapaz de garantizar seguridad a empresarios y hacendados, sobre todo en el sur del Departamento de Córdoba y el Urabá antioqueño, por lo cual esta región ha sido señalada como una de las cunas del paramilitarismo . En ese año las denominadas Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (ACCU) comandadas por Carlos Castaño y en colaboración velada con unidades corruptas del ejército colombiano, hicieron su ingreso en la región iniciando con ello lo que se conoció como la “pacificación de Urabá”, entre cuyas estrategias estaba la toma de los centros urbanos municipales en el norte de Antioquia, lo que se logró con múltiples masacres de la población civil y campesina, desplazamientos forzados y genocidio político de concejales, alcaldes y miembros de los partidos políticos de izquierda, que para esa época tenía organizaciones de base bien reconocidas en la zona.

La expansión del proyecto paramilitar tomó fuerza con la formación de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) en 1997 en una región agroindustrial que ha tenido en el banano su renglón más destacado, además de otras actividades como los cultivos de palma africana, la actividad comercial en torno a los puertos sobre el golfo que rodea la región y otras actividades menores como la pesca y la explotación agroforestal.

Es innegable el poder militar desplegado por las AUC en Urabá y las zonas que le son vecinas, el cual alcanzó a permear algunas empresas nacionales e internacionales que intentaron defender y promover sus propios intereses económicos en la región aplicando formas de defensa non sanctas. Algunas de estas empresas enfrentan hoy en día procesos jurídicos de responsabilidad penal por haber tenido nexos con esos grupos paramilitares al margen de la ley.

El paramilitarismo no ha sido sólo una fuerza antisubversiva, aunque ese haya sido su propósito político más visible. El mundo ha sabido que en esta esquina de América se han perpetrado masacres desde el año de 1988 por parte de paramilitares del Magdalena Medio organizados y financiados por el Cartel de Medellín como el principio de la instalación de las máquinas de muerte en Urabá, pues las masacres que vinieron en 1990 ya no las realizaban fuerzas extrañas a la zona, sino grupos paramilitares constituidas en la misma zona de Córdoba, Urabá y el Darién.

En casi todos los casos, las víctimas eran campesinos que habían tomado tierras azuzados y protegidos por el Ejército Popular de Liberación- EPL, lo que dio inicio a una histórica escalada de masacres, pues luego en 1994 llegó a la zona una tercera fuerza: las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia- FARC.

No parando allí la situación de emergencia humanitaria y bajo el pretexto de disputarles el territorio a las FARC, la recién creada Brigada XVII del Ejército Nacional de Colombia, al mando del general Rito Alejo del Río, ejecutó una operación denominada “Génesis’ con el apoyo oculto de las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (ACCU), comandadas por los hermanos Castaño, tristemente célebres en el país por la imposición de grandes horrores en un conflicto nunca antes vivido en el país.

Cada uno de estos actores, buscando a su manera la pacificación de Urabá, contribuyó con el desarrollo de un conflicto que es motivo de vergüenza nacional, pues además de dejar miles de civiles muertos, fueron protagonistas o cómplices silenciosos de una contrarreforma agraria que se gestó en Colombia durante los últimos 20 años, materializada en la toma de más de 30.000 hectáreas de tierras en esta zona, destinadas al cultivo de Palma Africana con subsidios del gobierno nacional.

5.3. CONVIVENCIA DE FUERZAS ESTATALES Y PARAESTATALES.

Más que convivencia entre las fuerzas legales del Estado colombiano y fuerzas extrañas a su legitimidad, se ha tratado de una connivencia, palabras fonéticamente cercanas pero con connotaciones y denotaciones demasiado lejanas, pues mientras la convivencia se refiere a las circunstancias por las que unas personas viven con otras, la connivencia está definida como “confabulación, acuerdo entre varios para cometer un delito o una acción ilícita. Asentimiento o tolerancia de un superior para con las faltas que cometen sus subordinados contra las normas o costumbres establecidas” .

En ese modelo de connivencia que se impuso durante algún tiempo con indiscutible éxito táctico en la región de Urabá y en otras regiones del país, los paramilitares jugaron un rol determinante; de igual manera lo hicieron las guerrillas de izquierda, el narcotráfico y el paramilitarismo, todas ellas juntas en el fenómeno llamado narcoparamilitarismo; por ello, aceptar que el empleo de las fuerzas paramilitares permitió repeler la subversión para retornar a una historia de paz y felicidad en Urabá, es obviar el lado oculto de esa tan celebrada “pacificación”.72

Queda también demostrada esa connivencia con los testimonios de actores de primer orden en este conflicto que revelan la tesis planteada, como el líder paramilitar Iván Roberto Duque, llamado en esas filas “Ernesto Báez”, que actuó como ideólogo de uno de los frentes paramilitares del Magdalena Medio, quién declaró a periodistas del diario colombiano El Tiempo en el campamento paramilitar de Santa Fe de Ralito, en mayo de 2004:
“Las armas que nos llegaron aquí, a San Juan Bosco Laverde, a San Vicente de Chucurí, a Puerto Boyacá, al Magdalena Medio, venían con el sello del Estado (…) Y ahora dirán que el papá no va a responder por el muchachito. Les va a tocar ver qué hacen con el hijo de Herman Monster que crearon”. En la misma entrevista el máximo comandante de las AUC, Salvatore Mancuso, afirmó: “Nosotros nacimos como informantes de las instituciones del Estado.”

Versiones dada gracias a los procesos de paz y a la aplicación de modelos de justicia alternativa o transicional que hicieron posible el encuentro de trozos de esa verdad por la que reclaman las poblaciones de Colombia como parte de las reparaciones necesarias y de la vuelta a la verdad de los hechos que impida en un futuro su repetición, información que es corroborada por un actor de la otra orilla, quien al referirse al material probatorio que tenía la Fiscalía y que vinculaba a una serie de militares, y que contaba con el General Uscátegui entre sus declarante, afirmó:
“La ex esposa del Sargento Carlos Gamarra, quien está detenido en una celda en el batallón de Policía Militar, fue a la Fiscalía y dijo que en el computador de él había cosas raras. El Sargento Gamarra trabajaba en inteligencia en el batallón París. La Fiscalía fue y en un allanamiento revisó el computador. Tenía 58 disquetes y no había muchas cosas de valor. Pero la Fiscalía no es torpe y mandó el computador con disquetes y todo a la embajada americana, a esta señora Anne Patterson, quien mandó el computador a Miami. Allá nombraron un especialista en sistemas y computadores que utilizó unos códigos azules que no son comerciales y descifró absolutamente todo y sacó 300 documentos. Esos documentos no pueden salir porque son una bomba”

Con el propósito de dar mayor soporte a esta información, se transcriben las declaraciones del mismo general, quien habla acerca de las relaciones intrínsecas entre las fuerzas del Estado y los grupos paramilitares.
“el General confirma lo que ya se sabía acerca de la masacre de Mapiripán: la fuerza pública lo sabía todo pero no actuó contra los paramilitares y sacó luego numerosas disculpas para exonerarse de sus responsabilidades, pero quizás un dato desconocido aflora en su último párrafo, luego de relatar que un Teniente de inteligencia de San José del Guaviare le comunicó a los militares de la zona que las FARC habían enviado un contingente a castigar a los paramilitares que perpetraron la masacre: “Qué hizo la Móvil 2? Una operación gigantesca y aplastó a las FARC y colocó un colchón de aire o de seguridad para que se salieran los paras. Esto es gravísimo y es un secreto. Entonces el General Mora quedó azul y yo le dije: mire, mi general, lo que yo le estoy diciendo es con pruebas. ¿Qué cara van a poner los representantes de las FARC cuando yo vaya a la Corte Suprema de Justicia y diga: vea, el Ejército no solo tiene vínculos, no solo no los combatió, sino que combatió a las FARC para que no golpearan a los paras por habérseles metido en su territorio”

Referente a los documentos el mismo General de la República señala en esas mismas
declaraciones:
“Acerca del contenido de esos documentos, el General Uscátegui afirma: “Yo los tengo porque llegaron a mi proceso y los pude sacar: los panfletos que entregaron las autodefensas en la masacre de Mapiripán los hicieron en ese computador en el batallón París. Igual hicieron con los panfletos que entregaron 8 meses después en Puerto Alvira, que es un municipio de Mapiripán … (sic) en esa brigada estaba Freddy Padilla de León. Los reglamentos de las Autodefensas Unidas de Colombia los hacían en ese computador (…) En ese computador también estaban las planillas de pago mensuales, las nóminas de todo el frente Guaviare de las AUC, que eran 93 hombres y mujeres con los alias, sus cargos y lo que devengaban. Las amenazas al fiscal Virgilio Hernández Castellanos diciéndole que suspenda esa investigación, porque si no su árbol genealógico desaparecerá del mapa. Amenazas a Alfonso Gómez Méndez tratándolo de pícaro; a ganaderos; extorsiones a los Rodríguez Orejuela dándoles las gracias por la plata que ellos les han dado. Mejor dicho, uno solo de esos documentos sale a los medios y es un escándalo (…) En ese computador hicieron una contraseña, un código de comunicaciones para el jefe de los paramilitares que actuó allá, un cabo primero del Ejército, retirado, que venía de Urabá. Los aviones que transportaron la carga y los paramilitares salieron del aeropuerto Los Cedros en Urabá y del aeropuerto de Necoclí. En uno venían paras y en otro venía la carga. Las declaraciones de la Policía, que están allí escondidas en el proceso, dicen que los paramilitares salieron escoltados por el Ejército Nacional, o sea que el vínculo con los paramilitares no solo era en el Guaviare, sino que venía desde el Urabá antioqueño. ¡Berraquísimo!”

Estos testimonios reveladores confirman que sí existió una connivencia y estrecha convivencia entre la fuerzas legales e ilegales, con motivaciones aparentemente patrióticas, pero que menoscabaron la legitimidad de un Estado constituido para proteger a los ciudadanos, como bien lo dice el artículo 2 de la Constitución Política Colombiana:

“Son fines esenciales del Estado: servir a la comunidad, promover la prosperidad general y garantizar la efectividad de los principios, derechos y deberes consagrados en la Constitución; facilitar la participación de todos en las decisiones que los afectan y en la vida económica, política, administrativa y cultural de la Nación; defender la independencia nacional, mantener la integridad territorial y asegurar la convivencia pacífica y la vigencia de un orden justo”.

Es la historia de Colombia, escrita con hechos que estremecen el alma a la luz de unos delitos de lesa humanidad, hechos que ponen alertas sobre Colombia en el ámbito mundial, porque queda cuestionada la ética social por su convivencia con el crimen desde las esferas del propio Estado, así como queda cuestionada la misma posibilidad de preservación de la sociedad si no se actúa en consecuencia con el conocimiento y la elaboración conceptual de esos acontecimientos, que, por demás, no le pertenecen en exclusividad a la historia de este país, sino que hacen parte del legado (aunque negativo) de las construcciones sociales en el universo. Y ahí estas memorias adquieren el sentido que se proponen: poner en el mayor número de escenarios posibles un tema de un país y de una región como Urabá, que han padecido el rigor de los conflictos mencionados, pero que igualmente, como en los presagios de la novela Cien años de Soledad, estas comunidades puedan tener más oportunidades sobre la tierra78. Lo que se hace más expedito concitando voluntades de diferentes vertientes, de la academia, de la política y de diferentes culturas, que hagan posible superar este tráfago en la historia nacional.

78 El texto con que termina la magna obra del nobel dice: “…pues estaba previsto que la ciudad de los espejos (o los espejismos) sería arrasada por el viento y desterrada de la memoria de los hombres en el instante en que Aureliano Babilonia acabara de descifrar los pergaminos, y que todo lo escrito en ellos era irrepetible desde siempre y para siempre porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra”.

6. EMPRESARIOS BANANEROS: ENTRE EL PECADO DE LA CONVIVENCIA, EL SILENCIO CÓMPLICE Y EL DESAFÍO.

El análisis de la situación en Urabá con respecto a los empresarios se torna difícil, pues a pesar de la prosperidad, muchos de ellos que estaban asentados desde hacía décadas en la región, con la llegada de los actores armados optaron por abandonar sus fincas y negocios.

Cuando se dice que ahora la región de Urabá y sus alrededores geográficos son un modelo de paz posible desde la concertación laboral, jalonada por un sector de empresarios en torno a asociaciones como AUGURA, es porque estos actores legales han decantado esa dura realidad por la que han atravesado. Los desafíos fundamentales para estos empresarios han sido tres: estar con el Estado actuando en cooperación a sabiendas de los errores pasados cometidos por este, hacerse al lado de los actores ilegales con pleno conocimiento de que actúan contra el Estado y sus instituciones, o tomar partido por la indiferencia. Cada una de estas situaciones es problemática, lleva a contradicciones y riñe de alguna manera con los valores, la ética y la ley .

Por ello, una vez que el país inició la aplicación de la Justicia Transicional como forma de paliar legalmente el conflicto y reducidos los enfrentamientos armados en la zona a su mínima expresión, los empresarios reaparecen como actores de la situación post-bélica en Urabá. Por eso resulta pertinente la pregunta de Angellika Rettberg: “¿pasa el proceso la prueba de la buena fe?”
¿Pasa el proceso la prueba de la buena fe? Quienes mejor pueden evaluar esto son los propios ciudadanos, en particular, las victimas. Aquellos países y ex enemigos que participan de buena fe en discusiones sobre verdad, justicia y reparaciones merecen el apoyo de la población. Y Se reconoce sinceramente el sufrimiento de las víctimas? En otras palabras, «el proceso dignificara o menospreciara el sufrimiento de las victimas? Aunque con frecuencia escuchamos llamados y advertencias sobre los peligros de «abrir heridas del pasado,» estas aseveraciones raras veces las hacen las víctimas, sino que generalmente son hechas por los perpetradores o terceros quienes por una razón u otra tienen un gran sentimiento de culpa están abrumados de recelos de diferentes tipos.
¿Comprende un proceso en que las muchas versiones de la «verdad» puedan ventilarse, discutirse, debatirse y refutarse? Las sociedades deben evitar caer en historias contadas a medias y versiones distorsionadas de las causas históricas, económicas y políticas que dieron lugar al conflicto. Aunque algunos autores en este libro señalan que, con el tiempo, las víctimas y los perpetradores poseen nociones diferentes de que es la verdad, existen verdades más profundas que tienen que ver con la estructura histórica y la economía política del conflicto que deben ser entendidas para romper con los cic1os de violencia y crear garantías de salvaguarda.

Están llamados a participar en esa ruptura de los ciclos de violencia todos los actores en el proceso de reconocimiento desde la memoria y el perdón, y unos de esos actores han sido los empresarios del banano en Urabá, quienes han sido parte sustancial del conflicto, sin que ello se les califique de determinadores o víctimas de la barbarie.

6.1. EMPRESARIOS SIMPATIZANTES Y OPOSITORES A LOS ACTORES ARMADOS

Es evidente que existen fuerzas políticas encontradas gravitando en torno a los pobladores y empresarios de la zona de Urabá, ante lo que algunos pocos tomaron partido en aras de la defensa contra los embates de las organizaciones guerrilleras, pues creyeron encontrar en las fuerzas que se le oponían, una solución al conflicto. Algunos empresarios entonces, se hicieron simpatizantes de los grupos paramilitares que se presentaban como los defensores del statu quo con el apoyo del establecimiento, como ya se ha enunciado antes en este trabajo.

“En el marco de la nueva conciencia humanitaria es «políticamente correcto» interpretar conflictos armados como el colombiano a la manera de «guerras contra la población». Ello, de nuevo, ciertamente protege vidas, pero invisibiliza la participación y la responsabilidad de la sociedad en la guerra.” De este tenor se expresa el académico Iván Orozco Abad en el capítulo Reflexiones impertinentes: sobre la memoria y el olvido, sobre el castigo y la clemencia, del libro que recopila Angellika Rettberg.

Siendo parte actuante de esa sociedad, los empresarios del banano en Urabá iniciaron una cruzada desde el año 2000 para que se pudiera dar la reincorporación de miembros de grupos armados organizados al margen de la ley, y que la expedición de normas a nivel nacional garantizaran que estos contribuyeran de manera efectiva a la consecución de la paz nacional, dado el estado de desgaste que el estado de guerra estaba provocando en todos los niveles.

Fue entonces cuando lo empresarios tanto simpatizantes como opositores de unos y otros actores del conflicto se dieron a la tarea de promover la ley 975 de junio 25 de 2005, cuyo objeto fue “facilitar los procesos de paz y la reincorporación individual o colectiva a la vida civil de miembros de grupos armados al margen de la ley, garantizando los derechos de las víctimas a la verdad, la justicia y la reparación ”. De esa manera los empresarios, de la mano de representantes de la dirigencia nacional como el senador Manuel Ramiro Velásquez , emprendieron tareas importantes; así, en un texto muy recordado de este senador La Seguridad en la nueva Política, expresa cómo el Estado colombiano tiene que concebir distinto el tema, dice que la “Seguridad que se ha perdido por el clima de desconfianza generado en el país ante la sensación de impotencia que surge, tiende a considerar que el Estado es el único responsable de nuestra tranquilidad, lo cual también genera nuestra irresponsabilidad y desidia.”

6.2. ABANDONO TEMPORAL DE LA ZONA MOTIVADO POR EL CONFLICTO.

Un finquero en la zona de Urabá puede tener muchos de motivos para abandonar su tierra; uno de ellos puede ser la quiebra por la baja en los precios de la fruta o por la aparición incontrolada de un mal endémico que lo sorprenda sin recursos económicos para resolverle, pero otro motivo es el fenómeno del desplazamiento que se ha circunscrito a los campesinos despojados de sus tierras a fuerza y constreñidos por los paramilitares, as í como a los empresarios inversionistas, quienes abandonan sus tierras para escapar a unas circunstancias violentas, totalmente ajenas a su rol de productores o comercializadores de banano.

Se ha identificado en la primera década del siglo XXI que algunos de los bananeros ante las dimensiones inusitadas del conflicto armado en Urabá, decidieron voluntariamente abandonar la zona para no verse involucrados con ninguno de los bandos actores de este conflicto y poder conservar sus vidas, así como conservan sus nombres en el anonimato para protegerse de retaliaciones posibles y de las que en efecto han existido.

En entrevista hecha a un empresario bananero de Chigorodó, este relataba:
“Mi caso es que cuando empecé en Urabá por allá en los 80`s allá mandaba era la guerrilla y a uno lo visitaban y había que darles plata o lo que pidieran como ganado, gallinas, mercado y cobijas. En fin, yo trabajaba y tenía que esforzarme el doble porque ya caían ellos. Cuando en los 90’s eso se llenó de paracos dizque para sacar a cuanto guerrillero había, entonces la cosa ya se puso peor de maluca porque esos la arriaron hasta con los que no eran. Eso mataron hasta profesores y médicos, ya todos éramos sospechosos. Llegaban con listas en mano y la matazón fue la verrionda. Entonces como en el 2000 yo salí de allá. Volví hace apenas cinco años o sea en el 2005, porque esa gente se desmovilizó, extraditaron a los jefes y llegaron las ONGs a ayudar y ya como que el sindicato no era tan bravo porque pararon las huelgas. Entonces acá estoy y hay a quien venderles el banano y algo queda de ganancia, pero eso sí cada vez la cosa parece que se vuelve a dañar y uno con ganas es de retirarse del todo del negocio que le ha dado la comidita toda la vida” .

Los empresarios por entendidas razones, no expresan mucho sobre el conflicto y acerca de sus posiciones al respecto, toda vez que es allí donde han afincado sus sueños e invertido sus capitales; sin embargo otro campesino productor entrevistado comentaba:
“Si una cosa nos ha ayudado por acá a los productores trabajadores y a las empresas bananeras es el trabajo de AUGURA para que todos sin distingo alguno nos respetemos y no nos matemos unos a otros. Tanto es así que hasta el sindicato de los trabajadores bananeros que antes era como enemigo de nosotros y del gobierno, pero ya es más fácil negociar con ellos y entre todos vamos levantando esta región tan rica pero tan golpeada por la violencia.
Porque si nosotros mismos acabamos con lo que tenemos, entonces dígame qué queda para nuestros nietos. Por eso siempre decimos que organizados podemos enfrentar todo mal así sea que venga de los hombres o de la propia naturaleza, porque le digo que por acá cuando se viene un huracán y acaba con todo, ahí es cuando se necesitan de los vecinos unos a otros, no de los que están por ahí armados hasta los dientes.”

Este testimonio es sólo una evidencia del trabajo gremial que ha permanecido en la región, alejado de los actores armados, cumpliendo su misión bajo condiciones política y socialmente adversas, en procura de borrar el estigma con el que se le conoce a esta zona en el mercado bananero global, lo cual afectó durante una época el comercio internacional de la fruta.

6.3. EMPRESARIADO VALIENTE QUE NUNCA ABANDONÓ LA ZONA DE URABÁ.

Otro fenómeno palpable en la zona bananera del Urabá antioqueño es el significativo número de empresarios que nunca cedieron en sus propósitos de mantenerse en el mercado; este hecho lo ilustra un relato de prensa de la época más aciaga del conflicto, el cual narra hechos que reafirman las indagaciones que se hicieron in situ. Dice el relato de una de las publicaciones semanales de mayor tiraje en el país y con muy buenos niveles de investigación:
“Cuando las masacres de campesinos en Urabá y otras regiones del país comenzaron a formar parte esencial de la violencia política que sacude a Colombia, muchos se preguntaron que estaba pasando. Esta investigación de SEMANA sobre la contrarrevolución en la zona bananera aportó los elementos sustanciales para entender, en términos históricos y sociológicos no solo el caso de Urabá, sino el de otras regiones donde la violencia guerrillera y la paramilitar estaban degenerando en la guerra sucia. Ahora resulta que ellos son los colonos. Y nosotros, que llegamos a esta región hace treinta años y comenzamos a tumbar monte ¿que somos?, decía un bananero un poco pasado de copas en un hotel de Apartado. «Nosotros -gritaba mostrando los callos de las manos-somos los colonos. Conquistamos estas tierras y no nos vamos a dejar sacar. Nos vamos a hacer romper por lo que nos pertenece. Primero los sacamos nosotros a ellos». El hombre que hacia estas afirmaciones no era ni un millonario, ni un latifundista, ni un terrateniente «ausentista», hablando en el Club Unión de Medellín. Se trataba de un mediano propietario de finca bananera, sin mayores pretensiones, ni delirios de grandeza, ni muchos menos con una tradición de violencia. Sin embargo, el, como muchos otros, está llegando a la conclusión de que aquí los comunistas y los guerrilleros nos quieren acabar de sacar. Pero nosotros no nos vamos a dejar joder.
Periodista, todo lo que le estoy diciendo es verdad. Pero no vaya a poner mi nombre”.

Estas versiones de los finqueros nos muestran el escenario de un conflicto que alcanzó a poner en consideración y entredicho la soberanía del Estado sobre esa región que estuvo en juego ante la arremetida de las fuerzas guerrilleras y paramilitares. Para esa época AUGURA ya lideraba buena parte de los empresarios bananeros y hasta publicó textos acudiendo a este precepto de la soberanía. En la misma fuente se encuentran testimonios de cómo los empresarios de Urabá afrontaron situaciones que ponían en tela de juicio la existencia misma del Estado colombiano:
“Lo curioso es que los propietarios no están pensando en la ‘recuperación’ de sus fincas como un problema personal. De un tiempo para acá están hablando de ‘soberanía’ y de lo que representaría para Colombia y Latinoamérica la perdida, de Urabá. No hay foro bananero o reunión de agricultores y ganaderos de la zona en el que no se repartan cartillas de geopolítica internacional en donde se advierte respecto del peligro que se cierne sobre la región ante una eventual declaratoria de independencia, y de la inmediata ayuda que prestarían los cubanos y los nicaragüenses a la Junta de gobierno que se instalaría en la República Independiente de Urabá. No es mentira–le dice un ganadero al reportero de SEMANA–ni es que es que estemos locos, ‘Es que Colombia no se ha dado cuenta del papel estratégico que tiene este golfo’, afirma mientras exhibe un mapa en el que se explica que el Canal Atrato-Truandó sería la alternativa de comunicación interoceánica entre el Atlántico y el Pacifico en el momento cuando el Canal de Panamá perdiera su importancia”.

Una característica decisiva que se observa en el grupo de empresarios que permanecieron en la zona no obstante las condiciones del conflicto y los riesgos, es que en son colonos llegados a la región de hace 30 o 40 años, por lo cual no estuvieron dispuestos a deponer su voluntad frente a la armas. Estos colonos, en su mayoría antioqueños, tienen un acumulado experiencial que les da ventajas sobre los nuevos colonos, como el conocimiento geográfico al detalle de la zona y la adaptación que han alcanzado con el clima.

7. NARCOTRÁFICO: URABÁ LA RUTA DE LA COCA.

Reiteradamente se ha señalado en estas páginas que la importancia estratégica del Urabá le da una inusitada singularidad a esa región, incorporada a las condiciones del suelo que la ponen en primer orden de las zonas agrícolas de Colombia, beneficios que también facilitan la presencia del narcotráfico en esa región.

A este respecto uno de los estudios más connotados es el que hiciera la propia Presidencia de la
República de Colombia con el Observatorio del Programa Presidencial de Derechos Humanos y
DIH, Bogotá, a instancias y con la financiación del gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica, a través de la Agencia para el Desarrollo Internacional –USAID-, cuyo contexto ha sido la desmovilización del Bloque Bananero de las llamadas Autodefensas Unidas de ColombiaAUC y en el que además consideran al narcotráfico como uno de los combustibles de esa guerra interna:
“La región de Urabá permite la comunicación de varias regiones del país con la costa Atlántica, siendo el golfo del mismo nombre uno de los principales puertos del país, especialmente en lo relativo a las exportaciones de banano. Desde el Urabá antioqueño, es posible cruzar al Nudo de Paramillo, un sistema montañoso del que parten tres serranías por las cuales se puede descender al norte de Urabá (Turbo), al departamento de Córdoba (Tierralta) y al Bajo Cauca antioqueño (Caucasia). Además, desde el Urabá antioqueño y también desde el Atrato, se puede pasar por un corredor de movilidad hacia el Suroeste antioqueño (Urrao). Estas características geográficas han hecho que el Urabá se constituya en una de las zonas propicias para el embarque de drogas ilícitas y se caracterice por la importancia del contrabando de armas y precursores químicos y el lavado de activos.
Estos atributos llevaron a que en pleno auge del narcotráfico en las décadas de los ochenta y noventa, se diera una presión sobre las tierras de pequeños campesinos ubicados a lo largo de la carretera Guapá – Lomas Aisladas, en el municipio de Turbo, que luego fueron convertidas en haciendas ganaderas por la expectativa del trazado de la Panamericana o simplemente en tierras en disputa por grupos armados irregulares y estructuras del narcotráfico. Lo anterior provocó la expulsión de muchos pobladores hacia la Serranía de Abibe en jurisdicción de los municipios vecinos de Chigorodó y Carepa, o hacia las llanuras de inundación de Mutatá (Bajirá y veredas vecinas) y del municipio de Riosucio (Chocó)”.

Esa condición pone un alto reto al Estado colombiano: promover una industria que demandan los mercados internacionales y mantener control sobre los que medran a su amparo con actividades ilegales, que también demandan los mercados internacionales pero que se han convertido en una epidemia social contra la que todos los estados luchan.

El narcotráfico en esta región, si bien no es nuevo, ha adquirido unas dimensiones mayores con las exigencias del mercado de los países industrializados que cada vez tienen más consumidores; ello ha hecho permitido a esa actividad alcanzar significativos niveles de sofisticación que demanda de puertos y demás infraestructura con la que cuenta la industria legal. El cuadro es bastante complejo, según el mismo estudio “Aunque en un principio Urabá fue usado sólo como puerto, progresivamente fue ocupando un lugar en las distintas etapas de producción de la cocaína. En distintas zonas, se fueron extendiendo los cultivos de uso ilícito, que eran custodiados por guerrilleros o autodefensas, dependiendo de quien tuviera el dominio en el área”.

Pero como la cadena productiva de esta mercancía es aun más compleja y la zona atractiva, se dice que “Simultáneamente, se instalaron laboratorios, conocidos como cristalizaderos, donde llegaba el producto sin terminar, para ser procesado y empacado. Los cristalizaderos de coca, en su gran mayoría, eran manejados por autodefensas que se encargaban de vender el producto terminado a los traficantes”91. Se convierte la zona del Urabá en un mercado internacional ya no sólo de banano sino de cocaína con cercanía a un centro de poder y decisión sobre estas cuestiones como lo es Medellín, reconocida en el ámbito internacional por ser el centro de operaciones de uno de los carteles más destacados y de mayor presencia en los mercados del mundo.

Se concluye con el estudio de la dinámica del conflicto una vez se desmovilizó el grupo de paramilitares que allí operaban que:
“El trabajo en el terreno, –incluidas las entrevistas y la evidencia empírica– el decomiso de toneladas de coca en Turbo y Necoclí, así como de las embarcaciones -, evidencian varias problemáticas. En primer lugar que el narcotráfico en Urabá siguió operando luego de la desmovilización del bloque Bananero y del Elmer Cárdenas, en segundo lugar, su influencia ha aumentado luego de la desarticulación de los grupos de autodefensa y finalmente, no existe un cartel definido que maneje la producción y exportación de la coca en esta región del país”

Esta investigación permitió conocer la estructura de un negocio ante el que el gobierno nacional optó por la extradición de los jefes paramilitares con quienes había negociado y para los que había diseñado leyes bastante favorables, en aras de desarticular la máquina de muerte en el país, y a los que les había dado un trato benigno, con los costos políticos nacionales e internacionales que ello trajo.

7.1. CORREDOR ESTRATÉGICO PARA LA INTRODUCCIÓN DE DROGA AL MERCADO MUNDIAL.

Una importante zona de conectividad colombiana con Centroamérica es esta del Urabá, conectando con el departamento del Chocó, surcado de ríos de buena navegabilidad, entramos a lo que los lugareños llaman “la trocha”, que es el camino que cruzan los aventureros para conectarse con la hermana república de Panamá y por ahí seguir hacia los países de Centro América; esa “trocha” con escasa presencia estatal, es frecuentada por ilegales de toda clase.

Esta región es un cruce de caminos entre los océanos Pacífico y Atlántico que conecta el sur y el norte del país y a su vez entre América del Sur, Centro y Norteamérica; ello confirma la importancia que se le atribuye como corredor estratégico para los mercados mundiales tanto legales como ilegales.

De acuerdo a los datos de la Policía Nacional, Ejército, Armada, Fuerza Aérea, DAS, Fiscalía y autoridades judiciales, esta región es una de las rutas más activas para el tráfico de drogas y de armas, que por ser un comercio por fuera de todo control, no reporta estadísticas fidedignas para estimar su alcance. Sin embargo es revelador el hecho de que es allí donde se han hecho los más notorios decomiso de alijo de drogas, pues su conexión con la República de Panamá y la existencia de caminos de a pie que la conectan sin presencia del Estado, la hacen el mejor corredor vial estratégico por el Darién para la circulación de productos ilegales.

Datos de la Oficina de las Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito, que señalan que para diciembre de 2006 había 816 hectáreas de cultivos de coca en el Chocó, mientras que en el 2005, había 1.025 hectáreas .

También existen cifras como las reportadas por la Fundación Ideas para la Paz, según las cuales en 5 años se incautaron 450 mil armas, lo que significa que más allá de un corredor para la droga, esta actividad también va ligada a otros comercios ilegales como el de armas para alimentar la guerra en que se debate Colombia desde hace media centuria. “Con esta cifra, recogida entre 2002 y 2007, se podría abastecer cualquiera de los conflictos armados que subsisten hoy en el mundo. Ese es uno de los datos más sorprendentes de una investigación realizada por la
Fundación Ideas para la Paz y la Universidad Gent con el apoyo del Gobierno de Bélgica…” Esta información da una dimensión de lo estratégico de esta zona y los intereses que en torno a ella se mueven, así como de lo importante que es esa “trocha” en términos de evadir controles y asentar grupos ilegales.

7.2. AFECTACIÓN DE LA ESCALA DE VALORES EN TRABAJADORES TRADICIONALMENTE ASALARIADOS (CULTURA DEL ATAJO).

Desde que Colombia tiene que combatir el fenómeno del narcotráfico como un mal enquistado en la sociedad, se tiene que enfrentar igualmente con unos cambios de cultura que han permeado a sus habitantes de una u otra manera. La influencia del narcotráfico se ha dado en todos los niveles, llegando inclusive a tener un Congreso de la República con un porcentaje importante de miembros que ocupan sus curules a nombre y por sujetos vinculados a estas actividades ilegales, que tanto perjuicio le ha reportado a la sociedad:
“Hechos que hoy están en poder de la justicia, como lo evidencian 81 congresistas elegidos para el período 2006- 2010 investigados o procesados penalmente por parapolítica en Colombia, lo cual equivale al 30.33% del total de los 267 miembros del Congreso (información procedente de la Corte Suprema de Justicia y de la Fiscalía General de la Nación)”

Esto ha degenerado en una “cultura del atajo” o, llanamente una “cultura mafiosa”, es decir, este comportamiento hace relación con asumir la ilegalidad como algo normal para alcanzar altas metas en corto tiempo, lo que tiene expresiones en la vida diaria de quienes burlando las obligaciones ciudadanas, utilizan el contrabando, la corrupción administrativa y otros actos delictivos como formas de salir económicamente adelante.

En el año 2008 el Grupo de Investigación Cultura Política, Instituciones y Globalización de la Universidad Nacional de Bogotá, presentó en un foro dirigido a estudiantes de Ciencias Políticas de la sede de esta institución en Medellín, las conclusiones de uno de sus estudios en el que señala que en Colombia “tenemos una cultura mafiosa”:
“»la preocupación surge al interrogar la cultura política en Colombia que empieza a relacionarse con las nuevas manifestaciones que se están dando a nivel urbano. Culturas como la mafiosa se caracterizan principalmente por el rebusque, la obtención fácil y con el mínimo esfuerzo de lo ajeno, manejando un facilismo moral que premia al que no se esfuerza» .

Esto es contrastable con la observación empírica cuando hicimos trabajo de campo y vemos culturas como la mafiosa que se caracteriza “principalmente por el rebusque, la obtención fácil y con el mínimo esfuerzo de lo ajeno, manejando un facilismo moral que premia al que no se esfuerza» .

A esto se adhiere la forma exagerada y errática con que el gobierno colombiano pretende erradicar el conflicto armado en sus diferentes manifestaciones, invirtiendo cifras descomunales del presupuesto nacional en el sostenimiento de la guerra, mientras la salud y la educación
disponen de precarios recursos para su desarrollo:
“Mientras Estados Unidos destina un 4% del PBI para su defensa -incluida la guerra con Irak-, Colombia destinó en el año 2007 el 6.32% de su PBI para el mismo fin, el doble de lo destinado por Venezuela y casi seis veces más que el presupuesto ecuatoriano en el área. Colombia asignó en el año 2008 $18,4 billones para gastos en Defensa, de los cuales el 81% fueron gastos de funcionamiento, pues se estima que 8 de cada 10 funcionarios del Estado pertenecen al Ministerio de Defensa. El presupuesto para defensa representa más de la quinta parte del gasto público y su crecimiento del 20% en este año es más del doble del resto de los rubros presupuestales, y cuatro veces la tasa de crecimiento esperada de la economía” .

Ya esas conductas habían sido estudiadas por COLCIENCIAS, ente del Estado colombiano para la investigación, la ciencia y la cultura, quienes en unidad con la empresa editorial Tercer Mundo presentaron los resultados de unas reflexiones a las que denominaron “¿Para donde va Colombia?”. El objetivo de esta investigación fue patrocinar una reflexión continua y ordenada acerca de este país y su futuro que nos permitiera vernos en prospectiva y entender cómo funciona nuestra sociedad. Este documento señala en qué consiste esa cultura del atajo signada por aprovechar las circunstancias del momento:
“Esta visión oportunista, propia del ‘lagarto’ y el ‘sapo’ y que se difunde con rapidez entre todos los estamentos de la sociedad, se afinca en la concepción de ‘lo público’ como campo de juego donde ‘el vivo vive del bobo y el bobo del más pendejo’. En este juego –que bien podríamos denominar ‘el juego del almendrón’ – impera la regla del todo o nada. Aquí no hay lugar para nada distinto a la inmediatez porque se juega en un esquema de ‘suma cero’ según el cual todo beneficio necesariamente se obtiene a costa de una pérdida para alguien. La tentación de echar mano al engaño en este contexto es casi irresistible, ya que de partida se juega con la premisa que los problemas no son para resolverlos sino para endosarlos a alguien más..”

La “cultura del atajo” es señalada en el entendido de que “para el colombiano en general las reglas no se fundan sobre el precepto que representan un criterio de consenso colectivo y por ello otorgan autonomía a la colectividad que las respeta. Este es uno de los referentes culturales que quizás más agudamente carece la sociedad colombiana”100 de donde surgen otras conductas que ponen en tela de juicio los pilares de su legalidad, pues “entre nosotros las leyes nunca han
alcanzado la investidura sagrada que les confiere el legítimo reconocimiento social de representar un mecanismo de autorregulación asociado con la convicción colectiva de alcanzar un fin social” . Sobre estas bases de una cultura que no respeta principios de una civilización democrática, el desarrollo de la industria bananera encuentra otro obstáculo para sortear y para aportar como organización empresarial.

7.3. CÓMO AFECTA EL NARCOTRÁFICO AL MERCADO BANANERO.

El narcotráfico ha permeado la sociedad colombiana y es una dinámica social creciente. Éste, como portador de esquemas culturales, afecta los mercados legales, las instancias sociales y hasta la moda, hábitos y costumbres; también se ha metido en las actividades cotidianas hasta hacerse parte de la vida corriente en medio de una sociedad permisiva, llegando a ser su actividad económica tan febril y permanente en el Urabá antioqueño, que ha concitado el interés de investigadores y periodistas:
“En los municipios del norte de Urabá y el norte del Chocó dedicados a la ganadería, la concentración de tierras se dio de la mano de los predios adquiridos por el narcotráfico. Sólo en Arboletes, miembros del Cartel de Medellín compraron 48 haciendas para ganadería entre 1981 y 1989, con extensiones de 300, 400 y hasta 600 hectáreas” .

Con todo el poderío que consolidaron las mafias, alcanzaron a instalar todo su poder corruptor al servicio de los negocios ilícitos, utilizando la infraestructura portuaria de la zona y los ríos, adquiriendo tierras para sembradíos ilícitos a través de operaciones de lavado de dinero proveniente de esa actividad y creando empresas aparentemente legales, para servir a la industria de la región como parte de las actividades en las que el narcotráfico se soporta y se camufla, permeando la economía local por todos sus flancos. Una de las afectaciones más severas del narcotráfico en la zona bananera, fue la guerra desarrollada a través de masacres selectivas perpetradas por servidores del Cartel de Medellín, en la cual los colonos de vieja data nunca estuvieron implicados.

En el año 2000 la historia de violencia no termina; la tranquilidad es apenas temporal, pues el denominado Bloque Élmer Cárdenas de las Autodefensas Unidas de Colombia- AUC, mantiene el conflicto presentándolo como una lucha antisubversiva, lo que le permite ampliar su frontera agrícola con cultivos de palma africana, que les facilita mantener la actividad de tráfico de narcóticos, así como doblegar a parte de las autoridades y ponerlas al servicio de la ilegalidad, ampliando su poder económico al poder político, alcanzando inclusive las órbitas del Congreso de la República. Este dominio territorial fue logrado a través de asesinatos selectivos y masacres, que generaron la zozobra necesaria para desplazar masivamente pobladores colonos y parceleros, así como comunidades negras e indígenas, transformando grandes extensiones de bosques y manglares en cultivos de palma de aceite, alterando con ello la biodiversidad de la región, derivada de la tala indiscriminada y el uso de agroquímicos.

Esto demandó la atención de los bananeros organizados en AUGURA, quienes para frenar esos impactos acudieron a la gestión ambiental a través de BANATURA, proyecto creado para tal efecto. El apoyo a los bananeros en el mejoramiento de la productividad ha sido definitivo en términos de negociar las condiciones de mercado en el exterior, toda vez que esta responsabilidad es exigida para aceptar la fruta y certificarla.

Otra afectación significativa es el encarecimiento de la tierra. “…acá llegaron los traquetos y por una finca que valía cien pesos, por ejemplo, ellos ofrecían quinientos. Y si uno no le vendía pues lo amenazaban y de todos modos ellos se quedaba con lo que se les antojaba”, dijo un empresario bananero que solicitó no ser identificado. Ese fenómeno de las ventas forzadas de tierra ha permitido que los dineros del narcotráfico se camuflen con dineros de empresarios legales, cuyos capitales tienen un reconocido origen en el trabajo honesto.

Aparte de hacerse a las tierras, de implementar una cultura mafiosa, de afectar el medio ambiente, intervenir en la política local y nacional, de poner la cuota de violencia y de usar de manera clandestina los muelles y puertos para sus ilícitos, el narcotráfico en Urabá permeó una cultura de origen campesino haciendo una mixtura que fue particularmente violenta cuando de defender sus beneficios se trataba, convirtiéndose este fenómeno en un detonante de más a los problemas que ya afrontaba la región.
Una diferencia silenciosa de criterio se libra entre quienes quieren la tierra para cultivos de palma, quienes quieren ampliar la cobertura de producción bananera y los que quieren las tierras para sembrar coca e instalar allí toda la parafernalia necesaria para la industria del narcotráfico con excelentes salidas a los mercados internacionales.
“Aunque de acuerdo con las cifras oficiales los cultivos de coca parecen haber desaparecido prácticamente del Urabá entre 2004 y 2007, la dirección de antinarcóticos notifica, no obstante, la erradicación en la región de casi 450 hectáreas de cultivos desde 2005 hasta abril de 2008.”

Estas cifras son el reflejo de lo que ha sido el fracaso internacional respecto a la política antidrogas, que tiene como su principal defensor y promotor al gobierno de los Estados Unidos; esta lucha ha sido desigual entre el creciente mercado al interior de los países consumidores que alcanza el calificativo de epidemia social y la oferta de los países productores considerados culpables de este flagelo ante el resto de la humanidad. De esa manera el Urabá antioqueño se mantiene en una situación de fragilidad ante un problema que hace metástasis tanto en la estabilidad política y económica de los países que quedan al otro lado del océano, como en la propia Colombia.

Los bananeros adquirieron de una manera autónoma el compromiso de aportar en la lucha contra el narcotráfico que perjudica sus intereses. Sin embargo, el exacerbado efectismo de incautaciones anunciado por las fuerzas de seguridad del Estado, no significa que las políticas hayan sido totalmente efectivas, pues cada día las cifras indican el crecimiento de este negocio.
Contrario a esta realidad, en la página web de la Dirección Nacional de Estupefacientes, se lee:
“Colombia ha demostrado al mundo su compromiso a fondo en la lucha contra el tráfico de drogas ilícitas. Nos propusimos la tarea de cambiar y lo estamos logrando. Hoy como nunca antes el país ha demostrado su empeño en la lucha contra ese flagelo y ha dado a conocer resultados contundentes. Miles de hectáreas de coca y amapola fumigadas, toneladas de marihuana y opio incautadas, miles de toneladas de precursores químicos decomisados, nos invisten de autoridad frente al problema mundial de las drogas.”

Es imperativo cambiar las políticas para combatir el problema de las drogas y toda la estela de dificultades que vienen ligadas a la misma para que le banano urabaense no cargue con el estigma de proceder de una zona infestada con la coca u otros narcóticos.

8. DERECHOS HUMANOS: LA GRAN PESADILLA DE GOBERNANTES Y EMPRESARIOS

El tema de los derechos humanos no es artificial de cara al mercado mundial, este está enmarcado en los cambios propios de la globalización que pone desafíos novísimos en los procesos productivos, apartándolos de antiguas y desiguales formas agrarias, e insertándolos como agentes que inciden en los asuntos económicos y que generan obligaciones para mejorar la calidad de vida a los seres humanos. Por ello, el desarrollo de políticas en materia de derechos humanos y el ofrecimiento de garantías plenas a los trabajadores son vigiladas por los organismos de cooperación internacional, lo cual obliga el establecimiento de sistemas de gestión interna confiables, para garantizar que se aplican las políticas internacionales al respecto.

Tomando estos criterios de la modernidad empresarial, los bananeros de Urabá con AUGURA a la cabeza optaron desde hace unos diez años por trabajar hacia la promoción de los derechos humanos como un componente o un valor agregado de sus operaciones productivas y/o comerciales, que transversalizan a empresas, socios, proveedores de insumos para la
agroindustria y a las autoridades a nivel local, regional y nacional.

Las cifras de la última década son elocuentes. Para la década de los 90 un total de 614 obreros sindicalizados fueron asesinados, muchos de ellos con el común denominador de haber sido perpetrados con la colaboración de las fuerzas institucionales, actuando por el mandato velado de oscuros grupos económicos que elevan la bandera de la lucha contra el comunismo.

Sin embargo muchos han sido los ensayos de parte del poder ejecutivo nacional y de los empresarios de la región, desde el entendido de que
“Para lograr un esquema efectivo para la reinserción económica de excombatientes ilegales, se deben tener en cuenta cuatro elementos: 1) recomendaciones institucionales; 2) esquema educativo enfocado a la formación por competencias; 3) esquemas para la búsqueda de oportunidades de generación de ingreso para la población desmovilizada; y 4) esquemas para la participación del sector empresarial en la inserción económica de esta población.

Participación que, a instancias de AUGURA, ha sido definitiva para desactivar las causas de esa guerra prolongada a partir de esquemas propuestos por el sector empresarial para la inserción económica de los desmovilizados, con tan buenos resultados que han sido experiencias exitosas avaladas por el gobierno central y por la comunidad internacional que permanece atenta al desarrollo del proceso y de la que depende la certificación Globalgap para acceder a la Unión Europea con la fruta urabaense.

Las cifras son contundentes y dicientes, en relación a los esfuerzos para la pacificación:
“A mediados de 2007 había más de 30.000 desmovilizados de las AUC a nivel nacional, un 30 por ciento de ellos ubicados en el departamento de Antioquia. En el Urabá se legalizaron entre 2004 y 2006 alrededor de 2.500 desmovilizados de las AUC, a la vez que entraron en la región cientos de paramilitares provenientes de otras partes del país. Una parte de ellos siguió armada, otros continuaron ejerciendo un control directo sobre el narcotráfico, y muchos otros se pusieron a trabajar en proyectos productivos que se han estado desarrollando en el marco de diferentes programas, entre ellos en los programas de desarrollo alternativo de la lucha contra los estupefacientes.”

Lo que significa que en este aspecto faltan mejorías y amerita continuar con las intervenciones del gremio bananero en asocio con el Estado, tal como lo ha hecho AUGURA que, en desarrollo del proyecto “Alianza para el desarrollo socioeconómico de las comunidades bananeras de Urabá
y Magdalena”, llevado a cabo entre el sector público y privado lograron promover “experiencias significativas consistentes en la ejecución por parte de empresas, de programas o proyectos que promuevan el desarrollo de la comunidad afectada por el conflicto en las áreas de educación y formación, proyectos productivos, salud, cultura, participación y convivencia, entre otros.”

En este proyecto estuvo convocado todo el gremio bananero y sus fundaciones sociales como CORBANACOL y FUNDAUNIBAN, así como las comercializadoras internacionales UNIBAN y BANACOL, con el liderazgo de AUGURA y la Embajada Real de los Países Bajos, lo que le otorga una indudable legitimidad y transparencia a esas iniciativas.

Con el mismo proyecto AUGURA se hizo ganador del premio “Emprender Paz, la Apuesta
Empresarial”, en su tercera versión en la categoría “Promoción de Desarrollo Comunitario para la Paz”. El proyecto de AUGURA, las organizaciones sociales y demás entes tenía unas líneas dirigidas a la promoción de los derechos humanos y del medio ambiente:
“El programa se desarrolla bajo dos líneas principales, Reducción de pobreza y Protección al Medio Ambiente. El objetivo principal del programa es prevenir la agudización de la problemática social de las zonas bananeras que se vería seriamente afectada por la disminución de la actividad bananera tradicional de micro y pequeños productores quienes no cumplen con las condiciones de calidad, certificación ambiental y social para la producción de fruta, sin lo cual su permanencia en la cadena de exportación de plátano y banano es inviable, viéndose expuestos a rechazos, pérdidas de producción y a buscar otras fuentes de ingresos.”

Esto reporta bienestar, ganancias y confianza. La certificación permite contratos a largo plazo que aseguran la compra total de la producción, dándoles además bonificaciones en el precio por mantener la certificación, poniéndolas en el escenario de los mercados mundiales como productos con altos estándares de calidad y responsabilidad social.

8.1. LA DINÁMICA DEL CONFLICTO ARMADO RADICALIZÓ Y DESHUMANIZÓ LAS PARTES INVOLUCRADAS

La escalada del conflicto en Urabá fue degenerando en sus cuantificaciones y formas de irrigar terror en la población; todo conflicto armado es inhumano desde el punto de vista de la utópica condición de la armonía social, pero la realidad es otra: en Colombia, desde el año 2003 se viene hablando en los escenarios políticos y sociales de alternativas que permitan superar la crisis humanitaria nacional y que en regiones como Urabá se acentúan. El planteamiento básico dirigido a la humanización del conflicto armado es el siguiente:
“Ante la cuestión humanitaria debe adoptarse un enfoque que: tenga en cuenta las actitudes de los actores relevantes frente al tema (obstáculos, aperturas…); conciba la humanización del conflicto no como un acto sino como un proceso basado en la modificación (voluntaria, presionada, negociada o forzada) de esas actitudes; y combine el realismo de la gradualidad con la permanente exigencia de que los actores armados cumplan con la totalidad del DIH”

AUGURA fue promotor de iniciativas para generar nuevas actitudes de los actores del conflicto para la región de Urabá y las apoyó en su promoción con sus afiliados, la ciudadanía y los trabajadores bananeros. En cumplimiento atento de los postulados internacionales en especial los Convenios de Ginebra de 1949, según el artículo 6, las partes “podrán concertar […] acuerdos especiales sobre cualquier cuestión que les parezca oportuno zanjar particularmente”. Ese

proceso oportuno para Urabá implica actuar sobre las actitudes de los actores más destacados del conflicto, quienes son los únicos que pueden permitir los cambios y acercamientos por el diálogo y la comprensión de lo que manda el derecho internacional humanitario. Igualmente a nivel interno esos acercamientos para humanizar el conflicto cuentan con el beneplácito legal contenido en la ley 782 de 2002 que permite al gobierno adelantar negociaciones humanitarias o de paz con las organizaciones armadas, aunque estas no posean reconocimiento político.

Interesados en romper la dinámica de un conflicto radicalizado y deshumanizado, los bananeros del Urabá antioqueño participaron de muchas formas en lo que se llamó buenas prácticas para salir del callejón de violencia. Unas de esas acciones concretas fueron: la prohibición de reclutar menores de 15 años, efectuar ataques indiscriminados, amenazar a la población civil o ejecutar actos para aterrorizarla, utilizar la presencia de la población civil para poner determinados lugares o zonas a cubierto de las operaciones militares, realizar ataques contra obras o instalaciones que contienen fuerzas peligrosas, como represas y oleoductos, cuando dichos ataques pueden producir la liberación de aquellas fuerzas y causar lesiones, daños o pérdidas importantes a la población civil, usar métodos o medios de hacer la guerra que causen daños extensos y graves al medio ambiente, destruir bienes muebles o inmuebles pertenecientes a particulares o a entidades públicas o sociales, excepto en los casos en que sea absolutamente necesario para las operaciones bélicas, y efectuar ataques contra los lugares de culto, los monumentos históricos y las obras de arte, y emplearlos en apoyo del esfuerzo militar.
Estos pasos concretos para la humanización del conflicto, han reportado mayor tranquilidad en las regiones, siendo una de las más favorecidas la de Urabá.

8.2. RECONSTRUCCIÓN DEL TEJIDO SOCIAL A TRAVÉS DE LAS FUNDACIONES

En ese escenario de conflicto entran a jugar un papel importante todas las formas de organización social de base, que para el caso de Urabá se materializa en las fundaciones , (como en todo el mundo con iguales o parecidas condiciones), sobre las cuales se escuchan voces críticas que desconocen el papel que ellas han jugado como agentes neutrales en medio de una región caracterizada por cruentos combates que no reconocen actores imparciales. Iguales críticas reciben las acciones mismas de “recuperación del tejido social” que pretende recuperar la dignidad perdida en un escenario de necesidades sin resolver, con una población desprotegida, famélica y victimizada por los actores involucrados en el conflicto.
La realidad de la violencia en Colombia y su acendramiento en el Urabá antioqueño es excepcionalmente particular, razón por la cual necesita un tratamiento singular que con urgencia convoque fuerzas transformadoras como se ha hecho a instancias de los empresarios asociados en Augura.

Urabá es un espacio donde han confluido fuerzas sociales y actividades económicas diversas que oscilan entre lo legal y lo ilegal, reflejando una rica región con índices de pobreza que alarman las estadísticas y encienden las alarmas de los gobiernos; por ello es que el Urabá antioqueño se ha constituido en un verdadero laboratorio para de experiencias sociales, pues allí se han ensayado todo tipo de métodos de análisis políticos, de intervención y sicosociales, para entender y cambiar la realidad.

De la mano de Augura, por medio de convenios, han entrado a la región organizaciones sociales con capacidad para incidir en una situación calamitosa en lo que a las personas refiere, pues la intervención de apoyo para recuperar el tejido social tiene doble propósito: reparar los activos físicos de la región y consolidar esta labor como parte de la solución a otros retos del postconflicto como la reintegración económica de los excombatientes y el retorno de los desplazados y refugiados, para que se recupere la confianza general en la región y en las instituciones públicas y privadas.

9. MEDIO AMBIENTE: FUMIGACIÓN Y PROTECCIÓN

Los riesgos del monocultivo son evidentes, de acuerdo a las más autorizadas y difundidas opiniones de los científicos locales y foráneos. Señalan los estudios fitosanitarios que la dependencia en un solo tipo de cultivo estimula el crecimiento de hierbas resistentes a los pesticidas y otras prácticas agroindustriales.

Concretamente en Urabá, donde se usa la fumigación para control fitosanitario del banano y para mejorar la producción, se aplican fungicidas que son sustancias tóxicas que actúan para impedir el crecimiento o para controlar los hongos y mohos perjudiciales. En esta región se utilizan los productos llamados imazalil y tiabendazole en el proceso de post cosecha del banano (y plátano), a los que se les mezcla una solución de alumbre y se aplica directamente en la corona de las maras para que la fruta alcance el curado, además de las fumigaciones realizadas para el control de plagas como la sigatoka.

Para que los efectos colaterales dañinos no sucedan con alta gravedad, los empresarios productores (llamados finqueros) han optado por mantener el cuidado de no pasar por la crisis que se han vivido en otros lugares de monocultivo con la ruina generalizada. Por eso se han puesto al tanto de atacar uno de los males más destacados del banano, la sigatoka negra, enfermedad de las plantaciones que tuvo su aparición en la el país desde el año 1981, según se tienen noticias; esos controles se hacen con conocimiento cualificado obtenido a partir de la creación del Centro de Investigaciones del Banano- CENIBANANO, pues el cultivo del banano en Urabá necesita de fumigaciones y aspersiones a gran escala que, en ocasiones, cuenta con el uso de avionetas para mantener los altos niveles de productividad, lo cual demanda altos cuidados para mantener el medio ambiente bajo controles de sostenibilidad.

9.1. LA SIGATOKA: ENEMIGO DE PRIMERA LÍNEA.

El primer brote de Sigatoka negra apareció en Centroamérica. Fue detectado en la localidad de La Lima, Honduras, en 1972, desde donde se dispersó hacia norte y sur llegando a invadir las plantaciones de Colombia. El primer foco de la enfermedad en el país se presentó en 1981 en la zona bananera de Urabá, exactamente en el municipio de Apartadó, Antioquia, desde donde se diseminó al resto del país.

En el año 2000 la enfermedad fue encontrada en el Chocó, zona del Pacífico colombiano cubierta completamente por selva, donde se presentan cultivos de plátano en pequeñas parcelas al borde del río Atrato, única vía de acceso a la región, como resultado de la vecindad de regiones.

En Colombia, las Sigatokas negra y amarilla afectan más del 30% del total de las hectáreas sembradas en banano y plátano, razón por la cual se le considera un enemigo de primera línea en la cadena productiva de esta fruta en el Urabá antioqueño, cuyos costos de control para el país ascienden a unos veinte millones de dólares anuales, siendo uno de los métodos para controlarla los fungicidas, en los cuales se invierte cerca del 30 al 40% de los costos de producción; este control obligado a las plantaciones, acarrea unos efectos colaterales a los ecosistemas y a la salud humana.
Los fungicidas más comúnmente usados en el control de la Sigatoka negra que afecta las plantaciones bananeras de Urabá son pertenecientes al grupo de los benzimidazoles, los cuales actúan directamente sobre la división celular del hongo en el proceso de la mitosis, los cuales van creando resistencias a los productos, por lo que su eficiencia se ve reducida, especialmente cuando el producto se usa de forma intensiva.

La enfermedad se ha trasladado colonizando otras zonas cercanas como el Chocó, donde los investigadores han detectado material infectado tipo semilla, fruta y hojas que han “viajado” por el río Atrato, tema que ha incidido notoriamente en la decisión de construir la carretera Panamericana, aduciendo que esta vía acarrearía alto riesgo para la expansión de dicha enfermedad.

Exceptuando el proyecto liderado por AUGURA para estudia la fitopatología y epidemiología del banano, existen pocos grupos de investigación dedicados al estudio de la Sigatoka; el rigor científico no ha puesto allí la suficiente atención para atender un tema tan importante en la bese alimentaria de millones de personas, el cual constituye además un importante renglón de exportación para la zona tropical.

También se destaca el trabajo de la Corporación de Investigaciones Biológicas (CIB), basado en la manipulación genética del hongo para evitar que genere proteínas asociadas con la infección y con el desarrollo de la enfermedad, con una técnica denominada RNA de interferencia (RNAi), iniciativa que hace parte de un proyecto estratégico que pone a la región de Urabá a la vanguardia en este tipo de desarrollos.

Atendiendo la gestión del gremio bananero, el Ministerio de Agricultura aprobó el proyecto
“Manejo integrado del Moko en la Zona Bananera del Magdalena” por 10 meses, por un valor de $243.402.014, de los cuales el Ministerio aportó $199.995.710, AUGURA $31.016.304, las comercializadoras $8.800.000 y el ICA $3.600.000, cuyos resultados aportan al mejoramiento de la productividad y la competitividad del sector.

9.2. FUMIGACIÓN AÉREA.

La fumigación aérea es propia de las áreas de monocultivo que abarcan grandes extensiones, las cuales tienen esta práctica como la forma de aspersión de fungicidas más idónea. Sin embargo, con el uso de avionetas para la fumigación, se corre el riesgo de contaminar centros educativos, parques, poblados, y todo lo que se exponga como ríos, quebradas y lagunas, e inclusive campamentos que se sitúan en las propias fincas que se fumigan, pero en Urabá se ha demostrado que los riesgos son prevenibles y subsanables si se tiene en cuenta los protocolos acertados para el manejo de plaguicidas u otros elementos químicos.

Las prácticas de fumigación aérea en Colombia están debidamente reglamentadas. El decreto 4368 de 2006, modifica el artículo 98 del decreto 1843 de1991, en lo que respecta a las distancias mínimas a las que pueden operar las pistas de fumigación aérea con respecto al eje central de las vías troncales y de sus cabeceras municipales, cuerpos o cursos de agua y edificaciones o áreas que requieran protección especial. Estas prácticas se pueden ejecutar siempre y cuando se cuente con el estudio técnico por parte del interesado en la operación de las pistas, en el cual se establezcan las medidas de prevención, mitigación y corrección de los posibles impactos que se puedan generar sobre la salud humana y el medio ambiente.

Según los estudios realizados en el año 2007 por CORPURABÁ sobre los efectos de los agroquímicos utilizados mediante los sistemas aéreos de fumigación para determinar concentraciones de los insumos agroquímicos mancozeb y clorotalonil en el aire en centros poblados de fincas de 11 municipios y corregimientos, con el auspicio y dirección científico académica de la Universidad de Antioquia, no se detectó presencia de elementos morbosos en el aire ni en ninguna zona que hiciera incurrir en peligro a los seres humanos o animales, como tampoco se detectó la presencia en el muestreo de las aguas lluvias. Igualmente el estudio arrojó como resultado la no presencia de los compuestos orgánico persistentes (COP) aldrín, lindano, y los conocidos DDD y DDT , en muestreo realizado en el recurso suelo.

Destaca el estudio que para obtener los resultados positivos de estas observaciones, han mediado eventos puntuales como los procesos de sensibilización sobre el tema, la socialización de la normatividad ambiental referente al almacenamiento y transporte de los plaguicidas, la entrega de los Términos de Referencia en el uso de esos elementos y las charlas sobre uso y manejo seguro de agroquímicos en comunidades campesinas por medios aéreos.

De manera conjunta AUGURA y CORPOURABA realizaron diagnóstico de cada una de las pistas en los componentes ambientales, incluyendo muestreos, caracterizaciones, estudios de ruido, de plaguicidas en suelos, aguas superficiales y subterráneas, entre otros. Fruto de la concertación empresarios-Estado se elaboraron los documentos denominados “Lineamientos y Términos de Referencia para la operación de pistas de fumigación aérea a distancias inferiores a las establecidas en el Decreto 1843 de 1991”.

Algunos analistas críticos aseguran que la fumigación aérea resulta ineficaz, porque el 90% de los fungicidas y emulsiones acuosas lanzadas desde avionetas no llega a su destino, señalando además que las consecuencias medioambientales del monocultivo del banano, no sólo se circunscriben a las tierras, ecosistemas, y núcleos urbanos cercanos a las fincas sino que la presencia de los químicos derivada de la actividad agrícola intensiva se detecta a varios kilómetros lejos de los sitios de aplicación. Sin embargo, estas críticas no se soportan en estudios, como sí lo ha hecho con responsabilidad social y ambiental la organización bananera de Urabá.

9.3. INVESTIGACIÓN PARA EL MEJORAMIENTO DE PROCEDIMIENTOS.

La industria bananera organizada ha venido adelantando acciones concretas para enfrentar las amenazas de las enfermedades propias del banano, los manejos sustentables del medio ambiente y la producción responsable, a través de un adecuado manejo de plagas, uso de riegos y destinación de los residuos plásticos.

En Informe sobre Gestión en Investigación de AUGURA concurren detallados estudios de caso y de implementación de políticas generales . Para el año de 2010 se contabilizan en la región de Urabá 3.850 hectáreas de banano cultivadas bajo riego, las cuales en su gran mayoría utilizan riego por aspersión subfoliar. Muchas de las fincas que cuentan con sistemas de riego por aspersión aún no han alcanzado las producciones esperadas, debido principalmente a un mal manejo de las frecuencias de riego y a excesos en la cantidad (lámina de riego) de agua aplicada, generando excesos de humedad en el suelo que se traduce en pérdidas por escorrentía o percolación, favoreciendo la evolución de la Sigatoka Negra en las plantaciones. Adicionalmente, muchas de las fincas bananeras tienen problemas de ascenso y descensos de nivel freático durante el año, especialmente las localizadas en las partes más bajas de la zona y los problemas generados por niveles freáticos altos son considerados contraproducentes para el desarrollo normal de la plantas. Sin embargo, investigaciones recientes han demostrado que estos excesos de agua pueden aportar al cultivo, lo que se traduce en una disminución de las cantidades de humedad
requerida durante las épocas secas, lo que revela la falta de conocimiento sobre el uso potencial de esas aguas y su eficiente manejo, razón por la cual se definió que es CENIBANANO con sus criterios técnicos y de investigación quien determina el control.

La investigación se constituye en esas condiciones, en un insumo para el desarrollo del negocio en cada una de sus fases que lo acredita internacionalmente, cohesiona los miembros asociados y hace que cada uno comprenda cabalmente la estrategia general del negocio y su sostenibilidad en el tiempo.

9.4. FUMIGACIÓN Y SOSTENIBILIDAD AMBIENTAL, EL GRAN RETO.

La potencial exposición a los pesticidas, hace que la tarea de fumigación sea peligrosa, por ello es urgente la formación de nuevos modelos mentales en las unidades productivas, que las lleve a integrar experiencias positivas para mejorar el medio ambiente sin que ello riña con la necesidad de fumigar los cultivos bananeros. Prácticas ambientales concretas como que los trabajadores usen el respirador, protector de ojos, lavado de ojos al terminar las faenas, llevar guantes, casco y ropa resistente a químicos, van creando una cultura de sustentabilidad y de responsabilidad con la seguridad y salud ocupacional, así como con el medio ambiente.

CORPOURABÁ como autoridad ambiental de la región, entre sus funciones es responsable de “Ejecutar las políticas, planes y programas en materia ambiental definidas por ley, ejercer la función de máxima autoridad ambiental en el área de su jurisdicción y ejercer funciones de planificación global del territorio”. En ese contexto, las acciones emprendidas por esta corporación entre enero del año 2000 y diciembre del año 2009, han contribuido a garantizar la protección del medio ambiente en la región de Urabá e influido en la mejora de los mecanismos de control determinados por la normatividad ambiental internacional.

A MANERA DE CONCLUSIONES

Muy a pesar del conflicto social y armado acentuado en el Urabá antioqueño, el sector productivo del banano se ha caracterizado por ser un actor generador de paz, promotor de la convivencia en armonía social y de la preservación del medio ambiente, desempeñando su rol de líder responsable con altas obligaciones sociales, capaz de atender los postulados y paradigmas de la modernidad empresarial.

Las actividades desarrolladas por los empresarios aglutinados en AUGURA desde el año 1963 convocan a agricultores y ganaderos del Urabá antioqueño para cumplir con las obligaciones empresariales que el mundo de la globalidad demanda, mas aún cuando se trata de desarrollar cultivos comerciales de banano a los más altos niveles productivos; su ejercicio gremial ha sido no sólo para mejorar los niveles de exportación de la fruta, sino también para la promoción y el mejoramiento de la calidad de vida de los trabajadores bananeros, el progreso de las condiciones de respeto por los derechos humanos de los mismos y la preservación del medio ambiente de la zona, acciones que han adquirido mayores dimensiones entre los años 2000 y 2009.

Las evidencias sobre la vinculación real de los trabajadores de la zona del Urabá antioqueño en la consolidación del proceso de defensa de los derechos humanos y en la preservación del medio ambiente, mediante un trabajo de socialización de actos compromisorios con la vida y con el ambiente, son un ejemplo claro de lo enunciado; así mismo, existen evidencias que dan cuenta de la vinculación real de los empresarios del banano en la consolidación de procesos de defensa de los derechos humanos y preservación del medio ambiente , como ha sido su participación en la generación de alternativas de trabajo para los desmovilizados que el gobierno acogió por vía de la ley 975 de 2005, conocida como la “Ley de Justicia y Paz”, mediante la cual se otorgaron beneficios a los combatientes y jefes paramilitares que se acogieran al llamado de desmovilización del gobierno nacional.

Todas estas actividades tienen un dinamizador que pocas veces aparece como protagonista de los hechos, el cual desde el año 1966, tres años después de haber nacido la organización de los empresarios en el Urabá, se especializó en la atención de la agroindustria del banano bajo la denominación de “Asociación de Bananeros y Agricultores de Urabá”, la cual por el año de 1986 se convirtió en la “Asociación de Bananeros de Urabá” y en el año 1994 trascendió para asumir el rol de interlocutor ante el Gobierno Nacional justo cuando el problema de la violencia en esa zona y en el país atravesaba por los más difíciles momentos para dirimirse.

No obstante las dificultades en medio del conflicto, el gremio ha logrado una positiva gestión ante el Estado colombiano a través de acciones contundentes como el manejo y control de las aspersiones aéreas, el manejo de desechos in situ, y la creación de una conciencia colectiva sobre la importancia de promover el respeto de los derechos humanos y la preservación del medio ambiente, lo cual se ha convertido en una revolución local que cohesiona las comunidades, permitiendo que se vislumbren nuevos paradigmas y posibilidades de coexistencia en medio de la diversidad.

Las perspectivas para fortalecer y consolidar el proceso de defensa de los derechos humanos y preservación del medio ambiente en la zona bananera de Urabá son hechos que se confirman con las certificaciones obtenidas de la Comunidad Europea como consumidora del producto que se genera en la zona, por sus estándares de calidad, por el entorno en que éste se genera, y por los compromisos adquiridos para su producción responsable.

La cruda época de violencia vivida en Urabá durante los años 70 y 80 del siglo anterior se han venido superando con creces, gracias a las gestiones realizadas por el gremio bananero tanto en lo nacional como en lo internacional, muy a pesar de encontrarse en medio de una situación problemática que le comprometía; sin embargo, mucho se ha avanzado en propuestas para instaurar en esta zona una nueva historia que rompa con los esquemas que desde épocas anteriores ha marcado la producción del banano, por medio de intervenciones en lo social y con el acompañamiento a las iniciativas del Estado, así como en el cumplimiento de los compromisos adquiridos en los escenarios internacionales.

AUGURA como asociación con presencia nacional, es un gremio con alto reconocimiento y prestigio por sus acciones comerciales, sociales y políticas en beneficio de los empresarios y trabajadores bananeros, alcanzando un significativo nivel de madurez organizacional en el último decenio, con hechos como la creación de la primera comercializadora internacional de banano- Unibán, además de importantes logros económicos derivados de beneficiosas negociaciones internacionales como resultado del fiel cumplimiento de lo acordado con sus socios externos, lo que ha reportado una positiva confianza en inversionistas pequeños y medianos, que antes calificaban esta actividad como de alto riesgo.

AUGURA promovió e hizo posible el regreso de los productores a sus fincas abandonadas años atrás por la inseguridad que registraba la región, generando confianza y promoviendo relaciones de responsabilidad social y ambiental de la mano de políticas nacionales que privilegian la seguridad y de las fuerzas institucionales que se han instalado en la región.

Finalmente, en este frágil proceso de post- conflicto que aún se vive en la región, los programas de gestión social y ambiental del sector bananero colombiano han demostrado que es posible asumir la responsabilidad del mejoramiento continuo y vincular por medio de la pedagogía a los productores para que todas sus acciones repercutan de una manera positiva en el contexto global; una gran mayoría de las empresas asociadas han redirigido sus acciones a fortalecer la inversión en investigación y seguimiento de procesos, con lo cual se ha logrado que productores, comercializadores, trabajadores, y comunidad en general, puedan contribuir activamente con la instauración de nuevos modelos para un desarrollo regional sustentable y respetuoso de los derechos humanos, a pesar de los conflictos existentes en una zona de gran importancia estratégica, en la que actores de diferentes bandos aún intentan mantener un estado de zozobra que beneficie sus propósitos.

Medellín, Colombia, septiembre 6 de 2010. GARCÍA GONZÁLEZ, Juan Jairo.

INDICE DE SIGLAS EMPLEADAS

ACCU: Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá
ACORBAT: Asociación para la Cooperación en la Investigación y el Desarrollo Integral le las
Musáceas Banano y Plátano.
AUC: Autodefensas Unidas de Colombia.
AUGURA: Asociación de Bananeros de Colombia.
BANACOL: Compañía Comercializadora Internacional de Banano de Colombia S.A.
BANAFRUT: Sociedad de comercialización internacional Banafrut S.A.
BANATURA: Programa de gestión social y ambiental del sector bananero colombiano
CCEE:
C. I. TROPICAL: Comercializadota Internacional Tropical.
CENIBANANO: Centro Nacional de Investigaciones del Banano.
CIB: Corporación de Investigaciones Biológicas
COLCIENCIAS: Departamento Administrativo de Ciencia, Tecnología e Innovación.
COP: Compuestos Orgánicos Persistentes.
CORPOURABÁ: Corporación Regional Autónoma de Urabá.
ELN: Ejército de Liberación Nacional.
EPL: Ejército Popular de Liberación.
FARC: Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia.
FAO: Food and Agriculture Organization of the United Nations (Siglas en ingles de la
Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura)
FLO: Fairtrade Labelling Organizations Internacional (siglas del inglés de las Organizaciones
Etiquetado de Comercio Justo Internacional).
ICA: Instituto Colombiano Agropecuario.
IDEAM: Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales de Colombia. Sistema de
Información Ambiental.
OIM: Organización Mundial para las Migraciones.
PPP: Public Private Partnership (Sigla en inglés de Alianzas Público-Privadas)
SENA: Servicio Nacional de Aprendizaje.
SGP: Sistema Generalizado de Preferencias
SINTRAINAGRO: Sindicato Nacional de Trabajadores de la Industria Agropecuaria.
UNCTAD: United Nations Conference on Trade and Development. (Sigla en inglés de la
Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo).
UNIBAN S.A.: Unión de Bananeros de Urabá Sociedad Anónima.
USAID: Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional

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García González Juan Jairo. (2012, agosto 30). Urabá en Colombia. Banano, conflicto armado, narcotráfico, paz y responsabilidad social. Recuperado de https://www.gestiopolis.com/uraba-banano-conflicto-armado-narcotrafico-paz-responsabilidad-social/
García González Juan Jairo. "Urabá en Colombia. Banano, conflicto armado, narcotráfico, paz y responsabilidad social". gestiopolis. 30 agosto 2012. Web. <https://www.gestiopolis.com/uraba-banano-conflicto-armado-narcotrafico-paz-responsabilidad-social/>.
García González Juan Jairo. "Urabá en Colombia. Banano, conflicto armado, narcotráfico, paz y responsabilidad social". gestiopolis. agosto 30, 2012. Consultado el . https://www.gestiopolis.com/uraba-banano-conflicto-armado-narcotrafico-paz-responsabilidad-social/.
García González Juan Jairo. Urabá en Colombia. Banano, conflicto armado, narcotráfico, paz y responsabilidad social [en línea]. <https://www.gestiopolis.com/uraba-banano-conflicto-armado-narcotrafico-paz-responsabilidad-social/> [Citado el ].
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